Viendo el pasado y recordando el camino recorrido, siempre encontramos «momentos de gran fidelidad al Señor y algún momento feo de infidelidad, de pecado, que te hace sentir la necesidad de la salvación.
Esta también es nuestra seguridad. Necesitamos salvación, hagamos una confesión de fe: “Yo soy pecador, pero Tú puedes salvarme”». Papa Francisco celebra la misa en el día de sus ochenta años con algunos cardenales presentes en Roma, reunidos en la Capilla Paulina.
El cardenal Angelo Sodano, decano del colegio cardenalicio, saludó al comenzar a Francisco: «Hemos querido concelebrar con usted esta santa misa para dar gracias al Señor por el amor con el que está llevando a cabo su misión. Estamos cerca de usted, mucho más en este día tan hermoso de su vida…».
El Evangelio del día presenta la genealogía de Jesús que escribió Mateo, la de la familia de José, con la que el Nazareno se sitúa en la estirpe de David. Un texto compuesto por un largo elenco de generaciones, en donde aparecen personajes muy diferentes entre sí.
Papa Francisco, que en la homilía no hizo ninguna referencia a su cumpleaños, comentó el pasaje haciendo ver que el camino del Adviento hace una pausa. «La liturgia nos hace detenernos un poco. La Iglesia nos pide que hagamos memoria, mira hacia atrás, mira a la familia. La memoria da mucha fuerza al alma».
Citando la Carta a los Hebreos, el Papa recuerda que hacer memoria, ver hacia atrás, sirve «para ir mejor hacia adelante. Este es el significado».
Hay que pedir «la gracia de la memoria», porque «es propio del amor siempre tener bajo la mirada los dones tan bellos que hemos recibido, mirar la historia, de dónde venimos, a nuestros antepasados, el camino de la fe. Y esta memoria nos hace bien, porque hace más intensa esta vigilante espera hacia la Navidad».
Mediante la genealogía de Jesús vemos «que hemos sido elegidos». Elección y alianza «son los pilares de la memoria cristiana, este mirar hacia atrás para seguir adelante. Cuando nosotros escuchamos este pasaje del Evangelio, hay una historia de gracia muy grande, pero también una historia de pecado. Siempre encontramos por el camino gracia y pecado. En la lista hay pecadores grandes y hay santos».
«Todos nosotros, en nuestra vida —añadió el Papa— encontraremos lo mismo, momentos de gran fidelidad al Señor, de alegría en el servicio. Y algún momento feo de infidelidad, de pecado, que te hace sentir la necesidad de la salvación, y esta es también nuestra seguridad: necesitamos la salvación. Confesemos, hagamos una confesión de fe: “¡Yo soy pecador, pero Tú puedes salvarme!”. Así se va hacia adelante en la alegría de la esperanza».
«Hoy nos detenemos, miramos hacia atrás —dijo Francisco—, y vemos que el camino ha sido bello, que el Señor es fiel. También vemos que tanto en la historia como en nuestra vida ha habido muchos momentos bellísimos de fidelidad y momentos feos de pecado. Pero el Señor está allí, con la mano tendida para volver a levantarte: “¡Sigue adelante!”».
Bergoglio deseó que nunca falte «la gracia de la memoria, de mirar hacia atrás a lo que el Señor ha hecho por nosotros, por la Iglesia, la historia de salvación. Y así entenderemos por qué la Iglesia nos hace leer este pasaje, que puede parecer un poco aburrido, la historia de un Dios que quiso caminar con su pueblo y hacerse hombre, uno de nosotros».
Y si mantener viva esta memoria resulta «difícil, aburrido», hay una «frase bellísima para nuestras quejas» en la Carta a los Hebreos: «Tranquilízate, todavía no has llegado a dar la sangre… un poco de humorismo, inspirado, para seguir adelante». El Papa se refería al versículo 4 del capítulo 12, en donde San Pablo escribió: «Aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado».
Al final de la Misa, Francisco volvió a tomar el micrófono y agradeció a los cardenales por las felicitaciones y por la cercanía.
«Desde hace algunos días me viene a la mente una palabra que me parece fea: ¡vejez! Espanta… Hasta ayer, para darme un regalo, un monseñor me dio el “De senectute” de Cicerón, ¡una gota más! Me acuerdo de lo que les dije en nuestro primer encuentro, el 15 de marzo de 2013: la vejez es sede de sabiduría; esperemos que también sea así para mí. Cómo ha venido tan rápido, con el paso tan silencioso».
Pero el Papa añadió también que hay que considerar a la vejez como una etapa «de la vida para dar alegría, sabiduría, esperanza». La vejez «es tranquila y religiosa, recen por que la mía sea así: tranquila, religiosa y fecunda, y también alegre».
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