"El Espíritu Santo es la presencia viva de Dios en la Iglesia. Es aquello que hace andar a la Iglesia, aquello que hace caminar a la Iglesia. Siempre más, más allá de los límites, más adelante. El Espíritu Santo con sus dones guía a la Iglesia. No se puede entender a la Iglesia sin el Paráclito”.
El Papa dijo que la Iglesia necesita al Espíritu Santo y alertó contra una tentación muy común en los cristianos: el de ponerle obstáculos o conducir sus inspiraciones en una dirección equivocada.
Algo que no se podía ni pensar.... Si mañana llegara una expedición de marcianos, por ejemplo, y algunos de ellos vinieran donde nosotros, digo marcianos ¿no?... Verdes, con esa nariz larga y las orejas grandes, como los pintan los niños... Y uno dijera: "Pero, yo quiero el bautismo”. ¿Qué pasaría?
Cuando el Señor nos indica el camino ¿quiénes somos nosotros para decir: ‘¡No Señor, no es prudente! No, hagamos así...? Y Pedro en esa primera diócesis – la primera diócesis fue Antioquía – toma esa decisión: ¿Quiénsoy yo para poner impedimentos?’. Una bella palabra para los obispos, los sacerdotes y también para los cristianos. Pero ¿quiénes somos para cerrar puertas? En la Iglesia antigua, incluso hoy, está el ministerio del hostiario. Y ¿qué hacia el hostiario? Abría la puerta, recibía a la gente, la hacía pasar. Pero ¡nunca fue el ministerio del que cierra la puerta!
El Espíritu Santo es la presencia viva de Dios en la Iglesia. Es el que hace que la Iglesia ande, el que hace que la Iglesia camine. Cada vez más, más allá de los límites, hacia adelante. El Espíritu Santo con sus dones guía a la Iglesia. No se puede comprender la Iglesia de Jesús sin este Paráclito, que el Señor nos envía para ello. Y cumple estas opciones impensables ¡pero impensables! Para usar una palabra de San Juan XXIII: es precisamente el Espíritu Santo el que actualiza la Iglesia: verdaderamente la actualiza y hace que vaya adelante. Y nosotros los cristianos debemos pedir al Señor la gracia de la docilidad al Espíritu Santo. La docilidad a este Espíritu, que nos habla en el corazón, nos habla en las circunstancias de la vida, nos habla en la vida eclesial en las comunidades cristianas, nos habla siempre.
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