El año pasado se recogieron en esa fecha 5.275.601 dólares y 1.833.339 euros, destinados a la Custodia de Tierra Santa, el Patriarcado Latino de Jerusalén, las comunidades católicas de rito oriental (greco melquita, copta, maronita, siria, caldea y armenia) y las congregaciones religiosas con casa allí.
Estos fondos van destinados al fomento de las peregrinaciones, a la formación de candidatos al sacerdocio, al sostenimiento del clero, a la actividad educativa y cultural, a la conservación de los Lugares Santos, a la ayuda a las víctimas de la guerra y al servicio a los necesitados, tanto en Tierra Santa como en los países que remiten a los primeros tiempos del cristianismo: Jerusalén, Palestina, Israel, Jordania, Chipre, Siria, Líbano, Egipto, Etiopía, Eritrea, Turquía, Irán e Irak.
Según el ecónomo de la Custodia de Tierra Santa, fray Ramzi Sidawi, la colecta del Viernes Santo “es esencial para la vida de la Custodia, con ella se cubre aproximadamente el 75% de nuestro presupuesto anual”: “Todo lo que se recolecta de los fieles del mundo entero se presenta a la Congregación para las Iglesias Orientales que gestiona la colecta y distribuye el porcentaje mayor a la Custodia, porque es la que guarda y cuida los santuarios.
La mayor parte va a las obras pastorales y sociales de la Custodia: tenemos varias parroquias, varias escuelas y algunas obras sociales en Belén, Jerusalén, Nazaret. El resto se dona a las otras Iglesias de Tierra Santa, que también tienen necesidades”.
El padre Sidawi explica la doble importancia de esta donación.
En primer lugar, “para custodiar y conservar los santuarios de nuestra redención. Esta era la intención de Francisco de Asís desde el primer momento: vivir y cuidar el conjunto de los Santos Lugares donde Jesús y su madre María vivieron. Ellos se han convertido para nosotros en la actualidad en el quinto Evangelio”.
Y, en segundo lugar, “ayudar a los cristianos de esta tierra a seguir viviendo su fe. Es una ayuda que se fundamenta en el principio de la solidaridad: el cristiano es solidario, no se guarda el bien solo para sí sino que lo comparte con sus hermanos. El cristiano es invitado a dar y la Biblia nos enseña que hay más alegría en dar que en recibir”.
Mantener la presencia de cristianos en Tierra Santa es el principal objetivo de toda ayuda a los lugares donde vivió Jesucristo y se obró nuestra redención.