La elección de Benedicto XVI: “Señor, no me hagas esto”

Benedicto XVI eleccion

 

Benedicto XVI - 19 de abril de 2005

 

Cuando falleció Juan Pablo II, el cardenal decano Joseph Ratzinger celebró su funeral

Fue la primera vez que el mundo fijó sus ojos en este alemán discreto con fama de duro.

 

También él se encargó de dirigir las doce congregaciones de cardenales, o sea las reuniones sobre el futuro de la Iglesia y el perfil del próximo Papa para elegir un sucesor. No lo tenían nada fácil. Iba a ser complicado encontrar a alguien con el coraje suficiente para suceder a Juan Pablo II.

 

 

 

El cónclave comenzó el lunes 18 de abril con la Misa para pedir ayuda al Espíritu Santo. La celebró el cardenal Ratzinger, que ya se había convertido en un sólido candidato.

"En esta hora pidamos insistentemente al Señor que, tras el gran don del Papa Juan Pablo II, nos conceda de nuevo un pastor a la medida de su corazón”.

Entraron a las 4 de la tarde en la Capilla Sixtina. Los 115 cardenales menores de 80 años juraron que votarían sin dejarse llevar por presiones, y que guardarían secreto de lo que ocurriera ahí dentro.

Pocas horas después, el primer mensaje de la Sixtina. Fumata negra.

Tampoco hubo un nuevo Papa la mañana del 19 de abril. Tras tres votaciones, los cardenales aún no se habían puesto de acuerdo.

Sin embargo, a media tarde, cambió la situación. Y una fumata blanca coloreó el cielo de Roma. Así recibió la plaza la noticia.

Joseph Ratzinger acababa de convertirse en el sucesor de San Pedro número 265, tras cuatro votaciones, uno de los cónclaves más rápidos de la historia.

"Queridos hermanos y hermanas. Después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe actuar con instrumentos insuficientes y sobre todo confío en vuestras oraciones”.

Lo primero que hizo fue visitar a sus compañeros de trabajo en la que fue su oficina durante 23 años: la Congregación para la Doctrina de la Fe.

"Santidad, bienvenido entre nosotros y gracias por esta visita”.

"Todavía no puedo creer que esté ahora en otro sitio. Se ha hecho cuanto el Señor ha dicho a Pedro: Llegará el día en que tú serás guiado dónde no quieres ir”.

Le regalaron una tarta. La tenían ya preparada porque cuatro días antes había cumplido 78 años.

Pocos días después, explicó a unos peregrinos alemanes cómo se sentía.

 

25 de abril de 2005

"Cuando, lentamente, el desarrollo de las votaciones me permitió comprender que, por decirlo así, la guillotina caería sobre mí, me quedé desconcertado. Con profunda convicción dije al Señor: ¡no me hagas esto! Tienes personas más jóvenes y mejores, que pueden afrontar esta gran tarea con un entusiasmo y una fuerza totalmente diferentes”.

Con su nueva vida echaría de menos también sus libros. El Papa profesor los necesitaba, y por eso, salió del Vaticano para ir a su antigua casa y preparar con su biblioteca sus primeros discursos.

No se imaginaba que la voz corrió muy deprisa y cientos de personas le esperaron en la puerta para verlo.

Nunca se acostumbró a la popularidad. Pero con su timidez, se ganó a quienes lo vieron de cerca.

 

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