San Jerónimo, Padre de la Iglesia Occidental, dedicó su vida al estudio de las Escrituras
Buscó poner en práctica la Palabra de Dios. Como asceta y letrado al servicio del Papa Dámaso, tradujo la Biblia de los textos hebreos y griegos al latín. Murió el 30 de septiembre del 420.
Su nombre completo era Sofronio Eusebio Jerónimo. Su ciudad natal era Stridone, en la actual Croacia. Su fecha de nacimiento no se conoce con exactitud, pero fue alrededor del año 347. De familia cristiana y acomodada, recibió una sólida educación y, apoyado por sus padres, perfeccionó sus estudios en Roma. Allí se entregó a la vida mundana, dejándose llevar por los placeres; pero pronto se arrepintió, recibió el bautismo y se enamoró de la vida contemplativa.
Por esta razón se mudó a Aquileia y se convirtió en parte de una comunidad de ascetas. Algún tiempo después la abandonó, decepcionado por las enemistades que habían surgido en ese ambiente. Partió luego para el Oriente y se detuvo en Trier, volvió a Stridone y repartió de nuevo. Permaneció unos años en Antioquía, donde perfeccionó su conocimiento del griego, y luego se retiró como ermitaño en el desierto de Chalkis, al sur de Alepo.
Durante cuatro años se dedicó plenamente a sus estudios, aprendió hebreo y transcribió códigos y escritos de los Padres de la Iglesia. Fueron años de meditación, soledad e intensa lectura de la Palabra de Dios, que también lo llevaron a reflexionar sobre la brecha entre la mentalidad pagana y la vida cristiana. Amargado por las diatribas de los anacoretas causadas por la doctrina arriana, regresó a Antioquía.
En el 379 fue ordenado sacerdote, y luego se trasladó a Constantinopla donde continuó estudiando griego con san Gregorio Nazianzeno.
Al lado del Papa Dámaso
En 382 Jerónimo volvió a Roma para participar en una reunión convocada por el Papa Dámaso sobre el cisma de Antioquía. Como su reputación ascética y erudita era bien conocida, el Pontífice lo eligió como su secretario y consejero y lo invitó a realizar una nueva traducción de los textos bíblicos al latín.
En la capital, Jerónimo también fundó un círculo bíblico e inició el estudio de la Escritura por mujeres de la nobleza romana que, deseando emprender el camino de la perfección cristiana y deseando profundizar su conocimiento de la Palabra de Dios, lo designaron como su maestro y guía espiritual.
Dado que las estrictas reglas que sugería a sus discípulos eran consideradas demasiado duras, se comprende por qué su rigor moral no fuese compartido por aquel tipo de clero demasiado laxo. Jerónimo tampoco era bien visto por otros muchos debido a sus modos agresivos y a su carácter difícil.
Además condenaba rigurosamente los vicios, las hipocresías y a menudo polemizaba con los sabios y entendidos. En estas condiciones de contrastes, cuando Dámaso murió, decidió mejor volver a Oriente y en agosto del 385 se embarcó en Ostia para llegar a Tierra Santa, acompañado por algunos de sus fieles monjes y de un grupo de sus seguidores, entre ellos la noble Paula con su hija Eustoquia.
Se embarcó en una peregrinación, llegó a Egipto y luego se detuvo en Belén, donde abrió una escuela que ofrecía su enseñanza de forma gratuita. Gracias a la generosidad de Paula, construyó un monasterio masculino, uno femenino y un hospicio para los viajeros que visitaban los lugares santos.
El retiro en Belén
Jerónimo pasó el resto de su vida en Belén, dedicándose siempre a la Palabra de Dios, a la defensa de la fe, a la enseñanza de la cultura clásica y cristiana y a la acogida de peregrinos. Un hombre impetuoso, a menudo polémico y peleonero, que era detestado pero también muy amado.
No era fácil dialogar con él, sin embargo dejó un grande legado al cristianismo con su testimonio de vida y sus escritos. A él le debemos la primera traducción al latín de la Biblia, la llamada Vulgata - con los Evangelios traducidos del griego y el Antiguo Testamento del hebreo - que aún hoy, en su versión revisada, sigue siendo el texto oficial de la Iglesia latina.
La Palabra de Dios, tan estudiada y comentada, también "se comprometió a vivirla concretamente", dijo Benedicto XVI, que dedicó dos catequesis a Jerónimo en las audiencias generales del 7 y el 14 de noviembre de 2007. Murió en su celda, cerca de la Gruta de la Natividad, el 30 de septiembre probablemente en el 420.
Sus enseñanzas y sus obras
"¿Qué cosa podemos aprender de San Jerónimo? Me parece que por encima de todo esto: amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura - sugirió Benedicto XVI - es importante que cada cristiano viva en contacto y diálogo personal con la Palabra de Dios, que se nos da en la Sagrada Escritura... es también una Palabra que construye la comunidad, que construye la Iglesia.
Por lo tanto, debemos leerla en comunión con la Iglesia viva". Jerónimo es uno de los cuatro Padres de la Iglesia Occidental (junto con Ambrosio, Agustín y Gregorio Magno), proclamado Doctor de la Iglesia en 1567 por Pío V. Como herencia suya nos han quedado sus comentarios, homilías, cartas, tratados, obras historiográficas y hagiográficas; es bien conocido su De Viris Illustribus, con las biografías de 135 autores, en su mayoría cristianos, pero también judíos y paganos, para demostrar cómo la cultura cristiana fuese "una verdadera cultura digna de comparación con la clásica".
No hay que olvidar su Crónica (Chronicon) - la traducción y reelaboración en latín de la Crónica Griega de Eusebio de Cesarea, hoy perdida, - que contiene la narración de la historia universal, donde se mezclan datos históricos con mitos, partiendo del nacimiento de Abraham hasta el año 325. Finalmente, ricas en enseñanzas y consejos sinceros, nos han quedado muchas epístolas que revelan su profunda espiritualidad.
El grupo Ciencia, Razón y Fe celebra la VII Lección Conmemorativa Mariano Artigas, físico estadounidense.
“Mientras que históricamente la gran mayoría de teólogos católicos han entendido que la resurrección del cuerpo implica algún tipo de continuidad material, una minoría sostiene que lo que hará que sea el mismo cuerpo dependerá del alma que lo anime. Entre esta minoría está Joseph Ratzinger”. Así lo destacó el físico estadounidense Stephen M. Barr, que impartió la VII Lección Conmemorativa Mariano Artigas de la Universidad de Navarra.
El profesor Barr es miembro de la Sociedad Estadounidense de Física y fundador y presidente de la Sociedad de Científicos Católicos. En su intervención planteó, desde una perspectiva multidisciplinar, preguntas como dónde se vivirá la vida eterna en la que los cristianos creen, si será dentro de los límites de este universo físico o más allá de él, si constituirá algo similar al estado actual de las cosas -físicamente hablando- o totalmente diferente, y si es la ciencia de alguna ayuda a la hora de pensar en estas cuestiones o es irrelevante.
También aludió, citando su obra Escatología: La muerte y la vida eterna (1977), a los peligros de un falso fisicalismo al tratar de entender la resurrección o la unidad existente entre cuerpo y alma. Para ilustrar sus argumentos, utilizó el siguiente ejemplo: “Pongamos que abrazo a mi mujer. Lo que ocurre no es simplemente que una estructura compuesta de átomos entre físicamente en contacto con otra estructura semejante. En realidad, es una persona abrazando a otra. Si este hecho se estudia con las herramientas de la física o la química estaré ignorando lo más esencial de lo que está ocurriendo: un acto de comunión entre dos personas”.
Contribuciones al debate sobre ciencia y fe
El grupo Ciencia, Razón y Fe del centro académico ha conmemorado un año más al que fuera su primer director y, también, primer decano de la Facultad Eclesiástica de Filosofía, el sacerdote, físico y filósofo Mariano Artigas. Estas lecciones bienales comenzaron en 2011 y son impartidas por personas que hayan realizado contribuciones significativas en el debate sobre las relaciones entre ciencia y fe o las grandes cuestiones que este diálogo suscita.
El evento fue presidido por la rectora, María Iraburu, y presentado por Javier Sánchez Cañizares, investigador del Instituto Cultura y Sociedad (ICS). Comenzó con unas palabras del decano de la Facultad Eclesiástica de Filosofía, Santiago Collado, que subrayó que “el trabajo de Mariano Artigas solo se puede entender si se tiene en cuenta su sincero afán de servicio. Servicio que vivió con gran naturalidad, constancia y dedicación hasta el final de su vida”.
Por su parte, la rectora se dirigió a los presentes afirmando: “Para poder ejercer la multidisciplinariedad hace falta ser muy bueno en la propia disciplina. Entonces es cuando se puede abordar la tarea multidisciplinar. La universidad es verdaderamente universidad si somos capaces de salir de nuestra propia área de conocimiento y adentrarnos en esas áreas interdisciplinares que son tan importantes” Además, a los numerosos estudiantes que asistieron, les pidió: “Sed, por favor, como era don Mariano: un verdadero universitario”.
San Rafael, arcángel
Su culto se atestigua a partir del siglo XI; el calendario litúrgico fija su fiesta el 29 de septiembre, con los Santos Arcángeles Miguel y Gabriel. Su nombre viene del hebraico “Rafa-El”, que significa “medicina de El” y se contrapone al demonio Asmodeo “el que hace perecer”.
Hay un libro entero de la Biblia que lo ve protagonista. El Arcángel Rafael es el compañero de Tobías, un joven hijo de Tobit y Ana, a quien su padre encargó cumplir una misión delicada, para la cual es necesario afrontar un duro viaje no eximido de peligros.
El gran corazón de Tobit
La historia está narrada en el Libro de Tobías y se desarrolla en la época de las revueltas de los Macabeos. Tobit, el padre del joven, es un hombre generoso que en el periodo de la deportación asiria, se desmide por aliviar los sufrimientos de sus connacionales.
Comparte sus bienes con los más pobres, se prodiga en limosnas, paga puntualmente los diezmos de lo que recauda de sus tierras y ganado. Su piedad lo lleva incluso a hacerse cargo de la sepultura de los cadáveres abandonados. Los avatares de la vida lo ven perder todos sus bienes y, después de un gesto de caridad, también la vista. Al llegar a este punto, Tobit pide ayuda a su hijo.
Al joven Tobías, su padre le pide que vaya a una localidad lejana para recuperar una gran cantidad de dinero, que había entregado a un amigo. El joven se apresta a viajar y aconsejado por Tobit, busca un guía que lo acompañe. La primera persona que Tobías encuentra es un viandante, experto en aquellas zonas, que acepta viajar con él.
Durante una pausa en el río Tigris, un gran pez ataca al joven, que primero se asusta y luego, animado por el viandante – que es el Arcángel Rafael de incógnito – captura el pez, y, siempre siguiendo las indicaciones del viandante, le saca al pez el corazón, el hígado y la hiel.
Sara
Llegando casi a la meta, el Arcángel aconseja a Tobías quedarse en casa de la familia de algunos parientes, donde conoce a su prima Sara, que la ley de Moisés le reserva como esposa.
La joven se había casado ya siete veces, y sus esposo habían sido asesinados la noche misma de la boda, por Asmodeo, que estaba celoso de la joven.
Sara, que hubiera querido ahorcarse por la vergüenza y había desistido sólo por no dar otro dolor a sus padres, acepta casarse con Tobías y, Asmodeo es derrotado por el corazón y el hígado del pez, que el viandante le aconseja poner en el brasero de los perfumes, para que el demonio huyera.
El secreto desvelado
Después de la boda, Tobías regresa donde su padre porque ahora sabe cómo poderlo curar de la ceguera. Es una vez más el pez, esta vez la hiel, ungida en los ojos de Tobit, el que le devuelve la vista a su padre.
Tobías quería recompensar al viandante por todo su apoyo, pero llamando a parte a los dos, su compañero de viaje revela su identidad. Explica que había sido enviado por Dios, atraído por las oraciones y por la caridad de cada uno, para curarlos y guiarlos y dice de sí mismo:
«Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia».
Esta historia sagrada dio vida a una práctica: en la Edad Media, cuando un adolescente o un joven dejaban su hogar por primera vez, llevaban consigo una tableta que los representaba como Tobías acompañado por el Arcángel.
La liturgia reúne en este día la memoria de estos tres príncipes de la corte celestial. Hoy se celebra de manera conjunta la fiesta de estos tres arcángeles. De los tres se hace mención en la Sagrada Escritura y a los tres venera la Iglesia siguiendo la antigua tradición.
En la reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó establecido el día 29 de septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel
Hoy se venera la memoria de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, de honda raigambre en toda la Tradición de la Iglesia.
El nombre de Miguel (en hebreo: ¿Quién como Dios?) recuerda el combate librado por este Arcángel y los ángeles fieles con Lucifer y sus seguidores, que se rebelaron contra Dios y fueron precipitados al infierno.
A San Gabriel (en hebreo, fuerza de Dios) lo eligió Dios para anunciar a María el misterio de la Encarnación.
El nombre de Rafael (en hebreo, medicina de Dios) evoca su misión de médico y compañero de viaje del joven Tobías.
San Miguel
Este nombre significa: "¿Quién como Dios? O: "Nadie es como Dios".
A San Miguel lo nombre tres veces la Sagrada Biblia. Primero en el capítulo 12 del libro de Daniel donde se dice:
"Al final de los tiempos aparecerá Miguel, al gran Príncipe que defiende a los hijos del pueblo de Dios. Y entonces los muertos resucitarán. Los que hicieron el bien, para la Vida Eterna, y los que hicieron el mal, para el horror eterno".
En el capítulo 12 del Libro del Apocalipsis se cuenta lo siguiente:
"Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra Satanás y los suyos, que fueron derrotados, y no hubo lugar para ellos en el cielo, y fue arrojada la Serpiente antigua, el diablo, el seductor del mundo. Ay de la tierra y del mar, porque el diablo ha bajado a vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo".
En la Carta de San Judas Tadeo se dice:
"El Arcángel San Miguel cuando se le enfrentó al diablo le dijo: ‘Que te castigue el Señor’".
Por eso a San Miguel lo pintan atacando a la serpiente infernal.
La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales.
Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido. Muchos creen que él sea el jefe de los ejércitos celestiales.
San Gabriel
Su nombre significa: "Fortaleza de Dios".
A este Arcángel se le nombra varias veces en la S. Biblia. Él fue el que le anunció al profeta Daniel el tiempo en el que iba a llegar el Redentor. Dice así el profeta:
"Se me apareció Gabriel de parte de Dios y me dijo: dentro de setenta semanas de años (o sea 490 años) aparecerá el Santo de los Santos" (Dan. 9).
Al Arcángel San Gabriel se le confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna: anunciar la encarnación del Hijo de Dios. Por eso se le venera mucho desde la antigüedad.
Su carta de presentación cuando se le apareció a Zacarías para anunciarle que iba a tener por hijo a Juan Bautista fue esta:
"Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de Dios" (Luc. 1, 19).
San Lucas dice:
"Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, a una virgen llamada María, y llegando junto a ella, le dijo: ‘Salve María, llena de gracia, el Señor está contigo’.
Ella se turbó al oír aquel saludo, pero el ángel le dijo: ‘No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será Hijo del Altísimo y su Reino no tendrá fin’".
San Gabriel es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque trajo al mundo la más bella noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.
San Rafael
Su nombre significa: "Medicina de Dios".
Fue el arcángel enviado por Dios para quitarle la ceguera a Tobías y acompañar al hijo de éste en un larguísimo y peligroso viaje y conseguirle una santa esposa.
Su interesante historia está narrada en la Biblia en el libro de Tobit (Tobit 12:6, 15).
De acuerdo con el Libro de Tobías 5,4, Rafael fue enviado por Yahveh para acompañar a Tobías, hijo de Tobit, en un largo y peligroso viaje para conseguirle una esposa piadosa al joven.
Esta es Sara, quien había visto morir a siete prometidos debido a que un demonio, de nombre Asmodeo, estaba enamorado de la mujer y mataba al esposo en la noche de bodas.
El Libro de Tobías es considerado deuterocanónico por los católicos y ortodoxos. Rafael aparece con apariencia humana acompañando al hijo de Tobit, Tobías, y en un principio, Rafael se presenta como «Azarías, hijo del gran Ananías».
Durante el viaje, en varias ocasiones, se muestra la influencia protectora del arcángel, como la expulsión de un demonio hacia el desierto de Egipto. Tras su travesía y la cura de la ceguera de Tobit, Azarías se presenta como "el ángel Rafael, uno de los siete, que se presenta ante el Señor". Es venerado como San Rafael el Arcángel.
San Rafael es muy invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.
Cosme y Damián: Sus nombres aparecen en el Canon Romano
Fueron dos hermanos, nacidos en Arabia, en el seno de una familia cristiana, en la primera mitad del siglo III. Estudiaron Medicina para ejercer la caridad en los cuerpos enfermos y expandir la fe cristiana en las almas.
Vida
Fueron dos nobles hermanos, nacidos en Arabia, en el seno de una familia cristiana, en la primera mitad del siglo III. Estudiaron Medicina para ejercer la caridad en los cuerpos enfermos y expandir la fe cristiana en las almas. Ejercieron su profesión de médicos por puro amor de Dios, sin cobrar nunca a los enfermos, recibiendo por ello el nombre de Anárgiros, “los sin dinero”.
Dios los llenaba de gracia en el ejercicio de su arte, y no había enfermedad que se resistiera a sus prescripciones médicas. A muchos cuerpos devolvieron la salud, pero en más almas depositaron la luz del Evangelio.
Cuando irrumpió la persecución de Diocleciano y Maximiano, y se hizo cargo el prefecto Lisias de ejecutar sus órdenes contra los cristianos en Egea, hizo éste comparecer ante su presencia a los dos hermanos, que confesaron intrépidamente su fe.
Sus actas tienen al principio todos los visos de ser auténticas, pero luego se aprecia que han sido incrementadas por la leyenda.
En todo caso, ambos murieron decapitados tras haber sufrido diversos tormentos.
Asimismo dice la tradición que los tres hermanos de Cosme y Damián (Antimo, Leoncio y Euprepio) fueron martirizados al mismo tiempo que los gemelos, y sus nombres se mencionan en el Martirologio.
Enterrados por los cristianos de Egea, sus cuerpos fueron luego trasladados a Roma.
El culto a los santos
El que fuera obispo de Ciro en el siglo V, Teodoreto, menciona en uno de sus escritos la suntuosa basílica que ambos santos poseían en aquella ciudad. En esa misma época existían dos iglesias en honor suyo en Constantinopla, a las que se unieron otras dos en tiempos de Justiniano (siglo VI). Además, tuvieron templos en Panfilia, Capadocia, Jerusalén y Mesopotamia, así como un hospital levantado en 457 en Edesa que fue puesto bajo su patronazgo.
Sin embargo, fue en Roma donde el culto a estos mártires alcanzó su apogeo, pues llegaron a tener dedicadas más de diez iglesias en la Ciudad Eterna.
Entre ellas se encuentra el oratorio del Esquilino que les consagró el papa Símaco (498-514) y que posteriormente se convirtió en abadía.
San Félix IV (526-530), hacia el año 527, transformó para uso eclesiástico, dedicándolos a los hermanos, la basílica de Rómulo y el templum sacrum Urbis, con el archivo civil a ellos anejo, situados en la vía Sacra, en el Foro.
Dicha dedicación se produjo muy posiblemente el 27 de septiembre, fecha en laue se celebró la fiesta de Cosme y Damián hasta su traslado al 26 de septiembre en el nuevo calendario.
En el Misal Romano tienen dos misas, una la del jueves después del tercer domingo de Cuaresma que se refiere al aniversario del martirio, con múltiples alusiones a la salud, a los enfermos y a las curaciones, que hacen imposible olvidarse de la popularidad del culto que en otro tiempo se tributaba a los santos Anárgiros.
La otra es la que empieza Sapientiam sanctorum, que ahora se usa para común de mártires. En la inscripción de San Félix IV, todavía existente al pie del hermoso mosaico del ábside de la iglesia que les dedicó, se lee en grandes letras doradas:
“El aula de Dios, en su belleza de mosaicos, brilla ahora espléndida por la fe y la dedicación a los dos médicos que lograron el martirio, médicos que son para el pueblo esperanza segura de salud”.
La iconografía que se encuentra en las iglesias domésticas de los Primeros Cristianos revelan mucho de cómo vivían la fe en los primeros siglos y cómo esa forma de ver y transmitir la fe llega a nuestros días.
Los descubrimientos arqueológicos de antiguas iglesias en casas cristianas en el Medio Oriente y los manuscritos encontrados en estos sitios nos muestran que una práctica central dentro de estas comunidades de la iglesia primitiva era el misterio sacrificial de la Eucaristía (junto con el bautismo), y de una manera muy acorde con los ritos descritos en la Didachedel siglo I. Esto se ve en los frescos iconográficos de estas iglesias domésticas (tanto en Megiddo como en Dura Europos).
Hasta finales del siglo XIX, era una polémica común de los apologistas protestantes que la veneración dada a los santos era una innovación tardía e incluso una degradación de la fe (quizás tan tarde como el quinto o sexto siglo). No solo esto, sino que era una presunción establecida que el judaísmo (en este caso, el judaísmo del Segundo Templo, como en la época de Cristo y sus apóstoles) era completamente iconoclasta, y que sería imposible imaginar cómo los primeros cristianos pudieron haberlo hecho alguna vez. Como resultado, desarrollaron una tradición iconográfica, dada su herencia y dependencia del judaísmo anterior al cristianismo.
Sin embargo, ahora hay una gran cantidad de evidencia de lo contrario, más allá de los límites de la tradición católica ortodoxa.
Desde el punto de vista de las tradiciones populares, la mayoría conoce el “Icono hecho sin manos” que el Señor imprimió en una tela y le dio al rey Abgar de Edesa (que reinó entre el 13 y el 50 d. C.) del reino de Osroene. También existe la tradición de que el médico Lucas pintó el primer icono de la Theotokos (la Virgen María) y el niño Jesús (la Odigitria, que actualmente está consagrada en una iglesia en el Monte Athos).
Eusebio de Cesarea incluso escribió acerca de la existencia de íconos y estatuas de Cristo, que habían existido mucho antes de su tiempo (263-329 d.C.): “Eusebio habla de una estatua que se dice que es la de Cristo que existía en Palestina, y no pensó que fuera extraño. También había oído hablar de los retratos de Pedro y Pablo ”( La liturgia ortodoxa , p. 23).
Hablando de los retratos de los santos, Wybrew señala:
Es muy probable que los cristianos comenzaran a pintar retratos de miembros distinguidos y venerados de la Iglesia desde muy temprano. Los Hechos apócrifos de Juan hablan de un retrato del Apóstol que uno de sus discípulos, Licomedes, encargó a un amigo artista. Licomedes lo puso en su dormitorio y lo adornó con flores.
Además del retrato básico, la tradición del arte funerario en la Iglesia primitiva se demuestra fácilmente en las catacumbas romanas.
Hay pocas dudas de que los cristianos siguieron la práctica contemporánea al pintar retratos funerarios de miembros distinguidos de la iglesia. . . y quizás ya en el siglo III, las imágenes cristianas fueron veneradas con guirnaldas de flores y luces encendidas frente a ellas.
Pero, ¿qué pasa con la supuesta iconoclasia del judaísmo? ¿No habría prohibido esto el advenimiento de la iconografía y la estatuaria entre los primeros cristianos?
Por el contrario, y de acuerdo con las tradiciones de la Iglesia, el judaísmo de esa época fue enfáticamente no iconoclasta. De hecho, ha habido algunos descubrimientos arqueológicos bastante importantes en el último siglo más o menos que han desacreditado esta posición por completo.
Si uno está siendo honesto sobre el testimonio de las Sagradas Escrituras, debemos admitir que hay varios mandamientos aprobatorios relacionados con la creación de iconografía e incluso estatuaria en el Antiguo Testamento. Tanto el tabernáculo como el templo estaban adornados con una multitud de imágenes, tanto bidimensionales como tridimensionales, que representaban de todo, desde ángeles hasta granadas; el sacerdote se postraba ante estas imágenes y estatuas, nada menos.
El templo estaba lleno de una gloriosa variedad de colores e imágenes, con un simbolismo teológico subyacente. Y con la encarnación de Jesucristo, esta iconografía más “simbólica” pasó a un patrón más cristiano o encarnacional (1 Juan 1: 1-3), con la imagen de Cristo, los santos y su santa Madre.
El caso de Dura Europos
La “iglesia doméstica”(y la sinagoga) cristiana descubierta en Dura Europos (ca. 235 d.C.)es tan explícita como puede ser cuando se trata de demostrar, de manera histórica y arqueológica, la existencia de iconografía tanto en la arquitectura judía como en la cristiana de la era posterior a la resurrección; y lo que es más importante, en ambos casos en el contexto de lugares de culto.
El pueblo de Dura Europos fue destruido en 256. Afortunadamente, podemos echar un vistazo a su mundo a través del descubrimiento de estas excavaciones arqueológicas relativamente bien conservadas. Estos sitios despertaron un ferviente interés en 1921, cuando se descubrieron varios frescos religiosos:
El arqueólogo descubrió que tres de las casas cubiertas habían sido renovadas para su uso como edificios religiosos. Uno se había convertido en un Mithraeum, dedicado a la adoración del dios Mitra. Otro había sufrido modificaciones estructurales para convertirse en una sinagoga judía. La tercera casa se había convertido en una iglesia cristiana. Esta iglesia cristiana es especialmente importante ya que es la iglesia completa más antigua que existe.
Tenga en cuenta esa última declaración. En el momento de su descubrimiento, esta era la iglesia cristiana más antigua que se conserva hasta la actualidad. Esto va más allá de la mera especulación sobre cómo era la “iglesia primitiva”, pero es la iglesia primitiva en sí misma mirándonos a través de los siglos.
La disposición de la iglesia en Dura Europos refleja las prácticas litúrgicas bien establecidas de los cristianos, con un lugar para un baptisterio, una mesa de altar para que el obispo supervise la celebración de la fiesta eucarística y, por último, pero no menos importante, iconografía.
Como la Iglesia recibió jurisdicción más libre por parte del Emperador Constantinoen el siglo IV, los templos e iglesias más grandes del Imperio Romano tenían una disposición similar, arquitectónicamente hablando, a estas iglesias domésticas, pero en una escala mucho mayor ( es decir, la basílica):
Un examen de los restos arroja mucho sobre la liturgia de la iglesia cristiana primitiva.
Una típica casa romana de la clase alta estaba centrada alrededor de un patio con columnas con una habitación abierta llamada atrio. En el centro del patio había una piscina o impluvium. En el extremo opuesto de la entrada había un tablinum elevado que contenía una mesa y que la familia usaba como área de recepción y para funciones ceremoniales.
En la casa de Dura Europos convertida en iglesia, los estudiosos especulan que la congregación se reunió alrededor de la piscina, que se usaba para el bautismo. En el tablinum se sentó el obispo, que presidió la Eucaristía celebrada en la mesa. Este arreglo proporciona una base lógica para el arreglo litúrgico de las iglesias basilicales posteriores.
Como se mencionó anteriormente, se descubrieron representaciones iconográficas tanto en la sinagoga judía como en la iglesia doméstica cristiana en Dura Europos. A continuación se muestran algunas imágenes de la sinagoga judía, que muestran frescos que muestran imágenes del Antiguo Testamento, incluida una escena del libro de Ester, el "incidente" del becerro de oro y el patriarca Abraham mismo:
En la iglesia de Dura Europos, también hay muchos frescos iconográficos.
La primera es una escena de los Santos Evangelios donde Jesús sana a un paralítico. La representación muestra a Jesús de pie junto al paralítico diciéndole: "Para que sepas que el Hijo del Hombre tiene poder para perdonar pecados: levántate, toma tu lecho y anda". Curiosamente, esta imagen está sobre el baptisterio, mostrando una conexión entre el bautismo y ser sanado de la corrupción de la muerte.
Puede ver claramente al lado de la escena al paralítico tomando su catre y alejándose como de costumbre, tal como en la historia del evangelio (y al igual que los iconos posteriores de esta historia del evangelio):
Iglesia Dura Europos
Junto a esto, hay una escena del Señor Jesús extendiendo Su mano hacia el apóstol Pedro, para evitar ahogarse en el agua (también de los evangelios):
La continuidad entre el culto del judaísmo tardío y el del cristianismo primitivo parece evidente aquí, no solo desde la perspectiva de las oraciones de acción de gracias dentro del contexto eucarístico (como se discutió en el artículo anterior), sino también con esta práctica común de ambos catequistas e iconografía decorativa.Cristo no vino para abolir la ley y los profetas, sino para cumplirlos, y es en él que entendemos el culto cumplido del cristianismo, un icono del culto celestial.Esto lo vemos tanto en la Epístola a los Hebreos como en el Apocalipsis. Si uno está buscando adorar en la iglesia del Nuevo Testamento, reunirse como lo hicieron los primeros creyentes en estas antiguas iglesias en las casas, entonces no hay mejor lugar para hacerlo, unirse a la adoración eterna de la Iglesia.
Se estrena "Nacimiento" la historia del primer sacerdote católico y mártir de Corea
San Andrés Kim Dae-geon fue canonizado por san Juan Pablo II en 1984, cuando el pontífice visitó Corea
Murió muy joven por su fe. No obstante la corta vida Andrés Kim Dae-geon dio muchos frutos porque fue misionero, cartógrafo, navegante y, por supuesto, mártir.
Concebida como una gran superproducción, de ahí que cuente con una factura visual impecable, Nacimiento narra la apasionante vida del primer sacerdote coreano, Andrés Kim Dae-geon. Nacido en Corea, durante la dinastía Josean en el año 1821, era hijo de unos nobles coreanos conversos al catolicismo.
Bautizado a los 15 años, desde ese momento tuvo clara su fe y su destino y por esa razón nada detuvo sus pasos por extender la religión católica por su país a pesar de los peligros.
Con un extenso metraje de 150 minutos, la película no sólo narra su preparación como sacerdote y sus estudios en Macao sino también sus viajes por mar en el buque Ertugrul, bajo el mando del comandante Cecil en la Flota del Lejano Oriente en Vladivostok, la Guerra del Opio, la apertura de rutas terrestres en Manchuria, la travesía del Mar Amarillo en el barco Rafael, y la apertura de rutas marítimas hacia la isla Baengnyeong, entre otros.
Su curiosidad le permitió convertirse en un experto cartógrafo pero también adquirió conocimientos médicos para enfrentarse al cólera y la viruela.
La película hace viajar al espectador por Oriente en una época convulsa, donde las comunidades católicas, como los primeros cristianos, vivían ocultos por las crueles persecuciones de la dinastía Josean.
Aunque, como refleja la película, murieron miles de ellos bajo tortura y martirio, la labor de sacerdotes como Andrés Kim Dae-geon fue decisiva para que el catolicismo no fuera erradicado en esa nación, dándose la circunstancia de que Corea del Sur, es uno de los países asiáticos con más católicos, alrededor de 5,3 millones.
Su fortaleza la resumía así: “el martirio es una corona de flores que Dios nos da”.
Protagonizada por el actor coreano Yoon Shi-Yoony, el film se rodó en varios idiomas, lo que supuso un esfuerzo extra para los actores al tener que aprender chino, latín y francés para dominar las escenas y contribuir así, a la autenticidad de la película.
Muchos escritores de la élite cultural expresaron sus opiniones sobre el cristianismo como un movimiento reprobable
El ascenso de los cristianos en el siglo I generó una incomodidad que quedó registrada por escritores paganos prominentes, como Tácito, Plinio, Galeno, Marco Aurelio, Luciano y Celso. Durante el primer siglo, los cristianos eran vistos en la sociedad romana como un grupo religioso marginal. Sin embargo, con el paso de las décadas empezaron a impactar a las clases altas intelectuales, lo que comenzó a volverse incómodo.
Muchos escritores paganos de la élite cultural, como filósofos y retóricos, expresaron sus opiniones sobre los seguidores de Jesús y sobre el cristianismo como un movimiento objetable.
En sus escritos, se referían a los cristianos como disonantes y en tensión con la cultura más amplia de la época. Es probable que sus puntos de vista reflejaran las opiniones de las personas de su propio nivel social y que tuvieran la intención de influir en ellas.
A continuación mencionamos a seis de los escritores en cuestión:
1. Tácito (55-120 d.C.)
El primero de esos intelectuales en hablar del cristianismo fue el escritor romano Tácito, quien mencionó cómo Nerón culpó a los cristianos por el gran incendio de Roma en el año 64 (Anales 15.44.2-5) y lanzó una cruel persecución contra ellos. En ese relato, el mismo Tácito se refirió a los cristianos como “odiados por sus abominaciones” y como promotores de “una superstición mortal/peligrosa”.
Tácito afirmó que bajo las órdenes de Nerón “una inmensa multitud” de cristianos fueron arrestados, condenados por “odio a la raza humana” y sometidos a varias formas horribles de muerte. Además de sufrir “burlas de todo tipo”, fueron destrozados por perros, clavados en cruces o convertidos en antorchas humanas, como un espectáculo nocturno de Nerón. Historiadores consideran el relato de Tácito como exacto.
Ya por el reinado de Nerón, en los años 60 del siglo I d.C., era posible identificar y distinguir adherentes al movimiento de Jesús en la población general, al menos en Roma.
De hecho, es interesante que Tácito pareció indicar que, ya para la época de la persecución de Nerón, “cristianos” (christiani en latín) era un término conocido y utilizado por la población en general para referirse a los seguidores del movimiento de Jesús.
2. Plinio (61-112 d.C.)
Plinio el Joven fue enviado como legado imperial a Bitinia-Ponto (en la actual Turquía) alrededor del año 110 d.C., en donde investigó a aquellos denunciados como cristianos.
Aunque no estaba familiarizado con sus delitos, consideró que ser creyente en Cristo era razón suficiente para castigarlos, así que les daba tres oportunidades para renunciar a su fe, y aquellos que se negaban eran ejecutados o enviados a Roma para juicio.
Durante el tiempo que ocupó ese cargo, le escribió al emperador Trajano sobre su investigación de los denunciados como cristianos (Plinio, Epístolas 10.96). Él respaldó sus acciones y acordaron que debían castigarlos, a menos que adoraran a los dioses romanos.
Plinio los torturó con el fin de obtener información, exigió que los acusados apostataran y ejecutó o enjuició a quienes se negaran a cumplir con sus demandas. No encontró indicios de acciones criminales, pero los juzgó como poseedores de “una superstición perversa y extravagante”.
Sus afirmaciones apuntaban a que el crecimiento del cristianismo estaba teniendo un efecto negativo en las instituciones dedicadas a las deidades tradicionales y la economía.
Los templos antiguos representaban una importante esfera de actividad económica, por lo que cualquier abandono de su culto era una amenaza para muchos intereses, lo cual recuerda el disturbio de los artesanos de la diosa Artemisa, narrada en Hechos de los Apóstoles (19:21-40).
3. Galeno (129-216 d.C.)
El famoso médico Galeno tuvo una opinión más positiva sobre los cristianos. Aunque criticaba su dependencia de la revelación divina en lugar del razonamiento filosófico, admiraba su coraje frente a la muerte; su autocontrol en cuestiones de sexo, comida y bebida; y “su aguda búsqueda de la justicia”.
Su oposición hacia ellos era, más bien, intelectual, pero no llegaba al punto de acusarles falsamente de permitir el canibalismo y las orgías, como se ve en algunos textos de la época. Además, las virtudes que Galeno elogiaba en los cristianos eran altamente valoradas en los círculos filosóficos de su época.
4. Marco Aurelio (121-180 d.C.)
Marco Aurelio se refirió a la disposición de los cristianos a morir por su fe como una “mera obstinación” (Meditaciones 11.3) y ordenó la ejecución de algunos de ellos, como Justino Mártir. Además de ser emperador, fue un talentoso estudiante de filosofía; sus Meditaciones reflejaban un gran interés en la ética.
Sin embargo, su sofisticación cultural no lo detuvo de tomar acciones radicales contra los creyentes. Sus acciones marcaron un oscuro capítulo en la relación entre el cristianismo y el Imperio.
5. Luciano (125-180 d.C.)
En el relato satírico La muerte de Peregrinus, Luciano de Samosata presentó a Peregrinus como un charlatán que finge su conversión al cristianismo para ganar prominencia en círculos cristianos.
Aunque algunos creyentes intentaron liberarlo cuando fue arrestado, finalmente el gobernador romano le dio salida para evitar convertirlo en mártir.
Sin embargo, Peregrinus fue excomulgado después de haber consumido alimentos prohibidos, lo que puso en duda su autenticidad como creyente. No obstante, no se sabe si este relato era ficción o realidad.
Luciano se burló de los cristianos, describiéndolos como pobres desgraciados convencidos de su inmortalidad y despreciadores de la muerte.
Los acusó de adorar al crucificado sofista Jesús y de vivir bajo sus leyes, en lugar de honrar a los dioses.
Para Luciano, la negativa de los seguidores de Jesús a seguir las creencias tradicionales era una gran transgresión que los hacía vulnerables a embaucadores que buscaran lucrarse a expensas de su sencillez.
6. Celso
Celso escribió una contundente crítica al cristianismo:Doctrina verdadera o La palabra verdadera.En su obra, contrastó las enseñanzas paganas con las del cristianismo, considerando estas últimas como una opción inadecuada y a los cristianos como personas intelectualmente inferiores.
También ridiculizó la encarnación de Jesús y su resurrección. Cabe resaltar que Celso hizo un esfuerzo por conocer el Antiguo Testamento y los Evangelios.
Durante el siglo I y II, la prominencia numérica y social del cristianismo, que abarcaba incluso a las clases altas, le condujo a una mayor visibilidad. Esta circunstancia ayuda a entender por qué escritores paganos cultos se dedicaron a crear críticas y parodias extensas acerca de los seguidores de Jesús. Podría haber sido, a la vez, un intento de detener el crecimiento del movimiento cristiano.
No sabemos nada más sobre Celso aparte de su autoría de esta obra literaria, a la que en su mayoría se tiene acceso porque varias décadas después de haberla producido, el escritor cristiano primitivo Orígenes la refutó y citó grandes porciones.
Dicho de otra forma, lo que hizo que su nombre no se perdiera en la historia fue el mismo movimiento religioso que intentó desacreditar.
Aquel fue un tiempo de enfrentamientos entre los defensores del paganismo y el cristianismo. Seguidores de Jesucristo como Ignacio, Clemente de Roma, Justino Mártir, Ireneo de Lyon, Tertuliano y Orígenes, se esforzaron por articular y defender su fe, lo que llevó a un aumento de atención y reacciones en su contra desde los niveles superiores.
Aunque en esa época el cristianismo aún no tenía un impacto tan masivo, tales controversias muestran la forma en que los cristianos sentaron las bases de su crecimiento.
En el año 2012, tuvo lugar un sensacional descubrimiento en la Bayerische Staatsbibliothek de Munich: veintinueve homilías inéditas de Orígenes.
Reproducimos, traducido del italiano, un artículo escrito por Manlio Simonetti en L'Osservatore Romano del 13/6/2012, publicado online por "Gli Scritti" (18/6/2012).
La tarde del pasado 5 de abril, Jueves Santo, estudiando un códice bizantino del siglo XI, el griego Munich 314 , Marina Molin Pradel se dio cuenta de que algunas homilías sobre los Salmos contenidos en él correspondían a las de Orígenes de principios del siglo V. . E inmediatamente después de Pascua, al ampliar su examen del manuscrito, la erudita llegó a la conclusión de que las 29 homilías contenidas en el códice, inédito hasta ahora, son del gran intelectual cristiano.
En la primera mitad del siglo III, Orígenes dictó una impresionante serie de obras sobre el Salterio que pronto tuvieron una influencia decisiva en la exégesis bíblica griega y latina. Pero precisamente su extensión, además de la condena del 553, explica su pérdida casi total, ya en la antigüedad .
Las homilías no llevan el nombre del autor, evidentemente debido a la damnatio memoriae en la que incurrió el gran alejandrino a causa de la condena oficial impartida contra él por el concilio ecuménico Constantinopolitano de 553.
El descubrimiento, como ya se ha dicho, se debe a la intuición y a la diligencia del investigador que, encargado de trabajar en el catálogo de los manuscritos de la biblioteca, encontró el códice e identificó su contenido como ciertamente origeniano, basándose sobre todo en la comparación de los homilías sobre el Salmo 36, allí contenidas, con la traducción latina en nuestro poder, realizadas a principios del siglo V por Rufino de Aquileia .
De hecho, la gran importancia del descubrimiento radica en que de la inmensa obra, especialmente exegética, de Orígenes, debido a la citada condena, mucho se ha perdido, y de lo que se ha salvado sólo relativamente poco ha llegado hasta nosotros en el lengua original y mucho más, sin embargo, en traducción latina , dado que en Occidente, a pesar de la condena, los escritos traducidos de Orígenes continuaron leyéndose y utilizándose durante toda la Edad Media.
En particular, de los ciclos de homilías predicados por Orígenes alrededor del año 240 en la Iglesia de Cesareaen Palestina, sólo conocíamos el original griego de algunos sobre Jeremías, en comparación con las colecciones sobre Génesis, Números y otros libros bíblicos conocidos sólo en latín.
Particularmente grave fue la pérdida de toda la gran obra de interpretación de los Salmos tanto en homilías como en comentarios, a excepción de algunas homilías traducidas al latín , ya que en su época fue considerado el opus máximo del gran exégeta tanto en términos de extensión de los escritos como por la excelencia de la interpretación. Hoy finalmente podemos llenar al menos parte del grave vacío.
No exagero si hablo de una brecha grave en términos de pérdida tanto específicamente de la exégesis de los Salmos como, más en general, del conjunto de los escritos de Orígenes.
Orígenes fue el mayor representante de las letras cristianas en el mundo antiguo y su influencia fue inmensa en la reflexión doctrinal y la espiritualidad en general tanto en Oriente como también en Occidente , tal como se ejerció antes de la condena definitiva.
Esto fue consecuencia del clima de absoluta intolerancia que se instauró, especialmente en Oriente, a partir del siglo V, por lo que no se tuvo en cuenta lo tan válido y positivo encontrado en los escritos de Orígenes frente a algunas hipótesis doctrinales evaluadas como erróneas a la luz del avance de la reflexión posterior sobre el tema .
La condena evidentemente dañó su fama durante muchos siglos y provocó la desaparición de buena parte de sus obras, especialmente el original griego. En Occidente, Orígenes era querido por algunos humanistas -especialmente Erasmo ("Aprendo más de una página de Orígenes que de diez de Agustín")-, pero provocó la ira de los reformadores, ya que su enérgica afirmación del libre albedrío se oponía frontalmente al rígido predestinacionismo de Lutero (recordemos su de servo arbitrario ) y Calvino.
De ahí la subestimación de su pensamiento en la cultura alemana del siglo XIX, que quería ver en él sobre todo al filósofo que había contribuido como ningún otro a la helenización del mensaje apostólico .
La reacción a esta situación - promovida ya en los años 1940 por Daniélou y de Lubac, que llamaron especialmente la atención sobre Orígenes, maestro de espiritualidad, y posteriormente impulsada por estudiosos especialmente franceses e italianos - ha impuesto la gran figura de Orígenes a los estudiosos del cristianismo antiguo, con grandes consecuencias, no siempre positivas, en el campo de los estudios tanto en Europa como en América.
Benedicto XVI , entre las muchas innovaciones que impulsó también en el ámbito cultural, sancionó oficialmente y contribuyó en consecuencia a ampliar esta corriente de estudio muy extendida, presentando, hace unos años, la persona y la obra de Orígenes a las numerosas personas que asistieron a la audiencia pública del miércoles . El hecho de que el descubrimiento de este nuevo Código de Orígenes se haya producido precisamente en la región natal de Joseph Ratzinger adquiere en este sentido un valor emblemático.
Volviendo al sensacional descubrimiento y su contextualización, cabe señalar que se trata de un códice conservado en una gran biblioteca de Alemania. Me explico: hoy en día nuestro conocimiento de las letras antiguas en griego y copto se ve enriquecido gracias al descubrimiento de papiro en Egipto.
Por limitarme a Orígenes, recuerdo los hallazgos de Tura, cerca de Alejandría, a los que debemos el conocimiento de escritos hasta ahora desconocidos de Orígenes y del ferviente origeniano Dídimo el Ciego .
Mucho más raros son los descubrimientos de obras hasta entonces desconocidas en manuscritos conservados en bibliotecas de países occidentales . Si todas estas bibliotecas estuvieran equipadas con catálogos bien elaborados, se conocerían todas las obras contenidas en los códigos de estas bibliotecas.
Desgraciadamente, los catálogos de muchísimas bibliotecas están todavía incompletos y mal elaborados, de modo que aún conservan obras desconocidas que sólo la diligencia de unos pocos investigadores sacan a la luz.
Recuerdo los descubrimientos, en años pasados, de Morin, Wilmart, Etaix y algunos otros, que nos presentaron a personalidades literarias de gran importancia, antes casi completamente desconocidas, como Gregorio de Elvira y Cromacio de Aquileia .
En años más recientes recuerdo el descubrimiento de un grupo de cartas y, posteriormente, de una antología de homilías de Agustín. Este último fue identificado por Dolbeau en un códice de Maguncia del siglo XV, muy reciente y por tanto hasta entonces olvidado incluso en aquella Alemania que desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX prácticamente monopolizó los estudios sobre la antigüedad clásica e incluso cristiana. .
El códice recién descubierto no sólo se conserva en una gran biblioteca alemana sino que data del siglo XI, una fecha importante para un códice griego .
De todo esto podemos extraer una lección importante: incluso si se conservan en importantes bibliotecas de países culturalmente muy avanzados, los códices que transmiten escritos clásicos y cristianos antiguos, si se examinan con mayor atención que la que se ha hecho hasta ahora, aún pueden reservar importantes sorpresas.
La Santísima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco, en 1218, recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se difunde por el resto del mundo.
San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la merced (que significa obras de misericordia). Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort.
San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona y guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.
En 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son mas conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal en 1406, siendo general de la Merced, dice: “María es fundamento y cabeza de nuestra orden”.
Esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los feroces sarracenos.
Desde el año 1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por el mundo.
Liberar a otros más débiles en la fe quedando como rehenes
En los ultimos siglos de la Edad Media, los arabes tenían en su poder al sur y el levante español y sus vidas en vilo. Los turcos y sarracenos habían infestado el Mediterráneo, y atacaban a los barcos que desembarcaban en las costas llevándose cautivos a muchos.
Un alma caritativa, suscitada por Dios, a favor de los cautivos, fue San Pedro Nolasco, de Barcelona, llamado el Consul de la Libertad. Se preguntaba como poner remedio a tan triste situación y le rogaba insistentemente a la Virgen Maria.
Pronto empezó a actuar en la compra y rescate de cautivos, vendiendo cuanto tenía. La noche del 1 de agosto de 1218, Nolasco estando en oracion, se le apareció la Virgen Maria, le animó en sus intentos y le transmitió el mandato de fundar la Orden Religiosa de la Merced para redención de cautivos. Pocos días después, Nolasco cumplía el mandato. Los mercedarios se comprometían con un cuarto voto: liberar a otros más débiles en la fe quedando como rehenes, si fuera necesario.
De este modo, a través de los miembros de la Nueva Orden, la Virgen María, Madre y Corredentora, Medianera de todas las gracias, aliviaría a sus hijos cautivos y a todos los que suspiraban a ella, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. A todos darìa la merced de su favor.
La Virgen María tendrá desde ahora la advocación de la Merced, o más bello todaváa en plural: Nuestra Señora de las Mercedes, indicando así la abundancia incontable de sus gracias. ¡Hermosa advocacion y hermoso nombre el de Mercedes!
Nuestra Señora de las Mercedes concedería a sus hijos la merced de la liberación. Alfonso X el Sabio decia que “sacar a los hombres de cautivo es cosa que place mucho a Dios, porque es obra de la Merced”.
Bajo la protección de Nuestra Señora de la Merced, los frailes mercedarios realizaron una labor ingente. Como ingentes fueron los sufrimientos de San Pedro Nolasco, San Ramon Nonato y San Pedro Armengol. Y no faltaron martires como San Serapio, San Pedro Pascual y otros muchos.
América
Los mercedarios llegan al continente americano y pronto la devoción a la Virgen de la Merced se propaga ampliamente. En República Dominicana, Perú, Argentina y muchos otros países, la Virgen de la Merced es muy conocida y amada.