Acatarrado y ligeramente afónico, el Papa Francisco ha afirmado este domingo que “todos nosotros, pastores y fieles, estamos llamados a aprender cada vez mejor el arte de estar alegres”. El Santo Padre ha insistido en que la alegría es compatible con “las dificultades e incluso con la hostilidad” puesto que llega como un don para cada cristiano “por medio del Espíritu Santo”.
El Papa había reconocido que los seguidores de Jesús “son conscientes de las dificultades que les esperan, incluida a veces las persecuciones”. En el mundo coexisten el bien y el mal, y Francisco ha rezado con unos quince mil fieles por las víctimas de los atentados en Dacca y Bagdad y por sus familias, incluyendo también en esa plegaria la petición de que Dios “convierta el corazón de los violentos”.
A pesar del intenso calor, el número de peregrinos que participaban en el Ángelus del domingo era muy alto para el mes de julio. El Papa saludó especialmente al “grupo de jóvenes de Ibiza que se preparan para la confirmación”, y a peregrinos llegado a pie desde Ascoli Piceno, a caballo desde varios lugares de Europa incluida Cracovia, y en moto y bicicleta desde Nápoles.
A pesar del catarro, el Papa estaba de muy buen humor y, citando el Evangelio del día animó a pedir a Dios “que envíe operarios a su mies”, refiriéndose a vocaciones para los movimientos, las congregaciones religiosas y el sacerdocio.