Se menciona, por ejemplo, en 1 Reyes 9,26: “Salomón equipó también una flota en Esión Guéber, que está cerca de Elat, a orillas del Mar Rojo, en el país de Edom”.
La reina de Saba también visitó el área camino de la corte del rey Salomón en torno al siglo X a.C. Sin embargo, su posición en la evolución de la antigua Iglesia cristiana es un descubrimiento reciente.
En 1998, un grupo de arqueólogos liderado por el profesor S. Thomas Parker de la Universidad Estatal de Carolina del Norte estaba realizando trabajos de prospección cuando descubrió una serie de muros y un conjunto de 24 tumbas directamente adyacentes. Cuando continuaron las excavaciones, la simetría se hizo evidente.
Lo que habían descubierto eran las ruinas de una estructura, orientada al este, con forma de una basílica con una nave central flanqueada de naves laterales (Rose, 1998). Había portales arqueados, lo que se sospecha fue una nave abovedada y una escalera de piedra que señalaría la anterior presencia de un segundo piso.
Las paredes miden unos 4’5 metros de altura por 1 de grosor. Hay hallazgos que resultarían familiares incluso a los cristianos modernos: una caja de colecta, una sacristía, un presbiterio y un nártex.
Se cree que la iglesia fue la sede del obispo de Aila (Aqaba), uno de los presentes en el Primer Concilio de Nicea en 325. Esto sugiere la relevancia de la comunidad cristiana en la zona circundante.
En base a monedas y otros artefactos descubiertos en la excavación, el lugar ha sido fechado en torno al año 294, es decir, unas pocas décadas más antiguo que la iglesia de la Natividad (322) y la iglesia del Santo Sepulcro (327) y, por tanto, es la estructura más antigua del mundo construida con el propósito de ser iglesia (Parker, 1998). En 2014, el Libro Guinness de los récords reconoció la iglesia como “la iglesia cristiana construida a tal efecto más antigua conocida en el mundo”.
Aunque quizás sea la más antigua, su servicio fue breve. Durante la Gran Persecución de Diocleciano contra los cristianos entre 302-313, se cree que la iglesia fue abandonada y que cayó en ruina. Fue restaurada en la década siguiente, pero finalmente destruida por el gran terremoto de 363. Lo que quedó de la iglesia fue sepultado por el derive de las arenas, hasta su descubrimiento a finales del siglo XX.
El yacimiento es fácilmente accesible para su visita desde la calle Istiqlal o la calle Ghazali en el centro de Aqaba, a un breve paseo desde las arenosas orillas del Golfo. Aunque el yacimiento ha sido rellenado parcialmente para su preservación, queda mucho visible todavía.
Mirando los viejos muros se puede vislumbrar una época en la que esta iglesia fue ese lugar donde las personas de fe acudían desde sus trabajos como carpinteros, marinos y pescadores, y entraban en esa nueva estructura dedicada al culto a Dios para celebrar misa y recordar a Cristo, que vivió entre ellos solamente unos dos siglos antes.
Las primitivas técnicas de construcción empleadas, usando cimientos de piedra contra piedra cubiertos con barro y paja, sin duda no soportarían el azote de los elementos durante un milenio, pero los muros siguen ahí en pie. Siguen erguidos como testimonio de una Fe que sigue viva a día de hoy a pesar de los vientos de cambio social y las perpetuas persecuciones que continúan implacables en su causa por aplastarla.
Y de esta forma los viejos muros de la iglesia de Aqaba llevan un mensaje esperanza imperecedera para los fieles de hoy: “Sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella”.