Un poco guerrero, un poco monje, pero armado sobre todo de una «ferviente fe católica»
William Wallace, el patriota escocés que inspiró la película de Mel Gibson, fue, antes que nada, un fiel de la Iglesia de Roma.
Así pues, según el sitio católico, la película de Mel Gibson tiene el mérito de haber dado a conocer al mundo la historia del escocés que dirigió a sus compatriotas durante la rebelión contra la ocupación inglesa; sin embargo, a Gibson le faltó subrayar un hecho fundamental de la personalidad de Braveheart: su fe católica, justamente.
Nació en 1270 y desde pequeño Wallace recibió una formación religiosa. Su carrera habría debido ser la carrera eclesiástica: fue educado por los Agustinos, los Benedictinos y, además de la lengua materna (el gaélico escocés), hablaba correctamente el inglés, el francés, el alemán y el latín.
Después, algunos episodios de violencia le obligaron a abandonar la vida religiosa. Una patrulla inglesa asesinó a sangre fría a su padre y a su hermano mayor, culpables de negarse a jurar fidelidad a Eduardo I de Inglaterra y de apoyar la causa del soberano escocés John Balliol. William mató, a su vez, a algunos soldados ingleses: a partir de ahí guiaría, con la ayuda del obispo de Glasgow, la revuelta contra los invasores.
Lo único que podrá detenerle es la traición de uno de sus amigos nobles. «El 22 de agosto de 1305 –escribe Pontifex– Wallace fue procesado en el Westminster Hall, Londres, y fue condenado a muerte. En el patíbulo se confesó con el arzobispo de Canterbury y pidió, como último deseo, rezar el Salterio. Murió mientras recitaba los Salmos penitenciales [...] Un sacerdote inglés, presente durante la ejecución, afirmaría más tarde haber visto su alma recibida en el Cielo por una legión de ángeles. Hecho o leyenda, esta visión de Braveheart recibido en el cielo por los ángeles será uno de los temas más recurrentes en los sermones durante muchos años». Un tema recurrente. Un poco como el grito salvaje («¡Libertad!») que lanza el católico (también bajo tormento) Mel Gibson en la célebre película.
Mauro Pianta