Queremos recomendar la lectura de un clásico del siglo XIX, Fabiola, escrito por el Cardenal Nicholas Wiseman. Se trata de una novela ambientada en el siglo IV, durante la persecución de los cristianos por parte del emperador Diocleciano en Roma.
Fabiola es una joven de una familia noble romana. En apariencia, tiene todo lo que puede desear, inteligencia, belleza, lujos, educación… Sin embargo, está insatisfecha con su vida, siente que le falta algo.
La novela desarrolla la conversión de la joven, que se da gracias al ejemplo de su esclava Syra, su prima Inés y el soldado Sebastián. Así, Fabiola entra en la comunidad cristiana de los primeros siglos, la comunidad cristiana de las catacumbas, que sobrevivió, en parte, gracias al fuerte sentido de comunión que compartían los cristianos.
A pesar de ser un clásico del siglo XIX, la novela es de tremenda actualidad, ya que muchos de nosotros podemos vernos identificados con el personaje de Fabiola. A veces, aunque uno tenga todo lo aparentemente necesario, le falta algo. Algo sin lo que el resto de cosas no encajan. Esto fue lo que descubrió Fabiola en el cristianismo, y lo que impulsó su conversión.
Además, el cardenal Wiseman nos ofrece una novela escrita con mucha sensibilidad, de esa que ya no está presente en las novelas actuales. Nos presenta detalladamente la campiña italiana, el país sureño y las ruinas romanas de la persecución.
El libro ha sido prologado por Ignacio Peyró, director del Instituto Cervantes de Londres y como él dice en su prólogo del libro:
“Han sido muchos los años en que Fabiola ha estado arrinconada en la trasera de las bibliotecas, olvidada en el cajón de los libros viejos y los viejos devocionarios, como el pecio que queda de otra época con otra educación sentimental.
Lejos de los postulados del arte por el arte y de la exclusión de toda trascendencia, la Fabiola del Cardenal Wiseman aún nos habla de la literatura y la moral, que no es sino otra manera de conjugar la literatura con la vida, sin que aquí o allá se encuentre todavía para el arte otro propósito más alto”.
El Cardenal Nicholas Wiseman nació en Sevilla en 1802, pero como era hijo de una pareja anglo-irlandesa estudió en Ushaw College y en el Colegio Inglés de Roma. Se doctoró en teología con distinciones en 1825 y fue ordenado sacerdote al año siguiente.
El papa León XIII le nombró curador de los manuscritos árabes del Vaticano y profesor de lenguas orientales en la Universidad Romana. Su vida académica, sin embargo, se vio interrumpida por la orden del papa de predicar a los residentes ingleses en Roma un curso de conferencias cuyo efecto fue considerable.
En 1840 fue consagrado obispo y volvió a Inglaterra como coadjutor del Obispo Thomas Walsh. Y en el año 1850 fue nombrado cardenal. Estuvo presente en Roma durante la definición del dogma de la Inmaculada Concepción. Falleció en Londres en el año 1865 a los 63 años de edad.
Cristina Die