Francisco repitió durante el Ángelus su llamado: «Pido a todos aliviar los sufrimientos» de quienes viven duras pruebas. Y también rezó por Venezuela, después de la enésima muerte de un estudiante.
Papa Francisco vuelve a rezar por los cristianos perseguidos en Siria e Irak. Lo hizo al final del Ángelus de hoy. «No cesan en Siria e Irak -indicó el Pontífice- violencias, secuestros de personas y abusos contra los cristianos y otros grupos». El Papa no los olvida, reza para que «se ponga fin a la intolerable brutalidad» y pide a todos «aliviar los sufrimientos de cuantos están en la prueba».
«No dejan de llegar, lamentablemente -dijo el Papa después de la oración mariana-, noticias dramáticas desde Siria e Irak, relacionadas con la violencia, el secuestro de persona y abusos en contra de los cristianos y otros grupos. Queremos garantizar -prosiguió- a cuantos estén involucrados en estas situaciones que no los olvidamos, que estamos cerca de ellos y que rezamos insistentemente para que lo antes posible se ponga fin a la intolerable brutalidad de la que son víctimas. Junto con los miembros de la Curia Romana -contó Bergoglio. ofrecí según esta intención la última Santa Misa de los Ejercicios Espirituales, el viernes pasado. Al mismo tiempo -concluyó el Pontífice- pido a todos, según sus posibilidades, de actuar para aliviar los sufrimientos de quienes están en la prueba, a menudo solo debido a la fe que profesan». «Recemos por estos hermanos y hermanas que sufren por la fe en Siria y en Irak; recemos en silencio», exhortó. Tras sus palabras, cayó un silencio generalizado sobre la Plaza San Pedro durante más de un minuto.
El Pontífice recordó también que reza por otra situación dramática, la que está viviendo Venezuela. «Deseo recordar también --dijo Francisco-- a Venezuela, que está viviendo nuevamente momentos de aguda tensión». Y precisó: «Rezo por las víctimas, en particular por el joven asesinado hace pocos días en San Cristobal». El Santo Padre reiteró su exhortación a «rechazar la violencia y a respetar la dignidad de cada persona y de la sacralidad de la vida humana, y les animo a que retomen un camino común para el bien del país, reabriendo espacios de encuentro y de diálogo sincero y constructivo». El Papa concluyó sus palabras poniendo bajo la protección de María al país: «Confío aquella querida Nación, a la materna intercesión de Nuestra Señora de Coromoto».
En el Evangelio del día, recordó durante la oración mariana el Papa, «se nos presenta el episodio de la Transfiguración, al culmine del ministerio público del Señor Jesús, que está en camino hacia Jerusalén en donde se cumplirán las profecías del “Siervo de Dios”, y se consumará su sacrificio redentor. Las multitudes lo han abandonado porque ven a un Mesías que contrasta con sus expectativas terrenas, no comprenden, y tampoco los apóstoles comprenden las palabras con las que Jesús anuncia el resultado de su misión en la pasión gloriosa».
Desde el cielo, recordó Bergoglio, «se escucha la Voz del Padre: ‘Éste es mi Hijo querido. Escúchenlo’. Jesús es el Hijo hecho Siervo, enviado al mundo para realizar a través de la Cruz el proyecto de la salvación. “¡Para salvarnos a todos nosotros!”. Su plena adhesión a la voluntad del Padre hace su humanidad transparente a la gloria de Dios, que es el Amor».