La importancia de Cafarnaum se encuentra en el relato mismo de los Evangelios. Fr. Eugenio Alliata, arqueólogo del Studium Biblicum Franciscanum, explica las características que hacen de este pueblo un lugar inolvidable.
En la Sinagoga Jesús predicó, sanó, habló, aconsejó. Entró aquí muchas veces. Especialmente en el Shabbat —dice el Evangelio— Jesús iba a la sinagoga. Y también es lo primero que encontraron los arqueólogos. La segunda cosa es la casa de Pedro en Cafarnaum.
La casa de Pedro se conocía gracias a la memoria de antiguos peregrinos, quienes decían haber estado en Cafarnaum y haber visitado la casa de Pedro, cuyos muros aún estaban en pie cuando estuvieron aquí. Hablo de peregrinos que vivieron hace más de 1.500 años.
Ahora, las excavaciones han demostrado, de hecho, que la casa data de esa época. Numerosos peregrinos pasaron por esta casa, dejando escritas en las paredes numerosas plegarias, para ellos mismos o para sus seres queridos, dirigidas precisamente a Jesús.
Cada año en el mes de octubre los frailes de la Custodia de Tierra Santa, junto a fieles y peregrinos, se reúnen para celebrar y conmemorar la presencia y los signos de Jesús en este lugar. Desde las orillas del Mar de Galilea la procesión camina por la ciudad de Jesús. La misa fue presidida por Fr. Francesco Patton, custodio de Tierra Santa. La homilía estuvo a cargo de Fr. Ibrahim Sabbagh, párroco de la Iglesia de la Santísima Anunciación en Nazaret.
Durante la homilía, Fr. Ibrahim habló de la importancia de este lugar, donde Jesús se instaló al comienzo de su vida pública y donde vivió en la casa de Pedro. El Maestro —subrayó— entró en la casa de una familia normal, que luego se convirtió en una “Domus Ecclesia”, un lugar de curación, de milagros y de predicación.
Al pensar un poco en esta casa, también pensé en nuestras casas. Las familias cristianas estamos llamadas por el sacramento del matrimonio a ser una casa-iglesia, una iglesia que resplandece precisamente con la luz increada de Jesús para todas las naciones y todos los pueblos que nos rodean.
Fr. Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, destaca que, para los franciscanos, celebrar en Cafarnaum es responder a la misión que les encomendó el papa Clemente VI de celebrar misas y oficios divinos en los santos lugares. Un espacio que se convierte en sacramento y memorial de los acontecimientos del Cristo histórico que habitó en medio de su pueblo.
Todo esto nos dice que Jesús no es una fantasía, un invento de quién sabe qué visionarios que han pensado en inventar un Mesías. Jesús es una figura histórica. Jesús vivió aquí. Jesús habló aquí, aquí sanó.
Y este personaje histórico es el hijo de Dios que se encarnó por nosotros, y si lo seguimos, no solo aquí en Galilea, sino que lo seguimos hasta Jerusalén, descubrimos que además de encarnarse por nosotros, este hijo de Dios se hizo hombre, él es también Aquel que dio su vida por nosotros y venció la muerte por nosotros.
Es Dios quien entra en nuestra historia para salvarnos y nosotros en nuestra historia lo acogemos para ser salvos. Al final de la santa misa, los frutos de la tierra fueron bendecidos y repartidos entre todos los presentes.
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