Francisco recibió en audiencia a los representantes de los Centros de Ayuda a la Vida: «Demasiadas familias vulnerables por la falta de trabajo»
La vida humana debe ser siempre defendida, «desde la concepción hasta su fin natural». De la misma manera, es necesario luchar para defender a la familia, para afirmar la dignidad de la mujer y para ponerse siempre de la parte de los más indefensos. Insistió en ello Papa Francisco en la audiencia que concedió hoy a las personas que participaron en el 35 Congreso Nacional de los Centros de Ayuda a la Vida. «¡Les agradezco por el bien que han hecho y los aliento a proseguir con confianza en este camino y a continuar siendo buenos samaritanos!».
En su discurso el Pontífice dispensó a los presentes palabras de aliento para proseguir la importante obra que realizan en favor de la vida desde la concepción hasta su natural final, teniendo en cuenta las condiciones de sufrimiento en que viven tantos hermanos. «Es necesario, destacó Francisco, nutrir sensibilidad personal hacia aquellas situaciones de pobreza y de explotación que afectan a las personas más débiles y desfavorecidas».
El Papa recordó la vulnerabilidad de las familias por la pobreza, la soledad de los ancianos, los jóvenes desorientados, víctimas de dependencias y esclavitudes, subrayando que para ser discípulos de Cristo, es necesario estar al lado de quien sufre, haciéndose cargo de sus fragilidades y dolores. «Estas personas -dijo Francisco- son iconos de aquel hombre del Evangelio que recorriendo el camino de Jerusalén a Jericó encontró unos bandidos que le robaron y golpearon». «También en nuestro tiempo, subrayó, existen tantos heridos a causa de los bandidos de hoy que los despojan de sus haberes y también de su dignidad».
Instándolos a no cansarse de obrar «por la tutela de la personas más indefensas», el Papa hizo hincapié en «la necesidad de trabajar, en distintos niveles y con perseverancia, en la promoción y defensa de la familia y sobre todo, en referencia al don de los hijos y en la afirmación de la dignidad de la mujer». «Me gusta subrayar - continuó - que en su actividad, ustedes han acogido siempre a todos, prescindiendo de la religión y de la nacionalidad».
El Obispo de Roma concluyó su discurso expresando la certeza de que, en el Año de la Misericordia, la actividad realizada por el Movimiento por la Vida recibirá un especial beneficio. «Que esto sea para ustedes, dijo, un fuerte estímulo de renovación interior para hacerse misericordiosos como es misericordioso nuestro Padre».
Mauro Pianta