Presentamos, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en Cracovia, algunos textos en los que los jóvenes de hoy podemos tomar ejemplo de aquellos primeros seguidores de Jesús.
1. (Juan Pablo II anima a los jóvenes a seguir el ejemplo de los primeros cristianos…)
Hoy sois vosotros la esperanza de nuestra Iglesia, que tiene dos mil años: siendo jóvenes en la fe, debéis ser como los primeros cristianos e irradiar entusiasmo y valentía, con generosa entrega a Dios y al prójimo; en una palabra, debéis tomar el camino de la santidad. Sólo de esta manera podréis ser signos de Dios en el mundo y revivir envuestros países la epopeya misionera de la Iglesia primitiva. Y seréis también fermento de espíritu misionero para las Iglesias más antiguas. (JUAN PABLO II, Redemptoris Missio, 91)
2. (El Cardenal Newman nos hace ver cómo el cristianismo se extiende gracias al impulso de la fe y el amor de muchos jóvenes, no a argumentaciones filosóficas, etc. …)
La religión de Cristo no se propagó mediante argumentos filosóficos, sino por impulso de la fe y el amor. Mirad a los primeros mártires. Eran muchachos, doncellas, soldados y esclavos corrientes; una multitud de gente joven y tozuda, que habría vivido para hacerse prudente, de no haberse empeñado primero en morir; eran cristianos que rasgaban manifiestos imperiales, desafiaban a sus jueces, no descansaban hasta encontrarse en la jaula de un león, y si eran expulsados de una ciudad comenzaban a predicar en otra. Esto decía el mundo ciego sobre aquellos que contemplaban al Dios invisible. Era, en efecto, la visión espiritual de Dios lo que originaba su singular comportamiento. (John Henry Newman, Discursos sobre la fe, Ediciones Rialp, 2000, pag. 188)
3. (San Policarpo, en los comienzos del siglo II, anima a los jóvenes a llevar una vida ejemplar…)
Igualmente, los jóvenes sean irreprensibles; que cuiden, sobre todo, la castidad y se alejen de cualquier mal. Es cosa buena, en efecto, apartarse de las concupiscencias que dominan en el mundo. (SAN POLICARPO DE ESMIRNA, Epístola a los Filipenses, 4-10)
4. (El padre Cantalamessa destaca que el ejemplo de vida limpia de los jóvenes cristianos de los primeros siglos contribuyó a cambiar el mundo pagano…)
La pureza es lo que permite a la belleza divina de Cristo manifestarse y resplandecer en el rostro de un joven o de una joven cristianos. El pudor es un espléndido testimonio para el mundo. De una de las primeras mártires cristianas, la joven Perpetua, se lee, en las actas auténticas de su martirio, que atada a una feroz vaca en la arena y lanzada al aire, al caer a tierra sangrando, “se arreglaba el vestido, más preocupada por el pudor que por el dolor” (Passio SS. Perp et Fel.; PL 3,35). Testimonios como éste contribuyeron a cambiar el mundo pagano y a introducir en él la estima por la pureza. (RANIERO CANTALAMESSA, La vida en el señorío de Cristo, Edicep, Valencia, pag. 276)
5. (San Juan Crisóstomo habla a los padres de la importancia de cuidar la formación espiritual de los jóvenes cristianos…)
Incluso las bestias reciben más cuidados que los hijos. Más velamos por nuestros asnos y nuestros caballos, que por nuestros hijos. El que posee una mula, se preocupa de encontrar un buen arriero, que no sea tonto, ni ladrón, ni borracho, sino un hombre que conozca bien su oficio. En cambio, cuando se trata de buscar un maestro para el alma del niño, contratamos al primero que se nos presenta. Y, sin embargo, no hay arte superior a éste. ¿Qué hay comparable con el arte de formar un alma, de plasmar la inteligencia y el espíritu de un joven? El que profesa esta ciencia ha de proceder con más cuidado que el pintor o el escultor al realizar su obra. (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre el Evangelio de San Mateo, 59, 6-7)
6. (San Ambrosio se rebela ante la oposición de algunas madres a que sus hijas entreguen su vida a Dios…)
Y porque sé de no pocas jóvenes que, deseosas de consagrar a Dios su virginidad, no lo consiguieron por estorbárselo sus madres [...], a tales madres dirijo ahora mi discurso y pregunto: ¿no son libres vuestras hijas para amar a los hombres y elegir marido entre ellos, amparándolas la ley en su derecho aun contra vuestra voluntad? Y las que pueden libremente desposarse con un hombre, ¿no han de ser libres para desposarse con Dios? (SAN AMBROSIO, Tratado sobre las vírgenes, 1)
Fuente:
“ORAR CON LOS PRIMEROS CRISTIANOS”
Gabriel Larrauri Aguirre