Todos saben que un gesto vale más que mil palabras, un principio especialmente importante en cualquier estrategia de comunicación. Por eso, los personajes públicos saben que sus gestos tienen una enorme capacidad de resonancia.
"El mundo nos mira continuamente, por eso tenemos que decidir qué queremos significar. Hay que vivir la vida de un modo que muestre nuestros valores... Por eso además de lo que digan, es importante ver lo que hacen las universidades, lo que hacen las empresas, lo que hace la Iglesia”.
También esto distingue a Francisco de otros líderes. Sus acciones, sus palabras y sus encuentros reflejan el mismo mensaje. En concreto, ahora, la misericordia y la esperanza.
"A veces un gesto o una imagen consigue cristalizar lo que creemos. Aunque yo no soy católico, tengo un profundo respeto por Francisco. Y cuando ayer lo vi percibí ese mensaje de misericordia. Pienso que él creo su mensaje con cada molécula de su ser y que lo irradia”.
Para Francisco la comunicación y la tecnología no son herramientas para predicar, sino parte del mensaje de misericordia. Por ejemplo, sus gestos de ayuda a débiles, a refugiados, a enfermos o a presos.
Para creyentes y no creyentes esa coherencia de vida es muy poderosa. Comunica un fuerte mensaje sin decir una palabra. Las personas ven quién es, cómo vive y en qué cree, y eso envía un mensaje muy eficaz.
"Si todos vivimos nuestros valores y miramos a los demás como un ser valioso, el mundo se transformaría, y sería como el Cielo en la Tierra”.
Los gestos de Francisco llegan al corazón de muchos, un lugar al que la comunicación verbal no puede entrar. Es lo que los expertos llaman "marca personal”. O sea, llevar misericordia y comprensión a los pueblos y a las personas, gesto a gesto.