El Papa les agradeció que hubieran escogido Roma para organizar este encuentro interreligioso, y recordó que cristianos y judíos han convivido mucho tiempo en esta ciudad.
"Me alegro de que se haya organizado esta reunión en Roma, la ciudad en la que están enterrados los apóstoles Pedro y Pablo. Los cristianos y los judíos viven juntos en Roma desde hace dos mil años, aunque sus relaciones a lo largo de la historia no hayan estado libres de tensiones”.
El Papa recordó que "el cristianismo tiene raíces judías” y valoró positivamente el diálogo realizado en estos últimos 50 años.
"Un verdadero diálogo fraterno se ha desarrollado desde del Conclio Vaticano II, después de la declaración Nostra aetate. Este documento representa el 'sí' definitivo a las raíces judías del cristianismo y el 'no' irrevocable al antisemitismo”.
La declaración Nostra aetate trata sobre las relaciones entre la Iglesia católica y las otras religiones no cristianas. Fue aprobada en 1965 durante el Concilio Vaticano II.
Al final del encuentro Francisco agradeció a todos su aportación al diálogo judío-cristiano, un mensaje cuya contestación no se hizo esperar.