Ser cristiano es una llamada de amor, una llamada a ser hijos de Dios. Es lo que ha señalado el papa Francisco este martes durante la misa diaria celebrada en la Casa Santa Marta. Nos ha recordado que la certeza del cristiano es que Dios nunca nos deja solos y nos invita a seguir adelante, incluso en medio de los problemas.
Según informa Radio Vaticana, la misa, concelebrada por los cardenales Camillo Ruini, presidente del Comité Científico de la Fundación Joseph Ratzinger y Robert Sarah, presidente del Pontificio Consejo “Cor Unum”, así como por monseñor Ignacio Carrasco de Paula, presidente de la Academia Pontificia por la Vida, contó con la presencia de un grupo de empleados de ambos dicasterios y de un grupo de colaboradores del Observatorio Vaticano, acompañados por el director, José Gabriel Funes.
El santo padre centró su homilía en la primera lectura, tomada del libro del Génesis, que habla de la discusión entre Abraham y Lot por la división de la tierra. "Cuando leo esto --dijo-- pienso en el Medio Oriente y le pido tanto al Señor que nos dé a todos la sabiduría, esta sabiduría de no a pelear, ‘yo estoy aquí y tú allí'".
Abraham, observó el papa "había dejado su tierra para ir, no sabía dónde, pero donde el Señor le dijera". Sigue caminando, entonces, porque cree en la Palabra de Dios, que "lo había invitado a salir de su tierra". Este hombre, quizá nonagenario, mira la tierra que le indica el Señor y cree:
"Abraham parte de su tierra con una promesa: todo su viaje es ir hacia esta promesa. Y su recorrido es también un modelo de nuestro viaje. Dios llama a Abraham, a una persona, y de esa persona hace un pueblo. Si vamos al libro del Génesis, al principio, a la Creación, vemos que Dios crea las estrellas, crea las plantas, los animales, los crea, crea, crea...Pero crea al hombre en singular, uno. Dios siempre nos habla en singular a nosotros, porque nos ha creado a su imagen y semejanza. Y Dios habla en singular. Habló a Abraham y le dio una promesa y lo invitó a salir de su tierra. Como cristianos, estamos llamados en lo singular: ¡ninguno de nosotros es cristiano por pura casualidad! ¡Nadie!".
Hay una llamada "por el nombre, con una promesa", dijo el papa:"¡Adelante, yo estoy contigo! Camino a tu lado". Y esto, dijo, lo conocía Jesús: "Incluso en las momentos más difíciles se dirige al Padre":
"Dios nos acompaña, Dios nos llama por nuestro nombre, Dios nos promete una descendencia. Y esta es un poco la seguridad del cristiano. ¡No es una casualidad, es una llamada! Una llamada que nos hace seguir adelante. Ser cristiano es un llamado de amor, de amistad; una llamada a convertirse en hijo de Dios, hermano de Jesús; a ser fecundo en la transmisión de esta llamada a los demás, a ser instrumentos de esta llamada. Hay tantos problemas, hay momentos difíciles: ¡Jesús ha pasado por tantos! Pero siempre con esa confianza: "El Señor me ha llamado. El Señor es como yo. El Señor me ha prometido".
Dios, reiteró el papa, "es fiel, pues Él nunca puede renegar de sí mismo: Él es la lealtad". Y pensando en esta pasaje donde Abraham "es ungido como padre, por primera vez, padre de los pueblos, pensamos también en nosotros que hemos sido ungidos en el Bautismo, y pensamos en nuestra vida cristiana":
"... Alguien dirá: ‘Padre, soy un pecador’... Pero todos lo somos. Esto se sabe. El asunto es: pecadores, seguir adelante con el Señor, seguir adelante con la promesa que nos ha hecho, con aquella promesa de fecundidad y decirle a los demás, contarle a los demás que el Señor está con nosotros, que el Señor nos ha escogido y que Él no nos deja solos, ¡nunca! La certeza del cristiano nos hará bien. Quiera el Señor darnos, a todos nosotros, este deseo de ir hacia adelante, como lo tuvo Abraham, en medio de los problemas; pero seguir adelante con la confianza de que Él es el que me llamó, que me prometió tantas cosas bellas, ¡está conmigo!".