¿ CUÁNDO EMPIEZA A VIVIRSE LA CUARESMA?

Habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. A finales del siglo IV, Roma conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.

La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del ayuno infrapascual del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección.

Los primeros pasos

Paso a paso, mediante un proceso de sedimentación, este período de preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma.

Influyeron también, sin duda, las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes.

La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.

A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela.

Por otra parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana, vivía una semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.

En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días

De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se circunscribía en  Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno prepascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.

El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre de Quadragesima o cuaresma.

Durante el primer estadio de organización cuaresmal se celebraban tan sólo las reuniones eucarísticas dominicales, si bien entre semana existían asambleas no eucarísticas: los miércoles y viernes.

Pero a finales del siglo VI las reuniones del lunes, miércoles y viernes celebraban ya la eucaristía. Más tarde, se añadieron nuevas asambleas eucarísticas los martes y sábados. Por último, el proceso se cerró bajo el pontificado de Gregorio II (715-731), con la asignación de un formulario eucarístico para los jueves de cuaresma.

¿Por qué la ceniza?

Hacia finales del siglo V, el miércoles y viernes previos al primer domingo de cuaresma comenzaron a celebrarse cómo si formaran parte del período penitencial, probablemente como medio de compensar los domingos y días en los que se rompía el ayuno.

Dicho miércoles, los penitentes por la imposición de la ceniza, ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica.

Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana: este es el origen del Miércoles de Ceniza o «Feria IV anerum».

El proceso de alargamiento del período penitencial continuó de forma irremediable. Esta anticipación del ayuno cuaresmal no es una práctica exclusivamente romana: se encuentra también en Oriente, y en diversas regiones de Occidente.

Probablemente se trata de una praxis originada en la ascesis monástica y más tarde propagada entre la comunidad cristiana, aunque resulte difícil conocer sus características.

¿Por qué los cuarenta días?

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.

En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días —o una semana a lo sumo—, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli­ma de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares­mal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta.

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días.

En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.

Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitenciay el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes.

Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.

El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa crismalMissa Chrismalis— que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.

El tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia.

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¿Qué es la Cuaresma?

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Película sobre el mártir san Policarpo de Esmirna, discípulo del apóstol Juan 

El film relata la historia de este hombre, cuyo testimonio es un ejemplo de amor y entrega en tiempos de persecución. Personas como Policarpo, un creyente de la iglesia primitiva, estuvieron dispuestas a ser mártires a causa de su fe.

 

¿Quién fue Policarpo?

Conocido como Policarpo de Esmirna, vivió entre el 70 d.C. y el 155 en la ciudad griega perteneciente a la provincia de Asia, llamada Esmirna. Fue evangelizado por la mujer que lo rescató de la esclavitud en su niñez. Además, fue aprendiz del apóstol Juan, el discípulo amado de Jesús, lo que significa que fue enseñado por la boca de uno de los testigos oculares de Jesucristo.

 

Sobre la película

Nos muestra cómo este hombre de fe dedicaba sus días a enseñar la Palabra de Dios y a transcribir los textos sagrados, de manera que más hermanos tuvieran acceso a la lectura. Nos presenta, además, el modo de vida que llevaban los cristianos de esa iglesia incipiente: ellos vivían juntos, tal como lo enseña la Biblia, y compartían sus pertenencias.

San Policarpo

 

Eran tiempos en los que el Imperio Romano gobernaba y el procónsul emitió un edicto que obligaba a los habitantes de Esmirna a adorar a César quemando incienso como muestra de lealtad. Los cristianos, fieles al Dios verdadero, se negaron a realizar este acto y comenzaron a ser perseguidos.

El gobernador puso precio a la vida del predicador Policarpo, quien, a pedido de los hermanos, se había escondido en Éfeso, la ciudad vecina. Cuando los soldados romanos encontraron al hombre de Dios, él los hizo pasar, les dio de comer, oró por ellos y luego, sin poner resistencia, para que lo capturaran y lo llevaran a la muerte.

Policarpo

 

Frente al representante de Roma, se le ofreció la posibilidad de rendir adoración a César, pero se mantuvo firme en sus convicciones. Lleno de ira, el procónsul ordenó que lo quemaran en la hoguera.

 

 

Aquí pueden ver la película completa

 

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Acta del martirio de San Policarpo de Esmirna (año 155 d.C.)

 

 

SAN POLICARPO, OBISPO DE ESMIRNA Y MÁRTIR

Nace en el año 69-70 de padres cristianos. Aprende las enseñanzas de Cristo de los Apóstoles, se convierte en discípulo de Juan. Lo narran Ireneo y Eusebio de Cesarea:

"Policarpo no sólo fue educado por los Apóstoles, sino también fue establecido por los Apóstoles como obispo en Esmirna". 

 

Marciano, testigo ocular de su martirio, el Martyrium Polycarpi, considerado por muchos el más antiguo y auténtico de las Actas de los Mártires. Se trata de la primera obra en la que se define mártir a quien muere por causa de su fe.

Durante su largo episcopado, Policarpo se distingue por el celo en el conservar fielmente la doctrina de los Apóstoles, por la difusión del Evangelio entre los paganos y por combatir las herejías. Ireneo lo define predicador paciente y amable, debido a la gran atención hacia las viudas y los esclavos.

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La amistad en el episcopado con Ignacio de Antioquía

En el 107 Policarpo acoge en Esmirna a Ignacio de Antioquía, de paso, y con escolta, hacia Roma para ser juzgado. Célebres son las siete cartas que Ignacio dirige a las iglesias a lo largo de su camino; las primeras cuatro parten directamente de Esmirna.

Desde Tróade, más tarde, escribe a los fieles de Esmirna y a su obispo Policarpo, encargándole de transmitir a la Iglesia de Antioquía el último recuerdo suyo y describiéndolo un buen pastor y luchador por la causa de Cristo.

Y es a Policarpo a quien los filipenses piden recoger las cartas de Ignacio. El obispo de Esmirna les envía lo que le piden, junto a una misiva propia para exhortarlos a servir a Dios en el temor, a creer en Él, a esperar en la resurrección, a caminar en la vía de la justicia, teniendo siempre ante los ojos el ejemplo de los mártires y, principalmente, de Ignacio.

La Carta a los Filipenses de Policarpo también es bien conocida; llegada hasta nuestros días, es importante, en particular, por la información histórica que se puede extraer y por los dogmas sobre el Credo que se recuerdan.

Hacia finales del 154, Policarpo parte hacia Roma como representante de los cristianos de Asia Menor, para tratar con Papa Aniceto diversas cuestiones y principalmente la fecha de la Pascua: en las iglesias orientales celebrada el día 14 del mes judío de Nisán, en la capital del Imperio el domingo siguiente.

No se llega a ningún acuerdo, pero las relaciones entre las iglesias permanecen amistosas.

Mártir a 86 años

Bajo el emperador Antonino Pío, las persecuciones también estallan en Esmirna. Policarpo es arrestado. Las actas de su martirio dicen que:

“llevado ante el procónsul, éste... trató de persuadirlo a negar, diciendo: ‘piensa en tu edad… cambia el pensamiento… jura y yo te libero. Maldice a Cristo'. Policarpo respondió: ‘Le he servido por ochenta y seis años, y no me ha hecho ningún daño. ¿Cómo podría maldecir a mi rey que me salvó?... escúchalo claramente. Yo soy cristiano'”.

 

Se decide para él la hoguera, pero queda ileso y es asesinado por la espada.

“Estos fueron los hechos – se lee en el Martyrium Polycarpi – en torno a San Policarpo, que con los de Filadelfia fue el duodécimo a sufrir el martirio en Esmirna. San Policarpo dio testimonio en el segundo día de Santico, el séptimo día antes de las calendas de marzo, en gran sábado, a la hora octava.

Fue tomado por Herodes, el pontífice Felipe de Tralli, el procónsul Stazio Quadrato, rey eterno nuestro Señor Jesucristo".

 

La fecha del martirio de Policarpo es, por lo tanto, cierta: fue el 23 de febrero del 155.

 

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Acta del martirio de San Policarpo de Esmirna (año 155 d.C.)

 

 

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El Miércoles de Ceniza da inicio a los 40 días que componen la Cuaresma previa a la fiesta pascual

El Miércoles de Ceniza da comienzo al tiempo de Cuaresma. Esta época del año son concretamente los 40 días previos a la celebración de la Pascua. También es un tiempo litúrgico propio, es decir, distinto al tiempo ordinario que se vive en la Iglesia y con unas características particulares.

En los días de Cuaresma, una de las pistas que encontrarás para recordarte que estás en este tiempo, es por ejemplo el color con el que viste el sacerdote o está decorada la iglesia. El morado es el color predominante durante esta época -igual que en Adviento- y hace referencia al luto y a la penitencia.

Esas dos son dos de las claves de este camino que es la Cuaresma. En la Santa Misa se suprimen los cantos de alabanza del "Aleluya" y del "Gloria", a la espera de la celebración de la Pascua de Resurrección.

Se trata de una preparación del alma para vivir los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Así, esa puesta a punto personal busca entrar en sintonía con la que vive Jesús en el desierto durante 40 días con sus 40 noches. También, es el recuerdo a los 40 años de peregrinación del pueblo de Israel por el desierto en el Antiguo Testamento antes de llegar a la tierra prometida.

Miercoles de ceniza

Miercoles de ceniza

Algunas prácticas para vivir en la Cuaresma

Las tres prácticas cuaresmales con las que se invita a esta preparación son: la oración, la mortificación y la caridad.

La oración es el motor de la vida de un cristiano, los momentos de diálogo con Dios. En este caso, buscar prepararse con Jesús para ser testigo otra vez de los grandes Misterios de la Fe.

La mortificación, al igual que el rezo, es una práctica que puede ser diaria. Consiste en ofrecer a Dios los momentos difíciles del día a día, así como aceptar con alegría los sufrimientos o renunciar a comodidades habituales.

Por último, la virtud de la caridad se puede poner por obra a través, por ejemplo, de la limosna a los necesitados.

Ayuno y la abstinencia

Otras dos prácticas que se viven en este tiempo de Cuaresma son el ayuno y la abstinencia. La Iglesia las establece de acuerdo con el Evangelio. El ayuno establece una reducción de la cantidad de comida usual del católico. La edad en la que comienza a vivirse, de acuerdo con la Conferencia Episcopal conforme a Derecho Canónico, son los 18 años y hasta los 59 años. Es de carácter obligatorio el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

La abstinencia repercute en los católicos a partir de los 14 años. Consiste en la renuncia a consumir carne los viernes de Cuaresma. Así, se quiere hacer honor a la Pasión de Jesús, que se celebra el Viernes Santo. Los pescados, vegetales, mariscos y derivados de productos animales sí que se permiten como alternativas en la dieta estos días concretos.  Se exige de forma obligatoria en todos los viernes de Cuaresma.

¿Por qué 40 días?

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.

En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días —o una semana a lo sumo—, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli­ma de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares­mal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta.

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días.

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En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.

Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes.

Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.

El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa crismalMissa Chrismalis— que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.

El tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven elayuno y la abstinencia.

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Los orígenes de la Cuaresma

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La penitencia y el ayuno en la iglesia primitiva

Los primeros cristianos procuraron revivir en sus vidas la Pasión de Cristo, tomando la propia cruz para seguirle, identificándose con Él mediante el espíritu de sacrificio y de penitencia. Supieron encontrar la mortificación en su vida ordinaria, en el cumplimiento de sus deberes, en lo pequeño de cada día. Vivían la sobriedad.

La Iglesia de los primeros tiempos también conservó la práctica del ayuno, siguiendo el ejemplo de Jesús en el desierto. Los Hechos de los Apóstoles mencionan celebraciones de culto acompañadas de ayuno.

San Pablo, en su misión apostólica, no se conforma con sufrir hambre y sed cuando las circunstancias lo exigen, sino que añade repetidos ayunos. La Iglesia ha permanecido fiel a esta tradición, procurando mediante el ayuno disponernos a recibir mejor las gracias del Señor.

Presentamos a continuación algunos textos de los primeros escritores cristianos que reflejan cómo vivían el ayuno y la penitencia.

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Necesidad de la mortificación

El alma se perfecciona con la mortificación en el comer y beber; también los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar.
(EPÍSTOLA A DIOGNETO, 5-6)

Hermoso es mortificar el cuerpo. De ello te persuada Pablo, que sin cesar lucha y se sujeta con violencia (cfr. 1 Cor 9, 27), e inspira santo temor, con el ejemplo de Israel, a cuantos confían en sí mismos y condescienden con su cuerpo. Que te persuada el mismo Jesús, con su ayuno, su sometimiento a la tentación y su victoria sobre el tentador (cfr. Mt 4, 1 ss).
(SAN GREGORIO NACIANCENO, Discurso 14, 2-5)


No creamos que es suficiente un fervor pasajero de la fe, porque es preciso que cada uno lleve continuamente su cruz, para dar a entender de este modo, que es incesante nuestro amor a Jesucristo.

(SAN JERÓNIMO, Comentario a San Mateo, 10, 96)


El camino por el que viene el Señor
, penetrando hasta dentro del hombre, es la penitencia, por la cual Dios baja a nosotros. De aquí el principio de la predicación de Juan: haced penitencia.

(SAN JERÓNIMO, Comentario sobre el libro del profeta Joel, 25)


(La mortificación…) purifica el alma, eleva el pensamiento, somete la carne propia al espíritu, hace al corazón contrito y humillado, disipa las nebulosidades de la concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la verdadera luz de la castidad.

(SAN AGUSTÍN,  Sermón 73, 5)

Si eres miembro de Cristo, tú, quienquiera que seas [...], debes saber que todo lo que sufres por parte de aquellos que no son miembros de Cristo es lo que faltaba a la pasión de Cristo. Por esto la completas, porque faltaba; vas llenando la medida, no la derramas; sufres en la medida en que tus tribulaciones han de añadir en parte a la totalidad de la pasión de Cristo, ya que Él, que sufrió como cabeza nuestra, continúa ahora sufriendo en sus miembros, es decir, en nosotros.
(SAN AGUSTÍN, Comentario sobre el Salmo 61, 7)

Sobre el Ayuno

El libro del Pastor de Hermas refleja el estado de la cristiandad romana a mediados del siglo II. Tras una larga pausa de tranquilidad sin sufrir persecución, parece que no era tan universal el buen espíritu de esos primeros tiempos. Junto a cristianos fervorosos, había muchos tibios; y esto en todos los niveles de la Iglesia. No es de extrañar, pues, que el libro gire en torno a la necesidad de la penitencia y el ayuno… 

Los ayunos agradables a Dios son: no hagas mal y sirve al Señor con corazón limpio; guarda sus mandamientos siguiendo sus preceptos y no permitas que ninguna concupiscencia del mal penetre en tu corazón [...]. Si esto haces, tu ayuno será grato en la presencia de Dios.
(HERMAS, “El Pastor”, Comparaciones, 3)

Este ayuno es sobremanera bueno, a condición de que se guarden los mandamientos del Señor. Así pues, el ayuno que vas a practicar lo observarás de este modo: ante todas las cosas, guárdate de toda palabra mala y de todo deseo malo y limpia tu corazón de todas las vanidades de este siglo. Si esto guardares, este ayuno tuyo será perfecto.
(HERMAS, “El Pastor”, Comparaciones, 4)

Por lo demás, lo harás de esta manera: después de cumplido lo que queda escrito, el día que ayunes no tomarás sino pan y agua, y de la comida que habías de tomar calcularás la cantidad de gasto que correspondería a aquel día y lo entregarás a una viuda, a un huérfano o a un necesitado. Y te humillarás de manera que quien tomare de tu humillación sacie su alma y ruegue por ti al Señor.         (HERMAS, “El Pastor”, Comparaciones, 5, 1-4)

Alegrad, pues, vuestros rostros. (…) ayuna, y ayuna con alegría.
(SAN BASILIO EL GRANDE, Homilía sobre el ayuno, 1)

Así como es peligroso pasar los límites de la templanza en el comer, también está fuera de razón abatir demasiado el cuerpo con abstinencias excesivas, inutilizándole para todo lo bueno por haberle enflaquecido demasiado. Estamos, pues, obligados a cuidar de nuestros cuerpos.
(SAN BASILIO EL GRANDE, Sobre la verdadera virginidad, 27)

En otros tiempos del año hay algunos ayunos por los cuales se merece premio si se observa: mas en Cuaresma peca el que deja de ayunar. Los otros ayunos son voluntarios; pero los de Cuaresma son de obligación: a los otros nos convidan; pero a estos nos obligan: y no tanto son precepto de la Iglesia, como del mismo Dios.
(SAN AMBROSIO, Sermón 3, 148)

Hablaba del ayuno del alimento como una práctica necesaria para ser caritativo, del ayuno constituido por la continencia con vistas a la santidad, del ayuno de las palabras vanas o detestables, del ayuno de la cólera, del ayuno de la propiedad de los bienes con vistas al ministerio, y del ayuno del sueño para dedicarse a la oración.
(BENEDICTO XVI presenta a San Afraates el Sabio, 21 noviembre 2007)

Del libro:
ORAR CON LOS PRIMEROS CRISTIANOS
Gabriel Larrauri  (Ed. Planeta)

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Los orígenes de la Cuaresma

El Miércoles de Ceniza el sacerdote traza una cruz de ceniza sobre la frente de los fieles

¿De dónde viene esa ceniza?

El Miércoles de Ceniza marca el comienzo de la Cuaresma. Un día en el que durante la celebración de la misa los sacerdotes trazan con ceniza una cruz sobre la frente de los fieles. Pero, ¿de dónde proviene esa ceniza?

La ceniza que los sacerdotes utilizan para trazar la cruz en los cristianos viene de la inceniración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior. Esta bendición tiene lugar en la misa del Miércoles de Ceniza, después de la homilía.

La ceniza es sacramental, es decir, un signo sagrado "con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida" -Catecismo, 1667-.

“Conviértete y cree en el Evangelio” o "Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás" son las palabras con las que el sacerdote hace la señal de la cruz a todos los feligreses.

"Eres polvo y al polvo volverás"

Este gesto recuerda a una antigua tradición del pueblo hebreo: cuando se estaba en pecado o cuando querían preparar para una fiesta importante en la que debían estar purificados, se cubrían de cenizas y se vestían con un saco de tela áspera.

Unas palabras que nos remiten a cuando "el Señor dijo a Adán tras la culpa de los orígenes: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás" (Gen 3,19). Aquí, la palabra de Dios nos recuerda nuestra fragilidad, incluso nuestra muerte, que es su forma extrema.

Frente al innato miedo del fin, y aún más en el contexto de una cultura que de tantas formas tiende a censurar la realidad y la experiencia humana del morir, la liturgia cuaresmal, por un lado, nos recuerda la muerte invitándonos al realismo y a la sabiduría, pero, por otro lado, nos empuja sobre todo a coger y a vivir la novedad inesperada de que la fe cristiana libera de la realidad de la misma muerte".

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Benedicto XVI tuvo el coraje de tomar esta decisión.

No podemos más que estarle agradecidos

El 12 de febrero de 2013, Joaquín Navarro-Valls mantuvo una conversación con Luigi Accattoli, publicada en el Corriere della Sera. En ella valora como "muy valiente y muy espiritual" la renuncia del papa Benedicto XVI al pontificado, al faltarle las fuerzas para seguir al frente de la Iglesia católica.

 

También mantuvo una conversación con euronews. Esta es la entrevista, en la que destaca -entre otras cosas- la incidencia de Benedicto XVI, como intelectual y como pastor, en las ideas de  nuestro tiempo, y en el modo valiente y racional de abordar todas las cuestiones candentes, incluyendo siempre la espiritualidad de la fe:

 

En ella valora como "muy valiente y muy espiritual" la renuncia del papa Benedicto XVI al pontificado, al faltarle las fuerzas para seguir al frente de la Iglesia católica.

También ha mantenido una conversación con euronews. Esta es la entrevista, en la que destaca -entre otras cosas- la incidencia de Benedicto XVI, como intelectual y como pastor, en las ideas de  nuestro tiempo, y en el modo valiente y racional de abordar todas las cuestiones candentes, incluyendo siempre la espiritualidad de la fe:

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 «Que Benedicto XVI considerase posible, realística y no sólo teóricamente, la renuncia de un Papa, lo sabíamos bien: lo había dicho más veces, tanto de cardenal como después de su elección. Personalmente, lo comprendí después una broma que sucedió, con ocasión de su último cumpleaños cuando hizo 85 años, y que ahora me viene a la mente de repente: Hubo quien dijo: ´Santidad, ad multos annos´, y él respondió, con una sonrisa esquiva y casi irónica: ´Verdaderamente no querría que fueran muchos´. Así que, en cierta manera ya se preparaba».

Es el comentario de Joaquín Navarro-Valls, español, que fue portavoz del Vaticano desde 1984 hasta 2006, es decir, durante 21 años con el Papa Wojtyla y durante 14 meses con el Papa Ratzinger.

 

— ¿Cómo valora el evento? ¿Qué consecuencias podrá tener un hecho así de inédito?

— Es inédito para la modernidad, pero no para la entera historia de la Iglesia. Lo veo como una decisión que estaba destinada a madurar, con un Papa o con otro. El cambio de los tiempos, su velocidad y la prolongación de la vida humana plantean la cuestión de la sucesión de un Papa debilitado por la edad. Benedicto XVI ha tenido el coraje de tomar esta decisión. No podemos más que estarle agradecidos.

 

— ¿Habrá sido un proceso dramático tomar esta decisión?

— Grave sí, pero no dramático, creo yo. Considerando el dominio intelectual y espiritual que todos sabemos que tiene, debemos pensar que ha sido de ahí donde ha surgido el coraje para decidir. Seguro que no podía ser una decisión tomada a la ligera. Él sabía bien, por conocimiento directo, lo que habían pensado y dispuesto sus dos predecesores, Juan Pablo II y Pablo VI. Por tanto, aunque se haya tratado, como es evidente por sus propias palabras, de una decisión solitaria, no ha sido tomada sin consultar. Creo que se podría decir que ha consultado con sus predecesores.

 

— ¿En qué términos ve esta consulta?

— Pablo VI y Juan Pablo II, cuando se vieron en dificultad con la edad y la salud,confiaron a sus colaboradores dos cartas, una de renuncia al Pontificado y otrasobre cómo hacerla pública. En sustancia, eligieron someterse a la voluntad de Dios y a la valoración de los demás. El Papa Benedicto, por el contrario, ha asumido la responsabilidad de decidir, con plena conciencia, siendo perfectamente dueño para comunicar personalmente su voluntad. Aquí veo un elemento de alcance histórico: ésta es una decisión que no atañe solamente a la biografía de Joseph Ratzinger, sino a la historia de la Iglesia Católica.

 

Benedicto

—Existía una espiritualidad -en la tradición- que insistía sobre la unicidad de la figura papal o sobre el serlo «de por vida». «Un padre lo es para siempre», se decía. A esta espiritualidad no se había sustraído ni siquiera un hombre nuevo en muchos aspectos como lo era el Papa Wojtyla...

—Es verdad, en esta decisión del Papa Benedicto XVI se manifiesta una postura innovadora respecto a la de la tradición. Creo que haber estado al lado del predecesor, como estrecho colaborador, también en los últimos meses, los más difíciles, le ayudó a elegir. Pero, sobre todo creo que le ha sido útil su seguridad en materia doctrinal, la fuerza de la formación teológica que le ha permitido distinguir eficazmente entre el alcance de la tradición y el contenido de los cánones y de la doctrina.

 

— ¿No existe un elemento psicológico, del hombre Ratzinger, que desea reencontrar un mínimo de paz después del trabajo de estos años?

— Existe eso también. Mirando hacia atrás, nosotros vemos un cardenal que no se esperaba el papado, sino que, por el contrario, esperaba poder volver a su país y a los estudios. Podría narrar varias anécdotas sobre esto. Aquel cardenal fue elegido y acepta rápidamente, con acto total y completo de confianza en la Providencia. Como Papa ha afrontado problemas graves, uno tras otro, casi sin tregua. Pero he aquí que las fuerzas se debilitan y aquel hombre toma una decisión. Me mantengo sobre esta línea de interpretación, sin ir a buscar motivos oscuros. Una renuncia de acuerdo con los cánones,cuando uno ve que «no puede más», como había dicho en un libro-entrevista.

 

 

 

El pasado 12 de febrero, Joaquín Navarro-Valls mantuvo una conversación con Luigi Accattoli, publicada en el Corriere della Sera, y también en el blog del entrevistador. Hoy puede llegar una traducción al español:

 «Que Benedicto XVI considerase posible, realística y no sólo teóricamente, la renuncia de un Papa, lo sabíamos bien: lo había dicho más veces, tanto de cardenal como después de su elección. Personalmente, lo comprendí después una broma que sucedió, con ocasión de su último cumpleaños cuando hizo 85 años, y que ahora me viene a la mente de repente: Hubo quien dijo: ´Santidad, ad multos annos´, y él respondió, con una sonrisa esquiva y casi irónica: ´Verdaderamente no querría que fueran muchos´. Así que, en cierta manera ya se preparaba». Es el comentario de Joaquín Navarro-Valls, español, que fue portavoz del Vaticano desde 1984 hasta 2006, es decir, durante 21 años con el Papa Wojtyla y durante 14 meses con el Papa Ratzinger.

— ¿Cómo valora el evento? ¿Qué consecuencias podrá tener un hecho así de inédito?

— Es inédito para la modernidad, pero no para la entera historia de la Iglesia. Lo veo como una decisión que estaba destinada a madurar, con un Papa o con otro. El cambio de los tiempos, su velocidad y la prolongación de la vida humana plantean la cuestión de la sucesión de un Papa debilitado por la edad. Benedicto XVI ha tenido el coraje de tomar esta decisión. No podemos más que estarle agradecidos.

 ¿Habrá sido un proceso dramático tomar esta decisión?

— Grave sí, pero no dramático, creo yo. Considerando el dominio intelectual y espiritual que todos sabemos que tiene, debemos pensar que ha sido de ahí donde ha surgido el coraje para decidir. Seguro que no podía ser una decisión tomada a la ligera. Él sabía bien, por conocimiento directo, lo que habían pensado y dispuesto sus dos predecesores, Juan Pablo II y Pablo VI. Por tanto, aunque se haya tratado, como es evidente por sus propias palabras, de una decisión solitaria, no ha sido tomada sin consultar. Creo que se podría decir que ha consultado con sus predecesores.

— ¿En qué términos ve esta consulta?

— Pablo VI y Juan Pablo II, cuando se vieron en dificultad con la edad y la salud,confiaron a sus colaboradores dos cartas, una de renuncia al Pontificado y otra sobre cómo hacerla pública. En sustancia, eligieron someterse a la voluntad de Dios y a la valoración de los demás. El Papa Benedicto, por el contrario, ha asumido la responsabilidad de decidir, con plena conciencia, siendo perfectamente dueño para comunicar personalmente su voluntad. Aquí veo un elemento de alcance histórico: ésta es una decisión que no atañe solamente a la biografía de Joseph Ratzinger, sino a la historia de la Iglesia Católica.

—Existía una espiritualidad -en la tradición- que insistía sobre la unicidad de la figura papal o sobre el serlo «de por vida». «Un padre lo es para siempre», se decía. A esta espiritualidad no se había sustraído ni siquiera un hombre nuevo en muchos aspectos como lo era el Papa Wojtyla...

—Es verdad, en esta decisión del Papa Benedicto XVI se manifiesta una postura innovadora respecto a la de la tradición. Creo que haber estado al lado del predecesor, como estrecho colaborador, también en los últimos meses, los más difíciles, le ayudó a elegir. Pero, sobre todo creo que le ha sido útil su seguridad en materia doctrinal, la fuerza de la formación teológica que le ha permitido distinguir eficazmente entre el alcance de la tradición y el contenido de los cánones y de la doctrina.

— ¿No existe un elemento psicológico, del hombre Ratzinger, que desea reencontrar un mínimo de paz después del trabajo de estos años?

— Existe eso también. Mirando hacia atrás, nosotros vemos un cardenal que no se esperaba el papado, sino que, por el contrario, esperaba poder volver a su país y a los estudios. Podría narrar varias anécdotas sobre esto. Aquel cardenal fue elegido y acepta rápidamente, con acto total y completo de confianza en la Providencia. Como Papa ha afrontado problemas graves, uno tras otro, casi sin tregua. Pero he aquí que las fuerzas se debilitan y aquel hombre toma una decisión. Me mantengo sobre esta línea de interpretación, sin ir a buscar motivos oscuros. Una renuncia de acuerdo con los cánones,cuando uno ve que «no puede más», como había dicho en un libro-entrevista.

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"Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás"

"Conviértete y cree en el Evangelio". Estas dos oraciones se van a repetir hoy en muchas iglesias de todo el mundo. Se acompañan con la imposición del sacerdote de una pequeña cantidad de ceniza en la cabeza haciendo la señal de la cruz.

El motivo, es que hoy se celebra el Miércoles de Ceniza, la festividad con la que da comienzo el tiempo de Cuaresma en la Iglesia católica. Estas son cuatro cosas que tienes que saber y te pueden ayudar a entender mejor lo que se celebra en este día.

El Miércoles de Ceniza el sacerdote traza una cruz de ceniza sobre la frente de los feligreses pero, ¿de dónde viene esa ceniza?

 

El mensaje: la conversión 

El mensaje que transmite la Iglesia con la ceniza a los fieles es un llamado fuerte a la conversión. Se hace a través del signo de la ceniza bendecida como recordatorio a la persona de lo efímero de la vida. Sirve a su vez como preparación a los signos de vida de la luz, el agua y el fuego que se emplean en la Pascua de Resurrección.

 

La penitencia: no es un castigo

Por esa razón, el tiempo de Cuaresma que comienza hoy con el Miércoles de Ceniza tiene asociada otra palabra: penitencia. No se trata de un castigo, si no de una opción libre para preparar el alma y seguir a Jesús en su propia preparación para su Pasión y Muerte. Un cambio de mirada y de mentalidad que caracterizan al cristiano: la búsqueda de Dios por encima de las cosas del mundo.

 

Ayuno y abstinencia 

El ayuno y la abstinencia son dos palabras que también marcan la Cuaresma. Son dos prácticas que acompañan a estos 40 días. Las ha establecido la Iglesia en consonancia con el Evangelio  y guardan sentido con la preparación del alma.

El ayuno estipula que el católico reduzca la cantidad de alimento que consume de forma usual. Las edades a las que afecta esta norma es desde los 18 hasta los 59 años. Es de carácter obligatorio especialmente el Miércoles de Ceniza y Viernes Santo.

Por su parte, la abstinencia dicta que cualquier católico a partir de los 14 años ha de renunciar a consumir carne los viernes de Cuaresma. La razón, honrar la Pasión de Jesús del Viernes Santo. Esa abstinencia incluye la carne del animal, sus órganos en cualquier forma y el pollo. Los pescados, vegetales, mariscos y derivados de productos animales sí que se permiten.

Ambas prácticas las observa la Conferencia Episcopal Española en consonancia con el Código de Derecho Canónico.

 

El símbolo de la ceniza

Detrás del símbolo de la ceniza también se esconde lo que los cristianos nos preparamos para vivir. La Cuaresma comienza con la ceniza, producto de la combustión de materiales consumidos por el fuego. Es un símbolo de lo que va a morir en nosotros, el llamado "hombre viejo", para que nazca el "hombre nuevo" por el fuego, el agua y la luz de la Pascua.

La ceniza que se usa en cada arranque de Cuaresma no es fruto de cualquier quema de objetos. La que se impone en el día de hoy en la cabeza de los católicos proviene de las palmas y ramos del Domingo de Ramos del año anterior.

Por otro lado, la ceniza es un signo que recuerda cómo se vivía la Cuaresma en la Iglesia primitiva. Según la tradición, en torno a los siglos V y VI. Los primeros cristianos hacían la penitencia de forma pública con un sayal y lo solían acompañar de ceniza a partir del siglo VII.

 

+ Info -

Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana.

El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio. Es abogada contra los males de dientes y muelas. 

 

Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto.

El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas.

Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.

En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad.

Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar.

Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.

Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.

Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.

También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa.

Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.

 

Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana.

El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio. Es abogada contra los males de dientes y muelas. 

 

Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto.

El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas.

Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.

En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad.

Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar.

Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.

Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.

Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.

También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa.

Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.

 

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