Su investigación ha sido presentada en la Universidad Europea de Roma donde explicó cómo examinó los primitivos textos litúrgicos y las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo.
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“No se llegaría a entender qué es un comunidad cristiana, cómo vivía, cómo rezaba, cómo tenía sus liturgias si no conocemos cómo eran los lugares de culto, creados y construidos para rezar en el mismo lugar donde sucedió la pasión, muerte y resurrección de Jesús”.
Su estudio repasa todas las fuentes escritas que certifican el lugar donde murió y también la tumba de Jesús desde los primeros cristianos hasta la llegada de los franciscanos, los custodios de Tierra Santa desde hace ocho siglos.
“Era una zona rocosa, destinada a la ejecución de personas y como cementerio. Sobre todo sabemos que aquella zona donde hoy está el complejo del Santo Sepulcro ha sido objeto de devoción y oración litúrgica ininterrumpidamente desde que las primeras mujeres fueron al sepulcro hasta nuestros días”.
“Se ve como una cadena de continuidad de Jesucristo a través de sus apóstoles, la tradición oral que después comenzó a ser escrita en el siglo IV y V. Vemos como una cadena ininterrumpida de testimonios que nos llevan a no poner en duda que verdaderamente éste es el lugar y que es auténtico”.
A pesar de que el complejo del Santo Sepulcro fue destruido en dos ocasiones, fue reconstruido por los cristianos de diferentes orígenes y tradiciones conscientes de la importancia de conservar el lugar donde murió y resucitó Jesucristo.