En clave de fe, el Papa relacionó la capacidad de llevar a cabo gestos como losde la pecadora con la capacidad de reconocernos pecadores, abriéndonos (y esta es la única vía) a los gestos de amor y de ternura de Dios. De hecho, el Papa concluyó con la advertencia de que «pecadores y prostitutas» entrarán al Reino de los Cielos.
El fariseo, comentó el Pontífice, juzga en su interior tanto a la pecadora como a Jesús, porque, “si fuera un profeta sabría quién es y de qué clase es la mujer que lo toca”. “Non era malo”, pero “no logra entender aquel gesto de la mujer”: “No logra comprender los gestos elementales: los gestos elementales de la gente. Quizá este hombre había olvidado cómo se acaricia a un niño, como se consuela a una abuela. En sus teorías, en sus pensamientos, en su vida de gobierno – porque tal vez era un consejero de los fariseos – había olvidado los gestos elementales de la vida, los primeros gestos que todos nosotros, recién nacidos, hemos comenzado a recibir de nuestros padres”.
Jesús – subrayó Francisco – reprocha al fariseo “con humildad y ternura”: “Su paciencia, su amor, las ganas de salvar a todos” lo lleva a explicarle lo que ha hecho la mujer y qué gestos de cortesía no ha tenido él. Y entre las murmuraciones escandalizadas de todos, dice a la mujer: “¡Tus pecados son perdonados!”. “Vete en paz, ¡tu fe te ha salvado!”: “La palabra salvación– ‘Tu fe te ha salvado’ – la dice sólo a la mujer, que es una pecadora. Y lo dice porque ella ha logrado llorar sus pecados, confesar sus pecados, decir: ‘Yo soy una pecadora’, a decírselo a sí misma. No lo dice a aquella gente, que no era mala: ellos no se creían pecadores. Pecadores eran los demás: los publicanos, las prostitutas… Esos eran pecadores. Jesús dice esta palabra – ‘Tú estás salvado, tú estás salvada, te has salvado’– sólo a quien sabe abrir el corazón y reconocerse pecador. La salvación sólo entra en el corazón y cuando nosotros abrimos el corazón en la verdad de nuestros pecados”.
“El lugar privilegiado del encuentro con Jesucristo – recordó el Papa – son los propios pecados”. Esto parece una “herejía – observó Francisco – pero también lo decía San Pablo” que se vanagloriaba sólo de dos cosas: de sus pecados y de Cristo Resucitado que lo ha salvado: “Y por reconocer nuestros propios pecados, reconocer nuestra miseria, reconocer lo que nosotros somos y lo que somos capaces de hacer o hemos hecho es, precisamente la puerta que se abre a la caricia de Jesús, al perdón de Jesús, a la Palabra de Jesús ‘¡Vete en paz, tu fe te salva!’, porque has sido valeroso, has sido valerosa al abrir tu corazón a Aquel que sólo puede salvarte”.
Jesús dice a los hipócritas: “Las prostitutas y los publicanos los precederán en el Reino de los Cielos”. “¡Es fuerte esto!” – concluyó diciendo el Papa Francisco – porque cuantos se sienten pecadores “abren su corazón en la confesión de los pecados, al encuentro con Jesús, que ha dado su sangre por todos nosotros”.
Fuente: Vatican Inseder