También habló de los criterios que ayudan a distinguir el amor del que no lo es. Aseguró que el verdadero amor "no puede aislarse” sino que debe comunicarse.
"No existe el amor que no se comunica, no existe el amor aislado. Pero alguno de vosotros podría decirme: ‘Pero padre, los monjes y las monjas de clausura están aislados’. Pero comunican... y tanto: con el Señor, también con quienes van a encontrar una palabra de Dios… El verdadero amor no puede aislarse”.
Francisco subrayó la necesidad de distinguir entre el "amor de telenovela” y el que es de verdad. Señaló que el amor de Dios "fue concreto: envió a su Hijo hecho carne para salvarnos”.
(Fuente: Radio Vaticana)
"Es decir, el verdadero amor es concreto, está en las obras, es un amor constante. No es un simple entusiasmo. Incluso, muchas veces es un amor doloroso: pensemos en el amor de Jesús llevando la cruz. Pero las obras del amor son aquellas que Jesús nos enseña en el pasaje del capítulo 25 de San Mateo. Pero quien ama hace esto: el protocolo del juicio. Tenía hambre, me diste de comer, etcétera. Concreción. También las bienaventuranzas, que son el ‘programa pastoral’ de Jesús, son concretas”.
"No existe el amor sin comunicarse, no existe el amor aislado. Pero alguno de ustedes podría decirme: ‘Pero Padre, los monjes y las monjas de clausura están aislados’. Pero comunican... y tanto: con el Señor, también con quienes van a encontrar una palabra de Dios… El verdadero amor no puede aislarse. Si está aislado, no es amor. Es una forma espiritualista de egoísmo, de permanecer encerrado en sí mismo, buscando el propio beneficio… Es egoísmo”
"Es tan simple esto. Pero no es fácil. Porque el egoísmo, el propio interés nos atrae, y nos atrae para no hacer, y nos atrae para no comunicarnos. ¿Qué dice el Señor de aquellos que permanecerán en su amor? ‘Les he dicho estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena’. El Señor que permanece en el amor del Padre es gozoso, ‘y si ustedes permanecerán en mi amor, su alegría será plena’: una alegría que tantas veces viene junto a la cruz. Pero aquella alegría – Jesús mismo nos lo ha dicho – nadie nos la podrá quitar”.