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“ Al salir del Templo, le dice uno de sus discípulos: «Maestro, mira qué piedras y qué construcciones.» Jesús le dijo: «¿Ves estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.» ” (Marcos 13, 1-2). |
HISTORIA
El Rey David, tras conquistar la ciudad de Jerusalén a los jebuseos la fortificó, transformándola en la capital de Israel; además, trajo el Arca de la Alianza. Este tabernáculo, una tienda que contenía los Diez Mandamientos, fue colocado en la era de Ornan, sobre el monte Moria, en las afueras de la ciudad.
Vista aérea del Muro y la Explanada de las mezquitas |
Su sucesor, el rey Salomón, conocido como el rey sabio, tuvo el honor de erigir una morada para el Señor.
Como anécdota, destaca el envío, por parte del rey fenicio, de los famosos cedros del Líbano, así como artesanos especializados que construyeron el Templo, adornado con oro y decorado con enormes querubines dorados, tal como lo describe el segundo libro de Crónicas.
A todo lo largo del Antiguo Testamento, el Templo fue el símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo; pero también la demostración clara de un pueblo que pasó del nomadismo a la sedentarización. El Templo de Salomón se convirtió en la casa de Yahvé.
El Templo de Salomón, cuya construcción se terminó el 995 a. C, se conservó intacto durante 400 años, hasta la invasión de los babilonios que, al mando de Nabucodonosor, exiliaron a los judíos y destruyeron el Templo. Reconstruido cuando los judíos retornaron al país, el Segundo Templo fue sólo un a sombra del esplendor del primero.
Alejandro Magno permitió a los judíos profesar su religión. Años más tarde, cuando Antioco IV Epifanes prohibió la practica del judaísmo e inicio los sacrificios de cerdos en el Templo, se produjo la rebelión de los Macabeos, que acabó con la expulsión de los griegos de la ciudad, la purificación del Templo el inicio de la dinastía Asmonea, que gobernó hasta el 63 a.C, año en que Pompeyo tomó la ciudad.
En el Nuevo Testamento, la idea de Jesús es que el Templo es un lugar de oración. También expresó su oposición al formulismo del culto de su tiempo y, como los profetas, predijo la ruina total del templo herodiano, que tuvo lugar el año 70 d. C, cuando el emperador Tito arrasó la ciudad.
En el año 132 d.C, los judíos se sublevaron nuevamente, recuperando el control de Judea y Samaria y durante dos años y medio Jerusalén fue nuevamente su capital. El Emperador Adriano aplastó la rebelión y, decidido a acabar con toda resistencia, arrasó Jerusalén. Tras esto, lo único que quedó del Templo fue una de las murallas externas que protegían el recinto. Conocida durante generaciones como el Muro de las Lamentaciones, éste se transformó en el lugar de plegaria más sagrado para los judíos- lo más próximo que podían llegar al sitio del Templo sagrado.
EL TEMPLO EN TIEMPOS DE JESÚS
Benedicto XVI reza ante el Muro |
El Templo de Herodes, tal como Jesús lo conoció, constaba de un gran patio -lo que hoy es la gran explanada- rodeado de suntuosos pórticos de 13,5 metros de anchura sostenidos por columnas de mármol blanco de 11 metros de altura, de una sola pieza, y techo de madera de cedro.
Los pórticos occidental, norte y oriental tenían dos órdenes de columnas; mientras que el pórtico meridional tenía cuatro órdenes y dos planos columnados superpuestos.
Dentro del gran patio exterior, llamado Patio de los Gentiles, estaban los tres patios interiores, de dimensiones mucho más reducidas, en el siguiente orden de cercanía al santuario: patio de las mujeres, patio de Israel o de los hombres y el patio de los sacerdotes en torno al Santuario.
Todo esto formaba un mundo aparte rodeado por un muro, donde le estaba prohibida la entrada, bajo pena de muerte, a todo el que no fuera judío. La advertencia estaba escrita en los dinteles de las puertas. No está clara, sin embargo la localización o distribución de estos patios interiores, de ahí la diversidad de hipótesis dereconstrucción. Pero es posible que toda esta parte reservada a los judíos no ocupase más de lo que es hoy la plataforma alta de la explanada, donde está la Mezquita de la Roca.
El Santuario estaba dividido en dos partes: el Santo, en el que estaba la mesa de los panes de la proposición, el candelabro de los siete brazos y el altar de los perfumes que un sacerdote incensaba dos veces al día. A continuación, separado por un gran velo y, en lo más recóndito del Santuario, estaba el Santo de los Santos, un lugar oscuro ocupado en otro tiempo por el Arca de la Alianza.
La distribución del conjunto estaba en consonancia con la idea de santidad y lejanía de Dios del Antiguo Testamento, presente de alguna manera en el Santo de los Santos. El único que tenía acceso a este lugar era el sumo sacerdote, pero sólo una vez al año y después de una larga purificación con ayunos y oraciones. Lo hacía el día del Perdón, la fecha más santa del judaísmo. A partir de ese concepto de santidad ritual se establecía un orden de mayor a menor pureza hasta terminar en los gentiles, quienes por carecer de pureza legal no podían pasar del primero de los patios.
JESÚS Y EL TEMPLO
Maqueta del Templo y la explanada |
Jesús reconoció en todo momento la santidad del Templo. Aquí lo encontraron sus padres después de tres días de búsqueda. Muy probablemente venía con maría y José anualmente desde los 12 años. Más tarde, durante su vida apostólica, Jesús predicó largamente bajo los pórticos del Templo, proclamándose agua viva y Luz del mundo e invitando a la gente a seguirle. Se declara anterior a Abrahán y quieren apedrearle. Curó a un ciego en sábado y los fariseos sólo pensaban en acabar con Él, pero Jesús los pone en evidencia cuando le presentan para tentarle a una mujer sorprendida en adulterio. No habían entendido que Él no había venido a juzgar, sino a salvar.
La parábola del Buen Pastor es anunciada en el Templo, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Tampoco entendieron por qué expulsó a los cambistas y vendedores.
Un día, mientras Jesús estaba predicando, se fijó en la gente que depositaba sus limosnas en el arca del tesoro del Templo. Y he aquí que se acerca una viuda pobre y deposita unos céntimos. Jesús se vuelve hacia sus discípulos y les dice: “En verdad, os lo aseguro, esa viuda pobre ha echado en el arca más que nadie; porque todos han echado de lo que les sobra, mientras, que ella, en su indigencia, ha echado todo lo que tenía para vivir” .
En algún momento, San Juan sitúa a Jesús predicando bajo el pórtico de Salomón, es decir, que este lugar fue uno de los marcos destacados de encuentro de Jesús con el pueblo y de desencuentro con la clase religioso-política, sólo que, influenciados por estos, a la hora de la verdad, el pueblo también le abandonó.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:
-Guía de Tierra Santa, de Florentino Díez Fernández. Editorial Verbo Divino
-La Tierra Santa de Jesús, de Daniel Cohen. Editorial Doko Media