Francesco Forgione, desde niño ha tenido visiones de la Virgen María, de Jesús y también del Diablo. Todo ello forja en él el deseo de llegar a ser sacerdote. Tras entrar en la orden de los Capuchinos con el nombre de Pío de Pietrelcina, se evidencian en él unos poderes para los que no hay explicación científica: sana a enfermos, conoce el nombre y los problemas de desconocidos a quienes predice el futuro…
Cuando en 1918 le aparecen estigmas en manos y pies, sus devotos seguidores se multiplican, provoca que el Vaticano lo acuse de embaucador. Aunque no se le permite ejercer como sacerdote, la gente sigue creyendo en sus milagros.
Poco antes de su muerte en 1968, la Iglesia reconoce una obra que lo llevará a ser santificado en 2002 por Juan Pablo II, el mismo a quien décadas atrás, cuando sólo era karol , el Padre Pío le predijo que llegaría a ser Papa.
El 23 de septiembre es la fiesta de San Pío de Pietrelcina, monje capuchino querido por los católicos y admirado por muchos por su gran caridad y los dones extraordinarios que puso al servicio de los que buscaban a Dios.
San Pío es conocido como el "santo de los estigmas" por recibir las llagas de Cristo en las manos, los pies y el costado. Además, se hizo célebre por los dones que Dios le concedió, como ver a su ángel guardián, tener visiones, bilocarse, hablar y escribir en idiomas que no sabía o leer las conciencias de los que se acercaban a él en Confesión, entre otros.
Título Original: Padre Pío
Duración: 200 minutos
Año: 2000
Clasificación por edades: No recomendada para menores de 7 años.
Director: Carlo Carlei
Reparto: Andrea Buscemi, Pietro Biondi, Sergio Castellito
Premios de la película: • Premio del Público en el Festival de Cine Italiano de Los Ángeles.

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Ese año marcó el auge de Boko Haram, la insurgencia islamista cuya campaña por un califato en el Sahel desencadenó uno de los capítulos más brutales de la historia moderna de Nigeria. Desde entonces, facciones extremistas —incluyendo a Boko Haram, ISIS-África Occidental y pastores armados fulani— han dejado un rastro devastador de santuarios incendiados, congregantes masacrados y comunidades destrozadas.

Establece paralelismos con Anatolia, antaño el corazón del cristianismo bizantino antes de su transformación bajo el dominio otomano, y con partes de Egipto donde las comunidades cristianas menguaron bajo siglos de presión islamista. «Lo que ocurrió en Constantinopla o Asiut se está desarrollando en Nigeria hoy», advirtió. «A menos que se tomen medidas urgentes, quedará poco cristianismo aquí dentro de cincuenta o cien años».
Las voces internacionales están empezando a tomar nota. En Washington, el senador Ted Cruz presentó la «Ley de Responsabilidad por la Libertad Religiosa de Nigeria» el 11 de septiembre, instando al Departamento de Estado a designar a Nigeria como «País de Especial Preocupación» y a mantener las sanciones contra Boko Haram e ISIS-África Occidental. «Los cristianos están siendo ejecutados por su fe, obligados bajo la sharia y sometidos a leyes de blasfemia», argumentó Cruz. «Debe haber costos reales para los funcionarios nigerianos que permiten estas atrocidades».
El mosaico religioso de Nigeria subraya la gravedad de esta tendencia. Se estima que en el norte viven 40 millones de cristianos, junto con 76 millones de musulmanes, mientras que en el sur hay 70 millones de cristianos y 24 millones de musulmanes. Sin embargo, a pesar de este balance, Umeagbalasi sostiene que el Estado nigeriano ha sido cómplice, si no facilitador activo, del avance del islamismo radical. «El objetivo ya no es gobernar ni reformar Nigeria», declaró con crudeza, «sino obligar a la nación a someterse a la ideología radical».
Umeagbalasi acogió con satisfacción la propuesta, calificándola de «aliento moral» para quienes luchan por proteger a las comunidades cristianas. Aun así, los defensores advierten que la legislación por sí sola no detendrá la marea a menos que esté acompañada de intervenciones diplomáticas, humanitarias y de seguridad sostenidas.
Los cambios de nombre son importantes en la Biblia, ya que típicamente señalan una nueva misión de Dios. Por ejemplo, Abram se convirtió en Abraham y Simón fue rebautizado como Pedro.
Otro personaje de la Biblia que muchos eruditos creen que recibió un cambio de nombre fue el apóstol Mateo. En el Evangelio de Mateo, el recaudador de impuestos, llamado por Jesucristo para convertirse en apóstol, se llama “Mateo” (Mateo 9: 9). Sin embargo, en el Evangelio de Marcos, el mismo recaudador de impuestos se llama "Leví" (Marcos 2:14).

Algunos eruditos creen que el recaudador de impuestos simplemente tenía dos nombres, uno en griego (Mateo) y el otro en hebreo (Leví). Esto es muy posible, ya que los eruditos señalan a Simón (Pedro) y Saulo (Pablo) como ejemplos similares que no significan un cambio de nombre, sino la existencia de dos nombres en dos idiomas diferentes.
Al mismo tiempo, otros estudiosos creen que esto podría indicar un cambio de nombre. En la Enciclopedia Católica , explica:
“Es probable que Mattija, 'regalo de Iaveh', fue el nombre conferido al recaudador de impuestos por Jesucristo cuando lo llamó al Apostolado, y por él fue conocido en adelante entre sus Hermanos cristianos, siendo Levi su nombre original ".
En realidad, ambas teorías son posibles. Lo que es seguro es que después de dejar su negocio de recaudación de impuestos, la comunidad cristiana primitiva lo conoció para siempre como "Mateo".
Cualquiera que sea el caso, ambos nombres son capaces de inspirar reflexiones simbólicas, como se puede ver en el siguiente pasaje de La Leyenda Dorada, un texto medieval popular que proporcionó significados inventivos para los nombres de los santos.
Mateo (Matthaeus) se interpreta como un regalo apresurado o como un dador de consejo. O el nombre viene de magnus, grande y theos, Dios, por lo tanto grande para Dios, o de mamis, mano, y theos, de ahí la mano de Dios.

San Mateo fue un regalo apresurado por su rápida conversión, el dador de consejo por su predicación saludable, grande a Dios por la perfección de su vida, y la mano de Dios por la escritura de su evangelio.
Levi se interpreta como tomado, adjunto, agregado o colocado con. El santo fue retirado del trabajo de recaudación de impuestos, adscrito a la compañía de los apóstoles, agregado al grupo de los evangelistas y colocado con el catálogo de los mártires.
Es posible que antes lo conocieran como "Leví", pero desde su encuentro con Jesucristo, el mundo lo ha conocido como "Mateo".
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“El Señor esperaba una respuesta pronta y generosa
de aquel rico recaudador de impuestos.
Y Mateo, al instante, le siguió”.
I
Íbamos hacia el mar...
Y, como siempre, tú y yo detrás de Jesús.
Caía el sol sobre aquel camino arenoso y tú querías descubrir, entre las pisadas de los que iban delante, cuáles eran las huellas del Señor.
Como niños pequeños nos entreteníamos en pisar las señales de sus pies, pisando sobre sus pisadas.
Llenos de ilusión.
Creíamos que, caminando así, hacíamos lo mejor.

Cuando ya se terminaban las casas, vimos aquélla última, pequeñita, con la puerta mirando al mar. Delante, en fila rigurosa, estaban muchos judíos con bolsas de dinero en sus manos, oteando con mirada recelosa...
Jesús se ha parado un instante frente a la puerta de esta casita, mientras que los judíos alineados a la sombra le observan sin cesar.
Hemos llegado tú y yo, y miramos los dos, distraídos, los pies de Jesús, esperando que comience a andar para ser los primeros en pisar sus pisadas. De nuestro juego infantil, nos despertó la voz de Jesús, que dijo:
- "¡Sígueme!"
Alzamos nuestros ojos del suelo y vimos que el Señor hacía a la vez señas con su índice a un hombre que sentado en el banco de los tributos le estaba mirando.
Mateo miraba a Jesús con asombro; una interrogación se dibujaba en su rostro, como diciendo:
-"¿A quién es? ¿A mí?"
II
Pensando que la llamada era para él, sin mirar más, sin atender a toda aquella gente que aguardaba para pagar, sin contar los montones de dinero que estaban encima de la mesa, y sin cerrar siquiera la puerta de su casa, dejándolo todo como estaba, levantándose le siguió.
Los judíos de la puerta no comprendieron aquella locura: ¿por qué deja abandonado todo a una palabra de Jesús? ¿Por qué, al paso de Jesús, abandona con desprecio el dinero, que antes ambicionaba con tanto ahínco y afán? ¿A qué es debido ese cambio de conducta?
Tú y yo entendimos que era uno más que se nos unía. Ya no perderá más tiempo ganando sólo dinero; dedicará su vida a andar por caminos de amor y de ideal, de heroísmo y de cielo, siguiendo a Jesús a donde quiera que vaya. Y por Él dejará también, un día, con su sangre, su vida.
Mateo no estropeó la elegancia de su entrega sin palabras con remilgos egoístas, como hubiera sido el poner en orden sus cosas, el recoger el dinero, el mirar para atrás cuando se acercaba a Jesús, dejando a sus espaldas las ilusiones de siempre. Y Mateo es publicano...
III
No es de los que se pasan la vida discutiendo si es bueno dar el décimo del perejil y de lahierbabuena, es más sencillo que todo eso, y por ello nunca ha sido visto entre los fariseos de su pueblo.
No puede con esas hipócritas discusiones vacías, y cuando le ha llegado el momento, no ha dado el diezmo, lo ha dado todo, con un cambio radical de su vida.
A ti, que me escuchas, amigo, te diré: tú que le sigues jugando a pisar sus pisadas y conservando tu voluntad, sin haberla entregado, mira la actitud de Mateo.
Muchas veces, tú y yo, hemos comentado la conveniencia de darnos del todo a Jesús, haciéndolo también sin palabras, y siempre me has dicho lo mismo, que más adelante, que también sin seguirle del todo se puede hacer mucho bien, que el Señor también quiere que haya recaudadores de tributos, que...
No es preciso que hablemos más, la conducta de Mateo es bastante elocuente. Y Jesús está pasando por tu puerta...
"Caminando con Jesús", J.A. GONZÁLEZ LOBATO,
Ediciones RIALP, S.A.
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En las artes plásticas, Stabat Mater es un tema del arte cristiano que representa a la Virgen, de pie, a la derecha de Cristo crucificado (es decir, a la izquierda del espectador), mientras que el apóstol Juan, también de pie, se representa a la izquierda de Cristo (es decir, a la derecha del espectador); reproduciendo la escena evangélica durante la que Cristo pronunció la tercera de las «siete palabras»: «Mujer, aquí tienes a tu hijo … Aquí tienes a tu madre», (Juan, 19: 26-27).

Es habitual que se disponga la escena como parte superior de retablos y coros altos; y conforma muchas de las Crux triumphalis y de las estaciones número doce de los viacrucis. Los días más adecuados para recitarla y meditarla son el Viernes de Dolores, el día de la exaltación de la Santa Cruz , 14 de septiembre, y el día de nuestra Señora de los Dolores, 15 de septiembre.
Stabat Mater (traducido del latín significa "Estaba la madre") es un himno católico del siglo XIII atribuído al fraile franciscano Jacopone da Todi. Esta plegaria, que comienza con las palabras Stabat Mater dolorosa (estaba la Madre sufriendo), medita sobre el sufrimiento de María, la Madre de Jesús, durante la crucifixión de Éste.
Stabat Mater es una de las composiciones literarias a la que más se le ha puesto música; cerca de 200 compositores diferentes. Múltiples compositores de distintas épocas, de género, de estilos y de visión musical han compuesto en base a este texto medieval. Entre los Compositores se cuentan Rossini, Franz Liszt, Krzysztof Penderecki, Giovanni Pierluigi da Palestrina, Francis Poulenc, Domenico Scarlatti, Antonio Vivaldi, Alessandro Scarlatti y Antonín Dvorák, siendo el más famoso el de Pergolesi.
La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.Y cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria.Amén.
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Stabat Mater dolorósa
iuxta crucem lacrimósa,
dum pendébat Fílius.
Cuius ánimam geméntem,
contristátam et doléntem
pertransívit gládius.O quam tristis et afflícta
fuit illa benedícta
mater Unigéniti!
Quæ mærébat et dolébat
pia Mater, dum vidébat
Nati pœnas íncliti.Quis est homo qui non fleret,
Matrem Christi si vidéret
tanto supplício?
Quis non posset contristári,
piam Matrem contemplári
doléntem cum Fílio?Pro peccátis suæ gentis
vidit Iesum in torméntis,
et flagéllis súbditum.
Vidit suum dulcem Natum
moriéntem desolátum,
dum emísit spíritum.Eia, Mater, fons amóris,
me sentíre vim dolóris
fac, ut tecum lúgeam.
Fac ut árdeat cor meum
in amándo Christum Deum,
ut sibi compláceam.*Sancta Mater, istud agas
Crucifíxi fige plagas
cordi meo válide.
Tui Nati vulneráti,
tam dignáti pro me pati,
pœnas mecum dívide.Fac me tecum pie flere,
Crucifíxo condolére,
donec ego víxero.
Iuxta crucem tecum stare,
ac me tibi sociáre
in planctu desídero.Virgo vírginum præclára,
mihi iam non sis amára:
fac me tecum plángere.
Fac ut portem Christi mortem,
passiónis fac me sortem,
et plagas recólere.Fac me plagis vulnerári,
cruce hac inebriári,
et cruóre Fílii.
Flammis urar ne succénsus,
per te, Virgo, sim defénsus
in die iudícii.Fac me cruce custodíri,
morte Christi præmuníri,
confovéri grátia.
Quando corpus moriétur,
fac ut ánimæ donetur
Paradisi gloria.Amen
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Juan fue un as de la palabra desde muchacho. El famoso rector Libonio, su maestro, que veía en el joven a su natural sucesor, sintió mucho cuando aquel alumno prometedor prefirió la fe a la atractiva retórica. “¡Si los cristianos no me lo hubieran robado!”, exclamará.
En efecto, Juan sí fue “robado” por la atracción que sentía por las palabras sagradas, que estudia con atención en el círculo de Diodoro, futuro obispo de Tarso. San Pablo es uno de sus preferidos, al que le dedicará mucho en pensamientos y páginas.
Pero toda la Biblia, con sus enseñanzas, deja una huella profunda en aquel joven de Antioquía que se prepara para convertirse en una espada de doble filo en el oriente cristiano del siglo V, precisamente por aquel talento de decir las cosas sabiendo que lo dice bien.

El obispo Fabiano lo ordenó sacerdote pero Juan, desde los años del diaconato, demuestra rotundamente que su capacidad de hablar a la gente de las Escrituras es fuera de lo común. Antes de esta fase, el joven también hace la experiencia eremítica – seis años en el desierto, los últimos dos en una caverna – y esto consolida en él un carácter de sobriedad que confiere ulterior fuerza a sus palabras que sacuden siempre por su franqueza.
Predica el amor concreto a los hermanos más pobres, insta a los monjes a realizar obras de caridad y a desprenderse del dinero; impulsa a los laicos a evitar la telaraña de la corrupción.
En suma, más espacio al espíritu y menos a la carne. Juan es un moralista, en el sentido positivo del término, para una época en la que extraer de los dichos bíblicos normas de comportamiento coherentes con la vida de un bautizado era el camino que se recorría con frecuencia.
Cuando tenía alrededor de 50 años, en el 397, da el gran salto. Juan está en Constantinopla para suceder al Patriarca Nectario. Cambia el papel: gran visibilidad y cercanía a la corte. El único que no cambia es Juan. El fustigador de la corrupción – que en los palacios del poder bizantino pulula – es fiel a su estilo.
La gente lo ama por eso, tal como lo testimonian sus contemporáneos. Los que comienzan a detestarlo cada vez más abiertamente son la nobleza y el clero, apegados a sus privilegios y de aquel hombre que, en lugar de alinearse a los modos del círculo del que ha entrado a formar parte, reciben frases que no hacen descuentos.
Indolencia y vicios, sobre todo por parte de quien viste una túnica, son los blancos preferidos. Y a las palabras siguen los hechos. Muchos presbíteros son removidos por indignidad, incluido el obispo de Éfeso. Para muchos es demasiado. Y contra un hombre que en el fondo es más ingenuo que astuto, parte la lista de intrigas.
Capitanea la fronda contra Juan el Patriarca de Alejandría, Teófilo, y la emperatriz Eudoxia. En su ausencia convocan un sínodo que obliga a Juan al exilio. Corre el año 403, pero el alejamiento dura poco. Por aclamación popular, Juan regresa a Constantinopla y sus adversarios vuelen a lanzar el desafío.

San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia
El 9 de junio del 404 una nueva condena lo aleja del centro del Imperio. El antiguo eremita encuentra una soledad forzada. Juan “boca de oro”, tal como será apodado tiempo después, muere en el año 407, en Comana Pontica, durante uno de los tantos traslados que debía realizar.
Su sabiduría permanece intacta a lo largo de los siglos, corroborada por centenares de escritos de un hombre y un sacerdote convencido de que “en todas las cosas” deba darse “gloria a Dios”.
Si el Señor escogió entre todas las criaturas la más perfecta, para ser Madre del Hijo divino; si como privilegio de esta maternidad la hizo inmaculada y arca de todas las virtudes, nos parece muy lógico que también eligiera para Ella el nombre más hermoso, el de más alta y acendrada significación, el más dulce entre todos los del humano lenguaje.
Si, como algunos creen, deriva del idioma egipcio, su raíz es mery, o meryt, que quiere decir muy amada. Según otros, la significación sería Estrella del mar. Si el nombre de María proviene del siríaco, la raíz es mar, que significa Señor. El padre Lagrange opina que los hebreos debieron utilizar el nombre de María con el significado de Señora, Princesa. Nada más conforme a la noble misión de la humilde Virgen nazarena. Otro tercer grupo de filólogos e intérpretes sostienen que la palabra María es de origen estrictamente hebreo. Y sus diversas y preciosas significaciones son las siguientes:
Primera. Mar amargo, de la raíz mar y jam. María fue un verdadero mar de amargura, desde que en el templo, cuando la presentación de suHijo, vislumbró la silueta cárdena y dolorida del Calvario. Y un mar de amargura desbordante en la pasión y muerte de Jesús.
Segunda. Rebeldía, de la raíz mar. Ella, la omnipotencia suplicante, vence a las satánicas huestes. "El nombre de María es de una energía singular y tiene en sí una fuerza divina para impetrar en favor nuestro la ayuda del cielo."
Tercera. Estrella del mar. Le cantamos Ave, Maris Stella! ¡Y con qué arrebatador encanto glosa y profundiza San Bernardo esta expresiva metonimia!
Cuarta. Señora de mí linaje. Frase muy justa y apropiada a la prerrogativa nobilísima de ser Madre de Dios, Reina de todo lo creado.
Quinta. Esperanza. Significado más alegórico que etimológico, pero lleno de inefable consuelo. Porque Ella, Spes nostra, es el camino de la felicidad, el arco iris que señala un pacto de armonía entre Dios y los hombres. "Bienaventurado el que ama vuestro nombre, oh María -exclama San Buenaventura-, porque es fuente de gracia que refresca el alma sedienta y la hace reportar frutos de justicia."
Sexta. Elevada, grande, de ram. San Agustín y San Juan Crisóstomo coinciden en adjudicarle el excelso sentido de "Señora y Maestra".
Séptima. Iluminada, iluminadora. Está llena de luz. Sostiene en sus brazos la luz del mundo. Es pura y diáfana. "El nombre de María indica castidad", dice San Pedro Crisólogo.
España fue la primera en solicitar y obtener de la Santa Sede autorización para celebrar la fiesta del Dulce Nombre. Y esto acaeció el año 1513. Cuenca fue la diócesis que primeramente solemnizó dicha fiesta, siguiendo su ejemplo, en seguida, las demás, porque el amor de Nuestra Señora es efusivo y prende con facilidad en terrenos de sincera devoción.
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Pero fue el papa Inocencio XI "defensor de la Iglesia con toda la fuerza de su férreo carácter, con la sabiduría de su espíritu y, sobre todo, con el amor de absoluta entrega", como decía en el radio mensaje de beatificación nuestro Santísimo Padre Pío XII, quien decretó, el 25 de noviembre del año 1683, que toda la Iglesia celebrara solemnemente la fiesta de este nombre excelso, pues invocándolo se había alcanzado la completa victoria sobre los turcos.
Uno de los más trascendentales y emotivos episodios de la historia universal nos da el relato de esta decisiva victoria:
Si el empuje de las fuerzas cristianas en Lepanto, cuya alma había sido también el papa San Pío V, debilitó la potencia otomana, frenando el ímpetu de sus conquistas, el límite de los territorios dominados por los turcos no había retrocedido, y la puerta tendía a resurgir con el intento de una invasión total de Europa. En 1683 el peligro se hizo ya inminente.
Los cálculos menores estiman el ejército que el gran visir Kara Mustafá llevó contra Viena, en unos 200.000 hombres. Era un momento critico en la historia del mundo. Inocencio XI, ante las indecisiones ambiciosas y la política turbia de algunos príncipes europeos, le escribía a Luis XIV de Francia:
"Te conjuro, por la misericordia de Dios, que acudas en auxilio de la oprimida Cristiandad, para que no caiga bajo el yugo del tirano. Dios te ha señalado con tan buenas cualidades, y a tu reino con tantas fuerzas y recursos, que creo estás llamado por la Providencia para lograr la más hermosa gloria. ¡Sé digno de la grandeza de tu vocación!".
Pero, mientras Luis XIV contestaba con frías excusas, la católica Polonia, al mando de su heroico rey Juan Sobieski, ajustaba alianza con el emperador de Austria, Leopoldo I, y acudía en su ayuda.
Desde el 14 de julio, Viena había quedado ya enteramente cercada por los turcos y aislada del ejército imperial, que se había retirado a la izquierda del Danubio.
Un bosque de tiendas de campaña se extendía en forma de medialuna en torno a la ciudad. Comenzó el terrible bombardeo y, por efecto de él, un incendio imponente. Las enfermedades se cebaban también en los sitiados. Las provisiones de pólvora y los víveres disminuían con suma rapidez. Cada día se hacía más violento y amenazador el apremio de los enemigos.
Pero la Providencia divina atendió, una vez más, las oraciones del papa Inocencio XI y de los fieles devotos de la Madre de Dios, que en Ella habían puesto sus esperanzas. Juan Sobieski se preparó al combate recibiendo el Pan de los fuertes y oyendo devotamente la santa misa, y todo el ejército polaco siguió el ejemplo de su rey.
"La hora histórica de la batalla definitiva de Viena sonó al alborear el límpido sol del día 12 de septiembre" dice S. S. Pío XII en el citado radiomensaje con motivo de la beatificación de Inocencio XI. El ejército de socorro, dirigido por Juan Sobieski, atacó a los asaltantes. Una inesperada tormenta de granizo cayó sobre el campamento de los turcos.
Antes de la noche, la victoria sonreía a las fuerzas cristianas que se habían lanzado al combate invocando el Nombre de María. Si como instrumento de liberación Dios había escogido al rey de Polonia, unánimes afirman los críticos e historiadores que el artífice primario de esta misma liberación fue el papa Inocencio, y éste, a su vez, con humildad conmovedora, atribuyó el mérito y la gloria de aquella jornada al favor y socorro de María. Por eso quiso dedicar este luminoso día de septiembre a la fiesta de su Santísimo Nombre.
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La historia continuará después de la célebre batalla contra Goliat y mostrará el ascenso de David al trono. La trama explorará tensiones políticas en el palacio, rivalidades familiares cargadas de celos y un romance en desarrollo, mientras David descubre lo que significa ser un verdadero líder.

La segunda temporada ha sido coproducida junto a Amazon MGM Studios y tendrá como plataforma de lanzamiento inicial a Wonder Project, que ofrecerá en primicia los dos primeros episodios dentro de su servicio de suscripción en Prime Video en Estados Unidos.
Jon Erwin, fundador de Wonder Project, declaró: «Estamos muy emocionados de comenzar con el estreno de dos episodios de la segunda temporada de House of David. La reacción al programa ha sido extraordinaria. La nueva temporada es épica y emotiva y no puedo esperar a que los suscriptores de Wonder sean los primeros en experimentarla».

Kelly Merryman Hoogstraten, CEO de Wonder Project, añadió: «Con este lanzamiento expandimos nuestra misión de curar historias que restauren la fe en cosas que valen la pena creer».
Albert Cheng, vicepresidente de Prime Video en Estados Unidos, destacó que la alianza refuerza la misión de ofrecer entretenimiento de calidad que integre también contenidos basados en la fe.
Después de su debut en Wonder Project, Casa de David 2 llegará a la audiencia global, consolidándose como una de las producciones bíblicas más esperadas del año. Con una narrativa cargada de emoción, política y espiritualidad, la serie busca inspirar a nuevas generaciones a redescubrir la riqueza de las Escrituras a través de la pantalla.
Por lo tanto, en la primera Iglesia se usaron otros símbolos para representar a Jesús. Se usó la imagen del Buen Pastor para representar a Jesús como un pastor con una oveja sobre sus hombros. Pero el símbolo que más perduró fue el del pez.
Si visita las catacumbas de San Calixto en Roma (las más importantes de allí) verá fácilmente en las paredes los símbolos del pez.
En el siglo II la Iglesia tomó la palabra "Ichthys", pez en griego, como símbolo de Cristo. A partir del siglo III la imagen del pez se utilizaba como símbolo de Cristo.
En esta simbología, las letras de la palabra "Ichthys" representan las iniciales de la frase:
Iesous Christos Theou Yios Soter
Ichthys:
I = Iesous (Jesús);
Ch = Christos (Cristo);
Th = Theou (Dios);
Y=Yios (Hijo);
S=Soter (Salvador)Significado: "Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador"
El símbolo del pez y el críptico "Ichthus" fueron adoptados por los cristianos de la Iglesia Primitiva para representar a Jesucristo y manifestar su adhesión a la fe. Tanto el pez como el críptico aparece numerosas veces en las catacumbas.
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Los cristianos, siendo minoría en un mundo pagano, tenían sus propios símbolos para identificarse y avivar su fe. En el pez (Ichthus), encontraban la profesión de fe, la razón por la que adoraban a Jesús y estaban dispuestos a morir.
Los creyentes son "pequeños peces", según el conocido pasaje de Tertuliano (De baptismo, c. 1):
"Nosotros, pequeños peces, tras la imagen de nuestro Ichthus, Jesús Cristo, nacemos en el agua".
Una alusión al bautismo. El cristiano no solo murió y nació de nuevo en el bautismo sino que vive de las aguas del bautismo, es decir, en la gracia del Espíritu Santo. El cristiano que se aparte de la vida de estas aguas muere. Como un pez muere al salir del agua, el cristiano muere si se deja seducir por la mente del mundo.
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El símbolo del pez puede que sea inspirado por la multiplicación milagrosa de panes y peces o por los peces que Jesús Resucitado compartió con sus discípulos (Jn. 21: 9). Al llamar a los discípulos para Jesucristo les dijo:
«Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. -Mateo 4,19-20; cf Marcos 1,17).
La referencia escrita del símbolo cristiano del pez mas antigua que se conoce es de Clemente de Alejandría, (nacido en 150), quien recomienda (Paedagogus, III, xi) tener como sello una paloma o un pez. San Clemente no da explicación de estos símbolos, por lo que se puede concluir que ya estos era ampliamente conocidos.
El pez se encuentra ya en monumentos romanos de las primeras décadas del siglo II, como la Capella Greca y las Capillas del Sacramento de la catacumbas de San Calixto. Los primeros cristianos lo utilizaban en numerosos frescos y sarcófagos.

La asociación del Ichthys con al Eucaristía es enfatizada en el epitafio de Abercius, obispo de Hieropolis del siglo II, y en el epitafio de Pectorius de Autun. Abercius nos dice que en su viaje a Roma, en todas partes recibió como alimento "el Pez del manantial, el grande, el puro", como también "vino mezclado con agua junto con pan".
Pectorius también habla del Pez como un delicioso alimento espiritual que nos da el "Salvador de los Santos". La asociación con la Eucaristía también es evidente en los frescos de la catacumba de Santa Priscila.
Desde el siglo II, el del fin es, con frecuencia, el pez de preferencia para este símbolo por ser este considerado un amigo del hombre. Después del siglo IV, el simbolismo del pez gradualmente disminuyó. En la actualidad, en medio del mundo pagano y agresivo contra los verdaderos cristianos, los que se deciden a ser fieles al Señor una vez mas están recobrando este símbolo para identificar su compromiso de fe hasta la muerte.
Es posible que el símbolo del pez tuviera otros significados secundarios: Cristo como el Maestro que enseña a los discípulos a ser pescadores de hombres (el mar tenía siempre una connotación negativa, por lo que ser pescador de hombres era lo mismo que decir el Salvador), o en relación al milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Pero su principal significado lo recibe del acrónimo que he reseñado más arriba.
Un equipo de arqueólogos israelíes creen haber encontrado la residencia de ancianos más antigua que se conoce. El hallazgo, anunciado por la Universidad de Haifa, ha tenido lugar durante las excavaciones que se llevan a cabo en las ruinas de la antigua ciudad de Hippos, una ciudad bizantina que estaba situada en una colina en el norte del valle del Jordán con vistas al mar de Galilea y que fue abandonada después de sufrir un terremoto en el año 749.
En el yacimiento arqueológico de Hippos, investigadores de la Universidad de Haifa han encontrado un mosaico de finales del siglo IV o principios del V con la inscripción griega "La paz sea con los ancianos". "Esta es una prueba palmaria de que el cuidado y la preocupación por los ancianos no son solo de la edad moderna, sino que formaban parte de las instituciones y conceptos sociales desde hace unos 1600 años", ha declarado el profesor Michael Eisenberg, del Instituto de Arqueología Zinman de la Universidad de Haifa y codirector del proyecto de excavación en Hippos.
En un estudio publicado en Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik, Eisenberg y sus colegas Arleta Kowalewska y Gregor Staab, ambos de la Universidad de Colonia, sostienen que ese mosaico constituye una clara evidencia de que la de Hippos sería la residencia de ancianos más antigua del mundo. Aunque hay textos de los siglos V y VI en los que se mencionan instituciones diseñadas específicamente para el cuidado de los ancianos, la de Hippos supone la primera evidencia física sobre su existencia.
El mosaico con la inscripción 'La paz sea con los ancianos' encontrado en Hippos. (Cortesía Michael Eisenberg)Hippos
Fue la principal ciudad cristiana de la región de Galilea durante el período bizantino. Situada en la cima de una colina al este del Mar de Galilea, sirvió como sede episcopal y albergó al menos siete iglesias. La ciudad fue un próspero centro religioso, social y económico. Las excavaciones que desde el año 2000 se llevan a cabo en el lugar han permitido sacar a la luz iglesias, baños, teatros y residencias.
El mosaico recién descubierto se encontraba próximo al cruce de las dos calles principales de Hippos, a solo unos 100 metros de la plaza central de la ciudad. Los investigadores afirman que la ubicación del mosaico a la entrada del edificio sugiere que su inscripción estaba destinada a ser leída por todos los que accedían al inmueble, tanto los residentes ancianos como los visitantes.
“Se trataba de una institución comunitaria y espiritual integrada en la vida urbana y que reflejaba los valores sociales de la época”, han señalado los investigadores. El mosaico podría proporcionar valiosa información sobre cómo la comunidad cristiana de Hippos comenzó a asumir responsabilidades colectivas en el cuidado de los ancianos, algo que anteriormente se gestionaba únicamente a través de las redes familiares. “Muestra que la sociedad bizantina creó no solo centros religiosos, sino también lugares dedicados a la dignidad y el cuidado de sus mayores”, destaca Michael Eisenberg.
Hippos fue una ciudad próspera durante el periodo bizantino, y los restos excavados hasta la fecha revelan una urbe con una marcada identidad cristiana. Se han hallado iglesias, basílicas y espacios comunales, lo que sugiere una sociedad profundamente influenciada por los valores del cristianismo primitivo. En este entorno, la aparición de un edificio aparentemente dedicado a los ancianos cobra todo su sentido.
El equipo liderado por arqueólogos de la Universidad de Haifa y la Universidad de Colonia publicó recientemente los detalles de su hallazgo en la revista Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik, donde explican que no se trata únicamente de una inscripción decorativa. La frase, su ubicación en la entrada de un edificio residencial, y el lenguaje visual del entorno —aves que beben de cálices, lirios egipcios, cipreses— sugieren una intención clara: aquí se brindaba algún tipo de atención especial a las personas mayores.
El mosaico hallado en la zona de excavación dedicada a los ancianos, situada en una de las áreas residenciales de la antigua ciudad de Hippos. Foto: Dr. Michael EisenbergEs la primera vez que aparece una inscripción tan directa dirigida a este grupo etario en un contexto arqueológico. Si se confirma que el lugar funcionaba como una especie de residencia asistencial, no solo estaríamos ante un descubrimiento histórico, sino ante un testimonio material de un concepto que muchos creen exclusivamente moderno: el cuidado institucionalizado de los mayores.
Hasta ahora, los estudios históricos asumían que el cuidado de los ancianos en la Antigüedad recaía exclusivamente en el entorno familiar. Sin embargo, el hallazgo en Hippos pone sobre la mesa la posibilidad de que, al menos en ciertas comunidades cristianas del siglo IV o V, existiesen estructuras sociales destinadas a asumir ese rol.
La hipótesis más aceptada es que esta transformación respondió a los nuevos modelos de vida promovidos por el cristianismo, donde la comunidad podía sustituir, complementar o incluso reemplazar el apoyo familiar tradicional. Fenómenos como el monacato, las viudas consagradas o los diáconos encargados de labores caritativas son ejemplos conocidos. Pero ahora, por primera vez, se abre la posibilidad de que existiesen espacios físicos dedicados a cuidar de quienes ya no podían valerse por sí mismos.
El concepto de un “hogar de ancianos” no se puede extrapolar directamente desde nuestros días al siglo V, por supuesto. No hablamos de camas articuladas ni de asistencia médica especializada, pero sí de un entorno residencial con una función claramente orientada al acompañamiento y la dignidad de la vejez. Un lugar donde los ancianos no solo eran tolerados, sino bendecidos y reconocidos.
El edificio donde se halló el mosaico no estaba escondido en los márgenes de Hippos, sino estratégicamente situado cerca del cruce entre las dos arterias principales de la ciudad: el Cardo y el Decumanus Maximus. A solo unos cien metros de la plaza central, el lugar ocupaba una posición de gran visibilidad pública. Esta elección refuerza la idea de que se trataba de una institución reconocida y aceptada socialmente, no de un espacio marginal.
La iconografía también juega un papel crucial en la interpretación. El uso de elementos naturales como los lirios y cipreses, además de aves exóticas como los gansos egipcios, tiene una carga simbólica clara: longevidad, paz, espiritualidad. Todo apunta a que no se trataba simplemente de una residencia, sino de un espacio también cargado de significado religioso, donde la vejez era celebrada y acompañada desde una perspectiva espiritual.

Este descubrimiento obliga a repensar muchas de las ideas preconcebidas que tenemos sobre el trato a los mayores en tiempos antiguos. A menudo, la historia pone el foco en los guerreros jóvenes, los emperadores en su plenitud o los mártires cristianos que entregaban su vida por la fe. Sin embargo, el mosaico de Hippos nos recuerda que también hubo espacio —y preocupación— por quienes ya no podían luchar, construir o gobernar.
La vejez, en este contexto, no era una carga sino una etapa reconocida dentro del ciclo vital de la comunidad. El simple hecho de dejar constancia de una bendición dirigida específicamente a los ancianos indica que se les valoraba como parte esencial del entramado social. Y si, como sugieren los investigadores, existía una institución que los acogía, estaríamos ante una de las primeras manifestaciones del bienestar social tal como lo entendemos hoy.
Sin duda alguna, el hallazgo en Hippos no solo aporta una nueva pieza al complejo rompecabezas del mundo bizantino. También lanza una pregunta incómoda al presente: ¿hemos avanzado tanto como creemos en el cuidado de nuestros mayores?
En una época donde las residencias de ancianos son a menudo sinónimo de soledad y abandono, este mosaico del siglo V ofrece una visión alternativa. Una comunidad que no solo atendía a sus mayores, sino que los bendecía públicamente, les dedicaba arte y los colocaba simbólicamente en el centro de la vida urbana. Una imagen que, mil seiscientos años después, aún tiene mucho que enseñarnos.