«El Rosario es la oración que acompaña siempremi vida; es también la oración de los simples y de los santos… es la oración de mi corazón». Estas palabras, escritas a mano y fechadas, significativamente, el 13 de mayo de 2014 (Fiesta de la Virgen de Fátima), son la invitación a la lectura que Papa Francisco redactó para el libro «Il Rosario. Preghiera del cuore» (edizioni Shalom, pp. 210, 5 euro), escrito por el sacerdote de rito copto católico Yoannis Lahzi Gaid, que ya desde hace algunos meses trabaja en la secretaría particular del Pontífice.
El libro del padre Yoannis fue publicado en árabe hace algunos años y, a pesar de que los coptos católicos representen una pequeña comunidad, se imprimieron 130 mil ejemplares. Ahora, la editorial Shalom lo publica en italiano, añadiendo las palabras de Francisco y algunos pasajes de los discursos en los que Bergoglio habla sobre María. La peculiadridad del libro del padre Yoannis (en el que se incluyen la estructura de la tradicional oración mariana, todas las fórmulas y las oraciones, los misterios con los textos evangélicos y el comentario) radica en que ofrece la posibilidad para rezar el Rosario teniendo en cuenta tanto la tradición oriental como la tradición occidental. El lector, pues, podrá encontrar en estas páginas los textos y las oraciones de la liturgia oriental.
Las palabras iniciales de la edición italiana no sorprenden a los que se han ido acostumbrando a conocer al Papa mediante sus gestos y palabras. Ya se han convertido en una costumbre las visitas a la Salus Populi Romani, el ícono mariano venerado en la Basílica de Santa María Mayor (Francisco la visita para rezar antes y después de cada viaje internacional); también es conocida su devoción por la Virgen desatanudos, imagen de origen alemán que él mismo importó a Argentina.
En cuanto al Rosario, en marzo de este año, al recordar ante los micrófonos de la Radio Vaticana el primer año de Pontificado, monseñor Alfred Xuereb (que hoy es ex-secretario del Papa) dijo sobre el Pontífice: «¡No pierde ni un minuto! Trabaja infatigablemente. Y, cuando siente la necesidad de tomarse un momento de pausa, no cierra los ojos y deja de hacer cosas: se sienta y reza el Rosario. Creo que reza, por lo menos, tres Rosarios al día. Y me dijo: “Esto me ayuda a relajarme”. Y luego retoma el trabajo».