Esta postura se llama, en latín, orans (se pronuncia ‘órans’), es decir, “persona orando” o “persona orante”. La figura está retratada con los brazos extendidos y las palmas de las manos orientadas hacia arriba.
Se trata de una posición frecuente en el mundo antiguo para los momentos de recogimiento espiritual: no era exclusiva del cristianismo. Además, la mayoría de los paganos rezaba de esa forma e incluso las divinidades paganas eran representadas de pie o sentadas en la posición de orans.
Colin B. Donovan da una excelente explicación sobre esta postura y su asociación a la oración cristiana:
Piensa en lo que hacemos cuando invocamos a alguien. Podemos colocar los brazos en nuestra frente como si estuviéramos diciendo a la persona: “Yo te imploro que me ayudes”. Parece un gesto humano natural, que viene de lo íntimo, como arrodillarse para adorar o para expresar sufrimiento. Orienta esta postura hacia el cielo y tendrás la posición orans.
Con el advenimiento del cristianismo, la posición orans ganó simbolismo adicional, relacionada a la crucifixión. Cuando los cristianos oraban, ellos ofrecían su súplica a Dios imitando los brazos extendidos de Jesús en la cruz.
Además de la postura orans, los primeros cristianos tambiénrezaban de rodillas o postrados en el suelo.