Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano
Bajo el tibio sol de este miércoles el Santo Padre llegó a plaza de San Pedro en su papamóvil para recorrer el hemiciclo de Bernini y abrazar, idealmente, a los fieles procedentes de distintas partes del mundo para escuchar su catequesis en el ámbito de la tradicional audiencia general. Como ya es costumbre, el Papa dio la bienvenida a algunos niños en el jeep que lo condujo entre los festivos peregrinos.
Una vez llegado al atrio de la basílica vaticana, el Obispo de Roma dio inicio a su undécima catequesis sobre el tema del celo apostólico, que dedicó, en esta ocasión, a las figuras de los mártires.
Testigos del Evangelio "hasta el derramamiento de la sangre" y no héroes, aclaró el Pontífice, sino hombres y mujeres "que dieron su vida por Cristo", "frutos maduros y excelentes de la viña del Señor, que es la Iglesia".
hasta la muerte fuera de las murallas de Jerusalén", recordó Francisco, al recurrir a san Agustín para explicar "el dinamismo espiritual que animaba a los mártires". En un discurso sobre san Lorenzo, el obispo de Hipona explicaba que el joven diácono de la diócesis de Roma comprendió y puso en práctica lo que Cristo hizo por los hombres, lo amó en su vida y lo imitó en su muerte, y así surgió en él una dinámica de gratitud y de reciprocidad gratuita del don.
Hoy, subrayó una vez más el Papa, los mártires son más numerosos que en los primeros siglos; son aquellos numerosos cristianos que, por confesar su fe, han sido expulsados de la sociedad o han sido encarcelados. Como precisa el Concilio Vaticano II, se asemejan a Cristo en la efusión de la sangre y su muerte es estimada por la Iglesia "como don insigne y prueba suprema de caridad".
Francisco se detuvo en el perdón de los mártires hacia sus verdugos y afirmó, tal como se lee en la Lumen gentium, que "aunque sean pocos los llamados al martirio, 'todos, sin embargo, deben estar dispuestos a confesar a Cristo ante los hombres y a seguirlo por el camino de la cruz durante las persecuciones, que nunca faltan a la Iglesia'". A continuación, el Santo Padre recordó las numerosas persecuciones que existen hoy en el mundo, subrayando el mensaje que los mártires ofrecen a los creyentes.
Entre los numerosos testigos cristianos, presentes "en todos los rincones del mundo", Francisco mencionó a los que han muerto en Yemen, "una tierra herida desde hace muchos años por una guerra terrible y olvidada", que ha matado a muchas personas "y que todavía hace sufrir a muchas personas, especialmente a los niños".
El pensamiento del Pontífice se dirigió asimismo a las religiosas Aletta, Zelia y Michael, asesinadas por ser cristianas por un fanático en julio de 1998, cuando volvían a casa después de la Misa. También recordó a las hermanas Anselm, Marguerite, Reginette y Judith, asesinadas en marzo de 2016 "junto con algunos laicos que las ayudaban en la obra de caridad entre los últimos". A quienes definió “mártires de nuestro tiempo”, recordando asimismo que, entre ellas, había creyentes musulmanes que trabajaban con esas monjas.
No debemos cansarnos de "dar testimonio del Evangelio incluso en tiempos de tribulación", concluyó su catequesis Francisco, que invitó por ello a rezar, con la esperanza de que "todos los santos y santas mártires sean semilla de paz y reconciliación entre los pueblos para un mundo más humano y fraterno".
Tras el resumen de la catequesis en las demás lenguas, en que el Papa reiteró la importancia del testimonio de fe ofrecido con el martirio de la propia vida, antes de los saludos en italiano invitó a rezar por la "querida y martirizada Ucrania” que, reiteró Francisco, “sigue soportando terribles sufrimientos".
Tras leer el resumen de su catequesis para los fieles de nuestro idioma, el Santo Padre los saludó con la sugerencia de dirigirse al Señor Jesús: