La violencia es clave para el control de los territorios del Califato islámico
Los milicianos del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) crucificaron este jueves en Siria a ocho personas por no cumplir el ayuno del mes de Ramadán. Las ocho víctimas mortales fueron pendidas de una valla en un cuartel de la “hisbah”, el cuerpo policial del grupo yihadista, en la ciudad de al-Mayadeen, uno de sus bastiones en la provincia nororiental de Deir al Zur.
Además, los fundamentalistas colgaron del cuello de los fallecidos un cartel con el mensaje “crucifixión durante un día y 70 latigazos por romper el ayuno del Ramadán”, y permitieron a varios menores de edad que se habían congregado en el lugar burlarse de ellos.
En los últimos días, el ISIS ha aplicado castigos similares a varios ciudadanos por la misma acusación, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Así, la ONG reseñó que el miércoles fueron crucificadas otras ocho personas en al-Mayadeen. Y entre el lunes y el martes, 17 personas más sufrieron la misma pena por haberse saltado el ayuno en la citada localidad y en un monte próximo a la población de Basira, también en la provincia de Deir al Zur.
Además, el Observatorio denunció que esta semana los yihadistas degollaron por primera vez a mujeres. El ISIS las había asesinado anteriormente por delitos como el adulterio, mediante la lapidación o pelotones de fusilamiento.
El lunes, los radicales decapitaron a una mujer siria y a su marido acusados de brujería. El matrimonio fue ajusticiado con una espada en uno de los barrios controlados por el grupo terrorista en la ciudad de Deir al Zur. El domingo, otra pareja fue asesinada de forma similar por el mismo cargo en al-Mayadeen.
El 29 de junio se cumplió un año de la proclamación de un califato por parte de los milicianos liderados por Abu Bakr al-Baghdadi, que han tomado amplias partes de Siria e Irak.
En la estrategia de los islamistas para mantener el control de los territorios bajo su dominio, la violencia juega un papel clave. De ahí su afán por inspirar temor con ejecuciones públicas, decapitaciones, crucifixiones o la venta de mujeres en mercados para que sirvan como esclavas sexuales.
zenit.org