En su homilía en Casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó que no se debe usar el nombre de Dios como un escudo cuando llegan los problemas.
Francisco reflexionó sobre lo que sintió el rey David cuando lo traicionó su hijo. A pesar del dolor, escoge confiar en Dios y pedir perdón.
"Es un hombre que ama a Dios y a su pueblo, que no negocia. Un hombre que se sabe pecador y hace penitencia. Un hombre que está seguro de su Dios y confía en Él”.
Por último, el Papa añadió que los cristianos deben confiar en Dios para lo bueno y para lo malo que pueda suceder en la vida.
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"David, ésta es la primera actitud, para defenderse no usa a Dios ni a su pueblo, y esto significa el amor de un rey por su Dios y su pueblo. Un rey pecador – conocemos la historia – pero también un rey con este amor tan grande: era tan apegado a su Dios y tan apegado a su pueblo y para defenderse no usa ni a Dios ni a su pueblo. En los malos momentos de la vida ocurre que quizás en la desesperación uno busque defenderse como puede y también usar a Dios y usar a la gente. Él no, la primera actitud es ésta: no usar a Dios y a su pueblo”.
"Esta subida al monte nos hace pensar en esa otra salida de Jesús, también Él adolorido, descalzo, con su cruz subía el monte. Esta actitud penitencial. David acepta estar de luto y llora. Nosotros, cuando en nuestra vida nos pasa algo así buscamos siempre – es un instinto que tenemos – justificarnos. David no se justifica, es realista, busca salvar el arca de Dios, su pueblo, y hace penitencia por ese camino. Es un grande: un gran pecador y un gran santo. Como van juntas estas dos cosas… ¡Dios lo sabe!”.
"Es hermoso sentir esto y ver estas tres actitudes: un hombre que ama a Dios, ama a su pueblo y no lo negocia; un hombre que se siente pecador y hace penitencia; un hombre que es seguro de su Dios y se confía en Él. David es un santo y nosotros lo veneramos como santo. Pidámosle que nos enseñe estas actitudes en los momentos malos de la vida”.