El Papa en Santa Marta: no hay ninguna «selección», «la Iglesia es ser partícipes en una comunidad con todos», pero no hay que contentarse con «estar en la lista de los invitados»
Dios nos invita a todos a la fiesta. La Iglesia no es solo para personas buenas. «Todos nosotros, pecadores, hemos sido invitados» a esta fiesta en la que «se hace una comunidad, que tiene dones diferentes». Por ello no hay que contentarse con estar en la lista de los invitados. Son los concpetos que expresó esta mañana Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana.
El cristianismo es una invitación a la fiesta, dijo el Pontífice, en la que se «participa completamente», y con todos. No existen selecciones. Y contentarse con estar en «la lista de los invitados» equivale a «quedarse fuera» de la fiesta.
Francisco indicó que las lecturas del día «nos muestran el documento de identidad del cristiano». Sobre todo, «la esencia cristiana es una invitación; solo somos cristianos si hemos sido invitados». Es «una invitación gratuita que viene de Dios». No se debe y no se puede pagar para entrar, «o estás invitado o no puedes entrar»; si «en nuestra consciencia –subrayó– no tenemos esta certeza de haber sido invitados», entonces «no hemos entendidoqué significa ser cristiano».
Así pues, «un cristiano es uno que ha sido invitado», pero no invitado a «una tienda» o «a dar un paseo». Dios «quiere decirnos algo más: “¡Tú estás invitado a la fiesta!”. El cristiano es aquel que ha sido invitado a una fiesta, a la alegría, la alegría de haber sido salvado, la alegría de haber obtenido la redención, la alegría de participar la vida con Jesús. ¡Esta es una alegría! ¡Tú están invitado a la fiesta!».
«Se entiende –prosiguió–, una fiesta es un encuentro de personas que hablan, díen, festejan, son felices. Es un encuentro de personas. Yo entre las personas normales, mentalmente normales... nunca he visto a nadie que haga esto solo, ¿no? ¡Sería un poco aburrido! Abrir la botella de vino... Esta no es una fiesta, es otra cosa. Se hace fiesta con los demás, en familia, se hace fiesta con los amigos, se hace fiesta con las personas que han sido invitadas, como yo he sido invitado. Para ser cristiano se necesita una pertenencia y pertenece a este Cuerpo esta gente que ha sido enviada»; esta es la «pertenencia cristiana».
Es una «fiesta de unidad», indicó Bergoglio citando la Carta de San Pablo a los Romanos. Una fiesta para «buenos y malos»: todos han sido invitados. Y los primeros de la lista son los marginados, los últimos, los lejanos, las personas que están en el centro del Pontificado de Papa Francisco.
«La Iglesia no es la Iglesia solo para las personas buenas. ¿Queremos decir quién pertenece a la Iglesia, quién a sido invitado a esta fiesta? Los pecadores, todos nosotros pecadores hemos sido invitados. ¿Y qué hacemos aquí? Se hace una comunidad, que tiene dones diferentes: uno tiene el don de la profecía, el otro del ministerio, aquí uno que enseña... Todos tienen una cualidad, una virtud. Pero la fiesta se hace llevando esto que tenemos en común con todos...».
Se asiste a la «fiesta –subrayó– y se participa completamente. No se puede entender la existencia cristiana sin esta participación. Es una participación de todos nosotros. “Yo voy a la fiesta, pero me detengo solo en la primera salita, porque debo estar solo con tres o cuatro a los que conozco y los demás...”. ¡Esto no se puede hacer en la Iglesia! O tú entras con todos o te quedas afuera!». No se puede «hacer una selección: la Iglesia es para todos, empezando por estos que dije: los más marginados».
La Iglesia es de todos, es «de los invitados», y es «haber sido invitados, participar en una comunidad con todos». Pero, recordó Bergoglio, en la parábola que narra Jesús (Lc 14, 15-24) los invitados comienzan a buscar pretextos para no ir a la fiesta «¡No aceptan la invitación! Dicen que sí, pero hacen todo para no».
Según el Papa, estas personas «son cristianos que solo se contentan con haber sido incluidos en la lista de los invitados: cristianos enlistados». Pero, advirtió, esto «no es suficiente» porque no se puede participar en la fiesta si no se es cristiano. «¡Tú –subrayó Francisco– estarás en la lista, pero esto no te sirve para la salvación! Esta es la iglesia: entrar en la Iglesia es una gracia, entrar es una invitación», significa formar parte de «este pueblo de Dios que camina hacia la eternidad».
Pero, explicó el Papa, «nadie es protagonista en la Iglesia: tenemos solo Uno, absoluto». El Señor «¡es el protagonista!», mientras que los hombres y las mujeres van detrás de Él, «y los que no están detrás de Él no participan en la fiesta».
Dios es generoso, recordó el Papa: «El Señor abre todas las puertas. Incluso el Señor entiende lo que dice: “No, Señor, no quiero ir hacia ti”. Entiende y espera, porque es misericordioso». Pero al Señor no le gusta «quien dice “sí” y hace “no”; que hace finta de agradecerlo por las cosas hermosas, pero a final de cuentas sigue siempre su camino, quien tiene buenos modales, pero sigue su voluntad y no la del Señor; esos que siempre piden disculpas, los que no conocen la alegría, que no experimentan la alegría de la pertenencia».
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