La sintonía entre verdaderos líderes religiosos ha brillado con claridad en los discursos del Papa y del jefe de los musulmanes del Cáucaso en el último acto de la visita a Azerbaiyán: el encuentro interreligioso en la mezquita Heydar Aliyev, recientemente inaugurada en la capital.
Como anfitrión del encuentro de musulmanes, cristianos y judíos, Allashukur Pashazadeh tomó la palabra para saludar al Papa afirmando que «como jefe de Estado y de los católicos del mundo, sus actividades suscitan vivo interés entre nosotros».
El jefe de los musulmanes de todo el Cáucaso, aplaudió el enfoque de Francisco respecto a los inmigrantes, «su protesta cuando se une el nombre del Islam al terrorismo, su condena de las causas reales del terrorismo, y sus discursos contra la xenofobia».
Allashukur Pashazadeh, un líder muy sensato que fue condecorado por san Juan Pablo II con la Orden de San Gregorio, manifestó también su aprecio por la importancia que da el Papa a dos actividades: la promoción de la paz y el diálogo interreligioso.
Francisco dio comienzo a su discurso agradeciendo «la ayuda concreta que el líder de la comunidad musulmana ha garantizado en diversas ocasiones a la comunidad católica y los sabios consejos que, en espíritu de familia, comparte con ella».
Ante los líderes de las grandes confesiones monoteístas, el Papa ha recordado que las religiones «ayudan en la búsqueda del sentido de la vida» y «están llamadas a hacernos comprender que el centro del hombre está fuera de sí mismo, que tendemos hacia lo Alto infinito y hacia el otro que está a nuestro lado».
La religión evita, además, caer en dos errores opuestos: «El nihilismo de los que ya no creen en nada excepto en sus propios intereses» y el fundamentalismo de quienes quieren imponer por la violencia «actitudes extremas y radicalizadas, las más lejanas al Dios vivo».
En tono severo ha añadido que «las religiones nunca han de ser manipuladas y nunca pueden favorecer conflictos y enfrentamientos».
Francisco ha sido rotundo al afirmar que «Dios no puede justificar forma alguna de fundamentalismo, imperialismo o colonialismo». La paz requiere superar «los prejuicios y los errores del pasado», y una actitud valiente para «denunciar y detener la proliferación de armas. La voz de mucha sangre grita a Dios desde la tierra, nuestra casa común».
Concluido el acto, el Santo Padre se ha dirigido al aeropuerto para emprender el vuelo de regreso a Roma. Su próximo viaje será a Lund y Malmö en Suecia, el día 31 de octubre para la conmemoración ecuménica del quinto centenario de la Reforma de Lutero, un encuentro de petición de perdón y de acción de gracias por el camino de amistad recorrido desde el Concilio Vaticano II.