La palabra Jubileo evoca el oído. En efecto, recuerda el característico sonido penetrante del cuerno de carnero o cabra, el shofar, que en la tradición bíblica marca el comienzo de ciertas fiestas sagradas para el judaísmo como Rosh haShaná, el Año Nuevo judío, o Yom Kipur, el Día de la Expiación. El instrumento se menciona con frecuencia en la Torá, el Talmud y la literatura rabínica posterior.
Según la tradición, se tocaba un cuerno de carnero para conmemorar la fe de Abraham en el monte Moriah, cuando el Patriarca no eludió el sacrificio de su hijo Isaac. Un carnero atrapado con sus cuernos en un arbusto era, en efecto, señal de que Dios había apreciado su obediencia.
El sonido del cuerno anuncia otra gran solemnidad de la Biblia: el Jobel. Esta palabra significa literalmente "carnero". Según la prescripción contenida en el capítulo 25 del Libro del Levítico, cada siete semanas en el año quincuagésimo, la "trompeta de aclamación" debía sonar para proclamar un "sábado" de doce meses de duración en el que la tierra debía descansar, las deudas debían ser perdonadas y las propiedades devueltas a su dueño original.
Hay cuatro sonidos característicos del Shofar: el Tekia, una majestuosa nota larga, evoca una llamada solemne; el Shevarim, que consiste en tres notas de longitud media, similar al sonido del llanto, recuerda la fragilidad humana e invita a reflexionar sobre las acciones pasadas; el toque de Terua, una serie de notas cortas y entrecortadas, recuerda una alarma urgente para despertar del sueño espiritual. En la fiesta de Rosh haShaná, los tres sonidos se combinan en el Tekiah gedolah, o "Gran tekiah", que significa una llamada a un cambio duradero y a la redención.
El Shofar es, pues, un recordatorio para reflexionar sobre la propia vida, para buscar mejorar, y se fabrica según un proceso artesanal que implica la extracción de la parte interna del cuerno de carnero, y su posterior pulido.
La práctica del Jubileo siempre ha estado para Israel vinculada a la venida del Mesías que, según los Profetas, viene a inaugurar el año de gracia del Señor. "Para que se aplique el Jubileo, se supone que todo el pueblo judío resida en la tierra de Israel", explica a Vatican News el rabino jefe de la comunidad judía de Roma, Riccardo Shemuel Di Segni.
"Esta situación se interrumpió en la época del primer exilio realizado por los asirios, por lo que ya siete siglos antes de la era cristiana se interrumpió el Jubileo".
El cautiverio babilónico de los judíos de Jerusalén en tiempos de Nabucodonosor II está descrito en el Libro de los Reyes, así como en el Segundo Libro de Crónicas o en los de profetas como Esdras, Nehemías, o en los Salmos que hacen referencia explícita a él.
"La palabra italiana giubileo", prosigue, "deriva, a través de diversas transformaciones en latín, del hebreo yōbēl. Encontramos esta palabra, por ejemplo, cuando se produce la promulgación del Decálogo'. "Cuando sonará el cuerno, entonces sólo ellos podrán subir al monte", leemos en el Éxodo. "Jobel está estrechamente relacionado con el sonido que, en la antigüedad remota, era la señal oficial que decía: en este momento comienza el año jubilar".
Hay dos aspectos legales relacionados con el Jobel: el primero es la liberación de esclavos. Siempre se recita la prescripción del Levítico: "Si tu hermano que está contigo cae en la pobreza y se vende a ti, no le dejes trabajar como esclavo; que esté contigo como jornalero, como arrendatario.
Te servirá hasta el año del jubileo; entonces se apartará de ti con sus hijos, volverá a su familia y retornará a la propiedad de sus padres. Porque ellos son mis siervos, a quienes saqué de la tierra de Egipto; no deben venderse como se venden los esclavos.
El segundo aspecto se refiere a "la anulación de la propiedad de la tierra: "En este año del Jubileo, cada uno recuperará la posesión de lo suyo". "Se refiere al sistema bíblico según el cual - explica Di Segni - cuando los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, la tierra se dividió entre las tribus y, dentro de las tribus, entre las distintas familias, de modo que cada familia tenía un pedazo de tierra.
Podía ocurrir que, según la evolución de los tiempos, de la economía, alguien lo perdiera todo, alguien acumulara propiedades. El Jubileo significaba poner todo a cero, es decir, que cada uno volvía a su posesión original".
"Los mensajes que llegan del Jubileo son extremadamente importantes. Son los de la posibilidad que se da a todos de construir una existencia digna con un mínimo de tierra. En la antigüedad - señala el Gran Rabino de Roma - la tierra, la agricultura, era la principal fuente de sustento. Así que todos tenían que tener su parte de sustento. Y si a lo largo de los años alguien se enriquecía y otro se empobrecía, el Jubileo servía para reordenar las cosas, para que todo el mundo volviera a empezar con las mismas posibilidades".
Luego hay un mensaje que de alguna manera hace referencia a la actualidad y a los temas de la equidad social y la protección de la creación de la que el hombre y la mujer son custodios. "La tierra no nos pertenece. La tierra nos ha sido regalada. La tierra pertenece al Señor que decide cómo darla, cuánto darla, pero sobre todo la da con justicia.
Si hay iniquidad entre los seres humanos, esta iniquidad -continúa Riccardo Di Segni- debe corregirse sistemática y periódicamente. Se trata de un mensaje social muy importante. Es difícil trasladarlo a la situación económica actual, pero el principio de que todos tienen la misma oportunidad de empezar es fundamental para establecer la justicia y la equidad en las relaciones sociales.
Pablo Ondarza - Ciudad del Vaticano