José y María vivían en Nazaret pero no vivían juntos , porque el matrimonio todavía no se había celebrado. Pero María, después de haber acogido el anuncio del Ángel, quedó encinta por obra del Espíritu Santo y cuando José se da cuenta queda desconcertado.
“El Evangelio -ha observado el Papa- no explica sus pensamientos, pero nos dice lo esencial: él trata de hacer la voluntad de Dios y está dispuesto a la renuncia más radical. En lugar de defenderse y de hacer valer sus propios derechos, elige una solución que para él representa un enorme sacrificio “Como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto”....¡Esta breve frase resume un verdadero y propio drama interior, si pensamos en el amor que José sentía por María! ...Pero, como en el caso de Abraham, el Señor interviene: ha encontrado la fe que buscaba y abre un camino diverso, un camino de amor y de felicidad: “José – le dice – no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo”.
El texto “nos muestra toda la grandeza de ánimo de San José. El tenía un buen proyecto de vida, pero Dios le reservaba otro designio, una misión más grande. José era un hombre que escuchaba siempre la voz de Dios...atento a los mensajes que le llegaban de lo profundo del corazón y de lo alto. No se obstinó en perseguir su proyecto de vida, ni permitió que el rencor le envenenara el ánimo, sino que se puso a disposición de la novedad que se lepresentaba de modo desconcertante..No odiaba y no permitió que el rencor le envenenase el ánimo”.
“Pero cuántas veces el odio, la antipatía o el rencor nos envenenan el alma! ¡Esto hace daño. No lo permitáis jamás -ha exclamado el Papa- José es un ejemplo ... De este modo pasó a ser todavía más libre y más grande. Aceptándose según el designio del Señor, José se encuentra plenamente consigo mismo, más allá de sí. Su libertad para renunciar a lo que es suyo, a la posesión de su propia existencia, y su plena disponibilidad interior a la voluntad de Dios, nos interpelan y nos muestran el camino”.
“Celebremos entonces la Navidad contemplando a María y a José: María, la mujer llena de gracia que tuvo el valor de encomendarse totalmente a la Palabra de Dios; José, el hombre fiel y justo que prefirió creer en el Señor en lugar de escuchar las voces de la duda y del orgullo humano. Con ellos, caminamos juntos hacia Belén”.