"Reina de los Cielos" - "Regina Coeli"

Durante el tiempo de Pascua la Iglesia Católica de rito latino, a la hora del Ángelus (el mediodía) reza el Regina Coeli (reina del cielo)  en lugar del saludo del ángel.

 

La Iglesia expresa así a la Santísima Virgen María la alegría de los hijos de Dios por la Resurrección de su Hijo Jesucristo.

Se sabe que esta oración mariana se cantaba ya desde el siglo XII. En el siglo XIII los franciscanos la difundieron por todo el mundo. Pero es a partir de 1742 que el Papa Benedicto XIV estableció que se cante o rece al mediodía en Pascua. La Iglesia expresa así a la Santísima Virgen María la alegría de los hijos de Dios por la Resurrección de su Hijo Jesucristo.

Como muchas oraciones, el Regina Coeli (latín) toma su nombre de las primeras palabras que componen la oración. Significan: “Reina del Cielo”, y hacen referencia a uno de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario: la Coronación de la Santísima Virgen como Reina y Señora de todo lo creado.

Aunque se desconoce quién escribió esta oración, una hermosa tradición le atribuye la autoría a San Gregorio Magno. Se cuenta que este pontífice y doctor de la Iglesia, mientras realizaba descalzo una procesión por las calles de Roma para pedir a Dios que acabara con una peste, escuchó algunos de los versos de la oración de la boca de los propios ángeles. En ese momento, la peste cesó.

Al igual que el Ángelus, el Regina Coeli se reza tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer.

 

El texto dice:

-Alégrate, Reina del cielo. Aleluya.
-Porque el que mereciste llevar en tu seno. Aleluya.

-Ha resucitado, según predijo. Aleluya.
-Ruega por nosotros a Dios. Aleluya.

-Gózate y alégrate, Virgen María. Aleluya.
-Porque ha resucitado Dios verdaderamente. Aleluya.

 

Y se finaliza proclamando:

Oh Dios, que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos por su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

 

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carifilii.es

Esta es la Sábana Santa, que muchos consideran la reliquia más importante de la Pasión.

 

Podría ser el lienzo que envolvió el cadáver de Cristo en el sepulcro.

Luego, con la Resurrección, su figura habría quedado estampada en la tela.

Técnicamente es un lienzo de lino de 441 centímetros de largo y 113 de ancho.

Tiene manchas de sangre y lleva impregnada la imagen de un hombre torturado y posteriormente crucificado.

El relato que cuentan esas heridas coincide con la historia de la Pasión: El hombre de la Sábana Santa llevó una corona de espinas, fue azotado, llevó un enorme peso en la espalda y fue apuñalado cuando estaba muerto.

 

 

Emanuela Marinelli es una de las mayores expertas del mundo sobre este objeto único.

“Estos coágulos, estas costras de sangre que tenía el pobre cuerpo en su piel, se diluyen y se ha calculado en cuanto tiempo se produjo este fenómeno de acuerdo con lo que nos muestra la Síndone: entre 36 y 40 horas, justo el tiempo que el cuerpo de Jesús ha pasado en el sepulcro“. EMANUELA MARINELLI, Experta en la Sábana Santa

En 1988 fueron analizados fragmentos de la Sábana Santa con la prueba del Carbono 14, y la pieza fue datada en el siglo XIV.Pero varios expertos denunciaron irregularidades en la selección de fragmentos y en su análisis que invalidaron el proceso.

El misterio sigue abierto pues nadie ha conseguido explicar cómo se fijó esa imagen tan precisa de la historia del crucificado en la tela.

 

 

Sábana Santa

 

Aunque la Iglesia no se ha pronunciado definitivamente sobre su autenticidad, sigue venerándose en la catedral de Turín, en Italia. Allí está desde el año 1578 y se expone sólo en circunstancias extraordinarias.

Juan Pablo II la visitó en 1998 y dijo que era un “espejo del Evangelio”.

Benedicto XVI fue más allá y la denominó “icono del Sábado Santo”.

También el Papa Francisco rezó en silencio ante ella y no quiso marcharse sin acercar su mano a la reliquia.

Para unos, es un falso histórico. Para otros, es una reliquia. Un misterio abierto encerrado en las cicatrices que dejó una brutal tortura, de un hombre que luego murió en una cruz.

 

Javier Martínez-Brocal

romereports.com

 

LA TRAICIÓN DE JUDAS

Mientras tanto, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en casa del sumo sacerdote Caifás y tomaron el acuerdo definitivo de acabar con Jesús. Y convinieron en que debían apoderarse de él con engaño (Mt). Y decían: No sea en la fiesta, para que no se produzca un alboroto del pueblo (Mc).

 

San Lucas añade que tenían miedo a la posible reacción popular: Por eso, muchos debieron de opinar que era necesario esperar a que pasaran esos días de la Pascua, que se echaba encima, y actuar cuando los peregrinos volvieran a sus lugares de origen.
Mientras tanto, entró Satanás en Judas (Lc).

Afloraron los sentimientos oscuros y ocultos en su corazón, y se dirigió a los príncipes de los sacerdotes y a los magistrados para convenir el modo de entregar a Jesús. Para éstos, todo había cambiado inesperadamente; la decisión del discípulo precipitó los acontecimientos. Los judíos se alegraron, y para asegurarlo más en su propósito convinieron en darle dinero; unas monedas siempre ayudan.

Se pusieron de acuerdo en treinta siclos de plata (Mt). No era mucho..., el precio de un esclavo en la antigüedad. Y él quedó comprometido. Sólo faltaba la ocasión oportuna.

Según una antigua tradición recogida ya por San Agustín, estos sucesos tuvieron lugar el Miércoles Santo. Parece que Jesús pasó este día en Betania. El encuentro de Judas con los sanedritas debió de tener lugar inmediatamente después de la reunión del Sanedrín. A partir de ahora, todos los acontecimientos de estos dos días (miércoles a viernes) están íntimamente enlazados y descritos por los evangelistas al detalle.

 

 

Judas traición

El beso de Judas - Giotto

 

Es interesante observar que el móvil de la entrega no parece que fuera en primer lugar el dinero, pues éste lo ofrecieron los judíos del Sanedrín al conocer la disponibilidad de Judas para traicionar a su Maestro, según indican San Marcos y San Lucas: ellos propusieron darle dinero. Y veremos cómo al día siguiente Judas arrojará en el Templo esas monedas (Mt). ¿Qué ocurrió realmente en el alma de este apóstol?

Porque él fue elegido por Cristo mismo, después de una noche en oración. Estaba bien seleccionado; tenía las condiciones para ser uno de los Doce, una de las columnas de la Iglesia; no hubo error. En los comienzos debió de seguir a Jesús con verdadero fervor. Y probablemente hizo milagros como los demás. ¿Nos imaginamos a Judas haciendo un milagro?, ¿hablando con entusiasmo de Jesús?

Después de la Ascensión, cuando hubo que cubrir su puesto en el colegio de los Doce, Pedro recordará: se contaba entre nosotros y había recibido la suerte de participar de este ministerio. Y vio también cómo sanaban los leprosos, los ciegos recobraban la vista... Sobre todo, experimentó el amor entrañable de Jesús, su amistad y su confianza. ¿Qué pasó en su alma?

La traición de esta noche ha tenido una larga historia llena de pequeños actos de desafecto y de avaricia. Un año antes ya se encontraba muy lejos del Maestro y de los demás, cuando, después de los momentos de confusión con motivo del discurso del pan vivo en Cafarnaún, Jesús exclamó: ¿No os he elegido yo a los doce? Sin embargo, uno de vosotros es un demonio.

Y San Juan precisa enseguida: Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, pues éste, aun siendo uno de los doce, era el que le iba a entregar.
Desde tiempo antes se hallaba ya distante de Jesús, aunque estuviera en su compañía. Permanecía normal en lo externo, pero su ánimo estaba lejos.

La ruptura con el Maestro, el resquebrajamiento de su fe y de su vocación, debió producirse poco a poco, cediendo cada vez en cosas más importantes. Hay un momento en que protesta porque le parecen «excesivos» los detalles de cariño que otros tienen con el Señor; y encima disfraza su protesta de «amor a los pobres».

Pero San Juan nos dice la verdadera razón: era ladrón y, como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella.
Permitió que su amor al Señor se fuera enfriando, y ya sólo quedó un mero seguimiento externo, de cara a los demás. Su vida se convirtió poco a poco en una farsa; más de una vez consideraría que hubiera sido mejor no haber seguido al Señor.

Ahora ya no se acuerda de los milagros, de las curaciones, de sus momentos felices junto al Maestro, de su amistad con el resto de los apóstoles. Ahora es un hombre desorientado, descentrado, capaz de cometer culpablemente la locura que acaba de hacer. El acto que ahora se consuma ha sido ya precedido por infidelidades y faltas de lealtad cada vez mayores.

Éste es, sin duda, el resultado último de un largo proceso interior.
Desde el momento del pacto con el Sanedrín, Judas andaba al acecho, esperando la ocasión oportuna. Pronto se le presentaría.

 

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https://www.primeroscristianos.com/campo-de-sangre-traicion-de-judas/

 

Ver en Wikipedia

 

Vida de Jesús (Fco Fz Carvajal)

 

 

"Sentaos aquí, mientras hago oración"

Los relatos evangélicos nos han transmitido el emplazamiento del campo al que Jesús se retiró una vez terminada la Última Cena: salió y como de costumbre fue al monte de los Olivos (Lc 22, 39), al otro lado del torrente Cedrón (Jn 18, 1), y con los Apóstoles llegó a un lugar llamado Getsemaní (Mt 26, 36; Mc 14, 32).

 

Según estas indicaciones, se trataba de un huerto donde había una prensa para extraer aceite —es el significado del nombre—, y quedaba fuera de las murallas de Jerusalén, al este de la ciudad, en el camino hacia Betania.

Aparte de que aquel paraje debía de ser muy conocido, pues Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos (Jn 18, 2), no extraña que los primeros cristianos conservasen la memoria de un sitio donde ocurrieron hechos trascendentales de la historia de la salvación.

En el huerto de los Olivos, ante la inminencia de la Pasión, que se desencadenará con la traición de Judas, el Señor advierte la necesidad de rezar:

"Sentaos aquí, mientras hago oración, dice a los Apóstoles. Y se llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a afligirse y a sentir angustia. Y les dice:

—Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad.
Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, a ser posible, se alejase de él aquella hora. Decía:
—¡Abbá, Padre! Todo te es posible, aparta de mí este cáliz; pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú" (Mc 14, 32-36).

La congoja era tal, que se le apareció un ángel del cielo que le confortaba. Y entrando en agonía oraba con más intensidad. Y le sobrevino un sudor como de gotas de sangre que caían hasta el suelo (Lc 22, 43-44). La plegaria de Cristo contrasta con la actitud de los Apóstoles: cuando se levantó de la oración y llegó hasta los discípulos, los encontró adormilados por la tristeza. Y les dijo:

—¿Por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en tentación (Mc 45-46).
Tres veces volvió Jesús junto a los que le acompañaban, y las tres veces los halló cargados de sueño, hasta que ya fue demasiado tarde: ¿Aún podéis dormir y descansar...? Se acabó; llegó la hora. Mirad que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; ya llega el que me va a entregar. Todavía estaba hablando, cuando de repente llegó Judas, uno de los doce, acompañado de un tropel de gente con espadas y palos (Mc 14, 41-43).

 

Con un beso delató al Señor, que fue prendido mientras los discípulos lo abandonaban y huían.

Gracias a la peregrina Egeria, sabemos que en la segunda mitad del siglo IV se celebraba una liturgia durante el Jueves Santo «en el lugar donde rezó el Señor», y que allí había «una iglesia elegante» (Itinerarium Egeriae, XXXVI, 1 (CCL 175, 79). Los fieles entraban en el templo, oraban, cantaban himnos y escuchaban los relatos evangélicos sobre la agonía de Jesús en el huerto. Después, en procesión, se dirigían a otro sitio de Getsemaní donde se recordaba el prendimiento (Cfr. Ibid., 2-3 (CCL 175, 79-80).

getsemaniLa basílica de Agonía se llama también de Todas las Naciones porque dieciséis países sufragaron su construcción. Firma: Israel Tourism (Flickr).

 

Siguiendo esta tradición y otras igualmente antiguas, en la actualidad se veneran tres lugares relacionados con los acontecimientos de aquella noche: la roca sobre la que oró el Señor, un jardín que custodia ocho olivos milenarios con algunos de sus retoños, y la gruta donde se habría producido el prendimiento.

Apenas unas decenas de metros los separan, en la zona más baja del monte de los Olivos, casi en el fondo del Cedrón, en medio de un paisaje muy sugestivo: este torrente, como la mayoría de los wadis palestinos, es un valle seco y recibe agua solo con las lluvias de invierno; la falda del monte, al contrario que la cima, está poco habitada, porque grandes extensiones del terreno se han destinado a cementerios; abundan los olivares, dispuestos en terrazas, y también los cipreses, en los bordes de los caminos.

 

El huerto de los Olivos

El terreno en el que se levanta la basílica es propiedad de la Custodia de Tierra Santa desde la segunda mitad del siglo XVII. Cuando fue adquirido, lo más notable que conservaba, además de las ruinas medievales y bizantinas, era el llamado jardín de las flores: un área no cultivada, cercada por un muro, donde crecían ocho olivos que las tradiciones locales databan de la época de Cristo.

Mientras los franciscanos esperaban el momento oportuno de reconstruir la iglesia, protegieron aquellos olivos milenarios, ligados sin duda a la tradición cristiana del lugar, de forma que han llegado vivos hasta nosotros.

 

getsemaní
Los ochos olivos más antiguos de Getsemaní podrían remontarse al primer milenio. Firma: Leobard Hinfelaar.

 

Impresiona el aspecto añejo que tienen. Los botánicos que los han estudiado no han llegado a un acuerdo para fijar su edad: algunos sostienen que fueron plantados en el siglo XI y que provienen de una misma rama, y otros que su enorme grosor permite aventurar que se remonten al primer milenio.

Sean más o menos antiguos, eso no resta interés por preservarlos como testimonios silenciosos que perpetúan el recuerdo de Jesús y de la última noche de su paso por la tierra.

 

 

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Getsemaní - Huerto de los olivos

“SIN EL DOMINGO NO PODEMOS VIVIR"

Así vivían los primeros cristianos la Eucaristía

Testimonio de los Apologistas y de los Padres de la Iglesia.

San Justino  (165 d.C.)

Mártir de la fe cristiana hacia el año 165, es considerado el mayor apologeta del Siglo II. En uno de los primeros textos cristianos, San Justino explica cómo se celebraba la Eucaristía en los primeros tiempos.

“El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo. Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los Profetas. Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.

Luego nos levantamos y oramos por nosotros… y por todos los demás dondequiera que estén, a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar la salvación eterna.

 

Luego se lleva al que preside el pan y una copa con vino y agua mezclados. El que preside los toma y eleva alabanzas y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, y da gracias largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.

Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo ha respondido “amén”, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes el pan y el vino “eucaristizados”.

En otro momento, dice:

“A nadie le es lícito participar en la Eucaristía, si no cree que son verdad las cosas que enseñamos y no se ha purificado en aquel baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y no vive como Cristo nos enseñó.

Porque no tomamos estos alimentos como si fueran un pan común o una bebida ordinaria, sino que así como Cristo, nuestro salvador, se hizo carne y sangre a causa de nuestra salvación, de la misma manera hemos aprendido que el alimento sobre el que fue recitada la acción de gracias, que contiene las palabras de Jesús y con que se alimenta y transforma nuestra sangre y nuestra carne, es precisamente la carne y la sangre de aquel mismo Jesús que se encarnó.

Los apóstoles, en efecto, en sus tratados llamados Evangelios, nos cuentan que así les fue mandado, cuando Jesús, tomando pan y dando gracias dijo: “Haced esto en conmemoración mía. Esto es mi cuerpo”. Y luego, tomando del mismo modo en sus manos el cáliz, dio gracias y dijo: “Esta es mi sangre”, dándoselo a ellos solos.

Desde entonces seguimos recordándonos unos a otros estas cosas. Y los que tenemos bienes acudimos en ayuda de otros que no los tienen y permanecemos unidos. Y siempre que presentamos nuestras ofrendas alabamos al Creador de todo por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo”. (SAN JUSTINO, Carta a Antonino Pío, Emperador, año 155)

 

San Cirilo de Alejandría  (444 d.C.)

Padre de la Iglesia, quien entregó su vida para mostrar que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, ante las herejías de su época. En el Comentario al Evangelio de San Juan dice:

El Cuerpo de Cristo vivifica a los que de el participan: aleja la muerte al hacerse presente en nosotros, sujetos a la muerte, y aparta la corrupcion, ya que contiene en sí mismo la virtualidad necesaria para anularla totalmente” (SAN CIRILO DE ALEJANDRIA, Coment. Evang. S. Juan, 5).

 

San Cirilo emplea el símil de la cera para explicar la unión de nuestro cuerpo al de Cristo en la Eucaristía:

“Así; como cuando uno junta dos trozos de cera y los derrite por medio del fuego, de los dos se forma una sola cosa, así también, por la participación del Cuerpo de Cristo y de su preciosa Sangre, Él se une a nosotros y nosotros nos unimos a Él” (SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, Coment. Evang. S. Juan, 10).

 

San Ambrosio de Milán

San Ambrosio, obispo de Milán (nacido en Tréveris hacia el año 340 y fallecido en Milán en el 397), quien introdujo en occidente la lectura meditada de las Escrituras, para hacer que penetre en el corazón, algo que hoy se conoce con el nombre de «lectio divina».

“No se nos ofrece (en la Comunión) el Cuerpo de Cristo como premio, sino como comunicacion de la gracia y de la vida celestial” (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, volt VI, p. 447).

 

San Agustín

“Nadie alimenta a los convidados con su misma persona; pero esto es lo que hace Cristo el Señor: Él mismo es a la vez anfitrión, comida y bebida” (SAN AGUSTÍN, Sermón sobre el natalicio de los mártires, 1-2).

 

Otros testimonios:

Plinio

Plinio no tardó en aplicar la prohibición de las eterías a un caso particular que se le presentó en el otoño del 112. Bitinia estaba llena de cristianos. “Es una muchedumbre de todas las edades, de todas las condiciones, esparcida en las ciudades, en la aldeas y en el campo», escribe al emperador.

Continúa diciendo haber recibido denuncias por parte de los fabricantes de amuletos religiosos, estorbados por los Cristianosque predicaban la inutilidad de semejantes baratijas. Había instituido una especie de proceso para conocer bien los hechos, y había descubierto que ellos tenían:

“la costumbre de reunirse en un día fijado, antes de la salida del sol, de cantar un himno a Cristo como a un dios, de comprometerse con juramento a no perpetrar crímenes, a no cometer ni latrocinios ni pillajes ni adulterios, a no faltar a la palabra dada. Ellos tienen también la costumbre de reunirse para tomar su comida que, no obstante las habladurías, es comida ordinaria e inocua“.

Los cristianos no habían dejado estas reuniones ni siquiera después del edicto del gobernador que recalcaba la interdicción de las eterías.

 

Santo Cura de Ars

“Más dichosos que los santos del Antiguo Testamento, no solamente poseemos a Dios por la grandeza de su inmensidad, en virtud de la cual se halla en todas partes, sino que le tenemos con nosotros como estuvo en el seno de Maria durante nueve meses, como estuvo en la cruz. Más afortunados aun que los primeros cristianos, quienes hacían cincuenta o sesenta leguas de camino para tener la dicha de verle; nosotros le poseemos en cada parroquia, cada parroquia puede gozar a su gusto de tan dulce compañía. ¡Oh, pueblo feliz!“(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).

 

Benedicto XVI

Sin el domingo no podemos vivir: es lo que profesaban los primeros cristianos, incluso a costa de su vida, y lo mismo estamos llamados a repetir nosotros hoy” (BENEDICTO XVI, Ángelus 22 de mayo de 2005).

eucaristia

 

San Josemaría Escrivá

“Perseveraban todos en la doctrina de los Apóstoles, en la comunicación de la fracción del pan, y en las oraciones. Así nos describen las Escrituras la conducta de los primeros cristianos: congregados por la fe de los Apóstoles en perfecta unidad, al participar de la Eucaristía, unánimes en la oración. Fe, Pan, Palabra.

Jesús, en la Eucaristía, es prenda segura de su presencia en nuestras almas; de su poder, que sostiene el mundo; de sus promesas de salvación, que ayudarán a que la familia humana, cuando llegue el fin de los tiempos, habite perpetuamente en la casa del Cielo, en torno a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo: Trinidad Beatísima, Dios Único. Es toda nuestra fe la que se pone en acto cuando creemos en Jesús, en su presencia real bajo los accidentes del pan y del vino” (Es Cristo que pasa, n. 153).

 

Catecismo de la Iglesia

“Fracción del pan porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (cf Mt 14,19; 15,36; Mc 8,6.19), sobre todo en la última Cena (cf Mt 26,26; 1 Co 11,24). En este gesto los discípulos lo reconocerán después de su resurrección (Lc 24,13-35), y con esta expresión los primeros cristianos designaron sus asambleas eucarísticas (cf Hch 2,42.46; 20,7.11). Con él se quiere significar que todos los que comen de este único pan, partido, que es Cristo, entran en comunión con él y forman un solo cuerpo en él (cf 1 Co 10,16-17)“.

Del libro:

ORAR CON LOS PRIMEROS CRISTIANOS

Gabriel Larrauri  (Ed. Planeta)

 

LA HIGUERA MALDITA

Al día siguiente (lunes), cuando salían de Betania hacia Jerusalén, sintió hambre. Nos lo cuentan San Mateo y San Marcos. Vio a lo lejos una higuera frondosa, y fue hacia ella por si encontraba algo de comer. Al acercarse pudo ver que sólo tenía hojas. Añade San Marcos que no era tiempo de higos.

 

La higuera en Palestina daba dos cosechas al año: la primera en junio (higos tempranos, brevas, que han pasado el invierno en el árbol); la segunda, a finales de agosto (higos tardanos). Ahora, en los primeros días de abril, no era tiempo de higos. Sin embargo, este árbol da fruto de modo casi permanente.

Con frecuencia se podía encontrar en él algo comestible. Por eso se acerca Jesús; pero no encontró más que hojas. Se dirigió entonces a ella, y dijo en voz alta: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. San Mateo nos dice que se secó enseguida. Pero San Marcos nos indica que sus discípulos advirtieron al día siguiente que la higuera se había secado.

¿Por qué esta maldición a un ser sin razón, y si, además, no era tiempo de dar frutos? Se trata de una parábola en acción. Son frecuentes en las Escrituras estos modos de enseñar.

Jeremías estrelló contra el suelo una vasija para dar a entender a sus compatriotas el castigo que les tenía reservado Yahvé; en otra ocasión, una faja de lino escondida durante mucho tiempo entre las rocas, podrida ya cuando fue a tomarla de nuevo, revelará al profeta el triste fin de la nación que no quiso ceñirse con el sometimiento a Dios.

Isaías anduvo descalzo y desnudo para significar públicamente el expolio de Egipto y Etiopía [14]. De modo semejante, quiso el Señor describir, en la desgracia de aquel árbol maldecido, la suerte de Israel, pueblo con abundancia de hojas, por sus numerosas ceremonias y prescripciones, pero sin los frutos del amor a Dios y al prójimo.

Los discípulos quedaron admirados y sorprendidos. Y reemprendieron el camino sin decir nada.

 

betania higuera

 

UNOS GRIEGOS DESEAN VER A JESÚS

Llegaron a la ciudad y Jesús pasó el día enseñando. Entonces se acercaron a Felipe unos gentiles griegos que habían subido a la fiesta para adorar a Dios (Jn). Probablemente se trata de unos prosélitos iniciados en el culto del Dios verdadero que llegan a Jerusalén para celebrar la Pascua.

Han oído hablar del Maestro, como todo el mundo en Jerusalén, y desean conocerlo: Señor, le dicen con respeto a Felipe, queremos ver a Jesús. Se dirigen a este apóstol que conocería bien su idioma. Su mismo nombre es griego. Esta petición debió de extrañar a los discípulos. Por esto Felipe consulta con Andrés.

El Señor les recibió con afecto y vio en ellos las primicias de la fe cristiana en el mundo helénico; por eso exclamó: Ha llegado la hora en que sea glorificado el Hijo del Hombre. Les explica Jesús con una comparación cómo se iba a realizar el triunfo y los frutos del Mesías.

Como el grano de trigo muere para fructificar, así el Mesías: Si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto. Esta ley del Mesías se extiende a todos sus discípulos. El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna.

Jesús está evocando su Pasión y muerte, ya tan cercanas. Esta idea se repite constantemente, especialmente en estos días. En un momento de la conversación, y como en confidencia, dijo: Ahora mi alma está turbada; y ¿qué diré?: ¿Padre, líbrame de esta hora?, si para eso vine a esta hora. ¡Padre, glorifica tu nombre!

Se oyó entonces una voz del cielo, que dejó a todos sorprendidos: Lo he glorificado y lo glorificaré.

La gente no sabía qué pensar. Unos decían: Ha sido un trueno. Y otros que era un ángel el que había hablado. El Señor declara que aquella voz era un testimonio más para que creyeran en Él. Y hablaba claramente de su muerte en la cruz: Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí.

Pero la multitud no terminaba de creer en Él y de entender a qué se refería. Por eso dijeron: Nosotros hemos oído en la Ley que el Cristo permanece para siempre; entonces, ¿cómo dices tú: Es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre? ¿Quién es este Hijo del Hombre?
Jesús les contestó que ya faltaba poco para que Él se marchara, pero que debían aprovecharse de la luz mientras estaba entre ellos.

Cuando se tiene luz se puede caminar sin tropiezo. Mientras tenéis luz, creed en la luz para que seáis hijos de la luz.
Después se marchó y se ocultó de ellos.

Mientras tanto, los sacerdotes y los escribas andaban dando vueltas para ver cómo podían matarlo. Esto no les resultaba fácil pues le temían, ya que toda la muchedumbre estaba admirada de su doctrina.
Al atardecer salieron de la ciudad, camino de Betania.

 

+ info –

 

Ver en Wikipedia

 

Vida de Jesús (Fco Fz Carvajal)

 

 

 

Martes Santo

EL FIN DE JERUSALÉN Y DEL MUNDO

Jesús se puso en camino con sus discípulos hacia el Monte de los Olivos (Mc). El Templo, que acababan de dejar atrás, era el orgullo de los judíos por su grandiosidad y magnificencia. No había un templo igual en todo el mundo. Desde la falda occidental del monte, hacia donde se dirige el Señor, sus enormes sillares causaban una fuerte impresión de solidez y de permanencia.

 

Entonces, uno de los discípulos dijo en tono admirativo: ¡Maestro, mira qué piedras y qué construcciones! (Mc). El Señor le respondió con profunda pena: ¿Ves estas grandes construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. Los apóstoles quedaron sobrecogidos por estas palabras.

Poco tiempo después, en el año 70, se cumplió al pie de la letra esta profecía cuando Tito conquistó Jerusalén. Los soldados prendieron fuego al Templo, y el emperador, que deseaba conservarlo, intentó apagar las llamas, pero al no conseguir dominarlas ordenó su completa destrucción.

Los muros que subsisten en la actualidad son cimientos y parte de la muralla exterior; del santuario mismo no ha quedado piedra sobre piedra. El culto judío desapareció con el Templo. Más tarde, Tito depositó ante el altar de Zeus en Roma los despojos que se consiguieron salvar del incendio: el gran candelabro de los siete brazos, la mesa donde se colocaban los panes de la proposición y un ejemplar de la Ley.

 

jerusalen

 

Cincuenta años más tarde, después de la segunda rebelión judía contra el poder romano, el emperador Adriano hizo cambiar el nombre de la ciudad por el latino de Aelia Capitolina, y sobre la gran explanada del Templo mandó instalar estatuas dedicadas a dioses paganos. Donde antes estuvo la puerta sur, orientada hacia Belén, hizo colocar una cabeza de cerdo.

Era la enseña de la Legión Décima Fretensis, que custodiaba la ciudad; pero también era una gran ofensa para los judíos, que consideraban al cerdo como el animal impuro por excelencia. Incluso se prohibió a los judíos, bajo pena de muerte, la entrada en este recinto. En los días del Señor eran los paganos los que no podían entrar, bajo pena de muerte.

En tiempo del emperador Juliano el Apóstata (año 363) los judíos intentaron en vano reconstruirlo, y desde entonces no ha habido nuevas tentativas.

La profecía de la destrucción del Templo echaba por tierra las ideas de grandeza latentes en el pueblo y en todos. El Templo era el centro del judaísmo y su más íntima esencia. Era el único lugar donde se ofrecían los sacrificios de la Alianza establecida entre Dios y el pueblo de Israel. Por eso pensaban los discípulos que esta catástrofe debía de ir unida a otra de proporciones ingentes para toda la humanidad.

El fin del Templo significaba para ellos el fin del mundo. Por eso, después de un rato de silencio, estando aún sentado Jesús en la falda del monte, se le acercaron Pedro, Santiago, Juan y Andrés (Mc) y, a solas, le preguntaron: Dinos cuándo ocurrirán estas cosas y cuál será el signo de tu venida y de la consumación del mundo (Mt).

La ruina del Templo –les explica Jesús– es figura del fin del mundo, pero no indica su inminente cercanía; ambos acontecimientos tienen sus propias características. Así, la ruina del Templo tendrá lugar, les dice, en aquella misma generación. El fin del mundo, en cambio, permanece en el secreto de Dios, y el tiempo de ese acontecimiento final ni siquiera el Hijo quiere revelarlo.

Los apóstoles preguntaron por el fin del Templo de Jerusalén, y el Señor les advierte de algo más inminente: se avecinan hechos ante los cuales tienen que estar alerta para no sucumbir en la tentación y para no dejarse engañar por falsos profetas. Les anuncia que padecerán persecuciones a causa de la predicación del evangelio.

Las iniciarán los judíos y las continuarán los gentiles. Los apóstoles, y todas las generaciones de cristianos, pudieron comprobar cómo se cumplieron acabadamente las palabras del Señor: Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre (Mc). La presencia de los cristianos ante los tribunales constituyó siempre un testimonio de suma importancia en favor del evangelio.

También declaró el Señor que el evangelio sería predicado en el mundo entero antes del fin de todas las cosas. Ésta es una de las ocasiones en que el Señor anuncia el destino universal del evangelio, buena nueva de la salvación dirigida a todos los pueblos. Antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70, los apóstoles la habían predicado ya por el mundo conocido.

De igual modo, antes del final de los tiempos llegará a todos los pueblos la noticia y la oportunidad de conversión por medio del apostolado y de la predicación de la Iglesia; aunque esto no significa que todos los hombres acepten y sean fieles de hecho a la doctrina de Cristo.

No pueden considerarse como señales precursoras las persecuciones contra la Iglesia, ni la aparición de falsos mesías, ni el enfriamiento del amor, ni las disidencias originadas en motivos religiosos (Mt), puesto que todo ello pertenece al desarrollo constante del Reino de Dios en el mundo. En cuanto a los cataclismos de la naturaleza, parecen poseer un sentido supraterrestre.

La vieja tierra será purificada. Los elementos, abrasados, se disolverán. Sólo entonces hará su aparición la tierra nueva, fresca y gozosa.

 

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Ver en Wikipedia

 

Vida de Jesús (Fco Fz Carvajal)

 

La celebración del Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa

 

Día en el que recordamos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, unos días antes de su muerte.

 

¿Qué celebramos el Domingo de Ramos?

El Domingo de Ramos es el último domingo antes del Triduo Pascual. Al que también llamamos Domingo de Pasión.

Esta es una fiesta cristiana de paz. Los ramos, con su antiguo simbolismo, nos hacen recordar ahora, la alianza entre Dios y su pueblo. Confirmada y establecida en Cristo, porque Él es nuestra paz.

En la liturgia de nuestra Santa Iglesia Católica, leemos en el día de hoy estas palabras de profunda alegría: los hijos de los hebreos, llevando ramos de olivo salieron al encuentro del Señor, clamando y diciendo: Gloria en las alturas.

Mientras Jesús pasaba, cuenta San Lucas, las gentes tendían sus vestidos por el camino. Y estando ya cercano a la bajada del monte de los Olivos, los discípulos en gran número, transportados de gozo, comenzaron a alabar a Dios en alta voz por todos los prodigios que habían visto: bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor, paz en el cielo y gloria en las alturas.

«Con obras de servicio, podemos preparar al Señor un triunfo mayor que el de su entrada en Jerusalén» San Josemaría Escrivá

Domingo de Ramos - Historia

En este día, los cristianos conmemoramos la entrada de Cristo en Jerusalén para consumar su Misterio Pascual. Por eso se leen desde muy hace mucho tiempo dos evangelios en la Santa Misa de este día.

Como lo explica el Papa Francisco, “esta celebración tiene como un doble sabor, dulce y amargo, es alegre y dolorosa, porque en ella celebramos la entrada del Señor en Jerusalén, aclamado por sus discípulos como rey, al mismo tiempo que se proclama solemnemente el relato del evangelio sobre su pasión. Por eso nuestro corazón siente ese doloroso contraste y experimenta en cierta medida lo que Jesús sintió en su corazón en ese día, el día en que se regocijó con sus amigos y lloró sobre Jerusalén”

Es en el Domingo de Ramos, cuando Nuestro Señor comienza la semana decisiva para nuestra salvación.

Las hojas de palma, escribe San Agustín, son símbolo de homenaje, porque significan victoria. El Señor estaba a punto de vencer, muriendo en la Cruz. Iba a triunfar, en el signo de la Cruz, sobre el Diablo, príncipe de la muerte.

Él viene a salvarnos; y nosotros estamos llamados a elegir su camino: el camino del servicio, de la donación, del olvido de uno mismo. Podemos encaminarnos por este camino deteniéndonos durante estos días a mirar el Crucifijo, es la “cátedra de Dios”

Papa Francisco

Significado del Domingo de Ramos

«Así como entonces el Señor entró en la Ciudad Santa a lomos del asno, dice Benedicto XVI, así también la Iglesia lo veía llegar siempre nuevamente bajo la humilde apariencia del pan y el vino”.

El Papa Francisco señala que nada pudo detener el entusiasmo por la entrada de Jesús; que nada nos impida encontrar en él la fuente de nuestra alegría, de la alegría auténtica, que permanece y da paz; porque sólo Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza. Quien recibe a Jesús con humildad y sencillez, luego lo lleva a todas partes.

Domingo de ramos: significado bíblico e historia

 

“Nosotros, que no somos nada, nos mostramos a menudo vanidosos y soberbios: buscamos sobresalir, llamar la atención; tratamos de que los demás nos admiren y alaben.  El entusiasmo de las gentes no suele ser duradero. Pocos días después, los que le habían acogido con vivas pedirán a gritos su muerte.

Y nosotros ¿nos dejaremos llevar por un entusiasmo pasajero? Si en estos días notamos el aleteo divino de la gracia de Dios, que pasa cerca, démosle cabida en nuestras almas. Extendamos en el suelo, más que palmas o ramos de olivo, nuestros corazones. Seamos humildes, mortificados y comprensivos con los demás. Éste es el homenaje que Jesús espera de nosotros.» Javier Echevarría, nos hace ver el significado cristiano de esta fiesta

El Domingo de Ramos en la Biblia

La liturgia del Domingo de Ramos pone en boca de los cristianos este cántico: levantad, puertas, vuestros dinteles; levantaos, puertas antiguas, para que entre el Rey de la gloria.

Primer Evangelio del Domingo de Ramos (Lucas 19,28-40)

Dicho esto, caminaba delante de ellos subiendo a Jerusalén.
Y cuando se acercó a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos discípulos, diciendo:
—Id a la aldea que está enfrente; al entrar en ella encontraréis un borrico atado, en el que todavía no ha montado nadie; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo desatáis, le responderéis esto: «Porque el Señor lo necesita».
Los enviados fueron y lo encontraron tal como les había dicho. Al desatar el borrico sus amos les dijeron:
—¿Por qué desatáis el borrico?
—Porque el Señor lo necesita —contestaron ellos.
Se lo llevaron a Jesús. Y echando sus mantos sobre el borrico hicieron montar a Jesús. Según él avanzaba extendían sus mantos por el camino. Al acercarse, ya en la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llena de alegría, comenzó a alabar a Dios en alta voz por todos los prodigios que habían visto, diciendo:
¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor!
¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
Algunos fariseos de entre la multitud le dijeron: —Maestro, reprende a tus discípulos.
Él les respondió: —Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.

Evangelio del Domingo de Ramos  (Marcos 11, 1-10)

Al acercarse a Jerusalén, a Betfagé y Betania, junto al Monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos y les dijo:
—Id a la aldea que tenéis enfrente y nada más entrar en ella encontraréis un borrico atado, en el que todavía no ha montado nadie; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: «¿Por qué hacéis eso?», respondedle: «El Señor lo necesita y enseguida lo devolverá aquí».
Se marcharon y encontraron un borrico atado junto a una puerta, fuera, en un cruce de caminos, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les decían:
—¿Qué hacéis desatando el borrico?
Ellos les respondieron como Jesús les había dicho, y se lo permitieron.
Entonces llevaron el borrico a Jesús, echaron encima sus mantos, y se montó sobre él. Muchos extendieron sus mantos en el camino, otros el ramaje que cortaban de los campos. Los que iban delante y los que seguían detrás gritaban:
—¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que viene, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!
Y entró en Jerusalén en el Templo; y después de observar todo atentamente, como ya era hora tardía, salió para Betania con los doce.

 

 

Las procesiones del Domingo de Ramos

La tradición de celebrar el Domingo de Ramos tiene cientos de años. Durante siglos, la bendición del olivos ha sido parte de esta fiesta, al igual que las procesiones, La Santa Misa y el relato durante la misma de la Pasión de Cristo. Hoy se celebran en muchos países.

Los fieles que participan en la procesión de Jerusalén, que data del siglo IV, también llevan en las manos ramos de palma, olivos u otros árboles, y entonan los cantos del Domingo de Ramos. Los sacerdotes llevan ramos y van delante guiando a los fieles.

En España, una alegre procesión de Domingo de Ramos conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén. Reunidos se canta hosanna y se agita las palmas como un gesto de alabanza y bienvenida.

Las ramas de olivo son un recordatorio de que la Cuaresma es un tiempo de esperanza y renovación de la fe en Dios. Se les atribuye ser un símbolo de la vida y resurrección de Jesucristo. Asimismo, recuerdan también la fe de la Iglesia en Cristo y su proclamación como Rey del Cielo y de la Tierra.

Al final la peregrinación, es costumbre colocar las palmas, ya bendecidas, junto a las cruces que hay en nuestro hogar como recuerdo de la victoria pascual de Jesús.

Estos mismos olivos se prepararán para el siguiente Miércoles de Ceniza.  Ya que para esta importante ceremonia se queman los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior. Estas se rocían con agua bendita y luego son aromatizadas con incienso.

 

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https://www.primeroscristianos.com/entrada-triunfal-jerusalen/

 

paz en Ucrania

Tierra Santa también ha respondido a la petición hecha por el papa Francisco a todos los obispos del mundo.

“Un mes después del comienzo de la guerra en Ucrania, como dice la carta, la Iglesia, en esta hora oscura, está llamada a interceder ante el Príncipe de la Paz”.

 

El lugar santo elegido para el acto de consagración de la humanidad, y especialmente de Rusia y Ucrania, al Inmaculado Corazón de María fue la Gruta de la Leche en Belén, que es un lugar rico en historia y especialmente significativo. Aquí, franciscanos, religiosos, diplomáticos y fieles se reunieron en oración.

 

Fr. FRANCESCO PATTON, Custodio de Tierra Santa:

"Según la tradición, es el lugar de la primera parada de la sagrada familia cuando tuvo que huir a Egipto para escapar de la persecución de Herodes. Es un lugar que recuerda el sufrimiento que aún hoy viven millones de desplazados, refugiados, millones de refugiados exiliados que tienen que dejar su patria para proteger su propia vida, la de su familia para escapar de las guerras y la violencia".

 

 

 

"Y esta imagen de María ofreciendo su pecho y alimentando es la imagen de la misericordia, de esa ternura que María tiene no sólo hacia el niño Jesús, sino hacia toda la humanidad. Sabemos que María crió a ese niño para que pudiera ser nuestro salvador."

"¡En este momento nos falta la paz! Y pedimos, por intercesión de María, que obtenga de su hijo el don de la paz, la paz entre Rusia y Ucrania, entre todos los países en conflicto, la paz en todas las situaciones que necesitan en este momento de reconciliación".

 

www.cmc-terrasanta.com

Una inscripción rupestre del desierto jordano, en Arabia, invoca a Jesús

Antes del surgimiento del Islam a principios del siglo VII, Arabia era el hogar de una fe monoteísta diferente. Siglos antes de Mahoma, algunas antiguas tribus árabes parecen haber adoptado el cristianismo. Si bien la llegada del cristianismo a Arabia se ha conocido a través de fuentes literarias, como el famoso erudito bíblico y traductor San Jerónimo, los descubrimientos recientes presentan evidencia del cristianismo desde la propia Arabia preislámica.

 

Las vastas franjas de desierto al este del río Jordán revelan miles de inscripciones antiguas, algunas de las cuales llevan cruces y usan terminología cristiana.

 

¿Es esta antigua inscripción rupestre la evidencia más antigua del cristianismo en Arabia? Foto: Cortesía del Proyecto de Levantamiento Epigráfico Badia.

¿Es esta antigua inscripción rupestre la evidencia más antigua del cristianismo en Arabia? Foto: Cortesía del Proyecto de Levantamiento Epigráfico Badia.

 

Escribiendo para la edición de primavera de 2022 de Biblical Archaeology Review , Ahmad Al-Jallad presenta los fascinantes resultados de su misión epigráfica de 2019 en Wadi al-Khudari, en el noreste de Jordania. . Su estudio arrojó cientos de inscripciones antiguas, registradas por los pastores nómadas que vagaban por estas regiones hace casi dos milenios.

Los puntos de hallazgo y la distribución de estas inscripciones indican las rutas y los sitios temporales que las tribus árabes usaban cuando cazaban animales salvajes y pastoreaban su ganado y camellos.

 

El Harra, el desierto rocoso de basalto que se encuentra en el sur de Siria, el noreste de Jordania y el norte de Arabia Saudita, fue durante milenios el hogar de pastores nómadas que abandonaron millas de grabados en roca e inscripciones, algunas de las cuales atestiguan la primera llegada del cristianismo a Arabia.

 

Cada una de estas inscripciones es una valiosa fuente de información histórica y cultural, pero una de ellas es realmente notable, ya que documenta la muy temprana penetración del cristianismo en Arabia. La inscripción, que probablemente data del siglo IV, invoca a Jesús, con el nombre que se le da a Jesús en el Corán.

Profesor de árabe en la Universidad Estatal de Ohio y especialista en los idiomas de la Arabia preislámica, Al-Jallad cuenta la historia del descubrimiento y proporciona un análisis en profundidad de la inscripción única. Primero presenta el Harra, el desierto de basalto negro en el noreste de Jordania, donde se encontró la inscripción.

“Las tribus que habitaron este entorno marginal abandonaron extensos restos arqueológicos, que datan desde el Neolítico hasta la época moderna. Estos incluyen instalaciones funerarias, recintos de animales y campamentos. Pero quizás el testimonio más notable del pasado de la región es su registro epigráfico, que incluye inscripciones y arte rupestre”.

 

Un solo túmulo en Wadi al-Khudari contenía más de 100 inscripciones antiguas, incluida la que invoca a Jesús. Foto: Ahmad Al-Jallad.

 

Al presentar las inscripciones como grupo, comentando su estilo, contenido y escrituras (o alfabetos), Al-Jallad agrega:

“La escritura llegó a los nómadas del norte de Arabia ya a principios del primer milenio a. la Era Común, los nómadas de Harra habían dominado la palabra escrita. Esculpieron decenas de miles de inscripciones rupestres en su lengua vernácula local, un dialecto primitivo del árabe, usando un alfabeto consonántico indígena, que los eruditos modernos han llamado Safaitic ”.

Posiblemente el testimonio más antiguo del cristianismo en Arabia, la inscripción de Jesús de Wadi al-Khudari es una inscripción conmemorativa, lo que significa que conmemora a una persona fallecida.

Consta de tres partes: primero da el nombre del inscriptor (Wahb-El) y la genealogía, luego agrega una conmemoración de su tío fallecido y finalmente concluye con una invocación religiosa única, a Isay, que corresponde al nombre dado a Jesús en el Corán: “Oh Īsay ('sy), ayúdalo contra aquellos que te niegan”. No cabe duda de que el escritor (y posiblemente también su tío) era cristiano.

 

Jesús en el Corán se llama Isa, que corresponde al nombre divino 'sy (encerrado en un círculo) invocado en este texto conmemorativo. Dibujo: Cortesía del Proyecto de Levantamiento Epigráfico Badia.

 

“El presente texto es una composición típica de Safaitic, pero los antiguos dioses y oraciones son reemplazados por una invocación cristiana. Por lo tanto, Wahb-El puede haber sido un converso que modificó la tradición de escritura Safaitic para adaptarse a su nueva fe, invocando a Jesús con la misma estructura formulaica utilizada para invocar a los dioses antiguos”.

Con respecto a las circunstancias que rodearon la inscripción y el surgimiento del cristianismo en Arabia, Al-Jallad teoriza, “[Wahb-El] pudo haber tenido contactos cercanos con áreas pobladas, como Bostra en Siria o las ciudades de Decápolis en Transjordania, que parecen en otros textos Safaitic. Por otro lado, es posible que su inscripción refleje los esfuerzos de los misioneros por convertir a los nómadas”.

 

 

 

 

 

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