En su homilía en Casa Santa Marta Francisco dijo que la paz que dan el dinero, el poder, o la fama, es pasajera. Sólo Dios puede dar la paz total.
"Es una paz definitiva. ¿Y cuál es nuestro trabajo? Proteger esta paz. Protegerla. Es una paz grande, una paz que no es mía, es de otra Persona que me la regala, de otra Persona que está en mi corazón".
El Papa explicó que Dios no da la paz anestesiando el corazón sino haciéndose presente a través del Espíritu Santo.
(Fuente: Radio Vaticana)
«Por ejemplo, nos ofrece la paz de las riquezas: 'pero, yo estoy en paz porque tengo todo arreglado para vivir, para toda mi vida, no tengo que preocuparme...' Ésta es una paz que da el mundo. No te preocupas, no tendrás problemas porque tienes tanto dinero... La paz de la riqueza. Y Jesús nos dice que no nos fiemos de esta paz, porque con gran realismo nos dice: '¡Miren que hay ladrones... Los ladrones pueden robarte tus riquezas!' La paz que da el dinero no es una paz definitiva. Piensen también en que el metal se oxida ¿no? ¿Qué quiere decir? ¡Que ante una caída de la Bolsa todo tu dinero se irá! ¡No es una paz segura: es una paz superficial, temporal!»
«La paz mundana abarca características que nos muestran que no es definitiva. La del poder, que no funciona, que por ejemplo termina con un golpe de estado. La de Herodes, que acaba cuando los Magos le dicen que ha nacido el Rey de Israel. La de la vanidad, que se tambalea según me sienta apreciado o insultado. Sin embargo la paz que nos da Jesús es el Espíritu Santo: ¡La paz de Jesús es una Persona, es el Espíritu Santo! El mismo día de su Resurrección, Él viene al Cenáculo y su saludo es: 'La paz esté con ustedes. Reciban al Espíritu Santo'. Ésta es la paz de Jesús: es una Persona, es un regalo grande. Y cuando el Espíritu Santo está en nuestro corazón, nadie puede arrebatarnos la paz ¡nadie! ¡Es una paz definitiva! ¿Cuál es nuestro trabajo? Custodiar esta paz ¡custodiarla! Es una paz grande, una paz que no es mía, es de otra Persona que me la regala, de otra Persona que está dentro de mi corazón y que me acompaña toda la vida. ¡Me la dio el Señor!»
«Si ustedes tienen esta paz del Espíritu, si tienen al Espíritu dentro de ustedes y tienen conciencia de esto, que no se turbe el corazón de ustedes ¡Estén seguros! Pablo nos decía que para entrar en el Reino de los Cielos es necesario pasar por tantas tribulaciones. Pero todos, todos nosotros, tenemos tantas ¡todos! Más pequeñas... más grandes... Pero que no se turbe el corazón de ustedes: y ésa es la paz de Jesús. La presencia del Espíritu hace que nuestro corazón esté en paz. ¡No anestesiado, no! Consciente, en paz: con esa paz que sólo da la presencia de Dios»
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