Llaman a la Comunidad internacional para que se comprometa en la búsqueda de soluciones.
«Nuestras voces se unen al grito de muchos inocentes: ¡no más violencia, no más terrorismo, no más destrucciones, no más persecuciones! Que cesen inmediatamente las hostilidades y el tráfico de armas». Lo escribieron los padres sinodales reunidos en la asamblea de los obispos sobre la familia, en un mensaje sobre la situación en Medio Oriente, África y Ucrania.
«Desde ya hace años, debido a los sangrientos conflictos en curso», las familias del Medio Oriente «son víctimas de inauditos ataques». Sus condiciones de vida se han agravado aún más en estos últimos meses y semanas.
«El uso de armas de destrucción de masa, los asesinatos indiscriminados, las decapitaciones, el secuestro de seres humanos, la trata de las mujeres, el enrolamiento de niños, la persecución debido al credo y a la etnia, la devastación de los lugares de culto, la destrucción del patrimonio cultural y otras innumerables atrocidades han obligado a miles de familias a huir de las propias casas y buscar refugio en otras partes, a menudo en condiciones de extrema precariedad».
«Actualmente -escribieron los padres- son impedidas de regresar y ejercer su derecho a vivir en dignidad y bienestar material y espiritual de los respectivos países. En tal dramático contexto, son constantemente violados los principios fundamentales de la dignidad humana y de la convivencia pacífica y armoniosa entre las personas y los pueblos, los derechos más elementales, como el derecho a la vida y a la libertad religiosa, y el derecho humanitario internacional».
Los padres expresaron su cercanía a «los patriarcas, a los obispos, a los sacerdotes, a los consagrados y a los fieles, como a todos los habitantes del Medio Oriente. Pensamos en todas las personas secuestradas y pedimos su liberación». La paz en Medio Oriente debe ser buscada «no con decisiones impuestas por la fuerza, sino con decisiones políticas que respeten las particularidades culturales y religiosas de cada una de las naciones y de las diferentes realidades que la componen».
Los padres agradecen a Jordania, Líbano, Turquía y «los numerosos países europeos por la acogida que han reservado a los refugiados», y llaman a la Comunidad internacional para que, «dejando a un lado los intereses particulares», se comprometa «en la búsqueda de soluciones», encomendándose «a los instrumentos de la diplomacia, del diálogo, del derecho internacional».
«Estamos convencidos -garantizan los obispos en el mensaje- de que la paz es posible y es posible detener las violencias que en Siria, en Irak, en Jerusalén y en toda la Tierra Santa, involucran cada día a más familias y civiles inocentes y empeoran la crisis humanitaria. La reconciliación es fruto de la fraternidad, de la justicia, del respeto y del perdón». Después de haber expresado el deseo de que los hebreos, los cristianos y los musulmanes puedan «descubrir en el otro creyente a un hermano que debe ser respetado», los padres recuerdan y rezan «con igual preocupación y amor, por todas las familias que se encuentran involucradas en situaciones análogas en otras partes del mundo, especialmente en África y en Ucrania». El Sínodo pide también por ellos, «con fuerza, la vuelta a una vida digna y tranquila».
