El padre Pietro Ciuciulla, superior de los misioneros combonianos presentes en el país que ha ofrecido tropas a la fuerza africana desplegada para contrarrestar a los fundamentalistas islámicos del norte de Nigeria
Responder al terror que ha creado Boko Haram con el diálogo entre las religiones. Es el compromiso de los cristianos y musulmanes de N’djamena, capital de Chad, en la que en menos de un mes ha habido tres ataques kamikaze del grupo extremista nigeriano. Los atentados del 15 de junio, del 29 del mismo mes y del 11 de julio provocaron, en conjunto, más de 60 muertes y decenas de heridos, pero no lograron dividir a la población.
«Los cristianos y los musulmanes han permanecido unidos en contra de un fenómeno que ha afectado a ambos: Boko Haram obtuvo el efecto opuesto al que esperaba», narra el padre Pietro Ciuciulla, superior de los misioneros combonianos en el país. Allí, la convivencia entre la mayoría islámica (el 58% de casi 13 millones de habitantes) y la comunidad católica y protestante (respectivamente el 18% y el 16% de la población) tiene fuertes raíces.
«Fue el Papa Juan Pablo II el que pidió, durante su visita de 1990, que comenzara un diálogo interreligioso, y con el tiempo nacieron varias iniciativas», explica el padre Pietro. La más importante de ellas, la plataforma que engloba a los representantes de las tres principales confesiones del país, tiene apenas dos años, pero muchas otras la han precedido. Entre ellas está el centro cultural Al-Mouna, fundado por la diócesis y dirigido actualmente por una monja de los Sagrados Corazones, Aida Yazbeck. La acción dl centro parte de la base de la sociedad: «Formamos -explica la religiosa- a los cristianos y a los musulmanes en los temas de la religión, de la mediación, de la gestión de los conflictos. Ahora nos estamos dirigiendo a aquellos que llamamos ‘intermediarios de barrio’, para crear grupos en diferentes zonas de la ciudad».
«Células de vigilia», las llama sor Aida, casi como queriéndolas oponer a las células «durmientes» de los grupos extremistas, temidas por la población. Los que trabajan para contrarrestar estos miedos y por la unidad no pueden detenerse y hay que dar el ejemplo, como sucedió el 11 de julio, fecha del último ataque. «Fue organizado un seminario de la unión de jóvenes cristianos y musulmanes locales, y los que lo animaban éramos yo y otro responsable del centro Al-Mouna, de fe islámica -narra la directora. Los chicos, a quienes iba dirigida la iniciativa, eran alrededor de 400: después del atentado, que se verificó a poca distancia, tuvimos que proseguir con el trabajo».
«Los cristianos y los musulmanes fueron víctimas de los kamikazes, de la misma manera», refirió sor Aida al recordar los episodios de las últimas semanas, que parecen tener un a matriz más política que religiosa. Chad se encuentra, de hecho, entre los países que han dado tropas a la fuerza africana desplegada para contrarrestar Boko Haram en el norte de Nigeria y en los territorios de la zona, y fue atacado por los milicianos después de que hubiera tomado esta decisión. La tensión sigue evidentemente muy alta: y para tratar de reducirla, por el fin del Ramadán, el centro Al-Mouna organizó tres días de festejos con la participación de varios artistas locales. Los números, evidentemente, no son los de la jornada de la paz, celebrada cada año en noviembre en la Plaza de la Nación, la plaza principal de la capital N’djamena, en la que participan alrededor de 50 mil personas, reunidas para rezar juntas. Sin embargo -explica el padre Pietro- es de la vida de todos los días de donde surgen los frutos del diálogo».
Cenas en común, viajes organizados juntos, visitas de saludo en ocasión de las festividades como la Pascua o el Eid-al-Fitr: «En otros sitios serían difícil de imaginar, aquí, pro el contrario, ayudan a encontrarse y, por lo tanto, a cancelar los miedos ante aquello que no se conoce», prosigue el misionero. El encuentro también continúa en las actividades cotidianas, por la calle o en el mercado. Escenas de vida que dan esperanza a sor Aida: «Vencer el pánico que se creó después de los atentados es una cuestión de tiempo y de confianza, que se irán creando poco a poco», concluyó.
Davide Maggiore