La alegría de la Navidad no es completa cuando hay miembros de la familia que no pueden disfrutarla, y el Papa recordó especialmente en su felicitación «a nuestros hermanos y hermanas de Irak y Siria que padecen los efectos del largo conflicto y, junto con otros grupos étnicos y religiosos, sufren una persecución brutal».
Ante una multitud de fieles que desbordaba ampliamente la plaza de San Pedro, el Santo Padre dirigió desde el balcón principal de la basílica su felicitación de Navidad al mundo entero e impartió la bendición «Urbi et orbe», en un día marcado por el anhelo de paz.
Precisamente por eso, el Papa recordó que muchos no la disfrutan, incluidos «tantos desplazados, prófugos y refugiados, niños adultos y ancianos» de Oriente Medio, que necesitan «ayuda humanitaria para sobrevivir a los rigores del invierno». Francisco pidió al Señor «que otorgue al paz a todos en Oriente Medio», y sostenga «los esfuerzos de diálogo entre israelíes y palestinos».
En cuanto a Europa, el Santo Padre pidió aJesús que ayude «a quienes están sufriendo en Ucrania, y conceda a esa amada tierra superar las tensiones, vencer el odio y la violencia, y emprender un nuevo camino de fraternidad y reconciliación».
También recordó Nigeria, donde «demasiadas personas son apartadas injustamente de sus seres queridos y retenidas como rehenes o masacradas», así como «Libia, Sudán del Sur, la República Centroafricana y varias regiones de la República Democrática del Congo». Asimismo, se refirió a los enfermos de ébola en Liberia, Sierra Leona y Guinea, y dio las gracias «de corazón, a los que se están esforzando con valentía para ayudar a los enfermos y sus familias».
Con vehemencia especial, el Papa imploró «que Jesús salve a tantos niños víctimas de la violencia, objeto de tráfico ilícito y trata de personas, o forzados a convertirse en soldados», y «que consuele a las familias de los niños muertos en Pakistán la semana pasada».
Mencionó también con dolor «a los niños maltratados y muertos, incluso antes de nacer», así como a los niños masacrados bajo los bombardeos». Su sangre, dijo, está en las manos de «tantos Herodes» de hoy en dia.
El Papa comentó que «hay verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto a las lágrimas del Niño Jesús». Y concluyó la plegaria pidiendo «que su fuerza redentora transforme las armas en arados, la destrucción en creatividad, el odio en amor y ternura».