Entrevista al historiador de la Iglesia Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio y asesor de los dicasterios vaticanos de los Migrantes y de la Cultura
«Francisco llama a todos a salir», explicó a Vatican Insider el historiador de la Iglesia Marco Impagliazzo, desde 2003 presidente de la Comunidad de Sant’Egidio y asesor de los dicasterios vaticanos de los Migrantes y de la Cultura.
La Iglesia en el mundo globalizado se presenta como una realidad internacional con una guía central que, mediante sus fieles esparcidos en todo el mundo, vive las alegrías y los sufrimientos de todos los pueblos. La atención por los pobres, por las personas en dificultades y por las periferias que Papa Francisco ha subrayado con gran énfasis ha abierto una nueva estación para la Iglesia, que renueva su compromiso por la paz, la reconciliación y la justicia en el mundo.
La causa es la fidelidad al Evangelio y la atención por los pobres que de ella deriva. Los que escuchan y viven el Evangelio encuentran a los pobres por el camino. Por lo que encuentra muchas situaciones de dificultad y de sufrimiento que deben ser afrontadas. El objetivo es que el Evangelio, el amor y la misericordia del Señor sean comunicados a todos, sobre todo a los más pobres. Además, se trata de que los pueblos y las personas vuelvan a encontrar ese espítiru de fraternidad que a menudo falta, y con él la paz.
Desde hace algunos años estudio la relación entre la Iglesia católica y la guerra. Hay que decir, resumiendo, que desde la Primera Guerra Mundial hasta ahora, las palabras de la Iglesia han sido de neto rechazo frente a los conflictos. Sobre todo debido al hecho de que las guerras contemporáneas involucran a los civiles y siembran muerte y destrucción. La guerra es un terreno en el que la Iglesia no puede vivir, porque es realidad universal y cuenta con fieles en todo el mundo. Desde Benedicto XV, que dijo que la Primera Guerra Mundial era una masacre inútil, hasta Papa Francisco, la predicación y la acción de los Papas ha sido para defender la paz y para oponerse a las guerras. Y hoy vemos que el Papa se ha convertido en una figura decisiva en la búsqueda de la paz a nivel mundial. A su lado, los órganos de la Santa Sede trabajan en los niveles político y diplomático a favor de la paz. No falta tampoco el apoyo y el compromiso de los obispos, sacerdotes y laicos en esa enorme obra para la construcción de la paz. Pienso en el compromiso de Sant’Egidio por la paz en África y en el diálogo entre las religiones, que hoyse ha vuelto tan necesario
«Wake up!» y «Go ahead!» fueron las frases del último día en Corea. Hay que despertarse y seguir adelante siempre: hay todo un mundo que espera la palabra del Evangelio y de la paz. La Iglesia católica vive con continuidad la fidelidad al Evangelio. Los que escuchan y viven el Evangelio “ven” a los pobres. Benedicto XVI hablaba de un «corazón que ve». Hoy la Iglesia “ve” con un corazón inspirado por el Evangelio a tantas realidades periféricas, de sufrimiento y pobreza, y se deja interrogar por ellas. Al ser una institución compuesta por personas, siempre existe la tentación de replegarse hacia los problemas internos. «Peinar a las ovejas», diría Papa Francisco. Pero hoy la palabra del Papa llama a todos a salir.
