Papa Francisco, en la entrevista durante el vuelo de regreso a Roma habló sobre el diálogo interreligioso: pidió que los líderes políticos, los intelectuales y los religiosos del islam condenen el terrorismo fundamentalista. Y, sobre la unidad con los ortodoxos, explicó: la vía no es la del «uniatismo» de las Iglesias orientales.
ANDREA TORNIELLI
Papa Francisco quiere ir a Irak y no ha abandonado su proyecto. También quiere reunirse con el Patriarca de Moscú y, al dialogar con los periodistas durante el vuelo de regreso a Roma desde Estambul, habló de lo que sucedió ayer en la Mezquita Azul.
«Es cierto que ante estos actos terroristas, no solo en esta zona sino también en África, hay una reacción: “¡Si esto es el Islam, me enojo!”. Y así, muchos musulmanes se sienten ofnedidos. Dicen: “Pero, nosotros no somos esto; El Corán es un libro profético de paz; esto no es islamismo”. Yo lo entiendo. Y creo sinceramente que no se puede decir que todos los musulmanes son terroristas, como no se puede decir que todos los cristianos son fundamentalistas (también nosotros tenemos fundamentalistas, en todas las religiones existen estos grupitos). Le dije al presidente Erdogan que sería muy hermoso condenarlos claramente; lo deberían hacer con los líderes académicos, religiosos, intelectuales y políticos. Así lo escucharían de la boca de sus líderes. Necesitamos una condena mundial por parte de los musulmanes; que digan: “No; ¡El Corán no es esto!”. Y luego, siempre tenemos que distinguir cuál es la propuesta de una religión de lo que es el uso concreto de esa propuesta que hace un gobierno concreto: tú puedes conducir a tu país no como musulmán, judío o cristiano. Muchas veces se usa el nombre, pero la realidad no corresponde con la de la religión.
«No quiero usar palabras un poco endulzadas: a nosotros los cristianos nos expulsan del Medio Oriente. A veces, como hemos visto en Irak, en la zona de Mosul, tienen que irse o pagar el impuesto (y luego tal vez ni siquiera sirve). Otras veces los expulsan con guante blanco.
«Tal vez tuve la conversación más hermosa en este sentido con el Presidente de Asuntos Religiosos y su equipo. Cuando vino el nuevo embajador de Turquía a entregar sus credenciales, vi a un hombre excepcional, un hombre de profunda religiosidad. Ellos dijeron: “Ahora parece que el diálogo interreligioso ha llegado a su fin. Debemos dar un salto cualitativo. Debemos hacer el diálogo entre personas religiosas de diferentes pertenencias". Esto es hermoso: hombres y mujeres que se encuentran con otros hombres y con otras mujeres para intercambiar experiencias; no se habla de teología, sino de experiencia».
«Yo fui a Turquía como peregrino, no como turista. Y fui justamente para la fiesta de hoy a ver al Patriarca Bartolomeo. Cuando fui a la mezquita no podía decir: “¡Ahora soy un turista!”. Vi aquella maravilla, el gran muftí me explicaba muy bien las cosas, con mucha mansedumbre, me citaba El Corán, cuando habla de María y de Juan el Bautista. En ese momento sentí la necesidad de rezar. Le pregunté: “¿Rezamos un poco?” Y él me respondió: “Sí, sí”. Yo recé por toda Turquía, por la paz, por el muftí, por todos y por mí… Dije: “¡Señor, acabemos con estas guerras!” Fue un momento de oración sincera».
«El mes pasado, en ocasión del Sínodo, vino como delegado el metropolita Hilarion, y él quiso hablarme no como delegado del Sínodo sino como presidente de la Comisión del diálogo ortodoxo-católico. Y hablamos un poco. Yo creo que con la ortodoxia estamos en camino; tienen sacramentos y sucesión apostólica… Estamos en camino. Si tenemos que esperar a que los teólogos se pongan de acuerdo… ¡No llegará nunca ese día! Soy escéptico: trabajan bien los teólogos, pero Atenágoras había dicho: “¡Pongamos a los teólogos en una isla para que discutan y nosotros seguimos adelante!”. La unidad es un camino que se debe hacer, y se debe hacer juntos; es el ecumenismo espiritual, rezar juntos, trabajar juntos. Y luego está el ecumenismo de la sangre: cuando estos matan a los cristianos, la sangre se mezcla. Nuestros mártires están gritando: “¡Somos uno!” Es algo que tal vez algunos no pueden entender. Las Iglesias orientales católicas tienen derecho de existir, pero el uniatismo es una palabra de otra época; hay que encontrar otra vía».
«He hecho saber al Patriarca Kirill: “Donde quieras tú, nos encontramos; si me llamas, voy”. Pero en este momento, con la guerra en Ucrania, tiene muchos problemas. Ambos queremos encontrarnos y seguir adelante. Hilarion propuso una reunión de estudio de la Comisión sobre el tema del primado. Hay que continuar con la petición de Juan Pablo II: “Ayúdenme a encontrar una fórmula de primado aceptable para las Iglesias ortodoxas”».
«Lo que siento más profundamente en este camino para la unidad es la homilía que hice ayer sobre el Espíritu Santo: solo el camino del Espíritu Santo es correcto; Él es sorpresa, Él es creativo. El problema (y esta tal vez sea una autocrítica, pero lo dije también en las Congregaciones generales antes del Cónclave) es que la Iglesia no tiene luz propia, debe ver a Jesucristo. Las divisiones existen porque la Iglesia se ha visto demasiado a sí misma. Mientras comíamos hoy, con Bartolomeo, hablamos del momento en el que un cardenal fue a llevar la excomunión del Papa al Patriarca: la Iglesia se veía demasiado a sí misma en ese momento. Cuando nos vemos a nosotros mismos nos volvemos auto-referenciales».
«Los ortodoxos aceptan el primado: en las letanías de hoy rezaron por su pastor y primado, “aquel que camina primero”. Lo dijeron hoy ante mí. Para encontrar una fórmula aceptable debemos ir al primer milenio. No digo que la Iglesia se haya equivocado (en el segundo milenio), ¡no! Hizo su camino histórico. Pero ahora el camino es seguir adelante con la petición de Juan Pablo II».
«Me pemito decir que este no es un problema nuestro. Este es también un problema de los ortodoxos, de algunos monjes y de algunos monasterios. Por ejemplo, desde los tiempos del beato Pablo VI se discute sobre la fecha de la Pascua y no nos ponemos de acuerdo. Con este ritmo, nuestros tataranietos la van a celebrar en agosto. El beato Pablo VI había propuesto una fecha fija, un domingo de abril. Bartolomeo ha sido valiente: en Finlandia, en donde hay una pequeña comunidad ortodoxa, dijo que quería festejar el mismo día de los luteranos. Una vez, mientras yo estaba en Vía della Scorta y se estaban haciendo los preparativos para la Pascua, escuché a un oriental que decía: “Mi Cristo resucita dentro de un mes”. Mi Cristo, tu Cristo… Hay problemas. Pero debemos ser respetuosos y no cansarnos de dialogar, sin insultar, sin ensuciarse, sin chismear. Pero si uno no quiere dialogar… Pero se necesita paciencia, mansedumbre y diálogo».
«Quería ir a un campo de prófugos, pero se necesitaba un día más y no era posible por muchas razones, no solo personales. Entonces pedí estar un poco con los chicos refugiados que albergan los salesianos. Aprovecho para agradecer al gobierno turco, que es generoso, es generoso con los refugiados. ¿Saben qué significa pensar en la salud, en la alimentación, en una cama, una casa para un millón de refugiados? Yo quiero ir a Irak. Hablé con el patriarca Sako. Por el momento no es posible. Si fuera en este momento, se crearía un problema para las autoridades, para la seguridad».
«No, no hablamos de esto. Es curioso; hablamos de muchas cosas, pero de esto no».
«Estoy convencido de que estamos viviendo una Tercera Guerra Mundial en fragmentos, en capítulos, por doquier. Detrás de esto hay enemistades, problemas políticos, problemas económicos, para salvar este sistema en el que el dios dinero y no la persona humana es el centro. Y detrás también hay intereses comerciales: el tráfico de armas es terrible, es uno de los negocios más fuertes en estos momentos. El año pasado, en septiembre, se decía que Siria tenía armas químicas: yo creo que Siria no era capaz de producir armas químicas. ¿Quién se las vendió? ¿Tal vez algunos de los que después la acusaban de tenerlas? Sobre este asunto de las armas hay demasiados misterios. Sobre la bomba atómica, la humanidad no ha aprendido. Dios nos ha dado la Creación para que de esta incultura hiciéramos cultura. El hombre la hizo y llegó a la energía nuclear, que puede servir a muchas cosas buenas, pero la ha utilizado para destruir a la humanidad. Esa cultura se convierte en una segunda incultura: yo no quiero hablar del fin del mundo, pero es una cultura que llamo “terminal”; después habrá que comenzar de nuevo, como hicieron las ciudades de Nagasaki e Hiroshima.
El gobierno turco hizo un gesto; el Primer ministro Erdogan escribió una carta en la fecha del genocidio, que algunos juzgaron demasiado débil. Pero fue un tender la mano, y esto siempre es positivo. Puedo tender la mano mucho o poco, pero esto siempre es positivo. A mí me importa mucho la frontera turco-armenia: ¡si se pudiera abrir esa frontera sería algo hermoso! Sé que hay problemas geo-políticos que no facilitan las cosas, pero debemos rezar por esta reconciliación entre los pueblos. El año próximo habrá muchos actos conmemorativos del genocidio armenio, esperemos que se vaya por una vía de pequeños gestos, pequeños pasos de acercamiento».
«El Sínodo es un recorrido, es un camino. No es un Parlamento; es un espacio protegido para que se pueda hablar sobre el Espíritu Santo. Tampoco con la relación final se termina el recorrido. Por ello no se puede tener una opinión de una persona o de un borrador. Yo no estoy de acuerdo (es mi opinión) con que se diga públicamente: “Este dijo esto”, sino que se haga público, como sucedió, solamente lo que se dijo: el Sínodo no es un Parlamento. Se requiere protección para que pueda hablar el Espíritu Santo.
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