Al llegar a la Basílica llama la atención que el patio exterior sea, a la vez, atrio y claustro y que sus muros estén revestidos con piedras blancas y rosas. En la fachada principal la decoración gira alrededor de la Historia de la Salvación en Jesucristo. En las puertas de bronce del pórtico, en cambio, están resaltados diversos motivos bíblicos. Por último, la fachada sur está dedicada totalmente a María, incluidas las tres puertas de bronce que también están en esta fachada.
El interior de la Basílica está dividido en dos iglesias superpuestas: la cripta propiamente dicha y la iglesia superior. La cripta está concebida en dos planos que resaltan la gruta de la Anunciación, situada en el plano inferior, muy sobria para favorecer el recogimiento.
La única decoración proviene de unas pequeñas vidrieras puestas en la parte alta de los muros. Las investigaciones arqueológicas han descubierto un baptisterio prebizantino con restos paleocristianos, junto con inscripciones cristianas y pilastras de la catedral cruzada construida por Tancredo. La iglesia superior, por el contrario, es todo colorido, especialmente la cúpula de 18 metros de diámetro, en donde se repite el nombre de María.
Aquí todo evoca a María, especialmente el mosaico del retablo con la representación de Jesús, María y Pedro con las llaves rodeados por la Iglesia jerárquica y la Iglesia carismática. La capilla del Santísimo, regalo de España, está decorado con un fresco que representa el encuentro de la Iglesia Oriental y la Iglesia Occidental.
Dentro de la Cripta está el “santo de los santos“, la reliquia que malamente ha venido salvando los avatares, en este caso tantas veces negativos, de la historia; es decir, la gruta de la Anunciación, la casa de María, que es el núcleo de todo el edificio. Todo aquí es muy humilde, hasta los restos arqueológicos ligeramente reconstruidos, que constituyen el más preciado testimonio de la veneración que tuvieron en este lugar las generaciones que nos han precedido.
Al llegar a la Basílica llama la atención que el patio exterior sea, a la vez, atrio y claustro y que sus muros estén revestidos con piedras blancas y rosas. En la fachada principal la decoración gira alrededor de la Historia de la Salvación en Jesucristo.
Esto se ha demostrado con las abundantes excavaciones realizadas durante las décadas de 1950 y 1960, que revelaron restos de un piso de mosaico bizantino y una columna de piedra donde habían sido grabadas en la antiguedad las palabras “Ave María“. También se han encontrado gran cantidad de estuco polícromo con inscripciones (“grafitos“) de carácter cristiano que demuestran, la veneración cristiana de este lugar en los cuatro primeros siglos.
La gruta de la Virgen ha sido objeto de diversas transformaciones, incluida la escalera que sale al exterior por el lado norte y que fue excavada por los franciscanos en el siglo XVII para unirla con el antiguo convento. La huella del paso del tiempoes muy visible: a ambos lados de la gruta quedan todavía restos de las pilastras de la nave norte de la catedral cruzada. Encima de la gruta hay suspendido un baldaquino, regalo de los reyes belga Balduino y Fabiola.
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