El histórico concluirá con la firma de una declaración común «sobre diferentes aspectos de colaboración y testimonio que la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica pueden ofrecer hoy a nuestro mundo»
Después del coloquio de dos horas en una de los salones de ceremonias del aeropuerto José Martí de La Habana, en Cuba, el histórico encuentro entre Papa Francisco y el Patriarca de Moscú, Kiril, concluirá con la firma de una declaración común «sobre diferentes aspectos de colaboración y testimonio que la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica pueden ofrecer hoy a nuestro mundo». En el comunicado conjunto de la Santa Sede y del Patriarcado moscovita no se especifica nada sobre el contenido de la declaración, y el padre Lombardi, portavoz vaticano, tampoco ofreció particulares al respecto durante la conferencia de prensa de ayer con los periodistas.
El que anticipó algunos de los aspectos de este documento, en una entrevista con el programa inglés de la Radio Vaticana, fue el padre dominico Hyacinthe Destivelle, del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, que se ocupa de las relaciones con las Iglesias ortodoxas del mundo eslavo y colabora con el cardenal Kurt Koch.
El padre Destivelle estará presente durante el encuentro del próximo 12 de febrero en Cuba, cuando el avión papal de Alitalia, al dirigirse de roma a la Ciudad de México, se hará una escala «ecuménica» en la capital de la isla caribeña para que se pueda llevar a cabo el abrazo entre el Obispo de Roma y el Obispo de la llamada «tercera Roma».
El experto dominico explicó que «la declaración común no tendrá una naturaleza teológica, puesto que este tipo de diálogo de da en el ámbito de la comisión internacional para el diálogo entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas». Se sabe, además, que desde hace tiempo se desarrolla un diálogo teológico con el Patriarcado de Constantinopla, que comenzó con el distrito abrazo entre Pablo VI y el Patriarca ecuménico Atengoras, en Jerusalén el 4 de enero de 1964. La Iglesia católica, a partir del Concilio, reflexiona sobre la colegialidad y sobre la sinodalidad, aspectos que, por motivos históricos, no siempre han sido valorados adecuadamente en la Iglesia latina, mientras que la Iglesia ortodoxa guiada por Bartolomé I reflexiona sobre el primado y sobre las modalidades de su ejercicio, incluso con aportes teológicos de relieve, como en el caso del reciente libro del archidiácono Maximos Vgenopoulos «Primacy in the Curch from Vatican I to Vatican II». La Iglesia ortodoxa rusa siempre se ha demostrado un poco menos interesada en el diálogo teológico y más dispuesta a la colaboración práctica con respecto a los remas de actualidad que tocan a los cristianos.
«Será una declaración —explicó el padre Destivelle a la Radio Vaticana— sobre diferentes aspectos de colaboración y testimonio que la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica pueden ofrecer hoy a nuestro mundo. Entre estos, se pueden incluir el problema de los cristianos perseguidos en el Medio Oriente, la secularización, la defensa de la vida, del matrimonio y de la familia y otros argumentos de interés compartido».
El experto del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos dijo que se han intensificado las relaciones entre Roma y Moscú durante los últimos años, después del periodo de dificultad que vivieron durante los años noventa. El Patriarcado moscovita, en esa época, acusaba a la Iglesia católica de proselitismo, porque había vuelto a instaurar las estructuras jerárquicas en Rusia después de la caída de la Unión Soviética. Y también existía el «llamado problema de las ‘uniatas’ en Ucrania». Pero «el Patriarcado de Moscú fue tranquilizado» sobre ambas cuestiones.