Un templo orientado de este a oeste con una anchura de unos 35 metros
Arqueólogos de la Universidad de Münster descubrieron un santuario de época romana hasta ahora desconocido durante los trabajos de excavación en la antigua ciudad de Doliche, en el sureste de Turquía (la actual Dülük).
Durante nueve semanas, el equipo -dirigido por el profesor Engelbert Winter y el profesor Michael Blömer, del Centro de Investigación de Asia Menor- descubrió partes de un gran templo que destaca no sólo por su tamaño, sino también por su forma inusual. El hallazgo es de gran importancia para comprender el desarrollo de la arquitectura de templos en la antigüedad en Oriente Medio.
Antes de que comenzaran las excavaciones, había pocos indicios de la existencia de un gran edificio antiguo en este lugar. No había rastros de arquitectura antigua reconocibles en el campo, de suave pendiente y cubierto de viñedos.

Sin embargo, incluso antes de que se iniciara la campaña, las mediciones realizadas mediante un radar de penetración en suelo -que hace visibles las estructuras subterráneas- habían proporcionado indicios de secciones de pared ocultas bajo la superficie. Sus dimensiones también revelaron que formaban parte del espacio público de la antigua ciudad. Las excavaciones confirmaron las sospechas de los investigadores.
Por lo que se ha podido averiguar hasta ahora, en el centro del campo hay un templo orientado de este a oeste con una anchura de unos 35 metros. En el lado oeste, su interior concluye con un ábside, un espacio semicircular, de unos doce metros de ancho. Las zonas adyacentes lateralmente aún no han sido examinadas en su totalidad. Los investigadores suponen que se trata de pequeñas salas laterales a las que se accedería desde el ábside.
A pesar del alto grado de destrucción por el uso y el saqueo posterior, los restos descubiertos dan una buena impresión de su monumentalidad, afirma el director de la excavación, Engelbert Winter. Además, numerosos fragmentos de capiteles y vigas de tamaño considerable nos permiten ya reconstruir con gran precisión la estructura del edificio.

Los investigadores de Münster afirman que el estudio del templo se encuentra todavía en una fase inicial. Sin embargo, lo que ya está quedando claro para los arqueólogos tras las primeras evaluaciones es que el templo se diferencia de los edificios de templos habituales en el Mediterráneo oriental por el diseño poco convencional de su interior, con un gran ábside. Sin embargo, no es el único. Existen paralelos en Palmira y en el sur de Siria.
En definitiva, el edificio promete aportar nueva información sobre el desarrollo de la arquitectura de templos en la antigua Siria, afirma Michael Blömer. El equipo aún no sabe a quién se rendía culto en este templo recién descubierto. Para ello, habrá que seguir investigando en los próximos años. En opinión de los investigadores, sin embargo, es posible que se trate de un lugar de culto a un emperador romano.

El descubrimiento subraya el hecho de que Doliche es un lugar en el que se puede estudiar especialmente bien la evolución religiosa en el Oriente Medio de la antigüedad: en el pasado, el equipo de Münster ya descubrió el santuario de Júpiter Dolichenus en las afueras de la ciudad, un santuario subterráneo del dios Mitra y una gran basílica cristiana primitiva que data del siglo IV de nuestra era.
Los trabajos de excavación en Doliche se llevan a cabo desde hace 25 años bajo la dirección del profesor Engelbert Winter, en cooperación con las autoridades turcas de monumentos antiguos. Este año, un grupo internacional de 43 científicos y estudiantes, así como 25 ayudantes de excavación, participaron en los trabajos en Turquía.
Efeso fue fundada durante en el siglo X a.C.
A día de hoy es el reflejo de una época llena de historia y cultura gracias a su impresionante conjunto patrimonial.En la fértil llanura de la región de Anatolia, bañada por las aguas cálidas del mar Egeo, se alza Éfeso, cuya historia se extiende como un vasto tapiz tejido a lo largo de milenios.
Fundada en el siglo X a.C., esta joya de Turquía fue cuna de civilizaciones, nodo de rutas comerciales y conjunto de culturas que la convirtieron en una de las ciudades más influyentes de la antigüedad.

Al pisar su suelo, aún hoy, se respira el espíritu de lo que fue una metrópolis vibrante. Los visitantes, al adentrarse en sus callejuelas y monumentos, emprenden un viaje en el tiempo donde cada piedra y cada columna narran historias muy diferentes. Así, esta ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad, se ha convertido en una parada ineludible para los amantes de la arqueología y la historia.
Éfeso, en su máximo esplendor durante la época romana, llegó a albergar más de 250. 00 habitantes, situándola entre las grandes ciudades del mundo antiguo. En aquel entonces, destacaba por su avanzado sistema urbano, sus majestuosos templos y su imponente teatro, así como por un puerto que la convertía en un centro neurálgico del comercio marítimo.
Corazón de este magnífico espacio fue el Templo de Artemisa, un tesoro histórico que asombraba a viajeros y peregrinos, y cuya sola mención evocaba imágenes de grandeza. Aunque hoy tan solo quedan vestigios, el templo sigue despertando admiración y curiosidad entre los visitantes, pudiendo aún vislumbrar la majestuosidad que le valió un puesto entre las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.

Pero esto no se queda aquí, pues el Ágora de Éfeso, testigo silencioso de los debates y la vida cotidiana de sus antiguos habitantes, transporta al viajero a una época en que la ciudad bullía con el comercio y la conversación ciudadana. Los restos conservados del teatro, que en su momento albergó a más 25.000 espectadores, nos hablan de una sociedad que valoraba el arte y el entretenimiento.
Igualmente, uno de los íconos más emblemáticos de la ciudad es la Biblioteca de Celso, con su fachada restaurada que refleja la importancia que tuvo el conocimiento y la cultura en esta antigua metrópolis. Las columnas y las esculturas que decoran su exterior se erigen como un homenaje a la sabiduría del mundo antiguo. Todo este conjunto arqueológico se puede conocer a través de sus calles, de las cuales destaca el camino de Mármol, que conectaba el teatro con la Biblioteca de Celso.
Éfeso trasciende también al ámbito religioso, pues la ciudad fue un importante centro del cristianismo primitivo. En el año 431, acogió el Concilio de Éfeso, donde se proclamó la naturaleza divina de María como Madre de Dios.
A poca distancia de las ruinas, se encuentra la Casa de la Virgen María, un sitio de peregrinación y reflexión, envuelto en la mística de ser el lugar donde, según la tradición, María pasó sus últimos días.Por otro lado, los trabajos arqueológicos han dado a conocer innumerables tesoros: desde artefactos cotidianos hasta extraordinarios frescos y mosaicos que adornaban las casas de las familias aristócratas, reflejando el estilo de vida y la estética de aquella época.
Efeso fue fundada durante en el siglo X a.C.
A día de hoy es el reflejo de una época llena de historia y cultura gracias a su impresionante conjunto patrimonial.En la fértil llanura de la región de Anatolia, bañada por las aguas cálidas del mar Egeo, se alza Éfeso, cuya historia se extiende como un vasto tapiz tejido a lo largo de milenios.
Fundada en el siglo X a.C., esta joya de Turquía fue cuna de civilizaciones, nodo de rutas comerciales y conjunto de culturas que la convirtieron en una de las ciudades más influyentes de la antigüedad.

Al pisar su suelo, aún hoy, se respira el espíritu de lo que fue una metrópolis vibrante. Los visitantes, al adentrarse en sus callejuelas y monumentos, emprenden un viaje en el tiempo donde cada piedra y cada columna narran historias muy diferentes. Así, esta ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad, se ha convertido en una parada ineludible para los amantes de la arqueología y la historia.
Éfeso, en su máximo esplendor durante la época romana, llegó a albergar más de 250. 00 habitantes, situándola entre las grandes ciudades del mundo antiguo. En aquel entonces, destacaba por su avanzado sistema urbano, sus majestuosos templos y su imponente teatro, así como por un puerto que la convertía en un centro neurálgico del comercio marítimo.
Corazón de este magnífico espacio fue el Templo de Artemisa, un tesoro histórico que asombraba a viajeros y peregrinos, y cuya sola mención evocaba imágenes de grandeza. Aunque hoy tan solo quedan vestigios, el templo sigue despertando admiración y curiosidad entre los visitantes, pudiendo aún vislumbrar la majestuosidad que le valió un puesto entre las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.

Pero esto no se queda aquí, pues el Ágora de Éfeso, testigo silencioso de los debates y la vida cotidiana de sus antiguos habitantes, transporta al viajero a una época en que la ciudad bullía con el comercio y la conversación ciudadana. Los restos conservados del teatro, que en su momento albergó a más 25.000 espectadores, nos hablan de una sociedad que valoraba el arte y el entretenimiento.
Igualmente, uno de los íconos más emblemáticos de la ciudad es la Biblioteca de Celso, con su fachada restaurada que refleja la importancia que tuvo el conocimiento y la cultura en esta antigua metrópolis. Las columnas y las esculturas que decoran su exterior se erigen como un homenaje a la sabiduría del mundo antiguo. Todo este conjunto arqueológico se puede conocer a través de sus calles, de las cuales destaca el camino de Mármol, que conectaba el teatro con la Biblioteca de Celso.
Éfeso trasciende también al ámbito religioso, pues la ciudad fue un importante centro del cristianismo primitivo. En el año 431, acogió el Concilio de Éfeso, donde se proclamó la naturaleza divina de María como Madre de Dios.
A poca distancia de las ruinas, se encuentra la Casa de la Virgen María, un sitio de peregrinación y reflexión, envuelto en la mística de ser el lugar donde, según la tradición, María pasó sus últimos días.Por otro lado, los trabajos arqueológicos han dado a conocer innumerables tesoros: desde artefactos cotidianos hasta extraordinarios frescos y mosaicos que adornaban las casas de las familias aristócratas, reflejando el estilo de vida y la estética de aquella época.
Breve historia del sacramento del bautismo
Conocer la importancia y la simbología del Bautismo nos permite entender la importancia de este sacramento. Gracias al Bautismo, somos purificados del Pecado original y nos convertimos en parte de la Iglesia y del cuerpo de Cristo. Una vez recibido el sacramento del bautismo tenemos acceso a los otros sacramentos y comenzamos a emprender el camino del Espíritu. Purificados por el perdón incondicional de Dios, nos convertimos, a todos los efectos, en sus hijos.
«Estamos llamados a vivir cada día nuestro Bautismo, como realidad actual en nuestra existencia. Si logramos seguir a Jesús y permanecer en la Iglesia, incluso con nuestros límites, con nuestras fragilidades y nuestros pecados, es precisamente por el Sacramento en el cual hemos sido convertidos en nuevas criaturas y hemos sido revestidos de Cristo.»
Papa Francisco, Audiencia General del 8 de enero de 2014
¿Qué es el Bautismo?
Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1213) “El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión".

La palabra Bautismo proviene del griego βάπτισμα, báptisma, “inmersión”. Eso es exactamente lo que es, una inmersión en agua purificadora.
Ya se reconocía la simbología del agua y su poder salvador, en el Antiguo Testamento, se consideraba instrumento de la voluntad de Dios. Sucedió en el Diluvio Universal, y en el pasaje del Mar Rojo por Moisés y el pueblo elegido para huir de Egipto.
También en el bautismo de San Juan Bautista, que es lo mas parecido al sacramento del bautismo como lo conocemos hoy en día. Jesús apareció a Juan para recibir el Bautismo, realmente acepta su propio destino. Al salir del agua, Jesús ve el cielo abrirse y el Espíritu Santo aparecer en forma de paloma, mientras desde el cielo se oye una voz: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”.
El Espíritu Santo desciende sobre él, invirtiéndolo en su papel, transformándolo en el Cordero de Dios. Es el comienzo de una nueva vida y la premonición de la muerte, que conducirá a la Resurrección. El destino de un hombre y de toda la humanidad se logra en las orillas del Jordán.

Desde el día de Pentecostés, bautismo de fuego del Espíritu Santo o descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Jesús, comienza la misión de los Apóstoles y el comienzo de la Iglesia cristiana.
A partir de este momento Pedro y los otros discípulos comienzan a predicar la necesidad de arrepentirse de sus pecados y recibir el Bautismo para obtener el perdón y el don del Espíritu Santo.
«Los cristianos vivimos en el mundo y no estamos exentos de oscuridades y tinieblas. Sin embargo, la gracia de Cristo recibida en el Bautismo nos hace salir de la noche y entrar en la claridad del día. La exhortación más bella que podemos hacernos unos a otros es la de recordarnos nuestro bautismo, porque por medio de él hemos nacido para Dios, siendo criaturas nuevas.»
Papa Francisco, Audiencia General Agosto 2017
Simbología del bautismo
El bautismo, como todos los Sacramentos, implica el uso de elementos sagrados para poder impartirlo. Por ser sagrados se emplean sólo con esa finalidad y deben estar bendecidos por el obispo o por un sacerdote. También hay gestos simbólicos y signos no verbales que todos juntos dan luz a este sacramento precioso e imprescindible en la vida de un cristiano.
Son muchos los símbolos del bautismo para que los hombres seamos capaces de imaginarnos lo que está sucediendo en el alma del bautizado, que no podemos ver con los ojos:
Agua bendita
«el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios» (Jn 3,5).
El agua es el símbolo central del sacramento del Bautismo, representa el amor de Dios. Es derramada sobre la frente del bautizado como fuente de amor inagotable. Tiene la función de purificar, lavar del cuerpo y el alma de pecado. El agua es, además, un elemento universalmente reconocido como símbolo de vida.

En el momento en que el sacerdote, derrama tres veces agua sobre la cabeza del bautizado, el fiel se une a Cristo tanto en su muerte como en su resurrección y glorificación.
“Como explica el papa Francisco: El bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, haciendo morir en nosotros al hombre viejo, dominado por el pecado, para que nazca el hombre nuevo, que participa de la vida de la Santísima Trinidad.» También es el baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, porque Dios nos ha salvado por su misericordia con el agua que nos hace criaturas nuevas. Nos inserta como miembros de su cuerpo, que es la Iglesia, y nos hace misioneros en el mundo, cada uno según su propia vocación, para que el mundo crea y sea transformado.”
Audiencia General
Jesús es bautizado en las aguas del Jordán al inicio de su ministerio público (cfr. Mt 3,13-17), no por necesidad, sino por solidaridad redentora. En esa ocasión, queda definitivamente indicada el agua como elemento material del signo sacramental.
Luz del cirio pascual
“Yo soy la luz verdadera”, Jesús dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo… Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mt 5,16).

En el Antiguo Testamento la Luz, era un símbolo de Fe, y con el advenimiento de Jesús, este simbolismo se ha enriquecido con nuevos significados fundamentales en la vida del cristiano. La luz en el Bautismo es un símbolo que representa la guía en el camino de encuentro con Cristo que a su vez es luz de nuestras vidas y en el mundo. También simboliza la resurrección de Cristo.
“Esa luz es un tesoro que debemos conservar y transmitir a los demás. El cristiano está llamado a ser «cristóforo», portador de Jesús al mundo. A través de signos concretos, manifestamos la presencia y el amor de Jesús a los demás, especialmente a los que están atravesando situaciones difíciles. Si somos fieles a nuestro Bautismo, difundiremos la luz de la esperanza de Dios y transmitiremos a las futuras generaciones razones de vida.”
Papa Francisco, Audiencia General
El crisma, Santo Óleo u Óleo de los catecúmenos
“Se abren además los cielos, desciende el Espíritu en forma de paloma y la voz de Dios Padre confirma la filiación divina de Cristo: acontecimientos que revelan en la Cabeza de la futura Iglesia lo que se realizará luego sacramentalmente en sus miembros.” (Jn 3,5)
El Santo Óleo, es un aceite perfumado y consagrado usado en el sacramento del Bautismo. La unción con el aceite crismal simboliza la plena difusión de la gracia. El sacerdote utiliza el Óleo para trazar una cruz en el pecho y otra entre las escápulas del bautizado. También puede utilizarlo para ungir la su cabeza, imprimiéndole un sello que lo consagra a su nuevo papel.

Todo esto simboliza la fortaleza en la lucha contra las tentaciones, una especie de escudo contra el pecado. El fin de este símbolo del bautismo, es consagrar la entrada del cristiano en la gran familia de la iglesia simbolizando el don del Espíritu Santo.
También es utilizado en el sacramento de la confirmación, la ordenación sacerdotal y la unción de los enfermos. El Santo Óleo se bendice una vez al año por el obispo durante la misa crismal del Jueves Santo.
La vestidura blanca
La vestidura blanca simboliza que el bautizado se ha «revestido de Cristo» (Ga 3,27): ha resucitado con Cristo.
La pureza del alma sin mancha, que simboliza la vestidura blanca, después del sacramento del Bautismo, el cambio profundo y la renovación interna que el sacramento ha traído a quien lo recibió. El blanco es símbolo de una nueva vida, la nueva dignidad que cubre el bautizado. En la antigüedad, quien iba a ser bautizado usaba un vestido nuevo y blanco antes de unirse a los otros fieles en la Iglesia.
Los regalos del Sacramento del Bautismo.
- Somos Hijos de Dios. Con el bautismo recibimos una vida nueva, la vida de gracia que nos hace participar de la vida divina. Es una filiación real y no una adopción, pues la vida de Dios estará dentro de nosotros.
- Nos hace miembros de la Iglesia. Al recibir el bautismo, entramos a formar parte de una familia; la familia formada por todos los hijos de Dios, que es la Iglesia. El bautismo nos abre la puerta para poder recibir todos los demás sacramentos.
- Nos perdona todos los pecados. A diferencia del bautismo de Juan, el bautismo instituido por Jesús sí perdona los pecados del que los recibe, incluyendo al pecado original. Esto significa que si una persona muere acabando de recibir el bautismo, no irá al purgatorio, pues no necesita purificación alguna.
- Nos infunde las virtudes teologales. En el bautismo, Dios nos hace tres regalos: Son la Fe, la Esperanza y la Caridad. Las recibimos como semillas y es deber nuestro el hacerlas crecer para que lleguen a su máximo desarrollo dentro de nosotros.
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LA VUELTA DE EGIPTO
Herodes murió en su palacio de invierno de Jericó, en la primavera del año 750 de la fundación de Roma. Según cuenta Flavio Josefo, que escribe a finales del siglo I, una cláusula del testamento real disponía que a su muerte se convocara en el estadio de Jerusalén a los principales del país para comunicarles oficialmente el suceso.
Pero en ese momento debían irrumpir los soldados y matar a los invitados; así, la muerte del tirano no sería objeto de alegría, sino día obligado de luto para todo el país. La cláusula no se respetó. El cuerpo del rey fue llevado a Belén y sepultado solemnemente cerca de la fortaleza-palacio llamada Herodium. Muchos autores piensan que la muerte de Herodes debió de suceder no mucho después de la venida de los Magos.
El reino quedaba dividido entre tres de sus hijos: Arquelao, que se llevó la mejor parte con Judea y Samaria; Herodes Antipas, a quien correspondieron Galilea y la Perea; y Filipo, que se quedó con otras regiones de menor importancia. Salomé, hermana de Herodes, recibió en posesión los enclaves de Yamnia y Azoto en la costa mediterránea, así como Fasael en el valle del Jordán.
También sabemos por Flavio Josefo que Arquelao, después de la muerte de su padre y de haber sofocado en sangre una sedición de los judíos, partió para Roma poco después de la Pascua para que el emperador confirmase el testamento de Herodes. Volvió por el otoño del año 750 con el título de enarca, «jefe del pueblo», de Judea, Samaria e Idumea.
Entonces, reinando ya Arquelao, José recibió un nuevo aviso del ángel: Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel; pues han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño. Parece probable que la Sagrada Familia permaneciera en Egipto unos dos años y algunos meses.
José levantó una vez más su hogar y tuvo la intención de dirigirse a Judea, a Belén, de donde partieron para Egipto. Pero por el camino debió de enterarse del carácter del nuevo gobernante de Judea. De hecho, Arquelao era un hombre despótico como su padre, y fue mal recibido por el pueblo.

La situación llegó a ser tan conflictiva que se hizo precisa la intervención de las tropas romanas, para lo cual el gobernador de Siria, Quintilio Varo, se puso al frente de tres legiones y penetró en Judea, consiguiendo al fin, tras no pocos esfuerzos, devolver la paz al país. Por su parte, una legación de notables judíos enviada a Roma consiguió que el emperador depusiera al nuevo monarca.
Este acudía entonces a la capital del Imperio para recibir oficialmente la confirmación de su título real. Es posible que una de las parábolas evangélicas esté precisamente inspirada en ese hecho.
José llevaba un tesoro demasiado valioso para exponerlo a cualquier peligro, y temió ir allá. Mientras reflexionaba dónde sería más conveniente para Jesús instalarse –siempre es Jesús lo que motiva las decisiones de su vida–, fue de nuevo avisado en sueños y marchó a la región de Galilea, a Nazaret, el pueblo pequeño y desconocido donde había tenido lugar la Anunciación. Volvía de nuevo al lugar donde conocía a todos y todos le conocían a él.
Allí, en Galilea, gobernaba Herodes Antipas, con muchos errores, pero era menos sanguinario que su padre. Es de notar que Nazaret distaba solamente cinco kilómetros de Séforis, donde tenía su corte el rey Antipas, hasta que se trasladó a Tiberíades en el año 18. Fueron, pues, vecinos durante un buen número de años.
Y a Nazaret se dirigió José, con un ánimo que rondaba entre la inquietud por la seguridad de Jesús y la alegría de hallarse de nuevo en tierra conocida. Allí encontró antiguos amigos y parientes. Sin duda le harían preguntas de no fácil respuesta: de dónde venía, qué había pasado en todo ese tiempo... Reanudó amistades y pronto se adaptó a una nueva tierra, la suya, y vivió con Jesús y María unos años de felicidad y de paz hasta su muerte.
San Mateo hace notar que todo esto sucedió para que se cumpliesen las profecías antiguas: Será llamado nazareno.
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Fco. Fdz Carvajal, Vida de jesús
Ver en Wikipedia
LA VUELTA DE EGIPTO
Herodes murió en su palacio de invierno de Jericó, en la primavera del año 750 de la fundación de Roma. Según cuenta Flavio Josefo, que escribe a finales del siglo I, una cláusula del testamento real disponía que a su muerte se convocara en el estadio de Jerusalén a los principales del país para comunicarles oficialmente el suceso.
Pero en ese momento debían irrumpir los soldados y matar a los invitados; así, la muerte del tirano no sería objeto de alegría, sino día obligado de luto para todo el país. La cláusula no se respetó. El cuerpo del rey fue llevado a Belén y sepultado solemnemente cerca de la fortaleza-palacio llamada Herodium. Muchos autores piensan que la muerte de Herodes debió de suceder no mucho después de la venida de los Magos.
El reino quedaba dividido entre tres de sus hijos: Arquelao, que se llevó la mejor parte con Judea y Samaria; Herodes Antipas, a quien correspondieron Galilea y la Perea; y Filipo, que se quedó con otras regiones de menor importancia. Salomé, hermana de Herodes, recibió en posesión los enclaves de Yamnia y Azoto en la costa mediterránea, así como Fasael en el valle del Jordán.
También sabemos por Flavio Josefo que Arquelao, después de la muerte de su padre y de haber sofocado en sangre una sedición de los judíos, partió para Roma poco después de la Pascua para que el emperador confirmase el testamento de Herodes. Volvió por el otoño del año 750 con el título de enarca, «jefe del pueblo», de Judea, Samaria e Idumea.
Entonces, reinando ya Arquelao, José recibió un nuevo aviso del ángel: Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel; pues han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño. Parece probable que la Sagrada Familia permaneciera en Egipto unos dos años y algunos meses.
José levantó una vez más su hogar y tuvo la intención de dirigirse a Judea, a Belén, de donde partieron para Egipto. Pero por el camino debió de enterarse del carácter del nuevo gobernante de Judea. De hecho, Arquelao era un hombre despótico como su padre, y fue mal recibido por el pueblo.

La situación llegó a ser tan conflictiva que se hizo precisa la intervención de las tropas romanas, para lo cual el gobernador de Siria, Quintilio Varo, se puso al frente de tres legiones y penetró en Judea, consiguiendo al fin, tras no pocos esfuerzos, devolver la paz al país. Por su parte, una legación de notables judíos enviada a Roma consiguió que el emperador depusiera al nuevo monarca.
Este acudía entonces a la capital del Imperio para recibir oficialmente la confirmación de su título real. Es posible que una de las parábolas evangélicas esté precisamente inspirada en ese hecho.
José llevaba un tesoro demasiado valioso para exponerlo a cualquier peligro, y temió ir allá. Mientras reflexionaba dónde sería más conveniente para Jesús instalarse –siempre es Jesús lo que motiva las decisiones de su vida–, fue de nuevo avisado en sueños y marchó a la región de Galilea, a Nazaret, el pueblo pequeño y desconocido donde había tenido lugar la Anunciación. Volvía de nuevo al lugar donde conocía a todos y todos le conocían a él.
Allí, en Galilea, gobernaba Herodes Antipas, con muchos errores, pero era menos sanguinario que su padre. Es de notar que Nazaret distaba solamente cinco kilómetros de Séforis, donde tenía su corte el rey Antipas, hasta que se trasladó a Tiberíades en el año 18. Fueron, pues, vecinos durante un buen número de años.
Y a Nazaret se dirigió José, con un ánimo que rondaba entre la inquietud por la seguridad de Jesús y la alegría de hallarse de nuevo en tierra conocida. Allí encontró antiguos amigos y parientes. Sin duda le harían preguntas de no fácil respuesta: de dónde venía, qué había pasado en todo ese tiempo... Reanudó amistades y pronto se adaptó a una nueva tierra, la suya, y vivió con Jesús y María unos años de felicidad y de paz hasta su muerte.
San Mateo hace notar que todo esto sucedió para que se cumpliesen las profecías antiguas: Será llamado nazareno.
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Fco. Fdz Carvajal, Vida de jesús
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Representaciones e interpretaciones de la estrella en la tradición
En casi todas las representaciones artísticas de la Natividad que muestran la adoración de los Magos, también aparece la "estrella", pero ésta se presenta a menudo como elemento característico sólo en el "lugar de nacimiento" como tal. La imagen más famosa es probablemente el fresco del rico ciclo bíblico que decora la capilla de los Scrovegni en Padua, obra de Giotto a principios del siglo XIV.
En este fresco la estrella está pintada con una cola, para indicar la aparición de un cometa, un objeto celeste poco frecuente, pero bien conocido desde la antigüedad. Es común creer que al dibujar sus rasgos particularmente realistas, Giotto se inspiró en el cometa Halley, orbitando el sol con un período de evolución de unos 76 años y visible a simple vista en el año 1301, con motivo de uno de sus pasos cerca de la tierra.
El cometa pintado por Giotto en la capilla de los Scrovegni en Padua
En cambio, las imágenes más antiguas muestran una estrella sin cola. Los del mosaico del Santa Maria Maggiore en Roma del 433 y del San Apollinare Nuovo en Ravenna del siglo VI, que curiosamente muestra dos estrellas, una dentro de la otra.
En el sarcófago de mármol de Adelfia, hallado en las catacumbas del s. Giovanni en Siracusa, y que se remonta al siglo IV, uno de los Magos señala una estrella de siete rayos. La portada de un sarcófago hallado en el Vaticano data del mismo siglo, hacia la tercera década: uno de los tres magos en adoración, junto a dos camellos, apunta a una estrella de seis puntas en forma de rueda.

La estrella de Belén en el mosaico de la adoración de los magos en Santa
Maria Maggiore en Roma (siglo V)
La representación más antigua de los Magos, en un fresco de las catacumbas de Priscilla en Roma, data del siglo II: muestra tres, pero la estrella no es visible, quizás porque la parte más alta de la representación está muy dañada;en cambio aparece en el fresco que representa a la Virgen, con Balaam señalándola. Entre los elementos comunes de buena parte de estas representaciones, cabe mencionar la diversificación somática de los Magos, que a lo largo de los siglos ha conocido variaciones según los nuevos descubrimientos geográficos, indicando la universalidad de la redención cristiana y la llamada de todos los pueblos a salvación.
Balaam señala la estrella de la Virgen en las catacumbas de Priscilla
Entre los autores más antiguos que especularon sobre un origen fenoménico natural de la estrella de Belén encontramos a Orígenes (185 -253), quien habla de ella dos siglos después del evento del nacimiento de Jesús de Nazaret. Defiende una interpretación física de la misma y, para distanciar la reacción de los magos de las prácticas astrológicas de los caldeos, la describe como una estrella "nueva", diferente a las conocidas (y por tanto no comparable a conjeturas preestablecidas, de tipo horoscópico), análoga a aquellos fenómenos celestes que aparecen de vez en cuando, como los cometas (cf. Contra Celsum , I, 58-59).
Al respecto, cita un tratado sobre cometas del estoico Cheremone, tutor de Nerón, recordando que era una práctica aceptada que la aparición de nuevos cometas o estrellas señalaría el nacimiento de personajes importantes, recordando a su oponente Celso de la profecía informado por Num 24.17, y justificando el viaje de los Magos en base a ello.
Ireneo de Lyon (siglo II) habla de la estrella en referencia al cumplimiento de la profecía de Balaam, pero no piensa en su posible origen natural (cf. Adversus haereses, III, 9,2). San Juan Crisóstomo (c. 350 - 407) considera que la estrella es un verdadero milagro, porque no logra conciliar lo que la narrativa del Evangelio acerca de la estrella con lo que serían los comportamientos habituales de los objetos celestes.
Los tres magos en las catacumbas de Priscilla
En particular, Crisóstomo dedicará toda la VI homilía del Comentario al Evangelio de Mateo a la estrella de Belén y su simbolismo.(cf. PG 57, 61-72). Debido al contexto helénico en el que escribe, inmediatamente aclarará que lo que dice la Escritura sobre la aparición de la estrella no se puede asimilar a ninguna profecía u horóscopo de naturaleza astrológica (cf. V, 1). El viaje de los Magos a Judea en sí presenta lados paradójicos, porque implica disposiciones de humildad que les permiten reconocer a un rey recién nacido donde nunca se le habría buscado ...
El autor parece concluir que "la estrella de los Magos no era una estrella ordinaria, más aún no era una estrella real, sino una fuerza invisible que tomaba la apariencia de una estrella […] Pensemos, entonces, de dónde vino la idea del viaje y qué los impulsó a emprenderlo. Me parece que no fue sólo obra de la estrella, sino también obra de Dios que movió sus almas ”(VI, 2.4).En esencia, quiere resaltar la dimensión espiritual del viaje y el reconocimiento, pero no niega la existencia de un signo sensible, por milagroso que sea, ya que no está vinculado a los fenómenos naturales, ordinarios o extraordinarios, del cielo estrellado.
El Papa León Magno (440-461) también presta especial atención al comentario sobre el episodio de los Magos en sus ocho Sermones sobre la Epifanía (PL 54, 234-263). En el tercero leemos:
«Una estrella, más brillante que las demás, llama la atención de los Magos, habitantes del Lejano Oriente. No eran hombres ignorantes en el arte de observar las estrellas y su brillo, por lo que comprenden la importancia del signo. Ciertamente, la inspiración divina operó en sus corazones, para que el misterio que significaba esta gran visión no se les ocultara y lo que se mostraba a los ojos no quedase oscuro para el alma "( Sermones, XXXIII, 2).
El autor, mientras desarrolla el valor alegórico-espiritual de la narración en este y otros sermones, se inclina por lo tanto hacia un evento natural como punto de partida que empujó a los Magos a comprender el significado superior al que apuntaba. La articulación se hace explícita en el primer sermón:
«Por eso apareció en Oriente una estrella de extraordinario brillo […] para que fácilmente pudiera llamar su atención. Así pudieron darse cuenta de que lo que les parecía tan inusual no estaba sucediendo por casualidad. De hecho, el que había dado la señal también dio a quienes la observaron la inteligencia para poder comprenderla ( dedit ergo aspicientibus intellectum, qui praestitit signum ). Y luego hizo que la gente buscara lo que había hecho comprender y, cuando lo buscaban, se dejaba encontrar "( Sermones, XXXI, 1).
De cierto interés sobre la universalidad con que habla el lenguaje del cosmos, también objeto de las ciencias, es la conexión propuesta por el s. Leon entre la dimensión celestial, en cierto modo pública, del signo y la vocación universal de todos los pueblos a conocer el acontecimiento y la gracia de Jesucristo. Comenta que, si bien el reconocimiento del Mesías por parte del Bautista, al inicio de su vida pública, e incluso antes de la Anunciación a María y la noticia del nacimiento de los pastores, había sido conocido por pocos,
"este signo que efectivamente conmueve los Magos de países lejanos y los atrae irresistiblemente hacia Jesús, Señor, sin duda es el signo sagrado de esa gracia y el comienzo de esa vocación por la que se habría predicado el Evangelio no solo en Judea, sino en todo el mundo.[…] El significado de estos hechos místicos aún persiste: lo que comenzó en la imagen ahora se cumple en la realidad. De hecho, la estrella irradia del cielo como una gracia, y los tres Magos, llamados por el resplandor de la luz del Evangelio, acuden todos los días en todas las naciones para adorar el poder del Rey Supremo "(Sermones , XXXV, 1-2).
En lo que respecta a la exégesis bíblica, cabe señalar que no pocas veces se ha inclinado por una lectura del relato evangélico en el marco del Midrash , una forma de interpretar las Escrituras propia del judaísmo. El autor del Evangelio según san Mateo , que escribe en un ambiente judío dirigiéndose principalmente a judíos, puede haberlo utilizado él mismo, es decir, reconstruyendo los hechos a la luz de la tradición bíblica anterior, asociando lo ocurrido en esos años con episodios o imágenes ya descritos en el libro.
A. Toda la historia de los magos, o incluso solo el episodio de la aparición de la estrella, podría ser un ejemplo de midrash haggadic (que a diferencia del halakhicno se refiere a legislación, sino a aspectos morales, filosóficos y teológicos), construida por el evangelista para demostrar el cumplimiento de las profecías de Balaam o de Miqueas, o la de Isaías (cf. Is 41,2-3).
Este último habla del rey persa Ciro (de quien la estrella apareció en el este o los mismos Magos que vinieron de ese lugar serían una imagen) que libera al pueblo de Israel de la esclavitud babilónica. Sería, con la terminología televisiva moderna, una ficción, es decir, de una representación plausible, basada en hechos reales. Esto no socavaría la historicidad de lo revelado, sino que solo afectaría la elección de los elementos de la narrativa.
De acuerdo con la lectura midráshica, la estrella y su resplandor también podría ser una forma de volver a proponer la gloria de Dios ( heb . Kabôd Jahvè ), que se manifestaba de manera visible con una nube, una luz o un resplandor, cubriendo el lugar. donde Yahvé descendió con su presencia, el Tabernáculo (b. 'ohel ) Éxodo y, más tarde, el Templo de Jerusalén (cfr. Est 40,30 a 34; 1 Reyes8.10).
El lugar de nacimiento de Jesucristo, visible con la humildad de una tienda o un arreglo improvisado, pero la figura del templo real, el invisible, quedaría así cubierta por el esplendor "luminoso" de la estrella, como la nube era "luminosa" de gloria divina en el AT. La exégesis, en cambio, no exploró interpretaciones de tipo astrológico-adivinatorio, ya que es una práctica condenada en el Antiguo Testamento (cf. Is 47,13-15; Jer 10,1-2) y rechazada por el cristianismo.
Michele Crudele
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https://www.primeroscristianos.com/que-sabemos-de-la-estrella-de-los-magos-de-oriente-1/
Representaciones e interpretaciones de la estrella en la tradición
En casi todas las representaciones artísticas de la Natividad que muestran la adoración de los Magos, también aparece la "estrella", pero ésta se presenta a menudo como elemento característico sólo en el "lugar de nacimiento" como tal. La imagen más famosa es probablemente el fresco del rico ciclo bíblico que decora la capilla de los Scrovegni en Padua, obra de Giotto a principios del siglo XIV.
En este fresco la estrella está pintada con una cola, para indicar la aparición de un cometa, un objeto celeste poco frecuente, pero bien conocido desde la antigüedad. Es común creer que al dibujar sus rasgos particularmente realistas, Giotto se inspiró en el cometa Halley, orbitando el sol con un período de evolución de unos 76 años y visible a simple vista en el año 1301, con motivo de uno de sus pasos cerca de la tierra.
El cometa pintado por Giotto en la capilla de los Scrovegni en Padua
En cambio, las imágenes más antiguas muestran una estrella sin cola. Los del mosaico del Santa Maria Maggiore en Roma del 433 y del San Apollinare Nuovo en Ravenna del siglo VI, que curiosamente muestra dos estrellas, una dentro de la otra.
En el sarcófago de mármol de Adelfia, hallado en las catacumbas del s. Giovanni en Siracusa, y que se remonta al siglo IV, uno de los Magos señala una estrella de siete rayos. La portada de un sarcófago hallado en el Vaticano data del mismo siglo, hacia la tercera década: uno de los tres magos en adoración, junto a dos camellos, apunta a una estrella de seis puntas en forma de rueda.

La estrella de Belén en el mosaico de la adoración de los magos en Santa
Maria Maggiore en Roma (siglo V)
La representación más antigua de los Magos, en un fresco de las catacumbas de Priscilla en Roma, data del siglo II: muestra tres, pero la estrella no es visible, quizás porque la parte más alta de la representación está muy dañada;en cambio aparece en el fresco que representa a la Virgen, con Balaam señalándola. Entre los elementos comunes de buena parte de estas representaciones, cabe mencionar la diversificación somática de los Magos, que a lo largo de los siglos ha conocido variaciones según los nuevos descubrimientos geográficos, indicando la universalidad de la redención cristiana y la llamada de todos los pueblos a salvación.
Balaam señala la estrella de la Virgen en las catacumbas de Priscilla
Entre los autores más antiguos que especularon sobre un origen fenoménico natural de la estrella de Belén encontramos a Orígenes (185 -253), quien habla de ella dos siglos después del evento del nacimiento de Jesús de Nazaret. Defiende una interpretación física de la misma y, para distanciar la reacción de los magos de las prácticas astrológicas de los caldeos, la describe como una estrella "nueva", diferente a las conocidas (y por tanto no comparable a conjeturas preestablecidas, de tipo horoscópico), análoga a aquellos fenómenos celestes que aparecen de vez en cuando, como los cometas (cf. Contra Celsum , I, 58-59).
Al respecto, cita un tratado sobre cometas del estoico Cheremone, tutor de Nerón, recordando que era una práctica aceptada que la aparición de nuevos cometas o estrellas señalaría el nacimiento de personajes importantes, recordando a su oponente Celso de la profecía informado por Num 24.17, y justificando el viaje de los Magos en base a ello.
Ireneo de Lyon (siglo II) habla de la estrella en referencia al cumplimiento de la profecía de Balaam, pero no piensa en su posible origen natural (cf. Adversus haereses, III, 9,2). San Juan Crisóstomo (c. 350 - 407) considera que la estrella es un verdadero milagro, porque no logra conciliar lo que la narrativa del Evangelio acerca de la estrella con lo que serían los comportamientos habituales de los objetos celestes.
Los tres magos en las catacumbas de Priscilla
En particular, Crisóstomo dedicará toda la VI homilía del Comentario al Evangelio de Mateo a la estrella de Belén y su simbolismo.(cf. PG 57, 61-72). Debido al contexto helénico en el que escribe, inmediatamente aclarará que lo que dice la Escritura sobre la aparición de la estrella no se puede asimilar a ninguna profecía u horóscopo de naturaleza astrológica (cf. V, 1). El viaje de los Magos a Judea en sí presenta lados paradójicos, porque implica disposiciones de humildad que les permiten reconocer a un rey recién nacido donde nunca se le habría buscado ...
El autor parece concluir que "la estrella de los Magos no era una estrella ordinaria, más aún no era una estrella real, sino una fuerza invisible que tomaba la apariencia de una estrella […] Pensemos, entonces, de dónde vino la idea del viaje y qué los impulsó a emprenderlo. Me parece que no fue sólo obra de la estrella, sino también obra de Dios que movió sus almas ”(VI, 2.4).En esencia, quiere resaltar la dimensión espiritual del viaje y el reconocimiento, pero no niega la existencia de un signo sensible, por milagroso que sea, ya que no está vinculado a los fenómenos naturales, ordinarios o extraordinarios, del cielo estrellado.
El Papa León Magno (440-461) también presta especial atención al comentario sobre el episodio de los Magos en sus ocho Sermones sobre la Epifanía (PL 54, 234-263). En el tercero leemos:
«Una estrella, más brillante que las demás, llama la atención de los Magos, habitantes del Lejano Oriente. No eran hombres ignorantes en el arte de observar las estrellas y su brillo, por lo que comprenden la importancia del signo. Ciertamente, la inspiración divina operó en sus corazones, para que el misterio que significaba esta gran visión no se les ocultara y lo que se mostraba a los ojos no quedase oscuro para el alma "( Sermones, XXXIII, 2).
El autor, mientras desarrolla el valor alegórico-espiritual de la narración en este y otros sermones, se inclina por lo tanto hacia un evento natural como punto de partida que empujó a los Magos a comprender el significado superior al que apuntaba. La articulación se hace explícita en el primer sermón:
«Por eso apareció en Oriente una estrella de extraordinario brillo […] para que fácilmente pudiera llamar su atención. Así pudieron darse cuenta de que lo que les parecía tan inusual no estaba sucediendo por casualidad. De hecho, el que había dado la señal también dio a quienes la observaron la inteligencia para poder comprenderla ( dedit ergo aspicientibus intellectum, qui praestitit signum ). Y luego hizo que la gente buscara lo que había hecho comprender y, cuando lo buscaban, se dejaba encontrar "( Sermones, XXXI, 1).
De cierto interés sobre la universalidad con que habla el lenguaje del cosmos, también objeto de las ciencias, es la conexión propuesta por el s. Leon entre la dimensión celestial, en cierto modo pública, del signo y la vocación universal de todos los pueblos a conocer el acontecimiento y la gracia de Jesucristo. Comenta que, si bien el reconocimiento del Mesías por parte del Bautista, al inicio de su vida pública, e incluso antes de la Anunciación a María y la noticia del nacimiento de los pastores, había sido conocido por pocos,
"este signo que efectivamente conmueve los Magos de países lejanos y los atrae irresistiblemente hacia Jesús, Señor, sin duda es el signo sagrado de esa gracia y el comienzo de esa vocación por la que se habría predicado el Evangelio no solo en Judea, sino en todo el mundo.[…] El significado de estos hechos místicos aún persiste: lo que comenzó en la imagen ahora se cumple en la realidad. De hecho, la estrella irradia del cielo como una gracia, y los tres Magos, llamados por el resplandor de la luz del Evangelio, acuden todos los días en todas las naciones para adorar el poder del Rey Supremo "(Sermones , XXXV, 1-2).
En lo que respecta a la exégesis bíblica, cabe señalar que no pocas veces se ha inclinado por una lectura del relato evangélico en el marco del Midrash , una forma de interpretar las Escrituras propia del judaísmo. El autor del Evangelio según san Mateo , que escribe en un ambiente judío dirigiéndose principalmente a judíos, puede haberlo utilizado él mismo, es decir, reconstruyendo los hechos a la luz de la tradición bíblica anterior, asociando lo ocurrido en esos años con episodios o imágenes ya descritos en el libro.
A. Toda la historia de los magos, o incluso solo el episodio de la aparición de la estrella, podría ser un ejemplo de midrash haggadic (que a diferencia del halakhicno se refiere a legislación, sino a aspectos morales, filosóficos y teológicos), construida por el evangelista para demostrar el cumplimiento de las profecías de Balaam o de Miqueas, o la de Isaías (cf. Is 41,2-3).
Este último habla del rey persa Ciro (de quien la estrella apareció en el este o los mismos Magos que vinieron de ese lugar serían una imagen) que libera al pueblo de Israel de la esclavitud babilónica. Sería, con la terminología televisiva moderna, una ficción, es decir, de una representación plausible, basada en hechos reales. Esto no socavaría la historicidad de lo revelado, sino que solo afectaría la elección de los elementos de la narrativa.
De acuerdo con la lectura midráshica, la estrella y su resplandor también podría ser una forma de volver a proponer la gloria de Dios ( heb . Kabôd Jahvè ), que se manifestaba de manera visible con una nube, una luz o un resplandor, cubriendo el lugar. donde Yahvé descendió con su presencia, el Tabernáculo (b. 'ohel ) Éxodo y, más tarde, el Templo de Jerusalén (cfr. Est 40,30 a 34; 1 Reyes8.10).
El lugar de nacimiento de Jesucristo, visible con la humildad de una tienda o un arreglo improvisado, pero la figura del templo real, el invisible, quedaría así cubierta por el esplendor "luminoso" de la estrella, como la nube era "luminosa" de gloria divina en el AT. La exégesis, en cambio, no exploró interpretaciones de tipo astrológico-adivinatorio, ya que es una práctica condenada en el Antiguo Testamento (cf. Is 47,13-15; Jer 10,1-2) y rechazada por el cristianismo.
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La estrella de Belén y los Reyes magos en la Sagrada Escritura
El Evangelio de Mateo es la única fuente del NT que habla de este objeto, indicándolo con el nombre de "estrella" (Gr. Astér ). Aquí les informamos el texto completo:
«Jesús nació en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes. Algunos magos llegaron a Jerusalén desde el este y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que nació? Hemos visto ascender su estrella ( tòn astéra en têi anatolêi) y vinimos a adorarlo ”.
Al escuchar estas palabras, el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén. Reuniendo a todos los principales sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó por el lugar donde iba a nacer el Mesías.
Ellos le respondieron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres realmente la capital más pequeña de Judá; porque de ti saldrá un jefe que alimentará a mi pueblo, Israel. ".
Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, les pidió que le dijeran exactamente la hora en que apareció la estrella y los envió a Belén exhortándoles: "Ve y averigua con cuidado sobre el niño y, cuando lo hayas encontrado, avísame, porque “Vengo a adorarlo”.
Habiendo escuchado las palabras del rey, se fueron. Y aquí está la estrella ( o aster), que habían visto en su levantamiento ( en têi anatolêi ), los precedió ( proêghen autoús ), hasta que llegó y se detuvo encima ( estáthe epáno ) del lugar donde estaba el niño.
Cuando vieron la estrella, sintieron una gran alegría. Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y se postraron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos de oro, incienso y mirra.
Luego, advertidos en un sueño que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino […]. Herodes, al darse cuenta de que los magos se habían burlado de él, se enfureció y envió a matar a todos los niños de Belén y su territorio a partir de dos años, correspondiente a la hora en que le habían informado los magos "( Mt 2,1 -12,16)
Como es sabido, el texto del Evangelio de Mateo que se nos transmite es el griego. Sobre un posible original arameo, solo se hacen conjeturas. Por tanto, el problema de la interpretación del texto debe partir de las expresiones griegas. Las palabras en têi anatolêide vv. 2 y 9 a menudo se han traducido en el pasado como "en el este", lo que hace que parezca que se referían al "lugar" donde estaban los magos cuando vieron la estrella.
La traducción italiana oficial contemporánea dice más correctamente: "en su auge". De hecho, la expresión se utiliza para indicar un objeto estelar que, siguiendo la rotación de la bóveda celeste debido a la rotación de la tierra, “sube”; sería, según algunos, precisamente su salida en oposición al sol: significaría, es decir, que cuando el sol se pone, ese objeto sale.
Cabe señalar de inmediato que esta primera y más sencilla interpretación llevaría a considerar la mención o aparición de la estrella como una referencia simbólica, pero no como una indicación real de dirección: si los Magos vinieran "del este",como se dice de hecho en el v. 1, no podían tener, como guía material hacia el oeste (Jerusalén), un objeto que, al menos en esa época del año, apareciera hacia el este.
No sabemos cuál fue la fuente de Mateo con respecto al episodio de los Magos. Si en su base hubiera una narración que se remonta a la madre de Jesús, quizás sería más plausible no atribuir un peso técnico excesivo a los términos utilizados.
Balaam señala la estrella de la Virgen
en las catacumbas de Priscilla
En el Antiguo Testamento, el Libro de los Números informa la siguiente afirmación:
"Una estrella se levanta de Jacob y un cetro se levanta de Israel" ( Núm. 24.17).
Estas son las palabras de Balaam, un adivino o mago que, llamado por el rey moabita Balac para maldecir a Israel, en cambio lo bendice y profetiza un futuro brillante porque recibe una revelación divina al respecto. Las interpretaciones de este texto van desde identificar la estrella con el Rey David (el símbolo del pueblo de Israel conocido como la "Estrella de David" se origina aquí), hasta ver una anticipación de la manifestación de la estrella de Belén. Sin embargo, la estrella que emerge de Jacob podría ser el mismo Mesías: esto ya fue leído por algunos comentaristas judíos de los primeros siglos antes de Cristo.
La profecía relatada en Mt 2,6 por los sacerdotes interrogados por Herodes es la del Libro de Miqueas :
"Y tú, Belén de Efrata, tan pequeña para estar entre las capitales de Judá, el que debe ser el gobernante de Israel saldrá de ti" ( Mi5.1).
Puedes ver la diferencia con la transcripción de Mateo que cambia la afirmación "tan pequeño" en "tú no eres realmente el más pequeño": esto no cambia el significado, sino que lo fortalece. Es una de las numerosas demostraciones del uso de las citas del AT, tan frecuentes en Mateo, a la luz de los hechos ocurridos en el NT. Al contrario de nuestra actitud moderna, el autor sagrado no estaba interesado en la perfecta correspondencia textual, sino en el significado y simbolismo de las profecías.
Los otros evangelistas no hablan de los Magos, ni de la estrella. Para Marcos y Juan no es de extrañar ya que su narración comienza con la vida pública de Jesús, mientras que Lucas, muy detallado sobre la infancia, curiosamente no menciona nada de este episodio.Quizás Lucas conocía el Evangelio de Mateo y no quería repetir lo que ya estaba escrito allí. También hay quienes atribuyen a Lucas cierta prudencia al evitar hablar bien de los persas (pueblo de origen de los magos), porque son enemigos de Roma.
Según Heródoto (siglo V a. C.), los Magos (Gr. Mágoi ) habrían sido una casta de los medos, perteneciente a la clase de sacerdotes eruditos, eruditos de los libros sagrados y dedicados a la observación del cielo (cf. Historias, lib. I, 101), pero la investigación historiográfica más reciente sitúa su origen más probablemente en Babilonia y Persia que en Media. En el Antiguo y Nuevo Testamento, ese nombre indica personas dedicadas a la magia, aunque ampliamente comprendidas.
Mateo no habla de "rey", ni tampoco lo definen los Padres de la Iglesia más antiguos; sin embargo, ya Tertuliano, a principios de 200, escribe que los magos de Oriente eran considerados reyes.
La explicación puede estar en el deseo de aplicar profecías como la de Isaías: "Los pueblos caminarán a tu luz, los reyes al esplendor de tu levantamiento" ( Is 60,3), o el Salmo 68: "Para tu templo, en Jerusalén , los reyes te traerán presentes "( Sal.68,30). El hecho de que el evangelista Mateo no cite estas y otras profecías, aunque tan oportunas y aplicables a los hechos narrados, podría ser un indicio de la historicidad de la historia de los magos: sabiendo que no eran reyes, no cree que estas citas sean pertinentes para su culto. Si solo hubiera tenido como objetivo cumplir las profecías, no habría perdido la oportunidad de usarlas también. Pronto, sin embargo, en el cristianismo los Magos comenzaron a ser llamados Reyes, también para indicar su importancia y, con su adoración, la sumisión de los poderosos de la tierra al Dios hecho Niño.
Los personajes en cuestión eran casi con certeza de la religión zoroástrica y amantes de la observación del cielo, muy probablemente astrólogos, en el sentido que este término indicaba en ese momento, en su significado asirio-babilónico y no helénico. Recordemos que en la tradición mesopotámica original las apariciones del cielo eran vistas como un "reflejo" y en ocasiones como una "anticipación" de lo que estaba sucediendo en la tierra, pero sin implicaciones de naturaleza causal y astrolatra.
Michele Crudele
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¿Quienes eran los Reyes Magos?
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La estrella de Belén y los Reyes magos en la Sagrada Escritura
El Evangelio de Mateo es la única fuente del NT que habla de este objeto, indicándolo con el nombre de "estrella" (Gr. Astér ). Aquí les informamos el texto completo:
«Jesús nació en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes. Algunos magos llegaron a Jerusalén desde el este y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que nació? Hemos visto ascender su estrella ( tòn astéra en têi anatolêi) y vinimos a adorarlo ”.
Al escuchar estas palabras, el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén. Reuniendo a todos los principales sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó por el lugar donde iba a nacer el Mesías.
Ellos le respondieron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres realmente la capital más pequeña de Judá; porque de ti saldrá un jefe que alimentará a mi pueblo, Israel. ".
Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, les pidió que le dijeran exactamente la hora en que apareció la estrella y los envió a Belén exhortándoles: "Ve y averigua con cuidado sobre el niño y, cuando lo hayas encontrado, avísame, porque “Vengo a adorarlo”.
Habiendo escuchado las palabras del rey, se fueron. Y aquí está la estrella ( o aster), que habían visto en su levantamiento ( en têi anatolêi ), los precedió ( proêghen autoús ), hasta que llegó y se detuvo encima ( estáthe epáno ) del lugar donde estaba el niño.
Cuando vieron la estrella, sintieron una gran alegría. Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y se postraron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos de oro, incienso y mirra.
Luego, advertidos en un sueño que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino […]. Herodes, al darse cuenta de que los magos se habían burlado de él, se enfureció y envió a matar a todos los niños de Belén y su territorio a partir de dos años, correspondiente a la hora en que le habían informado los magos "( Mt 2,1 -12,16)
Como es sabido, el texto del Evangelio de Mateo que se nos transmite es el griego. Sobre un posible original arameo, solo se hacen conjeturas. Por tanto, el problema de la interpretación del texto debe partir de las expresiones griegas. Las palabras en têi anatolêide vv. 2 y 9 a menudo se han traducido en el pasado como "en el este", lo que hace que parezca que se referían al "lugar" donde estaban los magos cuando vieron la estrella.
La traducción italiana oficial contemporánea dice más correctamente: "en su auge". De hecho, la expresión se utiliza para indicar un objeto estelar que, siguiendo la rotación de la bóveda celeste debido a la rotación de la tierra, “sube”; sería, según algunos, precisamente su salida en oposición al sol: significaría, es decir, que cuando el sol se pone, ese objeto sale.
Cabe señalar de inmediato que esta primera y más sencilla interpretación llevaría a considerar la mención o aparición de la estrella como una referencia simbólica, pero no como una indicación real de dirección: si los Magos vinieran "del este",como se dice de hecho en el v. 1, no podían tener, como guía material hacia el oeste (Jerusalén), un objeto que, al menos en esa época del año, apareciera hacia el este.
No sabemos cuál fue la fuente de Mateo con respecto al episodio de los Magos. Si en su base hubiera una narración que se remonta a la madre de Jesús, quizás sería más plausible no atribuir un peso técnico excesivo a los términos utilizados.
Balaam señala la estrella de la Virgen
en las catacumbas de Priscilla
En el Antiguo Testamento, el Libro de los Números informa la siguiente afirmación:
"Una estrella se levanta de Jacob y un cetro se levanta de Israel" ( Núm. 24.17).
Estas son las palabras de Balaam, un adivino o mago que, llamado por el rey moabita Balac para maldecir a Israel, en cambio lo bendice y profetiza un futuro brillante porque recibe una revelación divina al respecto. Las interpretaciones de este texto van desde identificar la estrella con el Rey David (el símbolo del pueblo de Israel conocido como la "Estrella de David" se origina aquí), hasta ver una anticipación de la manifestación de la estrella de Belén. Sin embargo, la estrella que emerge de Jacob podría ser el mismo Mesías: esto ya fue leído por algunos comentaristas judíos de los primeros siglos antes de Cristo.
La profecía relatada en Mt 2,6 por los sacerdotes interrogados por Herodes es la del Libro de Miqueas :
"Y tú, Belén de Efrata, tan pequeña para estar entre las capitales de Judá, el que debe ser el gobernante de Israel saldrá de ti" ( Mi5.1).
Puedes ver la diferencia con la transcripción de Mateo que cambia la afirmación "tan pequeño" en "tú no eres realmente el más pequeño": esto no cambia el significado, sino que lo fortalece. Es una de las numerosas demostraciones del uso de las citas del AT, tan frecuentes en Mateo, a la luz de los hechos ocurridos en el NT. Al contrario de nuestra actitud moderna, el autor sagrado no estaba interesado en la perfecta correspondencia textual, sino en el significado y simbolismo de las profecías.
Los otros evangelistas no hablan de los Magos, ni de la estrella. Para Marcos y Juan no es de extrañar ya que su narración comienza con la vida pública de Jesús, mientras que Lucas, muy detallado sobre la infancia, curiosamente no menciona nada de este episodio.Quizás Lucas conocía el Evangelio de Mateo y no quería repetir lo que ya estaba escrito allí. También hay quienes atribuyen a Lucas cierta prudencia al evitar hablar bien de los persas (pueblo de origen de los magos), porque son enemigos de Roma.
Según Heródoto (siglo V a. C.), los Magos (Gr. Mágoi ) habrían sido una casta de los medos, perteneciente a la clase de sacerdotes eruditos, eruditos de los libros sagrados y dedicados a la observación del cielo (cf. Historias, lib. I, 101), pero la investigación historiográfica más reciente sitúa su origen más probablemente en Babilonia y Persia que en Media. En el Antiguo y Nuevo Testamento, ese nombre indica personas dedicadas a la magia, aunque ampliamente comprendidas.
Mateo no habla de "rey", ni tampoco lo definen los Padres de la Iglesia más antiguos; sin embargo, ya Tertuliano, a principios de 200, escribe que los magos de Oriente eran considerados reyes.
La explicación puede estar en el deseo de aplicar profecías como la de Isaías: "Los pueblos caminarán a tu luz, los reyes al esplendor de tu levantamiento" ( Is 60,3), o el Salmo 68: "Para tu templo, en Jerusalén , los reyes te traerán presentes "( Sal.68,30). El hecho de que el evangelista Mateo no cite estas y otras profecías, aunque tan oportunas y aplicables a los hechos narrados, podría ser un indicio de la historicidad de la historia de los magos: sabiendo que no eran reyes, no cree que estas citas sean pertinentes para su culto. Si solo hubiera tenido como objetivo cumplir las profecías, no habría perdido la oportunidad de usarlas también. Pronto, sin embargo, en el cristianismo los Magos comenzaron a ser llamados Reyes, también para indicar su importancia y, con su adoración, la sumisión de los poderosos de la tierra al Dios hecho Niño.
Los personajes en cuestión eran casi con certeza de la religión zoroástrica y amantes de la observación del cielo, muy probablemente astrólogos, en el sentido que este término indicaba en ese momento, en su significado asirio-babilónico y no helénico. Recordemos que en la tradición mesopotámica original las apariciones del cielo eran vistas como un "reflejo" y en ocasiones como una "anticipación" de lo que estaba sucediendo en la tierra, pero sin implicaciones de naturaleza causal y astrolatra.
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