Mons. Rino Fisichella contestó unas preguntas a primeroscristianos.com con motivo del Año de la Fe que ahora recuperamos y les ofrecemos
El año de la Fe fue convocado por el Santo Padre Benedicto XVI para celebrar el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el 20º aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica. El objetivo de este año es la renovación de la fe de cada creyente , a nivel personal y comunitario, y en definitiva de toda la Iglesia, que siempre debe mantenerse atenta al Evangelio y fiel a su Señor. Con el Año de la Fe se quiere renovar esta fidelidad .
Los primeros cristianos –pero también los cristianos de todos los tiempos- han vivido tres dimensiones de la fe que son fundamentales para la nueva evangelización: el anuncio y la catequesis, la liturgia y la caridad. Siempre la comunidad cristiana se preocupó por transmitir y enseñar los contenidos de la fe, que a su vez se celebran en la liturgia, especialmente en la Eucaristía , y ésta a su vez impulsa a servir al prójimo más necesitado.
La JMJ de Madrid ha sido un regalo de Dios para la Iglesia; Benedicto XVI lo definió como “una medicina contra el cansancio de creer” . A los jóvenes ahora toca continuar este entusiasmo en la vida de todos los días. Recomendaría no descuidar un sacramento muy importante para nuestra vida cristiana, que es la confesión . En ella tomamos no sólo conciencia de nuestra fragilidad, sino sobre todo de la misericordia y el amor de Jesucristo. Y también tomamos conciencia de que no estamos sólos : ¡pertenecemos a una comunidad que aún con mis errores me considera parte suya!
La Iglesia confía mucho en los jóvenes, y espera que sean capaces de transmitir la belleza del cristianismo. Que sean testigos humildes, valientes y alegres del Evangelio de Jesús. Que no sean como el joven rico , que se quedó triste, encerrado en sí mismo. Les diría a los jóvenes lo que san Pedro decía a la primera comunidad cristiana: que estén dispuestos a dar razón de la esperanza que hay en ellos . Y que lo hagan con respeto, dulzura y con una conciencia pura.(1Pe 3,15)