Las tumbas presentan imágenes de enredaderas, flores y patrones geométricos, así como figuras mitológicas. Archivo del Proyecto de Excavación Arqueológica Blaundus. Las excavaciones en Blaundos en Usak , Turquía, han revelado 400 tumbas excavadas en la roca que datan de hace 1.800 años, cuando la antigua ciudad estaba bajo control romano.
Muchas de las tumbas están decoradas con imágenes de ramas de vid, racimos de uvas, flores, animales y figuras mitológicas, informa la agencia estatal Anadolu (AA).
Blaundos estaba ubicado en lo alto de una colina y rodeado por un cañón que ofrecía protección contra los atacantes. Las tumbas fueron excavadas en los lados empinados del cañón.
“Hay sarcófagos arqueados tallados en el lecho de roca frente a las paredes de cada habitación” , dice a AA el líder de la expedición Birol Can , arqueólogo de la Universidad de Uşak. “Aparte de estos, dentro de las tumbas de roca también se encontraron lugares que se cree que se utilizarían para ceremonias funerarias.
La puerta principal de las tumbas se cerró con una puerta de mármol y se volvió a abrir durante los tiempos de entierro o ceremonia en el pasado ".
Los antiguos residentes de la ciudad excavaron las tumbas en los lados de un cañón. Archivo del Proyecto de Excavación Arqueológica BlaundosAlgunas de las tumbas tienen una sola cámara, mientras que otras son "estructuras complejas formadas por la disposición de las habitaciones una tras otra", dice Can a Laura Geggel de Live Science .
“Estas habitaciones no se crearon de una sola vez”, agrega. “Se desprende de las huellas en las paredes que estas tumbas fueron diseñadas originalmente como una sola habitación. Sin embargo, con el tiempo, cuando no había lugar para el entierro en esta habitación individual, la habitación se amplió hacia adentro y se agregaron la segunda, la tercera y luego la cuarta habitación ”.
Los arqueólogos han estado al tanto de la necrópolis excavada en la roca, uno de los sitios de enterramiento más grandes de su tipo en el mundo, durante más de 150 años. Pero los investigadores solo comenzaron a excavar sistemáticamente Blaundos en 2018 .
Aparte de las tumbas, escribe Argun Konuk para Daily Sabah , el equipo ha identificado templos, un teatro, un baño público , acueductos, un edificio estatal, un estadio y más.
A lo largo de los siglos, los ladrones de tumbas destruyeron parcialmente algunas de las tumbas mientras se llevaban joyas y otros artículos preciosos. Pero quedan muchos objetos.
Incluyen fragmentos de cerámica y monedas que datan del siglo II al IV d.C., así como ajuares funerarios como espejos, anillos, tazas y lámparas de aceite, presumiblemente destinados a ser utilizados en el más allá. Los murales que decoran 24 de las cámaras siguen siendo visibles pero están en mal estado.
“Algunas de estas tumbas fueron utilizadas como refugios de animales por los pastores hace mucho tiempo”, dice Can Live Science . “Los frescos estaban cubiertos con una capa densa y negra de hollín debido a los incendios que se producían en esa época”.
Un equipo de conservación ha limpiado algunas de las pinturas, que incluyen motivos de enredaderas, flores, coronas y patrones geométricos, así como figuras mitológicas como Hermes, Eros y Medusa y animales como pájaros y perros.
Blaundos fue fundada por un comandante del mismo nombre que sirvió bajo Alejandro Magno después de que su ejército arrasara Asia Menor en el siglo IV a. C.
Originalmente habitada por macedonios , más tarde se convirtió en una importante ciudad romana, señala Peta Stamper para " History Hit ". En las últimas eras romana y bizantina, Blaundos fue sede de obispos que lideraban comunidades cristianas en el área circundante.
Las tumbas descubiertas hasta ahora son solo una parte de la necrópolis. Cientos de otras tumbas aún no se han excavado. El equipo también planea realizar análisis químicos y de ADN destinados a determinar la ascendencia, la edad, el sexo y la dieta de los enterrados en la antigua ciudad.
Luces que vienen de lo lejos.
Voces que nos hablan desde la distancia.
Eco de vidas entregadas por Cristo y por la Iglesia.
Recuerdo de vidas vividas con intensidad, auténticas, coherentes.
La selección de textos que se presenta en este libro busca dar a conocer la vida de los primeros cristianos a las mujeres y a los hombres del siglo XXI: hacernos presente el espíritu que ellos vivieron, tal como ellos mismos lo han contado.
Se pretende con este libro que los primeros escritores cristianos hablen directamente al lector, y que este diálogo directo sea enriquecedor para quien lo mantenga con ánimo abierto y oído atento.
Se trata de poner al alcance de los lectores algunos de los tesoros que se encuentran en sus escritos y que no son fácilmente conocidos por quienes no son especialistas.
Estos textos de la antigüedad cristiana tienen un especial atractivo porque nos permiten captar el mensaje cristiano en sus fuentes originarias. Viajamos a los tiempos del nacimiento de la Iglesia. Nos permiten acercarnos a los primeros eslabones de esta fabulosa cadena que a lo largo de la historia ha transformado el mundo.
De San Clemente Romano a San Agustín
En las páginas de este libro se incluyen textos de los Padres Apostólicos y los escritores de finales del siglo I y de la primera mitad del siglo II (San Clemente de Roma, San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna…), que son verdaderos testigos de los comienzos, ya que conectan directamente con los tiempos de los Apóstoles.
Los Padres y apologistas de los siglos II y III, que fueron auténticos defensores de la fe, ante las duras persecuciones (San Justino, Atenágoras, Teófilo de Antioquía,…) y ante la aparición de las primeras herejías (San Ireneo de Lyon, Orígenes, Clemente de Alejandría, Tertuliano, San Cipriano de Cartago…).
Y termina con los grandes Padres de Oriente y de Occidente del siglo IV y de la primera mitad del V. Concretamente hasta San Agustín de Hipona (354-430).
Un excelente libro de consulta
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En cuanto a los autores que se citan, se puede encontrar en el comienzo del libro una “relación cronológica” de los mismos, para que el lector pueda situarlos en el tiempo con más facilidad.
En las páginas finales se recoge una breve “información biográfica”sobre cada uno de ellos, de modo que se pueda conocerlos mejor y hacerse cargo de las circunstancias que rodearon su vida.
Se ofrece también un “índice por autores” y otro “índice temático” que pueden ser útil es para localizar los textos con más facilidad, también pensando en la preparación de conferencias, charlas, pláticas, homilías, etc.
En los textos seleccionados se ha resaltado en “negrita” algunas palabras para facilitar al lector centrar la atención en esas ideas. Habitualmente son sencillos y se entienden fácilmente, pero hay algunos que merece la pena dedicarles un poco más de tiempo y esfuerzo para pensar en ellos más despacio.
Dentro de cada capítulo los textos respetan el orden de antigüedad para facilitar la comprensión se sus contenidos.
Autor: Gabriel Larrauri Aguirre
Editorial: Planeta Testimonio
Hasta finales de octubre, el sacerdote tenía su base en Kombolcha, pueblo ubicado en las afueras de la región de Amhara, cerca de Tigray y a unos 380 km al norte de la capital Addis Abeba. Kombolcha fue invadida por miles de personas que huían de la zona de conflicto, al igual que otras ciudades vecinas como Dessie.
A medida que pasaban los días, las preocupaciones iniciales sobre cómo proporcionar alimentos y ayuda humanitaria a los desplazados internos se convirtieron en inquietudes por los combates, que seguían acercándose.
“Los que tenían parientes en la capital enviaban a sus hijos y esposas. También nosotros enviamos a nuestros seminaristas a Addis Abeba, mientras que los sacerdotes, nos quedamos para estar con los refugiados y ver cómo se desarrollaban las cosas. Vimos mucho sufrimiento.
Muchas personas murieron, otras habían tenido que huir y necesitaban comida, agua, medicinas y lugares para quedarse. Nuestro pequeño pueblo de Kombolcha tenía más de 4.000 desplazados internos. Hicimos lo que pudimos para recolectar comida, mantas y agua. Fue solo una gota en el océano. Pero como dicen, es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad«.
En los últimos días del mes de octubre, sin embargo, la situación empeoró a medida que la lucha se acercaba y las fuerzas de Tigray rechazaron una ofensiva del gobierno tomando Dessie y Kombolcha.
Fue en este momento en el que los misioneros se vieron obligados a irse. “Las cosas se han puesto mal. Ahora nos vemos obligados a huir”, escribió el sacerdote de Kombolcha la noche antes de que la ciudad fuera invadida. “Los otros sacerdotes ya han salido, ahora me quedo solo con los vigilantes. Veré si puedo huir mañana”.
Junto con otros refugiados, el misionero católico, logró salir de de Kombolcha antes de la llegada de las fuerzas de Tigray . Consiguieron recorrer 50 km en dirección a Addis Abeba, antes de tener que detenerse porque la carretera estaba bloqueada.
Pero el sacerdote misionero pudo informar a ACN que están a salvo. “Estoy fuera de peligro. Las carreteras están llenas de gente”, explica en su último mensaje, el 1 de noviembre.
Los combates entre el gobierno de Amhara y las fuerzas de Tigray comenzaron hace un año, el 4 de noviembre de 2020. Las razones de la guerra son complejas, pero los resultados, como siempre, han sido especialmente trágicos para la población civil.
La rica herencia cristiana de Etiopía también está amenazada. Las ciudades de Lalibela, conocida por sus iglesias excavadas en la roca, y Axum, antigua capital del imperio etíope y, según la tradición local, el actual lugar de descanso del Arca de la Alianza, se han visto afectadas por los combates.
El reciente nombramiento del primer ministro Abyi Ahmed, para un segundo mandato de cinco años, dio lugar a algunas esperanzas de paz, pero duró poco.
“Se vieron letreros con una flor y las palabras ‘Nuevos comienzos’ en la capital, Addis Abeba, antes de la ceremonia de posesión. Después de la ceremonia, esperábamos que la guerra terminara. Nos sorprendió que continuara y se acercara a nosotros, en Kombolcha”.
El conflicto en Etiopía significa que muchas de las regiones más difíciles se han vuelto inaccesibles para periodistas y agencias humanitarias. Ante la creciente tensión, los misioneros católicos saben que la ayuda material es difícil de conseguir y piden especialmente oraciones. “Pedimos humildemente sus oraciones para que la paz y la seguridad regrese a nuestra región, así como otros tipos de apoyo”, dice el sacerdote.
Etiopía está dividida, aproximadamente a partes iguales, entre cristianos y musulmanes. Aunque el pasado glorioso del país está indisolublemente ligado a la fe cristiana, lo que lo convierte en el país cristiano independiente más antiguo del mundo.
La mayoría de los cristianos pertenecen a la Iglesia ortodoxa etíope tewahedo, anterior al Concilio de Calcedonia, que está en comunión con otras Iglesias orientales como las Iglesias copta y armenia. Hay una comunidad católica pequeña pero vibrante, dividida en rito latino y rito etíope (ge’ez).
+ info -
https://www.primeroscristianos.com/etiopia-las-increibles-iglesias-la-jerusalen-negra/
"El acueducto que lleva el agua a la Fontana de Trevi se llama Acueducto Virgine. Lo construyó el Cónsul de Agrippa en el año 19 AC y es el único acueducto romano (eran 11) que sigue funcionando". FILIPPO CALABRIA - Guía Turístico en Roma
Con 20 metros de ancho y 49 de alto, cubre por completo la fachada trasera del Palazzo Poli. Ningún turista se resiste a fotografiar la estatua central, de 5,8 metros, o las cuatro más pequeñas, de 1735.
La Fontana actual fue un proyecto iniciado en 1732 para reformar una fuente ya existente, como se pueden ver en grabados de la época.
"Es complicado porque, obviamente, muchos arquitectos y muchos escultores trabajaron en la Fontana di Trevi. Hablamos de 31 años y medio de construcción, es imposible escoger un nombre, pero quien proyectó la Fontana di Trevi que conocemos hoy se llamaba Nicola Salvi".
Un gran proyecto que ni el Papa Clemente XII ni Salvi pudieron ver concluido porque ambos fallecieron antes de su inauguración en 1762.
El nombre de la Fontana puede estar relacionado con el acueducto, pero también con ser un cruce de tres calles, en italiano “tre vie”.
La Fontana di Trevi no solo tiene interés artístico para los visitantes, también es el lugar de una famosa tradición. Quien quiera regresar a Roma, debe lanzar de espaldas una moneda a la fuente. Pero existe otra tradición menos conocida.
"Hay otra leyenda, más interesante, más divertida. Si un novio viene aquí con su novia y le da a beber un poco del agua de la fuente directamente con un vaso de cristal, si ella bebe y luego rompe el vaso, será amor para siempre".
La fuente está también repleta de leyendas, como la que rodea a este As de copas. Los romanos cuentan que un barbero de la plaza criticaba al arquitecto, que decidió hacer algo al respecto.
"Se quejaba y decía que Nicola Salvi no le gustaba, que trabajaba mal, que no le gustaba el proyecto. Hasta que Nicola Salvi, un poco historia, un poco leyenda, le construye ese As de copas, ese vaso grande para taparle la vista a la fuente al peluquero, al barbero de la época". FILIPPO CALABRIA - Guía Turístico en Roma
Un símbolo de la ciudad de Roma conocido en el mundo entero pero que, después de veinte siglos, sigue escondiendo multitud de misterios para sus visitantes.
El culto de estos Cuatro mártires se perdió, mezclado, desde los ss. VI/VII, con la memoria de los santos mártires de Panonia (los famosos “Cuatro Coronados” de la basílica del Monte Celio, tan próxima a la Via Labicana), cuyos restos habrían sido trasladados a Roma con ocasión de las invasiones bárbaras y cuyo culto había prosperado en la Urbe a partir del final del siglo V y a lo largo del VI.
Esa asimilación de cultos explicaría el nombre de Severino: sería el equivalente de Severiano, nombre que se atribuía a uno de los mártires de Panonia (tomado, a su vez, a partir del siglo VII, de uno de los componentes de otro grupo de “cuatro mártires”, en este caso de Albano).
Tal enredo en el Martirologio entre los “Cuatro Coronados” de Panonia (que luego resultan ser cinco), los cuatro mártires romanos de la Via Labicana y los cuatro mártires de Albano ha suscitado innumerables estudios históricos y hagiográficos desde inicios del siglo XX.
De este modo ha sido posible reconstruir, con bastante certeza, los nombres de los mártires de Panonia (los que hoy figuran en el Martirologio con fiesta el 8 de noviembre) y de Albano (cuya memoria se celebra otro día), y ha quedado confirmada la pérdida del recuerdo de los nombres de los cuatro mártires romanos de la Via Labicana, lo que ha conllevado su salida del Martirologio Romano en la última edición.
Como se sabe, los sucesivos Martirologios Romanos del siglo XX han ido experimentando cambios, para poder acoger paulatinamente el fruto de los estudios históricos.
Probablemente, el san Severino mártir cuyos restos concede Gregorio XVI a la iglesia napolitana de los Santos Francisco y Mateo y que el cardenal Marcello Mimmi entrega al Opus Dei en 1957, es uno de los santos mártires romanos de la Via Labicana, cuya memoria, durante siglos, se celebró unida a la de los mártires de Panonia, el 8 de noviembre, y cuyos nombres se desconocen.
En ese caso, habría que situar en el antiquísimo culto romano a los cuatro mártires de la Via Labicana la fuente de la que proceden los datos sobre un soldado mártir de la persecución de Diocleciano atribuidos a san Severino, así como la fecha del 8 de noviembre como su dies natalis.
El nombre de Severino sería fruto de su asociación al culto romano a los “Cuatro Coronados”, uno de los cuales, como se ha indicado, era venerado con el nombre de Severiano. Con el tiempo, sin embargo, en la basílica del Celio dedicada a estos mártires su culto se iría olvidando: de hecho, era casi inexistente en el siglo XIX, cuando el papa Gregorio XVI concedió las “reliquias de san Severino” a Nápoles.
Determinar ahora si, en el caso de que procedieran del Celio, las reliquias de san Severino corresponderían a uno de los “Coronados” o a uno de los mártires de la Via Labicana es casi imposible, aunque todo indica que, en el momento en que Gregorio XVI las entregó –olvidado el culto a los mártires de la Via Labicana–, Severino era el nombre atribuido a uno de los mártires de Panonia y no al mártir romano.
Si se demostrara que las reliquias no proceden del Celio, sino que Gregorio XVI las tomó directamente de las catacumbas, habría que concluir que la identificación de ese “Severino” con el de la fiesta del 8 de noviembre es puramente casual y que, por lo tanto, no es posible atribuirle ni un nombre ni una historia.
Entre los siglos XVII y XIX era frecuente tomar restos de las catacumbas (considerados todos de mártires) y atribuirles arbitrariamente un nombre. La Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos, al insistir en recordar el 8 de noviembre como día de la celebración de san Severino, ha querido apostar por su vinculación con la antiquísima tradición de los cuatro mártires de la Via Labicana, celebrados durante siglos en esa fecha.
Solo nos queda esperar que las anteriores consideraciones animen a algún historiador o liturgista a realizar una investigación científica más amplia y profunda sobre el tema.
Juan Miguel Ferrer
Pasando por debajo de esta torre, se llega a un primer pórtico, y después a un segundo, en el que son visibles las columnas de la iglesia anterior, que era más amplia que la actual, la de los Cuatro Santos Coronados. Levantada en el siglo IV y destruida por los normandos, fue levantada de nuevo, reduciendo sus dimensiones, por el papa Pascual II en 1111, y finalmente restaurada en el año de 1914.
El interior tiene tres naves y su ábside está decorado con notables frescos de Juan de San Giovanni (1630) , representando la Historia de los Cuatro Coronados y la Gloria de todos los santos. Y allí mismo, en la confesión, se halla la tumba de los Cuatro Santos. Mucho se ha discutido sobre quiénes fueran estos Santos, a quienes los cristianos dieron en un principio el nombre genérico de Coronados.
Por tradición se sabe que fueron revelados sus nombres en tiempos del papa Honorio, quien les mandó erigir una iglesia, a la que más tarde San Gregorio el Grande (590-604) iba a elevar a la dignidad de titulo cardenalicio.
En el pontificado de León IV (847-855), en las reparaciones que se hicieron en el templo, fueron encontradas las santas reliquias, que fueron colocadas debajo del altar, donde hoy día se veneran. Los nombres de los cuatro, según la revelación, son los de Severo, Severino, Carpóforo y Victorino.
La historia de estos mártires ha ofrecido siempre no pequeñas dificultades. En el mismo día celebra la Iglesia la fiesta de otros cinco, que padecieron martirio casi por los mismos años en la Panonia, en tiempos del emperador Diocleciano.
Tal vez habría que distinguir, por tanto, en este día tres grupos de mártires y no cuatro mártires; primeramente los cinco canteros de Panonia: Simproniano, Claudio, Nicóstrato, Cástor y Simplicio. Luego cuatro Cornicúlarii, o, como diríamos hoy, cuatro suboficiales de caballería, martirizados por la fe; finalmente, otros cuatro santos de Albano, los nuestros, que se conocen con el nombre de Coronados.
Las actas de estos últimos aparecen alteradas en algunos puntos, pero no dejan de tenerse como antiguas y auténticas.
Era por el año de 304, cuando arreciaba con más encono en Roma la persecución contra los cristianos.
Se habían dado decretos para que todos los súbditos del imperio sacrificasen públicamente a los dioses, pero donde el emperador Diocleciano había mostrado más interés era en lo que tocaba a las clases militares, especialmente, en aquellos que tocaban más de cerca su misma guardia y persona.
Muy conocidos eran en la ciudad cuatro hermanos, que militaban todos ellos bajo las águilas imperiales, y que eran tenidos como unos excelentes servidores y soldados. Los cuatro tenían sendos puestos honoríficos en la corte, pero llevaban consigo una tacha en aquellos tiempos imperdonable: los cuatro, Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino, eran cristianos.
Como la Iglesia había llegado a tener unos días de paz y de apogeo, tanto éstos como sus hermanos de Roma se dedicaban al culto del verdadero Dios con toda entereza y valentía. Asistían a las reuniones y a los oficios divinos.
Socorrían a los pobres, se comunicaban con los presbíteros, y ora en las catacumbas, donde de ordinario se solían tener los divinos misterios, ora en algunas iglesias, que ya entonces se habían edificado en la misma ciudad, no se desdeñaban nunca de asistir aun con las insignias de los soldados del emperador.
Esto provocaba, sin embargo, la indignación de los paganos y más aún de los que merodeaban con altos puestos en los aledaños del Palatino y de las oficinas imperiales.
Cuando por fin salen los decretos de persecución, son en seguida apresados los cuatro Santos para ser llevados a la presencia del emperador. Este, siguiendo una política de atracción, prefiere mostrarse condescendiente con los cuatro jóvenes, a quienes estimaba, por otra parte, por su lealtad y buenos servicios.
No le interesaba, sin embargo, sembrar la desolación entre sus mismas filas de soldados, pues bien sabía que en aquellos tiempos eran muchos los que, sin el menor miedo a la muerte, seguían las doctrinas del Crucificado, y era necesario andar en este asunto con suma cautela.
Diocleciano les hace ver la locura con que procedían al mantenerse aferrados a una secta que nunca les podría ofrecer las ventajas que él les prometía de seguir a su servicio.
Los hermanos no aceptan tales ofrecimientos, y entonces, como último recurso, manda que les lleven delante de una estatua del dios Esculapio, donde, ante toda la multitud, era difícil que se negaran a sacrificar, si bien fuera por las insignias militares que llevaban consigo.
Tampoco le resulta la estratagema, pues los heroicos mártires se niegan en absoluto a tomar unos granos de incienso para arrojarlos en los pebeteros encendidos.
Solamente aquello les hubiera justificado ante el emperador, pero no quieren contaminar con la menor sombra de cobardía la clara fe que habían manifestado ante todos. Es más, allí mismo proclaman abiertamente sus doctrinas y hacen desprecio de la estatua del dios, que era para ellos un medio más de la maldad y de la astucia del demonio.
Enterado el emperador, no solamente ordena que sean relevados de todos sus puestos y degradados de sus honores militares, sino que ordena que, en caso de pertinacia, sean allí mismo azotados hasta que fueran cambiando de parecer. No contaba con la fortaleza de estos héroes, que ya de antes estaban dispuestos a dar toda su sangre hasta el último sacrificio.
Como resultaran infructuosas todas las invitaciones, les arrastran despechados hacia una de las columnas del templo, les despojan de sus vestiduras, y, llamados los verdugos, empiezan a infligir a los cuatro hermanos el tremendo suplicio de la flagelación. Ya no les bastan las correas ordinarias y los látigos, que hacen salir la sangre a borbotones.
Para más ensañarse les aplican los terribles azotes de púas lacerantes, las plomadas, las largas varas de acero, que se incrustan en su piel, arrancándoles trozos de carne ensangrentados. Cuando se dan cuenta, ya la vida se les va saliendo a los cuatro Santos, y de este modo, entre espasmos de dolor, entregan su alma al cielo.
Cuando los verdugos se han cansado de martirizar aquellos cuerpos ensangrentados, les llevan a empujones hasta la misma plaza, donde los exponen a la voracidad de los hambrientos perros. Pero, prodigio de Dios, éstos no se atreven a tocar las sagradas reliquias, y allí permanecen durante cinco días, hasta que fueron recuperados por los cristianos.
Una noche, en el sigilo de la persecución, logran sacarlos de Roma y los llevan a dar sepultura a tres millas de ésta en un arenal de la vía Labicana. Allí estaban enterrados también los restos de los cinco mártires escultores, que desde este momento iban a seguir la misma ruta que la de los Santos Cuatro Coronados.
La fama de estos cuatro soldados se había extendido por Roma. Con la paz empiezan a darles culto y el papa Melquiades manda que se celebre su fiesta el 8 de noviembre. Las reliquias son llevadas al templo que estaba construyendo en su honor el papa Honorio.
Después de las repetidas restauraciones de la basílica, todavía en tiempos del papa Paulo V fueron encontradas en la misma situación, como un homenaje que el cielo había reservado a la valentía de estos esforzados hermanos.
https://www.primeroscristianos.com/san-severino-8-noviembre/#
“Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios" .
¿Qué nos dice la revelación acerca de este misterio? Hallamos indicios preciosos en la Escritura, que sirven de base para la doctrina de purificación postmortal. Por una parte, está la insistencia bíblica en la santidad de Dios, que reclama del hombre una cierta preparación para acceder a la presencia divina.
La ley veterotestamentaria sobre la pureza legal estaba encaminada a inculcar esta idea en el pueblo elegido , al estipular a quienes debían participar en el culto, ritos previos de purificación.
En la predicación de Jesús también encontramos la misma invitación fundamental: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” . Dios santo pide -y facilita- una santidad correspondiente en el hombre.
Es razonable pensar que, si una persona muere libre de pecado mortal pero sin haber coronado su camino de santidad -“la santificación, sin la cual la cual nadie puede ver a Dios. -, su historia de perfeccionamiento prosiga tras la muerte.
Además, la Sagrada Escritura refrenda la práctica de oración de impetración que hacen los vivos por los muertos: ‘santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados’. Los cristianos, ya desde los primeros siglos, vivieron esta práctica, expresión de su fe en la comunión de los santos.
“La Iglesia de los peregrinos desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo, y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos, y ofreció sufragios por ellos .
Los creyentes se sentían movidos a ofrecer esas oraciones, además, al comprobar que en la vida real diferentes personas alcanzan grados diversos de santidad: algunas, un grado tan alto que, nada más morir, son tratadas espontáneamente por los fieles como intercesores ante Dios; y otras que, aun habiendo vivido cristianamente, son encomendadas a la misericordia divina, para que sean admitidas al descanso eterno .
La doctrina del purgatorio nos recuerda que, para un sujeto con uso de libertad, una cierta preparación –acompasada por la gracia- es necesaria para ser admitido al consorcio trinitario. Hay un camino que recorrer que, si no llega a consumarse en esta vida, debe terminarse luego.
El misterio de maduración postmortal es sumamente congruente con la santidad, justicia y amor de Dios. "El purgatorio es una misericordia de Dios, para limpiar los defectos de los que desean identificarse con Él" .
Así, el individuo que muere en gracia pero con imperfecta santidad ya está salvado, pero su plena comunión con la Trinidad queda retrasada mientras no posea la suficiente madurez en el amor y la santidad (aunque la dilación no se puede medir con categorías terrenas: segundos, minutos, meses, años, siglos...). El retraso implica, para el difunto, una experiencia dolorosa y gozosa a la vez. Se ve a sí mismo unido a Cristo, pero no cabalmente cristificado todavía.
La plena comunión con el Señor, con el Padre y con el Espíritu Santo, está ya casi al alcance, al no interponerse ningún obstáculo permanente; sin embargo, el sujeto se percibe a sí mismo inmaduro para tal consorcio. Su amor se traduce entonces en dolor, por la tardanza del encuentro con el Amado.
Sta. Catalina de Génova (s. XV) afirma que el fuego que experimentan el alma en el purgatorio no es otro que la pena que brota al comprobar, por una parte, que ningún pecado serio obstaculiza la unión con Dios, y al descubrir, por otra, que el estado de santidad imperfecta impide acercarse plenamente . Se trata, pues, de una pena de retraso; del amor nace el dolor, y el mismo dolor perfecciona finalmente el amor.
La Iglesia, en sus ritos funerales y sus oraciones por los muertos, así como en la celebración del Día de Todos los difuntos, recuerda a los fieles el valor de los sufragios por los muertos. Realmente es posible esta sobrenatural comunicación de bienes, gracias a la comunión de los santos. El hecho nos recuerda nuestra realidad como seres-en-relación:
“Ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma... Nadie se salva solo... Mi intercesión en modo alguno es algo ajeno para el otro, algo externo, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser... mi oración por él... puede significar una pequeña etapa de su purificación” .
La eficacia de las oraciones de los vivos por los difuntos se comprende mejor a la luz de la pertenencia de los cristianos a Cristo. El Señor, desde su sede a la derecha del Padre, ora incesantemente por los vivos ymuertos; y los que están incorporados a Él pueden pedir juntamente con Él: Vox una, quia caro una, dice S. Agustín .
Como parte del “Cristo Total” –según la terminología agustiniana -, los cristianos podemos rezar por los difuntos con la seguridad de que el Padre nos escucha.
José Alviar
Universidad de Navarra
CIUDAD DEL VATICANO, (VIS).-
Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general del 12 ENE 2011, celebrada en el Aula Pablo VI y a la que asistieron 9.000 personas, a santa Catalina de Génova (1447-1510), autora de dos libros: "El tratado sobre el purgatorio" y "El diálogo entre el alma y el cuerpo".
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Santa Catalina de Génova
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"Nunca debemos olvidar -subrayó el Santo Padre- que cuanto más amamos a Dios y somos constantes en la oración, mas amaremos realmente a los que tenemos cerca, porque seremos capaces de ver en cada persona el rostro del Señor, que ama sin límites ni distinciones".
Benedicto XVI se refirió después a las obras de la santa, y recordó que "en su experiencia mística, Catalina no tuvo revelaciones específicas sobre el purgatorio o las almas que se están purificando". La santa no presenta el purgatorio "como un elemento del paisaje de las vísceras de la tierra: no es un fuego exterior, sino interior. (...)
No se parte del más allá para narrar los tormentos del purgatorio (...) e indicar después el camino para la purificación o la conversión, sino que se parte de la experiencia interior del ser humano en camino hacia la eternidad".
Por eso, para Catalina "el alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de forma perfecta a ese amor mientras que el amor mismo de Dios (...) la purifica de las escorias de su pecado".
En la mística genovesa se encuentra una imagen típica de Dioniso el Areopagita, explicó el Papa: la del hilo de oro que une el corazón humano a Dios. "Así el corazón humano -agregó el pontífice- se llena del amor de Dios que pasa a ser la única guía, el único motor de su existencia.
Esta situación de elevación hacia Dios y de abandono a su voluntad, expresada en la imagen del hilo, es utilizada por Catalina para expresar la acción de la luz divina sobre las almas del purgatorio, luz que las purifica y las eleva hacia los esplendores de la luz resplandeciente de Dios".
"Los santos, en su experiencia de unión con Dios -recalcó el Santo Padre- alcanzan un saber tan profundo sobre los misterios divinos en el que se compenetran el amor y el conocimiento, hasta el punto que sirven de ayuda a los teólogos en su dedicación al estudio".
"Con su vida -concluyó el Papa-, Catalina nos enseña que cuanto más amamos a Dios y entramos en intimidad con El en la oración, tanto más El se nos revela y enciende nuestro corazón con su amor. Escribiendo sobre el purgatorio, la santa nos recuerda una verdad fundamental de la fe que para nosotros representa una invitación a rezar por los difuntos para que lleguen a la visión beatífica de Dios en la comunión de los santos".
"El servicio humilde, fiel y generoso que la santa prestó toda su vida en el hospital de Pammatone es, además, un ejemplo luminoso de caridad para todos y un estimulo particular para las mujeres que contribuyen con sus valiosas obras, llenas de sensibilidad y atención hacia los más pobres y necesitados,al bien de la Iglesia y de la sociedad".
https://www.primeroscristianos.com/purgatorio-misericordia-dios/
Hace años viajaba en tren y me puse a hablar con un muchacho que iba en el asiento de al lado. Estaba haciendo la tesis en biología, y se le veía un hombre abierto y alegre. Yo le hablé también de lo que era mi trabajo de sacerdote, y con naturalidad en medio de la conversación amistosa, surgió una pregunta:
- ¿Sueles ir Misa?
- No, no, en absoluto.
- ¿Crees en Dios?
- ¡Hombre! “algo” tiene que existir por ahí, por supuesto que creo en Dios. Es bueno y me ha dado muchas cosas buenas en mi vida: mi familia, salud,… Cuando estoy contento a veces me acuerdo de él y le digo algo al “colega de arriba”. Pero ir a la iglesia no, ¿para qué?
Muchas veces vemos las cosas así, con un planteamiento sencillo. Pensamos:
«Vale que exista Dios y que haya hecho la naturaleza tan bonita y bien organizada –aunque a veces me entran dudas de si la hizo él, o existía por sí sola-. De acuerdo con que quiero hacer el bien a todo el mundo. No me dejan indiferente las desgracias y me conmueve la pobre gente que sufre.
Soy una buena persona, buen amigo de mis amigos, trabajador, abierto, tolerante. Me gusta amar y ser amado. Para vivir una buena vida, ya me basto sólo. Cuando lo necesito, o me brota del corazón, también me dirijo a Dios. Seguro que si existe, me escucha. Pero las ceremonias de la iglesia no me dicen nada, me aburren, no saco nada en claro. No las necesito».
Sin embargo, la realidad nos demuestra que esa situación no dura mucho tiempo en la vida. Aunque queramos ser buenos siempre, la realidad es que no siempre hacemos lo que nos gustaría (claro, siempre podemos buscar una excusa ante los demás, pero pensándolo en serio: ¡hemos fallado!).
Más de una vez nos enfadamos y no tratamos bien a los demás. Hablamos mucho del hambre en el mundo, pero sólo hacemos gestos simbólicos, mientras gastamos bastante en fiestas y caprichos. Nos gusta que se acuerden de nosotros, pero a veces se nos pasan momentos importantes de las personas que nos quieren, sin que los recordemos.
Y cuando viene una desgracia, un problema laboral serio, o una enfermedad grave, parece que todo se nos hunde. Es que nos hemos descuidado.
La respiración y la comida son imprescindibles para mantenernos vivos. No son un capricho. Nuestro cuerpo no funciona sin aire, sin agua o sin alimentos. Los sacramentos son para nuestro espíritu lo que comida y respiración para el cuerpo. En ellos recibimos la gracia (esto es, la energía sobrenatural que da vigor al alma).
Pero son también algo más: cada acto de culto es como una cita de amor que Dios escribe en nuestra agenda. Nos aguarda enamorado. Se acuerda de nosotros y no quiere dejarnos solos. Quien haya probado alguna vez ese amor, aunque haya faltado a muchas citas, siente el tirón de acudir de nuevo. A veces se siente cansado y sin fuerzas, pero si vence esa pereza, redescubre otra vez lo bonito que es sentir el amor.
¿Por qué esto es así? Dios hizo bueno al ser humano, pero desde muy pronto nuestra naturaleza quedó dañada por el pecado, así que el bien es costoso y como constataba San Pablo a veces no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero… ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Como clama en la Carta a los Romanos (Rm 7,19.24).
La liberación de esa esclavitud nos la consiguió Jesucristo. Por eso, sólo cuando estamos cerca de él, en amistad con él, cuando nos hace partícipes de su vida divina con la gracia, nosotros podemos librarnos también de esos lazos que nos oprimen y esclavizan.
Si dejamos que Jesús se acerque a nosotros veremos cómo nos consuela, nos enseña a discernir lo verdaderamente razonable, nos alimenta, nos transforma y nos sana. Los sacramentos son esos momentos privilegiados, adecuados para cada una de las circunstancias de la vida, en que Jesús se acerca a nosotros con toda la fuerza transformadora de su amor.
En el bautismo nos convertimos en hijos protegidos de Dios. La confirmación cambia nuestra debilidad en fortaleza. En la confesión nos elimina el peso de nuestras culpas. En la eucaristía recibimos no solo la gracia, sino que nos alimentamos del propio autor de la gracia. En el matrimonio somos constituidos servidores del amor.
En el orden sacerdotal se capacita a unos hombres para que nos puedan administrar los sacramentos. En la unción de los enfermos, se alcanza el consuelo de la serena amistad con Dios para afrontar la muerte con la esperanza en un pronto encuentro feliz y definitivo con Él.
Necesitamos acercarnos no sólo con la inteligencia, sino con todos los sentidos. Quienes pudieron conocer personalmente a Jesucristo lo vieron, lo escucharon, pudieron tocarlo y experimentar así la salvación y la sanación de cuerpo y alma. Los sacramentos son signos sensibles que llevan ese mismo sello de Dios, que conceden eficazmente su gracia.
Los sacramentos son un tesoro tan grande que Jesucristo confió su custodia y dispensación a la Iglesia, a “su administrador de confianza” podríamos decir, de manera que no se pierdan ni se desvirtúen.
Por eso ella tiene la misión de ponerlos con toda su integridad al alcance de los que razonablemente los requieran, y a la vez de protegerlos de todo uso abusivo. Por decirlo de algún modo, Jesús no colgó los sacramentos en Internet con libre acceso, sino que los dejó albergados en un dominio propio y seguro, para mayor garantía de los usuarios.
Pero, ¿qué pasa cuando alguno de los administradores del dominio es una persona indigna? ¿pierden entonces su eficacia? Los sacramentos son eficaces porque es Cristo mismo quien actúa en ellos. Por eso producen su efecto en virtud de la acción sacramental realizada (en teología se dice ex opere operato), es decir, independientemente de la actitud moral o de la disposición espiritual de quien los dispensa, siempre que quiera hacer lo que hace la Iglesia.
Aunque, naturalmente, los ministros de los sacramentos deban llevar una vida ejemplar, y darán cuenta a Dios de cómo han vivido esa responsabilidad. Pero Dios ha querido que quien se acerca de buena fe a los sacramentos, abierto a la gracia, no se quede sin la ayuda divina.
https://www.primeroscristianos.com/ir-a-misa-sacramentos/
ver en Wikipedia
Las excavaciones arqueológicas realizadas por la Autoridad de Antigüedades de Israel en la ciudad de Yavne, al sur de Tel Aviv, han desenterrado una enorme fábrica de vino que data del siglo V d.C. Se considera la más grande del mundo de ese período.
Dr. ELIE HADAD Arqueólogo - Autoridad de Antigüedades de Israel
"Aquí había una fábrica formada por cinco grandes prensas con pavimento en el centro. Todo estaba rodeado de salas para la fermentación del vino y depósitos para su conservación."
Entre las distintas salas había cuatro grandes almacenes destinados a la crianza del vino que se elaboraba en tinajas largas, algunas de las cuales se han encontrado completamente conservadas. Estas a su vez se hicieron en grandes hornos en el mismo lugar. El vino de Yavne era famoso por su gran calidad.
Dr. ELIE HADAD Arqueólogo - Autoridad de Antigüedades de Israel
"No solo se comercializaba en Yavne, sino también en la cuenca del Mediterráneo y en Europa a través de los puertos de Gaza y Ashkelon. Este buen vino fue llevado desde Gaza y Ashkelon a la mesa de Justino II el día de su coronación en Bizancio. Fue descrito como "blanco como la nieve": sabemos que el vino que se producía en la región de Palestina y también en Yavne era vino blanco."
La capacidad de producción de esta bodega alcanzaba los dos millones de litros anuales. El Dr. Hadad subrayó cómo esta cantidad se considera enorme incluso a día de hoy, si consideramos que todo el proceso se realizaba de forma manual. Beber vino en la antigüedad era muy común, se podía agregar al agua para cambiar su sabor, o sustituirlo por agua porque en esa época no sabía bien. Esta bodega, además no se centraba solo en la calidad de su producción, sino también en el aspecto ornamental del edificio
Dr. ELIE HADAD Arqueólogo - Autoridad de Antigüedades de Israel
"Encontramos aquí en los sótanos agujeros en los techos, que estaban grabados en forma de concha. Los arqueólogos decimos, en broma, que los sótanos con agujeros en forma de concha constituían prácticamente el centro de visitantes de esa época. Entonces, cuando llegabas allí, podías probar el vino; una especie de oficina principal o centro de visitantes del lugar."