«Vengo a la República Centroafricana como peregrino de paz y me presento como apóstol de esperanza»: es el ‘tuit’ que el Papa escribió al llegar a Bangui.
Alrededor del aeropuerto están las viviendas improvisadas de los prófugos; garantizan la seguridad del Papa los Cascos Azules, soldados del ejercito centroafricano y algunos gendarmes vaticanos que se encuentran en el país desde hace algunos días. Todos tienen chalecos antibalas.
La encargada del Estado durante la transición, la presidenta Catherine Samba-Panza esperaba al Papa al pie de la escalinata preparada para el avión. Se escuchan los himnos nacionales como en todas las visitas. Pero es la primera vez que Francisco llega a un lugar en el que todavía hay una guerra civil en curso. El Pontífice argentino quiso fuertemente esta etapa, apesar de las recomendaciones sobre su seguridad en uno de los países africanos más ricos en cuanto a recursos naturales y más pobres del mundo.
Después del final el dominio francés, en 1960, la República Centroafricana vivió marcada por crisis y fue gobernada por personajes como Bokassa I, que en 1967 pidió a Pablo VI que visitara Bangui para coronarlo emperador. El Vaticano pudo desentenderse argumentando que la Santa Sede ya no contaba desde hacía tiempo con una ceremonia para estas circunstancias. Pero ahora, después de la visita de Juan Pablo II en agosto de 1985, por segunda vez un Papa llega a su territorio, para inaugurar con una semana de anticipación el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
Miles de personas salieron a las calles para acoger al Papa a lo largo del camino. Aplaudían entusiastas también los periodistas que, a bordo de tres autobuses, escoltados por soldados de la ONU, pasan a gran velocidad por las calles de tierra de Bangui.
ANDREA TORNIELLI
Enviado a Bangui