"En el mundo «hay un clima de guerra», se necesitan constructores de paz" Papa en Sarajevo

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La Misa en el estadio de Sarajevo: los que buscan «el enfrentamiento entre diferentes culturas y civilizaciones» y especulan sobre las guerras «para vender armas» forman este clima. No sirven quienes hablan de paz, sino los que la construyen de verdad. La paz «es el sueño, el proyecto de Dios», al que se oponen el hombre y el maligno

El Papa: en el mundo «hay un clima de guerra», se necesitan constructores de paz

La Misa en el estadio de Sarajevo: los que buscan «el enfrentamiento entre diferentes culturas y civilizaciones» y especulan sobre las guerras «para vender armas» forman este clima. No sirven quienes hablan de paz, sino los que la construyen de verdad. La paz «es el sueño, el proyecto de Dios», al que se oponen el hombre y el maligno

En el mundo, en el «en el contexto de la comunicación global, se percibe un clima de guerra». Los que buscan «el enfrentamiento de civilizaciones» y especulan sobre las guerras «para vender armas» quieren crear y fomentar este clima. Se necesitan «agentes de paz», es decir «los que la hacen verdaderamente y no se limitan solo a proclamarla con palabras».

En el estadio Koševo de Sarajevo, en el que se llevaron a cabo la ceremonia de apertura y clausura de los XIV Juegos Olímpicos de invierno de 1984, Papa Francisco se encontró con la multitud del pueblo católico en el mismo lugar en el que estuvo Juan Pablo II en abril de 1997. En esa ocasión nevaba y hacía mucho frío, hoy, por el contrario, hay un sol que quema sobre los más de 50 mil fieles presentes. Hay un sector dedicado especialmente a los mutilados y heridos de la guerra civil que diezmó a los habitantes de la ciudad durante los años noventa. Los que llegan al estadio no pueden dejar de ver los cementerios improvisados que todavía existen desde el último conflicto, con cientos de tumbas cristianas y musulmanas.

La homilía fue pronunciada en italiano, con la traducción simultánea en croata. Las Lecturas bíblicas, dijo Francisco, hacer resonar más veces la palabra «paz». Y la «Paz es el sueño de Dios, es el proyecto de Dios para la humanidad, para la historia, con toda su Creación. Y es un proyecto que siempre encuentra la oposición por parte del hombre y por parte del maligno», añadió el Papa. «También en nuestro tiempo, el deseo de paz y el compromiso por construirla contrastan con el hecho de que en el mundo existen numerosos conflictos armados. Es una especie de tercera guerra mundial combatida «por partes»; y, en el contexto de la comunicación global, se percibe un clima de guerra».

«Hay quien este clima lo quiere crear y fomentar deliberadamente –explicó Bergoglio–, en particular los que buscan la confrontación entre las distintas culturas y civilizaciones, y también cuantos especulan con las guerras para vender armas. Pero la guerra significa niños, mujeres y ancianos en campos de refugiados; significa desplazamientos forzados; significa casas, calles, fábricas destruidas; significa, sobre todo, vidas truncadas. Vosotros lo sabéis bien, por haberlo experimentado precisamente aquí, cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor. Hoy, queridos hermanos y hermanas, se eleva una vez más desde esta ciudad el grito del pueblo de Dios y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad: ¡Nunca más la guerra!».

Dentro de este clima de guerra, continuó Francisco, «como un rayo de sol que atraviesa las nubes, resuena la palabra de Jesús en el Evangelio: “Bienaventurados los constructores de paz”». EL Papa observó que Jesús no dijo «Bienaventurados los predicadores de paz». «Todos son capaces de proclamarla, incluso de forma hipócrita o aun engañosa», comentó. Por el contrario, las palabras del Nazareno hablan de aquellos «que la hacen».

«Hacer la paz –recordó– es un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón. Bienaventurados quienes siembran paz con sus acciones cotidianas, con actitudes y gestos de servicio, de fraternidad, de diálogo, de misericordia…Estos, sí, «serán llamados hijos de Dios», porque Dios siembra paz, siempre, en todas partes; en la plenitud de los tiempos ha sembrado en el mundo a su Hijo para que tuviésemos paz. Hacer la paz es un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin cansarse jamás».

Y después se preguntó: «¿Cómo se construye la paz?. La respuesta esté en el profeta Isaías: «“La obra de la justicia será la paz” (32,17). “Opus iustitiae pax”, según la versión de la Vulgata, convertida en un lema célebre adoptado proféticamente por el Papa Pío XII.». «Tampoco aquí –añadió el Pontífice argentino–retrata una justicia declamada, teorizada, planificada… sino una justicia practicada, vivida. Y el Nuevo Testamento nos enseña que el pleno cumplimiento de la justicia es amar al prójimo como a sí mismo».

«Cuando nosotros seguimos, con la gracia de Dios, este mandamiento, -exclamó- ¡cómo cambian las cosas! ¡Porque cambiamos nosotros! Esa persona, ese pueblo, que vemos como enemigo, en realidad tiene mi mismo rostro, mi mismo corazón, mi misma alma. Tenemos el mismo Padre en el cielo. Entonces, la verdadera justicia es hacer a esa persona, a ese pueblo, lo que me gustaría que me hiciesen a mí, a mi pueblo».

Pero el Papa también invitó a no hacerse ilusiones; construir la paz no depende «solo de nosotros». «Caeríamos –indicó– en un moralismo ilusorio. La paz es don de Dios, no en sentido mágico, sino porque Él, con su Espíritu, puede imprimir estas actitudes en nuestros corazones y en nuestra carne, y hacer de nosotros verdaderos instrumentos de su paz».

vaticaninsider.lastampa.it

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