“Recen por mi porque porque estoy un poco enfermo y soy un poco anciano, pero ¡no tanto!”. Con una sonrisa, el Papa Francisco bromeó con un grupo de ancianos y discapacitados durante una visita pastoral a la basílica Regina Pacis de Ostia, al sur de Roma. Luego, el sermón de la misa, instó a evitar “el chusmerío” y los “negocios sucios”.
Después de las 16:00 horas local, el pontífice llegó hasta el templo donde lo esperaba una multitud de fieles. Primero se reunió con un centenar de enfermos y ancianos en el gimnasio. Los saludó uno por uno y advirtió que las personas mayores “tienen la experiencia de la vida, la sabiduría de la vida, del dolor, de la paciencia, una sabiduría que nosotros olvidamos a menudo”. Y añadió: “Cuando enfermos y ancianos no son cuidados, no está bien”.
Entonces se trasladó al patio externo, donde lo esperaban un grupo de jóvenes y scouts. “¿Cómo hacemos para ser testigos de esperanza?”, les preguntó. Y, haciendo referencia al uniforme, señaló: “Los zapatos grandes para ir adelante los tienen, la inquietud que los empuja también. Les sirve el gozo que viene desde dentro: Es un don, un regalo del espíritu santo. Tenganuna sonrisa natural, no de cartón, sean testigos de la alegría, este es el testimonio del evangelio”.
Además advirtió que, en la vida, se requiere tomar decisiones e hizo referencia al día de sol, en el cual se podía ir a la playa (bastante cercana), pero que se dejó aparte para asistir a la celebración con él. “En la vida siempre se debe elegir. Pero si debo hacer la tarea, ir a la playa es una decisión errada. Es divertido pero no me dará alegría. Se toman tantas decisiones erradas”, apuntó.
Aseguró que lo que cuenta “no es no caer, sino evitar quedarse en el piso. Lo importante es alzarse, decir: soy un pecador e ir más allá, adelante”.
En el salón parroquial tocó el turno al encuentro con los esposos que han bautizado a sus hijos en el curso del año y, en un segundo momento, confesó a un sacerdote, una religiosa y un joven del oratorio en la sacristía.
En torno a las 18:00 comenzó la misa. En el sermón estableció que, para Jesús, “es un hipócrita el que se finge un discípulo”. Además señaló: “Cuando nosotros ‘despellejamos’ a los demás con el chismorreo o lo ‘despellejamos’ con estos negocios sucios que están a la mano de todos, entonces no permanecemos en Jesús”.
Como al mediodía, durante el rezo del “Regina Coeli” (Reina del cielo), reflexionó sobre el pasaje evangélico de la parábola de la vid y los sarmientos. Constató que “existen otros sarmientos”, los que se hacen ver como discípulos pero “lo hacen al contrario”. Señaló que “son los sarmientos hipócritas. Van todos los domingos a misa, ponen la cara de imagencita pero después viven como si fuesen paganos”.
“Jesús quiere solo dos cosas de nosotros: Que permanezcamos en él y que no seamos hipócritas. Si permanecen en mi pidan lo que quieran y les será dado. Jesús nos invita a permanecer. Si resbalamos en el pecado, nos perdona”, afirmó.
Y continuó: “Atención, entonces, si somos cristianos de palabra solamente y no de vida, porque estamos muertos, como sarmientos separados. Permanecer en Jesús quiere decir recibir la vid y también la podadura, pero recibirla de él. Cada uno se pregunte: ¿Yo permanezco en Jesús o soy un alejado de Jesús? ¿Estoy unido o soy sarmiento muerto? No cuenta caer, sino realzarse, reconocerse pecador y seguir adelante”.
La visita no estuvo exenta de sorpresas. Antes de llegar a la parroquia el Papa cambió el programa y visitó un grupo de monjas que viven dentro de un parque de diversiones, donde conviven con los nómades que lo administran.
“La alegría no se compra en el mercado, ni se gana jugando en el parque de diversiones. La alegría es un regalo del espíritu santo y nosotros cristianos debemos pedirla”, dijo.