Durante medio siglo, hasta más o menos el su caída en el año 612 a. C. Nínive fue la ciudad más grande del planeta. Todas las rutas comerciales del Tigris cruzaban por ella y así, ejercía como puente entre Oriente y Occidente. Cuentas las Escrituras que Jonás consiguió que esta gran urbe de pecadores hiciera penitencia.
En la llanura de Nínive, vivían en junio de 2014 más de 120.000 cristianos. Era la zona con mayor población creyente del país y tras la toma del poder del Dáesh, tuvieron que huir de su casa. Muchos de ellos, todavía no han regresado. Nínive es cuna de civilización. El cristianismo llegó en los primeros siglos y siempre ha contado con una presencia de bautizados significativa.
Esta zona permaneció ocupada por islamistas hasta 2016, pero aunque fue liberada, la población cristiana no parecía regresar. Sus casas habían sido destruidas, sus colegios y sus hospitales, también. Cuando el autodenominado Estado Islámico abandonó la región, las infraestructuras estaba completamente en ruinas, entre ellas dos importantes iglesias. La población estaba dispersa: muchos llegaron a campos de refugiados pero otros muchos tuvieron que emigrar.
Unas de las primeras en regresar a la llanura fueron unas religiosas dominicas. «La consagración es una llamada a través de la cual Dios construye el Reino de los Cielos. Allí donde llegan los monjes, pueden convertir el desierto en un paraíso, y la presencia de las monjas y su llegada a la aldea siniestrada y demolida es un signo de gran reconstrucción», dijo el entonces arzobispo caldeo Paul Thabet el día de la consagración de su monasterio recién construido.
Diez años después de la brutal conquista de los terroristas, no se tienen datos sobre los cristianos que vuelven a casa. El regreso está siendo lento, «cauteloso», lo define Michaeel Najeeb, arzobispo caldeo de Mosu. Si bien, opina que se está produciendo «un verdadero cambio».
«Tras la liberación, la gente empezó a respirar mejor y se restableció la infraestructura de Mosul y de la llanura de Nínive, junto con el orden en las calles, la construcción y, lo más importante, la seguridad», explica en una entrevista con Vatican News. Añade que ahora los ciudadanos pueden por fin caminar a medianoche o de madrugada sin ningún problema.
Las familias cristianas no regresan no porque no quieran, sino en muchos casos porque no pueden. El arzobispo caldeo de Mosul, que recibió la visita del Papa Francisco en 2021, explica que el principal obstáculo de quienes huyeron son los problemas económicos. «La gente ha perdido casi todo. Se quedaron desnudos cuando se vieron obligados a abandonar Mosul y la llanura de Nínive, llevando sólo la ropa mínima. Todo lo que tenían fue saqueado. Estas personas deben empezar desde cero», cuenta.
Muchos refugiados le consultan en busca de alguna garantía para poder volver a su casa. «Nadie puede ofrecérselas, ni siquiera la Iglesia, que también lo ha perdido todo», explica Najeeb. Esta es el impedimento retornar a la llanura: la falta de confianza en un futuro en la región.
FUENTE: www.eldebate.com