Etimología y sentido de la expresión litúrgica "Amén"

La expresión "amén" está presente en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, y contiene en ambos casos significados muy diversos y ricos en matices.

 

Es palabra hebraica, derivada de la raíz 'mn, que evoca estabilidad, solidez y seguridad. La idea fundamental es la de una realidad capaz de sustentar (Num 11, 1112), apoyándose en ella los demás sentidos de esta raíz. Es un sustantivo que significa un acto por el cual la persona se apoya en una realidad capaz de realizar su ser y su vida.

Se usa como respuesta individual (1 Reg 1, 36) o colectiva (Neh 5, 13); el profeta Jeremías explica el sentido salvador de esta respuesta: es una actitud ante la Palabra de Dios que instaura la Alianza (Ier 11, 5), y una respuesta a la Palabra que compromete el futuro de un pueblo con el fin de darle la salvación (Ier 28, 6). Es, pues, un acto de aceptación y de comunión con la voluntad divina que quiere salvar a su Pueblo.

 

Amén

 

En el Antiguo Testamento el empleo de la expresión es exclusivamente cultual. Se usa en Dt 27, 15 ss. en las llamadas maldiciones de Siquém. Dt 27 recoge la conclusión del esquema de la Alianza (v.), cuyas cláusulas se encuentran en Ex 2023, de modo que aquí "amén" tiene el sentido de aceptación de la Alianza que exige un compromiso personal y colectivo (los 24, 15.16.19).

Como respuesta a una maldición, le expresión es un compromiso personal frente a la posibilidad que se abre para el pueblo ante la vida o la muerte (Dt 27, 15 ss.; Dt 30, 15 ss.).

En Num 5, 22 tiene ese mismo sentido. En Num 5, 1131 es respuesta a un tipo de ordalía que propone el juicio divino como una alternativa entre la bendición y la maldición. "Amén" es una aceptación de la Palabra de Dios que juzga (ls 65, 16).

 

 

Neh 8, 6 emplea este vocablo en una liturgia que consiste fundamentalmente en una lectura de la Palabra de Dios que lleva al arrepentimiento y a la conversión (Neh 89); es una aceptación de la Palabra que obra en la historia para realizar entre los hombres los beneficios del amor y de la fidelidad divinos. Aceptación también de la Palabra y del Amor divinos que salvan y constituyen al Pueblo (Neh 9., 3233).

También es significativo el uso de esta expresión en 1 Par 16, 36 como respuesta del pueblo que concluye toda la liturgia del traslado del Arca a Jerusalén, fundamento de la organización del culto levítico en la ciudad santa (1 Cron 13; 16, 443).

Efectivamente el cronista nos dice que la historia es una sucesión de generaciones, recordadas en las genealogías, que terminan en la tribu de Judá y de los levitas; y toda la historia converge en David, el fundador del único y verdadero culto celebrado en Jerusalén. En torno a David se congrega el Pueblo (1 Cron 11, 13).

Y es David el instaurador del culto de Jerusalén por el hecho del traslado del Arca, a cuyo servicio están los levitas (1 Cron 13, 1 ss.). De este modo 1 Cron 16, 4 ss. aparece como una liturgia final que da sentido a este culto.

 

Esa liturgia final se caracteriza por el nuevo empleo de los salmos 105, 15 y 96, 1 ss., que son una meditación del pasado a fin de reforzar la esperanza en la salvación definitiva.

Así, pues, el "amén" de 1 Cron 16, 36 es una participación en la acción litúrgica que consiste en alabar, narrar y recordar las maravillas divinas que realizan la salvación (1 Cron 16, 9.12.15.35).

Este vocablo viene a significar la aceptación del designio de Dios de salvar a su Pueblo, que le tributa culto en Jerusalén y espera la realización plena de la promesa hecha en su día al rey David: la aparición del Mesías (1 Cron 17, 1 ss.).

"Amén" aparece también como conclusión sacral en el Salterio (Ps 41, 14; 72, 19; 89, 53, 106, 48). En la Biblia griega la palabra significa en Tob 8, 8 un deseo, y en Tob 14, 15 se usa como conclusión del libro.

En Idt 13, 20 y 15., 10 tiene un sentido cultual. En la comunidad de Qumrán, a. está empleado en el aspecto cultual de la aceptación de la bendición y de la maldición (en 1QS 1, 20; 2, 10, 18).

En el Nuevo Testamento. En los Evangelios sinópticos a. sirve para introducir alguna palabra o frase (logion) de Jesús. Generalmente se trata de frases en las que Jesús dice algo sobre su Persona o sobre su misión de instaurar el Reino de Dios.

Bastan algunos ejemplos: Mt 5, 18 muestra la autoridad personal de la palabra de Jesús; en Mt 11, 26 y Lc 10, 21 las palabras iniciales primitivas arameas eran ciertamente Amen Abba que resumen el sentido de la relación de Jesús con el Padre; en Mt 24, 2 sirve para plasmar la certeza de lo que es anunciado.

En Juan aparece la forma reforzada «Amén, amén» como introducción de las palabras de Jesús, testigo del juicio y verdad reveladora de vida.

S. Pablo, en 2 Cor 1, 20, emplea "amén" con un sentido teológico. El apóstol quiere mostrar el significado de su predicación sobre Cristo. Y conforme a la característica propia del anuncio del mesianismo de Jesús (Mt 5, 37) la predicación de Pablo se caracteriza por un «sí», pues anuncia a Cristo como el realizador de todas las promesas.

Cristo es el Amén del Padre. Es la afirmación de la voluntad del Padre que la comunidad debe aceptar como la confirmación sólida del designio trinitario de salvación (1 Cor 1, 21).

En el Apocalipsis, a. aparece igualmente con un sentido teológico. Primeramente Apc 3, 14, en la línea de Is 65, 16 (LXX), dice que Cristo es el Amén. Esta afirmación es paralela a otras representaciones de Cristo, en las que los atributos de Dios, contenidos en Is 4066, son aplicados a Cristo, Hijo del Hombre, nuevo Adán y principio de la nueva vida de la humanidad por su muerte y resurrección. É1 es el Vivo (Apc 1, 18), el Santo (Apc 3, 7), el Verídico (Apc 3, 7).

 

amén

 

El es Amén en cuanto testigo victorioso que realizará el juicio definitivo, que el Apocalipsis presenta con terminología inspirada en la ley de talión: si la ramera embriagó a las naciones con su copa (Apc 17, 1 ss.), el Hijo del Hombre, que es el juez escatológico, prepara la copa de la cólera de Dios (Apc 14, 10 ss.).

Cristo Amén es el juez; Él es el Verbo fiel que por medio de su victoria en la muerte y resurrección venció al mal y mudó el sentido de la marcha de la historia.

Es Amén como Juez que viene a juzgar; y juzgar es decir la verdad sobre la historia, sobre los hombres y sobre sí mismo. Su palabra es el testimonio fiel. Lo que Cristo dice de sí mismo en cuanto A. es recordado siete veces en el Apocalipsis: «Yo soy el Alfa y Omega» ; es decir, Yo soy la totalidad, la realidad verdadera y trascendente.

Amén es la realidad capaz de salvar. Cristo Amén es, pues, el misterio de su vida victoriosa de Verbo de Dios que da sentido y realiza la vida de los hombres. Se emplea también la palabra "amén" en el Apocalipsis con sentido cultual en la liturgia celeste (Apc 5, 14; 7, 12; 19, 4), y como aceptación del testimonio de Jesús que sustenta la esperanza de su triunfo definitivo (Apc 22, 20).

 

En los otros libros del Nuevo Testamento, "amén" se utiliza como una aclamación y respuesta de la comunidad en el culto (1 Cor 14, 16), como conclusión de oraciones y doxologías (Rom 1, 25; 9, 5; 11, 36; 16, 27; Gal 1, 5; Eph 3, 21; Philp 4, 20; 1 Tim 1, 17; 6, 16; 2 Tim 4, 18; Heb 13, 21; 1 Pet 4, 11; 5, 11; Ids 25). En los manuscritos más recientes, a aparece como conclusión de los libros del N. T.; en los mejores manuscritos solamente en Rom 15, 33 y Gal 6, 19.

De la Escritura y de la liturgia judía "amén" ha pasado a la liturgia cristiana. En la liturgia antigua se decía en tres lugares: después de la consagración, en el momento de la comunión y al final de las doxologías (v.); actualmente se dice en los dos últimos. S. Jerónimo afirma que el amén resonaba como un trueno celestial en las basílicas romanas (PL 26, 355) y S. Ambrosio indica su significado en el momento de la comunión:

«Es verdadero. Y lo que la lengua confiesa, que la convicción lo guarde» (De Sacramentis V, 25).

 

L. BERTIN GORGÜLHO.  (GER)

BIBL.: Amén, en TWNT I, 339342; G. DALMAN, Die Worte lesu, 2 ed. Leipzig 1930, 185187; G. M. BEHLER, Amen, «La Vie Spirituellen (mayo 1965) 545 ss.; P. HuFTIER, Corpus Christi. Amen, «La Vie Spirituellev (octubre 1964) 477501.

 

Ver en Wikipedia

 

 

San Ireneo Doctor de la Iglesia con el título de Doctor unitatis (Doctor de la Unidad)

 

El Papa emérito Benedicto XVI llamó a San Ireneo de Lyon pastor y campeón en la lucha contra las herejías.

En la mañana del 7 de octubre, durante su discurso ante los miembros del Grupo de Trabajo Conjunto Ortodoxo-Católico ‘San Ireneo’, el Papa Francisco anunció que proclamará a San Ireneo de Lyon como Doctor de la Iglesia con el título de Doctor unitatis (Doctor de la Unidad).

 

Destacando la importancia primordial de la figura de San Ireneo en la historia de la Iglesia como “un gran puente espiritual y teológico entre los cristianos orientales y occidentales”, el Pontífice recordó que el nombre Ireneo tiene sus raíces en la palabra griega Ειρηναίος (Eirenaios), que significa pacífico , pacificador, seráfico.

ireneo

San Ireneo de Lyon

Ireneo nació en Esmirna, llegó a la Galia en el año 177, discípulo de Policarpo, por tanto indirectamente del apóstol Juan, fue el primer teólogo cristiano en intentar elaborar una síntesis global del cristianismo primitivo.

Tenía el griego como idioma, pero tuvo que aprender otros idiomas para evangelizar a los celtas y los alemanes.

Este santo vivió un período de dura persecución y un período histórico marcado por dos grandes acontecimientos culturales: el auge del gnosticismo en el ámbito cristiano; y la difusión en el mundo pagano del neoplatonismo.

Por eso atacó los errores contenidos en el gnosticismo. De sus obras escritas quedan los siguientes títulos: “Contra las herejías” y “Exposición de la predicación apostólica”, también definida como el catecismo más antiguo de la doctrina cristiana.

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https://www.primeroscristianos.com/san-ireneo-de-lyon/

 

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«Nosotros no decimos cosas grandes, pero las hacemos» escribió uno de ellos: Y cambiaron el mundo pagano

Presentamos algunas consideraciones de Javier Echevarría, acerca de la conveniencia de tener muy presente el ejemplo de los primeros cristianos, para aprender a comprometernos con nuestra fe.

 

Nos conviene volver a considerar la conducta de los Apóstoles y de nuestros primeros hermanos en la fe. Eran pocos, carecían de medios humanos, no contaban entre sus filas —así sucedió, al menos, durante mucho tiempo— con grandes pensadores o gentes de relieve público. Se desenvolvían en un ambiente social de indiferentismo, de carencia de valores, semejante, en muchos aspectos, al que nos toca ahora afrontar.

Sin embargo, no se amedrentaron.

«Tuvieron una conversación maravillosa con todas las personas a las que encontraron, a las que buscaron, en sus viajes y peregrinaciones. No habría Iglesia, si los Apóstoles no hubieran mantenido ese diálogo sobrenatural con todas aquellas almas» (1).

ejemplo primeros cristianos

 

Mujeres y hombres, sus contemporáneos, experimentaron una profunda transformación al ser tocados por la gracia divina.

No se adhirieron simplemente a una nueva religión, más perfecta que las que ya conocían, sino que, por la fe, descubrieron a Jesucristo y se enamoraron de Él, del Dios-Hombre que se había entregado en sacrificio por ellos y había resucitado para abrirles las puertas del Cielo. Este hecho inaudito penetró con enorme fuerza en las almas de aquellos primeros, confiriéndoles una fortaleza a prueba de cualquier quebranto.

«Ninguno ha creído a Sócrates hasta morir por su doctrina —anotaba sencillamente san Justino a mediados del siglo II—; pero, por Cristo, hasta los artesanos y los ignorantes han despreciado, no sólo la opinión del mundo, sino también el temor de la muerte» (2).

 

En un mundo que anhelaba ardientemente la salvación, sin saber dónde encontrarla, la doctrina cristiana se abrió paso como una luz encendida en medio de la obscuridad. Aquellos primeros supieron, con su comportamiento, hacer brillar ante sus conciudadanos esa claridad salvadora y se convirtieron en mensajeros de Cristo —sencillamente, con naturalidad, sin alardes llamativos— con la coherencia entre su fe y sus obras.

«Nosotros no decimos cosas grandes, pero las hacemos» (3), escribió uno de ellos. Y cambiaron el mundo pagano.

En la Carta apostólica que dirigió a toda la Iglesia, en preparación del gran jubileo del año 2000, el beato Juan Pablo II explicaba que «en Cristo la religión ya no es un "buscar a Dios a tientas" (cfr. Hch 17, 27), sino una respuesta de fe a Dios que se revela: respuesta en la que el hombre habla a Dios como a su Creador y Padre; respuesta hecha posible por aquel Hombre único que es al mismo tiempo el Verbo consustancial al Padre, en quien Dios habla a cada hombre y cada hombre es capacitado para responder a Dios» (4).

 

Javier Echevarría (29.09.2012)

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[1] San Josemaría, Carta 24-X-1965, n. 13.
[2] San Justino, Apología 2, 10 (PG 6, 462).
[3] Minucio Félix, Octavio, n. 38 (PL 3, 357).
[4] Beato Juan Pablo II, Carta apost. Tértio millénnio adveniénte, 10-XI-1994, n. 6.

 

 

El nombre «Christianus» sólo empezó a difundirse en Occidente cristiano a partir del siglo IV

Un breve artículo de Carlo Carletti en L´Osservatore Romano aborda un aspecto concreto de la construcción de la identidad cristiana en los primeros tiempos: la forma en que los miembros de la nueva comunidad religiosa se llamaban unos a otros.

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La palabra Christianus [cristiano] sólo empezó a difundirse en Occidente, y con mucha lentitud, a partir de la conversión de Constantino, el emperador que con el edicto de Milán del año 313, en virtud del cual la religión cristiana comenzó a dejar se ser perseguida y acabó convirtiéndose en la religión del Imperio.
Antes de esa fecha, la fraternidad cristiana no sólo como virtud, sino también como forma de vida, había hecho cuajar la fórmula "los hermanos" para referirse a los demás miembros de la Iglesia. Así se plasma, por ejemplo, en diversas inscripciones funerarias, donde el deseo de autorrepresentación evidencia este hecho.
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Tres lápidas...

Carletti se fija por ejemplo en una lápida en torno a al año 220, que se expone en el Museo Nacional de Roma, donde Alejandro, el padre del difunto (Marco), ambos siervos, se dirige en primera persona a quienes lean la lápida: "Os pido, buenos hermanos en el nombre del Dios único, que tras mi muerte nadie dañe esta tumba". Dado que la lápida no estaba en una catacumba, sino en un cementerio donde había tumbas cristianas y paganas, la expresión "hermanos" adquiere un valor identificativo.

Lo mismo pasa con el que se considera el primer elogio funerario latino de la comunidad cristiana de Roma, en torno al año 270. Se conserva en una de las zonas más antiguas del cementerio de Priscila. Son también unos padres que entierran a su hija Ágape, de catorce años, quien al final de los hexámetros se dirige a ellos:

"Eucaris, madre mía, y Pío, padre mío, os pido, hermanos, que cuando vengáis aquí a rezar y en todas vuestras oraciones invoquéis al Padre y al Hijo y os acordéis de vuestra querida Ágape, para que Dios Omnipotente la conserve en la eternidad".

De nuevo la expresión "hermanos", referida imaginariamente a los padres, alude a su condición de cristianos.

No cerca de la tumba de Ágape está la de Leoncio, unos veinte años anterior, donde sus amigos le despiden así:

"Leoncio, paz te desean los hermanos. Adiós".

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...y dos referencias

Este hecho notorio de que los cristianos, antes de existir este nombre, se llamasen "hermanos", sorprendía a los paganos, como recoge Minucio Félix en su imaginario diálogo Octavius: "Se aman casi antes de conocerse... y se llaman sin distinción hermanos y hermanas".

Y un siglo después Lactancio explica: "No hay otra razón para llamarnos hermanos que el hecho de que nos consideramos todos iguales. Esclavos y libres, grandes y pequeños son iguales entre sí y ante Dios se distinguen sólo por la virtud".

La hermandad como identidad, y la identidad en Cristo: dos denominaciones sucesivas, pues, y un mismo principio que ya latía en los siglos de los mártires.

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L´Osservatore Romano

 

Betsaida - La ciudad de Pedro, Andrés y Felipe

Un especialista afirma que ha puesto fin al debate científico en torno a la situación exacta de Betsaida después de tres décadas de excavaciones en el yacimiento de Et-Tell

 

Betsaida, en la región de Galilea, es una de las ciudades más mencionadas en los evangelios. De allí eran los apóstoles san Pedro, san Andrés y san Felipe y allí se cree que Jesús llevó a cabo varios milagros, como el de los panes y los peces o el de devolver la vista un ciego.

No obstante, no hay consenso científico acerca de su localización exacta. Dos asentamientos situados junto al Mar de Galilea, en Israel, han sido relacionados históricamente con la antigua Betsaida: Et-Tell, El-Araj y el-Mesydiah.

 

Betsaida

 

Ahora, el arqueólogo Rami Arav, profesor del Departamento de Filosofía y Religión y del Departamento de Historia de la Universidad de Nebraska, afirma haber encontrado la ubicación exacta de la ciudad bíblica y que es Et-Tell. Este sitio arqueológico se encuentra en Cisjordania, apenas a un kilómetro y medio del Mar de Galilea.

 

Desde la Edad de Hierro

El yacimiento ha sido estudiado durante 32 años. Durante las sucesivas excavaciones, Arav y su equipo descubrieron fortificaciones monumentales, almacenamiento de alimentos y una puerta de la ciudad en el sitio arqueológico, que los científicos dicen que se remontan a la Edad del Hierro y afirman que pertenecen a la capital de Geshur, que más tarde se convirtió en Betsaida.

«Las fuentes antiguas imponen varios requisitos para la identificación de Betsaida», ha apuntado en el Daily Mai, donde también ha agregado que «los hallazgos en Et-Tell me convencieron no solo a mí, sino a un grupo de expertos».

Este especialista ha acudido hasta Tito Flavio Josefo, historiador judeoromano del siglo I, quien describe la ubicación de Betsaida en sus escritos. «Él afirma que la ciudad estaba en el "bajo Golán cerca del estuario del río Jordán», ha rematado mientras ha señalado que se trata del mismo lugar que el sitio de excavación de El-Tell.

 

 

Movimientos tectónicos

El principal escollo con el que se encuentran Arav es lo alejado que se encuentra Et-Tell del Mar de Galilea, contrariamente a la descripción bíblica de Betsaida como un lugar accesible en barco.

Sin embargo, el especialista apunta a que pudo haber estado más cerca en la antigüedad, y que los por movimientos tectónicos y cambios en los niveles de agua hayan provocado el alejamiento. «El mar de Galilea está justo en medio de la grieta sirioafricana y es propenso a cambios tectónicos», ha señalado Arav que ha recordado que su equipo ha descubierto equipos de pesca antiguos entre las ruinas del asentamiento.

También ha tenido palabras para los especialistas que apuntan a que la ciudad bíblica se encuentra en realidad en El-Araj y ha aseverado que lo que se ha encontrado en la zona es un campamento militar, no la auténtica Betsaida.

 

 

abc.es

 

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Los cristianos, perseguidos por el Sanedrín, se desvincularon muy pronto de la Sinagoga. El Cristianismo, desde sus orígenes, fue universal, abierto a los gentiles, y éstos fueron declarados libres de las prescripciones de la Ley mosaica.

  1. Primera expansión
  2. Universalidad del Cristianismo
  3. El concilio de Jerusalén
  4. Los propulsores de la expansión
  5. Fuentes para la expansión

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1. Primera expansión

«No es el discípulo más que el Maestro» (Mt X, 24), había advertido Jesús a los suyos, cuando aún permanecía con ellos en la tierra. El Sanedrín declaró a Jesús reo de muerte por proclamar que Él era el Mesías, el Hijo de Dios. La hostilidad de las autori­dades de Israel, que habían condenado a Cristo, debía dirigirse luego contra los Apóstoles, que anunciaban a Jesucristo Resucitado y confirmaban su predicación con milagros obrados ante todo el pueblo.

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El Sanedrín intentó silenciar a los Apóstoles, pero Pedro respondería al Sumo Sacerdote que «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres» (Act V, 29). Los Apóstoles fueron azotados, pero ni las amenazas ni la violencia lograron acallarlos, y salieron gozosos «por haber sido hallados dignos de sufrir oprobio» por el nombre de Jesús.

La muerte del diácono San Esteban, lapidado por los judíos, señaló el principio de una gran persecución contra los discípulos de Jesús.

La separación entre Cristianismo y Judaismo se hizo cada vez más profunda y patente. El universalismo cristiano se puso pronto de manifiesto, en contraste con el carácter nacional de la religión judía. A Antioquia de Siria, una de las grandes metrópolis de Oriente, llegaron discípulos de Jesús fugitivos de Jerusalén.

Algunos de ellos eran helenistas, con mentalidad más abierta que la de los judíos palestinos, y comenzaron a anunciar el Evangelio a los gentiles. En la cosmopolita Antioquía, el universalismo de la Iglesia se hizo realidad y allí fue, precisamente, donde los seguidores de Cristo comenzaron a llamarse cristianos.

 

2. Universalidad del Cristianismo

La universalidad de la Redención y de la Iglesia de Jesucristo fue confirmada de modo solemne por una milagrosa acción divina, que tuvo al Apóstol Pedro por protagonista y testigo. A Pedro —como una prueba más de su Primado— le fue reservada la suerte de abrir a los gentiles las puertas de la Iglesia.

Los signos extraordinarios que acompañaron a la conversión en Cesárea del centurión Cornelio y su familia tuvieron para Pedro valor decisivo. «Ahora reconozco —fueron sus palabras— que no hay para Dios acepción de personas, sino que en toda nación el que teme a Dios y practica la justicia es acepto a Él» (Act X, 34-35).

En Jerusalén, la noticia de que Pedro había otorgado el bautismo a gentiles incircuncisos produjo estupor. Fue preciso que el Apóstol relatara puntualmente lo ocurrido para que los judeo-cristianos de la Ciudad Santa mudaran de mente y superasen inveterados prejuicios.

expansion cristianismo

Comenzaban a comprender que la Redención de Cristo era universal y que la Iglesia estaba abierta a todos: «Al oír estas cosas callaron y glorificaron a Dios diciendo: luego Dios ha concedido también a los gentiles la penitencia para la vida» (Act XI, 18).

Pero la definitiva victoria del universalismo cristiano necesitaba todavía superar un último obstáculo. La admisión de los gentiles en la Iglesia había sido una novedad difícil de com­prender para muchos judeo-cristianos, aferrados a sus viejas tradiciones.

Estos cristianos de origen judío consideraban que los conversos gentiles, para poder ser salvos, necesitaban cuando menos circuncidarse y observar las prescripciones de la Ley de Moisés.

Estas pretensiones, que conturbaron vivamente a los cristianos procedentes de la gentilidad, tuvieron sin embargo la virtud de obligar a plantear abiertamente la cuestión de las relaciones entre la Vieja y la Nueva Ley, y sentar de modo inequívoco la independencia de la Iglesia con respecto a la Sinagoga.

 

3. El concilio de Jerusalén

Para tratar de problemas tan fundamentales se reunió en el año 49 el denominado «concilio» de Jerusalén. En la asam­blea, Pablo y Bernabé llevaron la voz de las iglesias de la gentilidad y dieron testimonio de las maravillas que Dios había obrado en ellas.

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El Apóstol Pedro, una vez más, habló con autoridad en defensa de la libertad de los cristianos, en relación con las observancias legales de los judíos.

El «concilio», a propuesta de Santiago, obispo de Jerusalén, acordó no imponer cargas superfluas a los conversos gentiles; bastaría que éstos se atuvieran a unos sencillos preceptos: guardarse de la fornicación y, por respeto a la Vieja Ley, abstenerse de comer carnes no sangradas o sacrificadas a los ídolos (Act XV, 1-33).

De este modo quedó resuelto de forma definitiva el problema de las relaciones entre Cristianismo y Ley mosaica.

Los judeo-cristianos siguieron existiendo todavía durante cierto tiempo en Palestina, pero como un fenómeno minoritario y residual, dentro de una Iglesia cristiana, cada vez más extendida por el mundo gentil.

 

4. Los propulsores de la expansión

Los grandes propulsores de la expansión del Cristianismo fueron los Apóstoles, obedientes al mandato de Cristo de anunciar el Evangelio a todas las naciones. No es fácil —por falta de fuentes históricas— conocer la actividad misional de la mayoría de los Apóstoles. Nos consta que el Apóstol Pedro, al marchar de Palestina, se estableció en Antioquía, donde existía una importante comunidad cristiana.

Es posible que luego residiera algún tiempo en Corinto, pero su destino definitivo sería Roma, capital del Imperio, de cuya Iglesia fue primer obispo. En Roma, Pedro sufrió martirio en la persecución desencadenada por el emperador Nerón (a. 64). El Apóstol Juan, tras una larga permanencia en Palestina, se trasladó a Éfeso, donde vivió muchos años más, circunstancia ésta por la cual las iglesias de Asia le consideraron como su propio Apóstol.

Viejas tradiciones hablan de las actividades apostólicas de Santiago el Mayor en España, del Apóstol Tomás en la India, del Evangelista Marcos en Alejandría, etc.

 

5. Fuentes para la expansión

Las noticias sobre la acción apostólica de San Pablo son sin duda las más abundantes, gracias a las informaciones contenidas en los Hechos de los Apóstoles y en el importante corpus de las Epístolas paulinas. San Pablo fue, por excelencia, el Apóstol de las Gentes, y sus viajes misionales llevaron el Evangelio por Asia Menor y Grecia, donde fundó y dirigió numerosas iglesias.

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Preso en Jerusalén, su largo cautiverio le dio ocasión de dar testimonio de Cristo ante el Sanedrín, los gobernadores romanos y el rey Agripa II.

Conducido a Roma, fue puesto en libertad por el tribunal del César, y es probable que entonces realizara un viaje misional a España, proyectado desde hacía tiempo.

Preso por segunda vez, Pablo sufrió otro juicio, fue condenado y murió mártir en la Urbe imperial.

La obra de los Apóstoles no agota, con todo, el cuadro de la expansión cristiana en el mundo antiguo.

Es indudable que las más de las veces serían hombres humildes y desconocidos —funcionarios, comerciantes, soldados, esclavos— los portadores de las primicias del Evangelio.

Con algunas salvedades, es lícito afirmar que la penetración cristiana fue durante estos siglos un fenómeno que afectó a las poblaciones urbanas mucho más que a las rurales.

Al sonar la hora de la libertad de la Iglesia, en el siglo IV, el Cristianismo había arraigado con fuerza en diversas regiones del Oriente Próximo, como Siria, Asia Menor y Armenia; y en Occidente, en Roma y su comarca y en el África latina.

La presencia del Evangelio fue también considerable en el valle del Nilo y varias regiones de Italia, España y las Galias.

 

Fuente: José Orlandis (Historia de la Iglesia, 2001)

 

 

Expansión del cristianismo

pez.jpg  LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO

pez.jpg  PRIMERA EXPANSIÓN

pez.jpg  EL IMPERIO PAGANO Y EL CRISTIANISMO

pez.jpg   LA IGLESIA EN EL IMPERIO ROMANO-CRISTIANO

 

 

Virgen del Rosario

Su fiesta fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.


Historia del Rosario

Desde el principio de la Iglesia, los cristianos rezan los salmos como lo hacen los judíos. Mas tarde, en muchos de los monasterios se rezan los 150 salmos cada día. Los laicos devotos no podían rezar tanto pero querían según sus posibilidades imitar a los monjes.

Ya en el siglo IX había en Irlanda la costumbre de hacer nudos en un cordel para contar, en vez de los salmos, las Ave Marias. Los misioneros de Irlanda mas tarde propagaron la costumbre en Europa y hubieron varios desarrollos con el tiempo.


Santo Domingo busca las ovejas perdidas

La Madre de Dios, en persona, le enseñó a santo Domingo de Guzmán a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.

Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albingense. Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual.

El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albingenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.

 

Virgen del Rosario

Virgen del Rosario. Murillo.

 

También negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También habían factores políticos envueltos.

Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas.

Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.


La Virgen acude en ayuda de Santo Domingo de Guzmán

La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.

Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito por que muchos albingenses volvieron a la fe católica.

Lamentablemente la situación entre albingences y cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual hizo que la cosa llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el rosario.

Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.


Las promesas de la Virgen a los que recen el rosario

Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.

El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.


Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:

1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.

3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.

4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.

5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.

6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.

7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.

8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.

9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.

10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.

11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.

12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.

14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.

15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.

 

 

La fiesta de Nuestra Señora del Rosario

Fue establecida por primera vez por el Papa Pío V en 1573 en acción de gracias a Dios por la derrota de la armada cristiana de la flota turca en Lepanto.

El papa Clemente XI extendió la fiesta a toda la Iglesia en 1716 después de la derrota cristiana de los turcos en Hungría. Se dice que el rosario se desarrolló a través de la práctica cristiana primitiva de recitar los 150 Salmos orados por la Iglesia.

Los que no podían leer reemplazaron los Salmos con 150 Padres Nuestros, usando lo que se conocía como cuentas de paternóster para contar, y finalmente con 150 Ave Marías, también llamada Salterio a Nuestra Señora.

Como anécdotas, tanto la Virgen de Lourdes en su aparición de 1858 pidió a sus aparecidos que rezaran el rosario como la de Fátima en 1917 durante la sexta aparición el 13 de octubre, nuestra Señora les dijo a los niños que quería que se construyera una capilla allí en su honor y que la gente rezara el rosario diariamente.

Ella les dijo a los niños, “Soy la Señora del Rosario”. Gran parte de los papas del siglo XX fueron muy devotos de esta advocación, San Juan Pablo II manifestó en 1978 que el rosario era su oración preferida.

La iglesia católica ha consagrado el mes de octubre al rosario desde 1887.

 

+ info -

https://www.primeroscristianos.com/historia-del-rosario/

 

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San Jerónimo, nacido alrededor del 347, "puso en el centro de su vida la Biblia: la tradujo en lengua latina, la comentó en sus obras y sobre todo se comprometió a vivirla concretamente en su existencia terrena"

 

Primera intervención de Benedicto XVI

“Dios habla a cada uno en la Sagrada Escritura”


San Jerónimo nos enseña a «amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura».

CIUDAD DEL VATICANO, 7 NOV 2007 (VIS).-

San Jerónimo

Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles a San Jerónimo. La audiencia se celebró en la Plaza de San Pedro y contó con la presencia de 40.000 personas.

San Jerónimo, nacido alrededor del 347, "puso en el centro de su vida la Biblia: la tradujo en lengua latina, la comentó en sus obras y sobre todo se comprometió a vivirla concretamente en su existencia terrena", explicó el Papa.

Este Padre de la Iglesia, de familia cristiana, "recibió en Roma una esmerada formación (...) y una  vez bautizado (...) se orientó hacia la vida ascética (...) y partió para Oriente, viviendo como eremita en el desierto. Perfeccionó el griego, (...) estudió el hebreo y transcribió códices y obras patrísticas" y "la meditación, la soledad y el contacto con la Palabra de Dios hicieron madurar su sensibilidadcristiana".

De vuelta a Roma, el Papa Dámaso lo tomó como secretario y consejero. Muerto el pontífice, Jerónimo peregrinó a Tierra Santa y Egipto y se asentó en Belén, donde permaneció hasta su muerte (419/420) "desarrollando siempre una intensa actividad".

En Belén, San Jerónimo "comentó la Palabra de Dios, defendió la fe oponiéndose con vigor a diversas herejías; exhortó a los monjes a la perfección; enseñó la cultura clásica y cristiana a sus jóvenes alumnos y acogió con solicitud pastoral a los peregrinos que visitaban la Tierra Santa".

"Su preparación literaria y su vasta erudición -dijo el Santo Padre- le permitieron la revisión y traducción de muchos textos bíblicos: una tarea preciosa para la Iglesia latina y para la cultura occidental".

Recordando que la gran aportación del santo es "la llamada Vulgata: el texto oficial de la Iglesia latina, reconocido como tal en el Concilio de Trento", el Papa comentó los criterios elegidos por Jerónimo para la traducción, como el de "respetar incluso el orden de las palabras en las Sagradas Escrituras", porque en ellas hasta ese orden, como escribe Jerónimo, "es un misterio", es decir, "una revelación".

Jerónimo reafirma también "la necesidad de recurrir a los textos originales: (...) el griego para el Nuevo Pacto" y "el hebreo" para el Antiguo Testamento. "Así -explica el santo- todo lo que surge de la fuente lo podemos encontrar en los arroyos".

Para él además, observó el Santo Padre, los comentarios de los textos "deben ofrecer diversas opiniones para que "el lector, (...) después de haber leído las diversas explicaciones, (...) juzgue cual es la más fiable".

El autor de la Vulgata "confutó con energía y vivacidad a los herejes que contestaban la tradición y la fe de la Iglesia" y "demostró la importancia y la validez de la literatura cristiana, digna de confrontarse con la clásica, transformada en una verdadera cultura cristiana".

"De Jerónimo debemos aprender a amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura  porque ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo", dijo el Papa. Por eso, es importante "vivir en contacto y en diálogo vivo" con ella.

"Este diálogo -explicó- debe tener dos dimensiones. Por una parte, debe ser un diálogo realmente personal (...) porque Dios tiene un mensaje para cada uno de nosotros.   Debemos leer las Escrituras no como palabras del pasado sino como palabra de Dios que habla también conmigo y tratar de entender qué me dice el Señor".

Ahora bien, "para no caer en el individualismo debemos tener presente que la Palabra de Dios se nos da para construir comunión para unirnos en esta verdad, en este camino. (...) La Palabra de Dios, aunque sea siempre personal, es siempre una palabra que construye (...) Iglesia. Por eso, debemos leerla siempre en comunión con la Iglesia viva. El lugar privilegiado de la escucha de la Palabra de Dios es la liturgia".

"La palabra de Dios trasciende el tiempo -concluyó el pontífice-. Las opiniones humanas van y vienen. (...) La Palabra de Dios es palabra de vida eterna. Lleva en sí la eternidad, lo que es válido para siempre".

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Las cinco razones por las que la Sagrada Familia es una visita ineludible

Razones arquitectónicas, religiosas, culturales y artísticas

 

Es bien conocida la frase con la que Gaudí pronosticó el interés internacional que despierta la Sagrada Familia: «Vendrá gente de todo el mundo a ver lo que estamos haciendo». Más de un siglo después, los datos así lo confirman: en los últimos años, más de cuatro millones de personas visitan el templo cada año (y unos veinte millones se acercan para contemplarla desde el exterior) y, tal y como dijo el arquitecto, vienen de todas partes del mundo.

 

Estos datos han posicionado a la Sagrada Familia como el monumento más visitado de España durante el 2019, según el listado elaborado por la plataforma de viajes Tripadvisor, y el sexto de todo el mundo, ranking encabezado por el Coliseo de Roma, el Museo del Louvre (París) y los Museos Vaticanos.

Los motivos para visitar la Basílica y conocer todos los detalles de su construcción, así como la evolución de las obras, ya en la recta final, pueden ser tan variados como las personas que quieren conocerla. No obstante, hay razones comunes que se han mantenido invariables a lo largo del tiempo y que son las que han hecho de este templo una visita ineludible.

 

Sagrada Familia

 

Aprovechando que, tras el cierre obligado por la pandemia de la COVID-19, la Sagrada Familia vuelve a abrir sus puertas al público (aunque con restricciones por motivos de seguridad), repasamos los cinco motivos principales que hacen de la Basílica una parada obligatoria.

 

1. Es un icono de la arquitectura

La Sagrada Familia es la muestra de arquitectura más contundente a la hora de representar un momento muy concreto y convulso: el cambio del siglo XIX al XX, cuando, de repente, todo cambió en el mundo occidental y en Barcelona. Llegaron la industrialización y los inventos modernos, nació la clase obrera y aparecieron los conflictos, que desencadenaron transformaciones sociales.

En este contexto, Gaudí crea una arquitectura expresiva fruto de aquellos momentos y que se proyecta decididamente hacia el futuro. Nace el modernismo, pero va más allá de este movimiento y de las cuestiones formales u ornamentales vinculadas a él.

 

 

Por eso, el reconocimiento de este icono, tímido al principio, fue en aumento desde la década de los cincuenta del siglo pasado, extendiéndose por todo el mundo hasta que, a día de hoy, la Basílica está consolidada como un modelo ejemplar de la arquitectura en mayúsculas, de cómo las diferentes ramas técnicas, artísticas y de cálculo que la conforman se ponen al servicio del uso y el propósito del edificio que, en este caso, es la difusión del mensaje cristiano.

 

2. Es el único gran Templo en el mundo que todavía está en construcción.

El tiempo de construcción de las catedrales ha acostumbrado a ser largo, y, en algunos casos, realmente muy largo: la catedral de Colonia (Alemania) tardó 632 años en estar acabada; la catedral de Milán, 577 años, y la Abadía de Westminster (Londres), tardó exactamente 500 años en construirse.

También hay otros tres edificios no religiosos que han tardado bastante en construirse, como la Alhambra de Granada, que se calcula que tardó 600 años, o el monumento megalítico Stonehenge (Inglaterra), que se cree que podría haber tardado 1.600 años. En cualquier caso, el tiempo de las catedrales se inició en el siglo XII y, como una fiebre constructora, fue el motor que impulsó el crecimiento de las ciudades medievales durante unos tres siglos.

El fenómeno, no obstante, se prolongó en el tiempo, y muchas otras ciudades se añadieron más tarde a esta oleada. Se sucedieron los estilos, desde el románico hasta el neogótico, y podríamos decir que, a lo sumo, el tiempo de las catedrales llegó hasta el siglo XIX, pese a la existencia de algún caso aislado en alguna ciudad que no vio la suya terminada hasta el siglo XX, como Barcelona.

 

 

 

Es por eso que la Sagrada Familia, iniciada a finales del siglo XIX, es decir, hacia el final de esta etapa, y continuada durante todo el siglo XX, es sin duda un caso excepcional.

Cada catedral tiene su historia y sus motivos para provocar el alargamiento de las obras, generalmente la escasez de fondos o donativos, pero en el caso de nuestro templo podemos decir que, pese a seguir diferentes ritmos, las obras siempre han tenido continuidad.

Tan solo se cerraron en el período de 1936-1939, es decir, durante la guerra civil española, y ahora también, por segunda vez en más de un siglo, a causa de la pandemia de la COVID-19.

 

3. Es la obra magna de un genio.

A pesar de que cuando Gaudí murió todo el mundo salió a la calle a despedirlo, su obra tenía poco reconocimiento desde el punto de vista del arte y la arquitectura en aquel momento.

Han tenido que pasar años para que recibiese el trato que realmente se merecía. Su obra se ha declarado íntegramente Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: el listado comenzó en 1994, y en el 2005 se incluyeron la fachada del Nacimiento y la cripta de la Sagrada Familia.

 

 

Y es que Gaudí había integrado en esta obra todas las artes que forman parte de la arquitectura, desde la mecánica estructural hasta el más pequeño detalle, ya fuera funcional o simbólico.

Además, la Sagrada Familia, al ser la obra que más tiempo le ocupó a su autor (prácticamente la totalidad de su vida profesional como arquitecto), aglutina muchas de las genialidades que Gaudí ya había ido descubriendo en otros proyectos.

 

4. Es una obra en la que la tradición y la innovación se combinan a la perfección.

Esta dualidad es así desde la época de Gaudí y es la que explica, por ejemplo, que las torres centrales del templo, todo un reto constructivo, puedan estar finalizadas en menos de cinco años de trabajo, pero que la piedra que se utiliza para hacerlas tenga el toque artesanal y centenario de los picapedreros.

 

sagrada familia

 

La vertiente tecnológica de la Sagrada Familia incluye la utilización de elementos como el acero dúplex, un acero inoxidable que tiene más resistencia mecánica o a la corrosión, o técnicas como la del corte mecánico de la piedra, pero va más allá de la obra e incluye también la seguridad y la gestión simultánea de la obra y el turismo.

Todo eso convive al mismo tiempo con un trabajo de artesanos difícil de ver en otro lugar que no sea este. En algunos casos, de hecho, son los últimos artesanos que quedan de técnicas que esperamos que tengan continuidad al finalizar las obras: desde el ya mencionado trabajo artesanal de dar textura la piedra o el trencadís de colores, hasta el trabajo con la forja al fuego vivo, pasando por las vidrieras emplomadas al estilo de las catedrales góticas.

 

 

 

 

5. Un espacio interior lleno de espiritualidad.

Hasta el año 2010, la Sagrada Familia atraía a los visitantes por sus exuberantes fachadas. La arquitectura hecha escultura hablaba a los observadores, y de boca en boca pasaba el mensaje de que era hecha con piedras llenas de vida y contenido.

No obstante, en el 2010, se celebró la ceremonia de dedicación del templo como Basílica y, desde ese momento, este abrió su interior a los feligreses, peregrinos y visitantes, que se encuentran con un espacio del que pocos salen sin quedar conmocionados.

El bosque de columnas de troncos y ramas inclinadas que sostienen unas bóvedas perforadas para dejar pasar la luz como lo hace el follaje de los árboles de un bosque real, su gran altura, sus proporciones, y el magnífico juego de luces cambiantes que proporcionan las vidrieras de colores, definen algo más que una construcción única: definen un espacio lleno de espiritualidad que realmente embelesa y cautiva a cualquier visitante.

 

 

+ info -

Así quedará la Sagrada Familia de Barcelona en el 2026

 

 

blog.sagradafamilia.org

 

 

 

 

El Apologeticum inaugura la literatura cristiana en lengua latina

Escrito por Tertuliano en el año 197. Aunque de hecho se discuta sobre la existencia de versiones latinas parciales de la Biblia anteriores a Tertuliano, tal vez de origen judaico, ello no parece probable; mientras que para las numerosas citas bíblicas presentes enlos escritos tertulianos la hipótesis más verosímil es que se trate de traducciones extemporáneas de la de los Setenta del proprio Tertuliano, que había compuesto obras también en griego.

La obra de Tertuliano presenta algunos problemas relativos precisamente a la posibilidad de que se trate verdaderamente de la primera obra escrita en latín por un cristiano. El más debatido es su estrecha relación literaria con el Octavius de Minucio Felix, indudable pero tal que no se puede concluir cuál de las dos obras es precedente y por lo tanto fuente de la otra.

Otra cuestión se refiere a la relación del Apologeticum con la obra tertuliana Ad nationes, también del 197, que podría representar su primer esbozo. 

Del Apologeticum se discute también la posibilidad de que hayan circulado del texto dos redacciones: de estas la segunda (llamada fuldense) estaría probada por un manuscrito procedente del monasterio alemán de Fulda —perdido, pero sus variantes a finales del siglo XVI fueron transcritas por un filólogo y por lo tanto publicadas por otros algún año después— y por un fragmento de otro códice suizo.

La hipótesis, fundada en un material más bien escaso, se refuerza en cambio por un hecho. Para su Adversus Marcionem Tertuliano certifica la existencia de tres ediciones: tras la primera redacción preparó una segunda más amplia, que le fue sustraída —antes de la difusión de un número suficiente de copias— por un cristiano después apóstata que se sirvió de ello sin escrúpulo alguno, haciendo así necesaria una tercera edición con adiciones que permitieran distinguirla como auténtica.

Para reforzar la hipótesis de dos ediciones del Apologeticum existe además la propia praxis editorial antigua. Esta comprendía el dictado de la obra a taquígrafos, su transcripción por copistas y de ahí la copia definitiva encomendada a calígrafos (las copias naturalmente eran más de una), con revisiones del autor, quien podía sucesivamente modificar la obra y hacer así que circularamás de una edición.

 

 

+ info -

Tertuliano - una de las grandes personalidades de la Iglesia antigua

 

ver en wikipedia

 

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