Por el momento, en el lugar han sido desenterradas cinco iglesias que datan "de finales del siglo V o principios del siglo VI de nuestra era", señala Mark Schuler, de la Universidad Concordia de Minnesota, codirector del proyecto. Una de las iglesias contiene un rasgo inusual: entierros en el presbiterio o en la zona del ábside, en el frente de la iglesia, normalmente reservado por el clero para los ritos sagrados.
Entre los varios entierros encontrados, lo que llamó especial atención entre los especialistas fue un sarcófago individual "con un hoyo en la tapa, que podría haber sido utilizado para verter aceite o vino sobre los restos", indicó Schuler.
Sin embargo, existe también otra interpretación que consiste en que el agujero pudo haber servido para la utilización de varas con las que los primeros cristianos habrían tocado los restos de la tumba. Según explica el investigador, la gente creía que tocar con una vara los restos de un santo les ayudaría a obtener su santidad.
El interior de la tumba contenía un esqueleto cuyos huesos "habían sido reorganizados en un extremo de la tumba". "Era una mujer de edad avanzada, de por lo menos 55 años, y con osteoporosis. Posiblemente, una santa desconocida", sugiere Schuler.
Posiblemente, creen los investigadores, la tumba fue abierta desde un extremo para extraer las reliquias. Tras el retiro de las mismas, los huesos restantes fueron reunidos intencionadamente en el extremo contrario, donde habría quedado el cráneo. Asimismo, el arqueólogo cree que esa mujer venerada podría estar relacionada con algún culto curativo, dado que tras la caída en desuso de la iglesia y su posterior bloqueo, el ingreso a la tumba permaneció accesible.