En su homilía en Casa Santa Marta el Papa recordó a las miles de personas que tienen que huir de sus hogares por la persecución, la guerra o el hambre.
"Pensemos hoy en estas pobres personas de Rohingya, de Myanmar. Cuando dejaron su tierra para huir de la persecución no sabían qué les sucedería. Desde hace meses están en un barco. Llegan a una ciudad, les dan agua y comida y les dicen: "Marchaos”. Es una despedida continua. Además, hoy se da esta gran despedida existencial. Pensad en los cristianos y yazidíes que creen que no volverán nunca a su tierra porque les han expulsado de sus casas. Hoy”.
Además invitó a los cristianos a reflexionar sobre cómo será su propia despedida, el último instante de sus vidas, y les pidió que confíen en Dios.
(Fuente: Radio Vaticana)
"Por esto Jesús dice a Pablo: ‘No tengas miedo. Sigue hablando. El miedo no es una actitud cristiana. Es la actitud – podemos decir – de un alma encarcelada, sin libertad, que no tiene la libertad de mirar hacia adelante, de crear algo, de hacer el bien… no, siempre: ‘No, pero está este peligro, está aquel otro, aquel otro…’. Y esto es un vicio. Y el miedo hace mal”.
"Hay comunidades temerosas, que van siempre a lo seguro: ‘No, no, no hacemos esto, no, no, esto no se puede, esto no se puede…’. Parece que sobre la puerta de entrada hemos escrito ‘prohibido’: todo está prohibido por el miedo. E tú entras en esta comunidad y el aire está viciado, porque es una comunidad enferma. El miedo enferma a una comunidad. La falta de coraje enfermaa una comunidad”.
"La alegría cristiana no es una simple diversión, no es una alegría pasajera; la alegría cristiana es un don, es un don del Espíritu Santo. Es tener el corazón siempre alegre porque el Señor ha vencido, el Señor reina, el Señor está a la derecha del Padre, el Señor me ha mirado y me ha enviado, y me ha dado su gracia y me ha hecho hijo del Padre… Esa es la alegría cristiana. Un cristiano vive en la alegría”.